Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

3.12.2018

Criptomonedas: la revolución del dinero




El dinero, como casi todos los medios que utiliza el ser humano, ha evolucionado a lo largo del tiempo. Como escribió Arturo Pérez-Reverte: “Cambian los tiempos y las gentes. Cambia nuestra forma de ver el mundo y de vernos a nosotros mismos. A menudo esos cambios son para bien, y nada ha de objetarse a ellos”. El dinero, además de representar la riqueza creada, facilita el intercambio de bienes y servicios. Durante el neolítico lo que la gente hacía era intercambiar directamente los bienes por medio del trueque. Con el pasar del tiempo, optaron por usar, en la mayoría de los casos, piedras preciosas, en especial el oro y la plata, para agilizar el intercambio. En algunas culturas también se utilizaron granos.

Según Heródoto, fue en el siglo VII a.C. que los lidios empezaron a acuñar monedas de oro y plata, las cuales eran garantizadas por aquellos que las acuñaban. El nombre y la confianza que la gente tenía en ellos les permitían competir con los gobernantes que también acuñaban monedas. Los primeros en empezar a usar oficialmente el papel fueron los chinos en el siglo IX, aunque éste ya sea utilizaba desde el siglo VII.

En occidente, los primeros en usar papel moneda fueron los suecos: en 1661 Johan Palmstruch, fundador del Banco de Estocolmo, los entregaba como una especie de recibo para quien depositaba oro u otro metal precioso. Y es así como se empiezan a intercambiar billetes en lugar de los metales que estos representaban, billetes que en ese tiempo estaban respaldados por su “peso en oro”. Y es este el motivo por el cual muchas de estas monedas se conocían como “peso”. Sin embargo, en el siglo veinte el esquema cambió, perdiendo esos “pagarés” o “recibos” el respaldo metálico que antes tenían: hubo una involución, un retroceso, en lo que al dinero respecta.

Hoy, nos encontramos a merced del poder arbitrario de los gobernantes que emiten las monedas llamadas de “curso legal” sin ningún respaldo, más que el del abstracto Estado: que no son otros más que los políticos, en gran parte corruptos, que llegan al ejercicio del poder. No obstante, esto va a cambiar en los próximos años. El dinero como institución, después del traspié del siglo pasado, continúa en este siglo su evolución por medio de las criptomonedas, las cuales con razón son temidas por los gobernantes, todavía desconocidas por la mayoría de personas y vilipendiadas por personas mal intencionadas, ignorantes o sesgadas que hasta del narcotráfico las quieren responsabilizar.

Pero, ¿qué son las criptomonedas? ¿Quiénes la “acuñan”? ¿Qué o quiénes las respaldan? ¿Cómo nos beneficia o afecta la evolución del dinero? ¿Es esta evolución parte de la cuarta etapa de la revolución industrial: de la revolución digital y de la inteligencia artificial? En fin, son un montón de preguntas las que muchos nos hacemos, es especial aquellos que no queremos que nos deje el tren del progreso. Por eso es importante, para aclararnos las ideas, asistir al LiberCon sobre el Bitcoin. Para más información vaya al sitio libercon.gt


Artículo publicado en el diario guatemalteco “El Siglo”, el lunes 12 de marzo de 2018.

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2.26.2018

La ley de la atracción



Sin leyes objetivas, respetadas e iguales para todos, no vamos a atraer la inversión que necesitamos para transformar nuestros recursos en la riqueza imprescindible para que aquellos que se esfuercen, mental y físicamente, puedan superar la pobreza, progresar y mejorar su calidad de vida. Aún los menos aptos y los más perezosos pueden vivir mejor dentro de un sistema de normas propias de un verdadero Estado de Derecho.

¿Qué tipo de inversión se necesita para que haya crecimiento económico? La única a la cual aplica correctamente el término: la inversión de capital. Los gobernantes no invierten en nada: sólo gastan lo que es de otros. Y ese gasto, para que contribuya a la prosperidad de todos, debe ser de acorde a la naturaleza del gobierno, no según los reclamos, exigencias o caprichos de los grupos de interés o la gente bien intencionada, pero equivocada. La evidencia de que la redistribución de la riqueza sólo aumenta la pobreza en el largo plazo, es abrumadora. Sólo falta que sea reconocida por quienes promueven medidas estatistas y por quienes sufren las consecuencias de esas medidas.

¿Cuándo van a recuperar los capitalistas la confianza en nuestro país? Cuando los dejen trabajar y se respete la propiedad privada de los medios de producción. Cuando se les deje de agredir. Cuando termine el terrorismo fiscal. Cuando haya certeza jurídica. Cuando los colectivos que promueven la destrucción, el conflicto y la injusticia, cuyos líderes viven cómodamente de la miseria de los pobres, pierdan la influencia política y el poder que tienen en las cortes y demás organismos del Estado.

Es una tontería creer que para aumentar el crecimiento económico, hay que aumentar la carga tributaria. Así como es una tontería pretender aprobar, como sugirió Jimmy Morales, otra ley de expropiación, sin importar la excusa, ya que ésta sólo serviría para facilitar a los gobernantes apropiarse de las propiedades de cualquiera. También es una tontería aprobar una ley anticompetencia, solo por complacer a burócratas internacionales.

Todo lo anterior lo que logra es alejar a esos capitalistas que necesitamos atraer, porque sin su capital NO podemos aumentar la productividad y por tanto alcanzar el ansiado progreso. Por eso es que, a pesar de la enorme cantidad de emprendedores que hay en nuestro país, Guatemala es percibida como un país antiempresarios. Es nuestro sistema político el que obstaculiza el progreso, NO la corrupción, la cual es una consecuencia más del sistema de incentivos perversos engañosamente llamado Estado Benefactor/Mercantilista. Un sistema que impide, irónicamente, el bienestar de la mayoría.

En fin, es importante recordar que, para que la inversión rinda frutos, necesitamos trabajar y ser productivos. Todo crecimiento, en todo sentido, depende de nuestra actividad. No hay desarrollo intelectual o físico sin esfuerzo, y el esfuerzo implica trabajo. Bien lo dijo Calvin Coolidge: “El trabajo no es una maldición, es una prerrogativa de la inteligencia… es la medida de la civilización".


Artículo publicado en el diario guatemalteco “El Siglo”, el lunes 26 de febrero de 2018.

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5.01.2017

El trabajo y la riqueza



La única forma de aumentar de manera sostenida en el tiempo los ingresos reales, personales y de los demás miembros de la sociedad, es aumentado nuestra productividad. Mejorando nuestros ingresos reales, aumenta la riqueza creada y por tanto la calidad de vida propia y de todos. Una mejora que depende de la importancia de nuestro aporte a la creación de esa riqueza. Existe una enorme cantidad de evidencia que sustenta la veracidad de lo anterior. Basta hacer una breve investigación en Internet para toparse con las estadísticas y los índices de productividad y progreso que empezaron a hacerse desde el siglo diecinueve.

Sin embargo, a la fecha hay mucha gente influyente, en algunos casos bienintencionados y en otros no, que promueven medidas estatistas que obstaculizan el progreso. Y, como casi siempre, los más afectados con estas medidas propias del Estado Benefactor/Mercantilista suelen ser los más pobres, a quienes más afectan los obstáculos que esas políticas ponen a la creación de riqueza. Por cierto, el estado natural del ser humano es la pobreza. Todos venimos de la mayor de las pobrezas, en la cual el principal objetivo del núcleo familiar, y de los individuos en general, es sobrevivir.

Sé y reconozco que éste es un hecho que cuesta entender, porque tanto usted como yo formamos parte de una familia en la cual esa pobreza extrema ya fue superada, gracias a que uno o varios de nuestros antepasados pagaron el costo para salir adelante y sacar a sus descendientes de esa condición natural del ser humano. Alguien que trabajó arduamente durante mucho más que ocho horas diarias, los siete días de la semana; que si acaso estudió algo fue apenas lo básico: sumar, restar, tal vez multiplicar y dividir y, con suerte, medio aprendió a leer. Quién plantó el capital semilla que les permitió a nuestros padres y/o abuelos crear la riqueza que hoy nos asegura una mejor vida.

Como escribí en mi artículo titulado: “La necesidad de trabajar” (9/2/2015): “Si elijo vivir necesito trabajar. Si no trabajo, no podré ni siquiera sobrevivir, no digamos mejorar mi calidad de vida. Nadie tiene el derecho moral de impedirme trabajar en lo que yo decida, una vez mi elección no violente la vida, la libertad y la propiedad de otros. Los demás, ciudadanos y gobernantes (burócratas estatales y de organismos internacionales), deben respetar mis decisiones en general, incluidas las condiciones que haya negociado con mi empleador”.

En fin, lo más importante es entender el porqué todos venimos de la pobreza, más allá de hace cuántos años ésta haya sido superada por nuestra familia. Nuestra tarea es conservar la riqueza creada y acrecentarla. Para alcanzar este objetivo, como lo hicieron nuestros ancestros, debemos trabajar. Y es vital resaltar que el esfuerzo debe ser tanto mental como físico. Más aún, de los dos trabajos, el trascendental es el mental. Si no le damos la relevancia que tiene, terminaremos derrochando nuestros escasos recursos y alejándonos de nuestras metas. Terminaremos destruyendo riqueza.



Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 1 de mayo de 2017.

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4.10.2017

Destructores de riqueza



NINGÚN ministerio de NINGÚN Gobierno de NINGÚN país, puede liderar la reducción de la pobreza, porque NINGÚN gobierno de NINGÚN lado crea riqueza. Los gobiernos, en el mejor de los casos, son consumidores de la riqueza creada por otros para proveer los servicios de seguridad y justicia a esos otros. Sin embargo, lamentablemente, la mayoría de las veces se convierten en destructores de esa riqueza que despilfarran en actividades ajenas a la naturaleza del gobierno.
           
En otras palabras, más que promotores de la creación de riqueza, son un obstáculo a su multiplicación. Si, repito, nuestros mandatarios cumplieran con las funciones propias de la naturaleza de un gobierno, se dedicarían sólo a proteger los derechos individuales de todos (vida, libertad y propiedad) de la agresión arbitraria de terceros y a velar porque los delincuentes y criminales compensaran a sus víctimas. Si así fuera, dejarían de ser el principal estorbo para superar la pobreza y lograr la mejora constante en la calidad de vida de todos.

Pero, la enorme cantidad de intereses creados por los sistemas estatistas que prevalecen, la aún mayor cantidad de burócratas estatales (nacionales, internacionales y supranacionales) que viven parasitariamente del trabajo de la gente productiva y aquellas personas que se han visto privilegiadas por el poder que esos sistemas intervencionistas otorgan a los gobernantes, han complicado el progreso de la mayoría de la gente al detener las reformas urgentes a los sistemas de normas vigentes que impiden el desarrollo. Sigue predominando la injusta idea del Estado repartidor que termina siendo Estado empobrecedor.

Ludwig von Mises dedica la quinta parte de su obra titulada “El socialismo: análisis económico y sociológico” al destruccionismo provocado por los sistemas socialistas y pseudosocialista: aquellos que promueven la intervención de los gobernantes, en nombre del abstracto Estado, en asuntos que no les corresponden. Cito algunas partes del capítulo XXXIII (“Los factores del destruccionismo): “Es un error pensar que el dominio de la ideología socialista se limita a los miembros de los partidos que se llaman socialistas o sociales. Los demás partidos políticos se hallan actualmente impregnados de las ideas directrices del socialismo, y aun los pocos adversarios que lo combaten con resolución son víctimas de dicha doctrina… El socialismo… destruiría toda colaboración social… según hechos demostrados [el socialismo está basado] en el resentimiento y en una falsa interpretación de los fenómenos económicos… es el destructor de todo lo que penosamente han creado siglos de civilización… consume el capital para enriquecer el presente a costa del porvenir”.

El problema de los malos servicios de salud, de educación, de vivienda, de carreteras… y las mediocres condiciones de vida de la mayoría, NO es la falta de Estado: por el contrario, el problema es el exceso de estatismo. Una vez esto no sea entendido, la mayoría seguirá viviendo pobremente.



Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 10 de abril de 2017.

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11.14.2016

Trump en la República



Mientras algunos se encuentran devastados por el triunfo electoral de Donald Trump en Estados Unidos y se preguntan qué pasó, otros lo celebran. ¿Por qué ganó Trump? Porque Estados Unidos es hoy el equivalente a la tierra prometida para aquellos que quieren crear riqueza y mejorar su calidad de vida y la de sus seres queridos. Todavía no es, y ojalá nunca lo llegue a ser, un país donde lo que prevalece es la envidia y el rencor contra los ricos.

Todo lo contrario, es la sociedad a la que la gente emigra con la esperanza de hacerse rica: uno de los principales motivos por los cuales la propuesta socialista de los mal llamados liberales no termina de ser aceptada. Menos por la mayoría de los inmigrantes, los que seguirán llegando a pesar de las amenazas de Trump. ¿Por qué van a continuar llegando? Porque la opción que tienen quedándose en sus países es peor que la de arriesgarse a estar ilegales en Estados Unidos.

Hay otras explicaciones de la victoria de Trump que se deben mencionar, en particular el éxito que al final tuvo su retórica agresiva que confrontó a muchos, pero logró convencer a la suficiente cantidad de los votantes que están molestos con las condiciones en las que viven, y que están hartos de las mentiras de los políticos tradicionales y del estatismo e intervencionismo que avanzó peligrosamente durante el siglo veinte y lo que va del siglo veintiuno. Esto último todavía no plenamente entendido por esa mayoría molesta.

Por cierto, si la forma de gobierno de Estados Unidos fuera primordialmente democrática, como es nuestro caso, la ganadora de las elecciones sería Hilary Clinton, quien obtuvo la mayoría de votos populares válidos. Y, si Estados Unidos fuera primordialmente una democracia, no sólo los gringos, todo el mundo debería de temer lo que fuera a pasar con la llegada al ejercicio del poder de manipuladores como Trump o como Clinton.

Pero, para el bienestar de todos, Estados Unidos continúa siendo, primordialmente, una República, basada en un sistema de pesos y contra pesos claramente definidos, una división territorial y normativa federal independiente del gobierno central, una declaración universal de respeto a los derechos individuales contenida en su Constitución, el compromiso con la igualdad de todos ante la Ley y el sometimiento al cumplimiento de esa Constitución asegurado por su control judicial (Judicial Review), una importante expresión del balance de poderes que sostiene la República estadounidense.

Espero que durante el gobierno de Trump prevalezca el ánimo conciliatorio de su primer discurso como presidente electo. Y, aunque no fuera así, sé que la República lo pondrá en su lugar. Al final, los grandes perdedores en esta contienda fueron los miembros del establishment, del mainstream, de los medios de comunicación tradicionales y los artistas políticamente correctos. Además de los encuestadores. Derribemos los muros mentales que detienen el progreso y enfoquémonos en las lecciones que estas elecciones y las nuestras nos dejan.



Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 14 de noviembre de 2016.

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10.10.2016

El lento progreso



En Guatemala, el poco progreso que hay es lento. Y para muchos, ni siquiera ese poco y lento progreso es posible. ¿Por qué? ¿Cuáles son las verdaderas causas de ese estancamiento, como lo llaman algunos? ¿Quiénes son los responsables de ese bloqueo a la libre movilidad estamental propia de las sociedades en las cuales la gente sí disfruta del progreso, o sea, de una mejora constante en su calidad de vida?
                  
De la información del recién presentado “Informe Nacional de Desarrollo Humano” del PNUD, es importante tomar en cuenta que, a partir de 2006, no ha habido una mejora sustancial en los ingresos de la mayoría. Por supuesto, sus explicaciones de por qué se dio ese resultado son falaces. Al fin, su objetivo es promover más de lo mismo que produjo ese estancamiento: más intervención estatal y más violación de los derechos individuales de unos con la excusa de ayudar a los más pobres, además de promover los acuerdos de apaciguamiento que fueron rechazados por la mayoría de guatemaltecos.

Aunque, en mi opinión, el propósito principal de los burócratas que llegan a tales conclusiones es asegurar sus propios ingresos, los cuales dependen de los impuestos que pagan el resto. Las verdaderas amenazas, no sólo para los pobres sino para todos y en todos lados, son el intervencionismo y el estatismo que impulsan, en la mayoría de los casos, los burócratas estatales (nacionales, internacionales y supranacionales), que viven de lo que otros producen.

Pero, ¿por qué el 82 por ciento de la población no logra mejorar sus ingresos REALES? En Guatemala el desarrollo humano es precario porque lo obstaculizan por medio de legislación que otorga más poder a los gobernantes para dificultar la inversión, beneficiar a los grupos de presión y castigar a los más productivos, violentado los derechos de la mayoría en el proceso. Injusticias que son reconocidas por algunos funcionarios cuando proponen eliminar impuestos o exoneraciones, como lo hicieron la semana pasada los directores del INGUAT, para atraer inversiones. Inversiones que, irónicamente, la burocracia estatal ha ahuyentado. Inversiones que transforman recursos en riqueza y crean fuentes de trabajo productivas. Contradicciones que destruyen vidas, generalmente las de otros y en particular las vidas de los más pobres.

Guatemala, en beneficio de quienes la habitamos, tiene potencial. Hay quienes quisieran invertir más en nuestro país, pero los cambios constantes de reglas que profundizan el sistema de incentivos perversos, la amenaza permanente de aumentar los impuestos y el servilismo de los gobernantes con los líderes de los grupos de presión y la burocracia internacional, terminan ahuyentándolos. La incertidumbre que provocan hace casi imposible la planificación en todos los plazos: corto, mediano y largo. Además de un cambio de ideas, necesitamos un cambio de actitud: aprender a confiar en los hechos y no en las mentiras de aquellos cuyo empleo depende de cuán pobres son otros y cuántos son los pobres.



Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 10 de octubre de 2016.

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8.08.2016

Pobres crónicos



Guatemala es el país en la región con más población viviendo en pobreza crónica (siempre han estado debajo del umbral de la pobreza), según el informe del Banco Mundial llamado “Los olvidados, pobreza crónica en América Latina y el Caribe”; lo que, a pesar de la desconfianza que me inspiran los burócratas bien pagados (con nuestros impuestos y el de los tributarios de los países que los mantienen) de las organizaciones estatales supranacionales, no me extrañaría que fuera cierto, ya que desde 1945 el sistema que impera en nuestro país es el castrante Estado Benefactor/Mercantilista.

Es importante señalar que después de 70 años de vivir dentro de un sistema estatista e intervencionista, en el cual los más pobres siguen siendo casi igual de pobres, esas mismas políticas han logrado, en particular en los últimos años, reducir la brecha que tanto les preocupa a algunos envidiosos: o sea, lograron que los ingresos reales de quienes no eran tan pobres, la llamada clase media, se redujeran y ahora estén más cerca de los ingresos de los pobres crónicos.

Por supuesto que en los países en los cuales hubo menos crecimiento económico son los países en los cuales viven más pobres crónicos: no se necesita ser genio para darse cuenta de tal realidad. Pero, ¿cómo va a haber crecimiento si cada vez hay más obstáculos a la creación de riqueza? Y, lo que es peor, casi todos los informes que los mencionados burócratas elaboran terminan recomendando más de lo mismo: más estatismo, más intervencionismo y, sobre todo, ¡más impuestos! Así es imposible que se logre mejorar la calidad de vida de todos en el largo plazo.

Con más impuestos, en especial impuestos directos, lo único que logran es ahuyentar la inversión de capital necesaria para transformar los recursos en riqueza que, como es obvio, es la única forma de superar la pobreza. Si no hay inversión, no hay suficientes fuentes de trabajo productivo que les permitan a aquellos que no tienen empleo encontrar uno que les facilite satisfacer sus necesidades; y a los que ya tienen trabajo, encontrar uno mejor que les permita progresar. Y sí, señores del Banco Mundial, descubridores del agua azucarada: “los ingresos laborales representan el factor impulsor más importante para la reducción de la pobreza”, como indican en su informe.

Ahora que los del CACIF, el gobierno y el ICEFI parece que se han puesto de acuerdo en lo que respecta a la futura reforma tributaria, es vital que tengan en cuenta lo anterior, para que no terminen negociando una nueva puñalada fiscal que, al final, también les va a estallar en la cara a quienes pretendan transar con los que ejercen el poder (incluido el embajador de EE. UU.) y clavar a los empresarios no organizados y al resto que ya pagamos más que suficiente para mantener a una burocracia estatal parasitaria, ineficiente, en algunos casos inexistente, y en su mayoría INNECESARIA. No se diga la tajada de nuestros ingresos que termina en los bolsillos de los corruptos de turno que creen que gobiernan.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 8 de agosto de 2016.

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8.01.2016

La injusticia de la redistribución



Hay quienes creen que pueden redistribuir, arbitrariamente, lo creado por unos a otros. Lo que unos han creado a base de su esfuerzo mental y su esfuerzo físico. Lo que unos han producido con el objetivo de alcanzar las metas que se han fijado en la vida. Riqueza que se han ganado justamente, respetando los derechos individuales de los demás y respetando los contratos que hayan hecho con otros. Riqueza que los redistribuidores, con alma de dictador, creen que tienen el derecho de entregar a otros que no la han ganado.

¿A qué se debe tal arrogancia de los redistribuidores, con disfraz de humildad y aprecio por los desposeídos? Al final, lo único que logran es obstaculizar el camino para superar la pobreza de aquellos con menos recursos, además de promover un sistema de incentivos perversos. Obstaculizan el progreso de todos, en particular el de los más pobres, porque promueven la expoliación de capital a quienes pueden invertir para transformar recursos en riqueza y crear fuentes de trabajo productivo que contribuyan a la mejora en los ingresos reales de todos, incluidos los menos productivos, ya que hasta ellos tendrían más oportunidades de encontrar un empleo.

Promueven el sistema de incentivos perversos que tanto daño a hecho a la moral de muchos. Creen que unos, por ser exitosos, deben sacrificarse por otros, independientemente de si estos otros merecen lo que el redistribuidor pretende entregarles. Todos tenemos necesidades pero, de igual manera, tenemos la responsabilidad personal de satisfacerlas. Es injusto responsabilizar a unos de satisfacer las demandas de otros que, en muchos casos, se conforman con las migajas que les entregan los redistribuidores, después de que el dinero arrebatado a los creadores se pierde en el parasitario aparato burocrático estatal y las cuentas de los gobernantes. Es en estos dos rubros donde termina la mayor parte de la riqueza que, si se hubiera quedado en manos de sus legítimos dueños, hubiera contribuido a la mejora en la calidad de vida de otros, en la medida en la cual cada uno ganara su pan de cada día.

Por cierto, es más importante el esfuerzo mental que el físico, porque de poco sirve hacer enormes esfuerzos físicos, si partimos de un juicio que es falso nunca vamos a alcanzar nuestros objetivos, cualesquiera que estos sean y por más que trabajemos 18 horas al día, todos los días de nuestra vida. El objetivo del esfuerzo mental es el reconocimiento de los hechos de la realidad que nos permite emitir juicios verdaderos.

Circula un "meme" en las redes sociales virtuales que dice: “El envidioso no quiere lo que tú tienes, lo que quiere es que tú no lo tengas”. Y a estas alturas del debate, y con toda la evidencia que prueba que el intervencionismo, el estatismo, el colectivismo y la redistribución sólo obstaculizan el desarrollo, pienso que quien haya escrito la frase mencionada tiene razón. Por supuesto, aparte están los politiqueros oportunistas que saben que la mayor parte de lo redistribuido terminará en sus bolsillos.



Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 1 de agosto de 2016.

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6.27.2016

¿Robar a los pobres?

Es el gobierno el que roba a los pobres la esperanza de salir de la pobreza.


¿Cómo se le puede robar a quien, por definición, tiene poco o, simplemente, no tiene nada que le roben? Según el Diccionario de la Lengua Española (DLE) la definición del adjetivo “pobre”, en su primera acepción, es la siguiente: “Necesitado, que no tiene lo necesario para vivir”. Y, cualquiera en pleno uso de sus sentidos, en particular el sentido común, reconocerá que lo primero que necesita aquel a quien aplica el adjetivo pobre es un trabajo para ¡poder vivir! Sin embargo, maliciosamente, muchos de los que dicen defender a los pobres, lo que suelen hacer es condenarlos a vivir miserablemente.
                                                      
Si hablamos metafóricamente, lo único que se les puede robar es la posibilidad de trabajar, crear riqueza y mejorar su calidad de vida. Y, contradictoriamente, quienes suelen robarles la esperanza a los más pobres son aquellos que los utilizan de excusa en su discurso político. Aquellos cuyos objetivos mezquinos son claros: conseguir financiamiento para sus organizaciones y vivir ELLOS cómodamente. O, aún mejor en el caso de unos pocos, llegar al ejercicio del poder y acumular fortunas robando a los tributarios. En fin, darse una vida de reyes a costa del progreso del resto. Parasitar del esfuerzo mental y físico de los demás.

En Guatemala es tal la desesperación de la gente, que hace unos días un grupo de personas entró a la fuerza a las instalaciones de la Compañía Guatemalteca de Níquel (CGN) en El Estor, Izabal, exigiendo que los contrataran: reclamando trabajo por la fuerza. Por supuesto, con acciones como ésta alejan a los capitalistas y a los empresarios, en lugar de motivarlos a que inviertan en el área, creando fuentes de trabajo productivo que es, al final, lo que la mayoría desea.
       
Irónicamente, los burócratas estatales, tanto nacionales como internacionales, han contribuido al clima político antiempresarial (que aleja las inversiones creadoras de empleo) que prevalece en algunos sectores influyentes. Burócratas que también viven (sin hacer nada productivo, a diferencia de quienes laboran en empresas competitivas) de la riqueza que crean aquellos que arriesgan capital y hacen el esfuerzo, mental y físico, por producir bienes y brindar servicios que benefician a la gente y SÍ contribuyen a mejorar la calidad de vida de todos.

El respeto al derecho de propiedad es una condición sine qua non para atraer la inversión necesaria para transformar recursos en riqueza, lo cual permitiría que todos, hasta aquel que es menos productivo, encuentren trabajo y puedan aumentar sus ingresos reales. Al aumentar nuestros ingresos reales podemos satisfacer a nuestro gusto nuestras necesidades. El agujero más importante es el de los bolsillos de los habitantes de Guatemala, no el del malgasto y despilfarro de los gobernantes. Lo único que se le puede robar a un pobre es la esperanza de prosperar. Robo que llevan a cabo aquellos que promueven más del mismo sistema político fracasado actual: quienes promueven más intervencionismo y más estatismo.



Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 27 de junio de 2016.

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5.23.2016

Emérita crea riqueza en EE. UU.



Y disfruta de la riqueza que ella ha creado, la cual comparte con sus seres queridos tanto en EE. UU. como en Guatemala. Me enteré de la historia de Emérita gracias a un artículo de Mario Vargas Llosa titulado “Un muro de mentiras”, el cual fue publicado el 22 de octubre de 2006 en el diario “El País” de España:

“La conocí hace tres años, cuando pasé aquí en Washington otro semestre, como ahora. Nos la recomendaron unos vecinos a los que Emérita venía a limpiarles la casa dos veces por semana. La contratamos y nos prestó un magnífico servicio, porque en las dos horas que pasaba entre nosotros con sus lustradoras y barredoras eléctricas y plumeros, dejaba la casa tan pulcra como una carnicería suiza. Nos cobraba entonces 60 dólares por aquellas dos horas. Ahora, hemos tenido la suerte de volverla a contratar, nos cobra 90 dólares, cada vez. En verdad nos hace una rebaja, porque todos nuestros vecinos le pagan por este servicio… 100 dólares.

“Emérita es una centroamericana que lleva ya 10 años en Estados Unidos y se desempeña bastante bien con el inglés. Tiene una camioneta Buick último modelo y una parafernalia ultramoderna para barrer, lustrar, limpiar, baldear y sacudir. Los sábados -trabaja seis días por semana y el domingo descansa- la ayuda su marido que, el resto de la semana, trabaja como jardinero. No sé cuánto gana él, pero Emérita limpia cada día un promedio de cuatro casas, y a veces cinco, lo que significa que tiene un ingreso mensual que no baja de los 8.000 dólares. Por eso ella y su marido han podido ya comprarse una casa aquí en Washington y otra en su país de origen.

Antes de venir a Estados Unidos, la pareja sobrevivía a duras penas, viviendo en condiciones de mera subsistencia. Pero, lo peor, dice Emérita, no era eso ‘sino que no había ninguna esperanza de mejorar en el futuro. Ésa es la gran diferencia con Estados Unidos’. Sí, en efecto, ésa es la enorme, la sideral diferencia, y ésa es la razón por la que miles, decenas de miles, millones de latinoamericanos, que conocen muy bien la historia de Emérita y su marido, les siguen los pasos, y escapan de esos países-trampa, donde no hay esperanza”.

¿Por qué Emérita no pudo progresar en Guatemala? ¿Por qué Emérita en EE. UU. se convirtió en una exitosa empresaria que presta servicios de limpieza? Para responder estas preguntas, debemos remontarnos al último cuarto del siglo dieciocho en Estados Unidos, período de tiempo en el cual los padres fundadores de este país debatieron por un década sobre cuál sería el sistema político y la forma de gobierno ideal para que los habitantes del naciente país tuvieran, a partir de su esfuerzo propio, la oportunidad de progresar. Optaron por el sistema que ojalá algún día tengamos en Guatemala: por una República cuyo objetivo era proteger los derechos individuales de todos. Es así como nace el capitalismo moderno, ese que, a pesar de los ataques falaces en su contra, aún permite que la gente que se esfuerza pueda mejorar su calidad de vida.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 23 de mayo de 2016.

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2.02.2015

Impuestos: perpetuadores de miseria



Los impuestos, en particular los que castigan directamente a la inversión de capital y a quien es exitoso en la creación de riqueza, son los primeros responsables de la miseria que no puede superar la mayoría con menos recursos para satisfacer sus necesidades básicas y mejorar su calidad de vida. Los impuestos solo benefician a los oportunistas que llegan al ejercicio del poder, a aquellos que parasitan dentro del aparato burocrático estatal y a los familiares y amigos de estos que se acomodan en una plaza innecesaria e improductiva o se las agencian para negociar jugosos contratos con el abstracto Estado.

Debido a la incapacidad de muchos de aceptar la realidad, ya que desde muy pequeños han sido programados a aceptar cosas que los mayores les dicen que son posibles a pesar de su imposibilidad, cuando llegan a adultos y un politiquero cualquiera les ofrece solucionarles la existencia y hacerse cargo no solo de los requerimientos esenciales para asegurar su supervivencia, sino además cumplir sus deseos, sobre todo el de no trabajar, fácilmente lo aceptan casi sin chistar. Se tragan el cuento de que van a tener comida, educación, salud, vivienda… y todo lo que se les ocurra pedir. Y, lo que es peor, se convencen a sí mismos que fuera de votar por el ungido, prácticamente no tendrán que hacer nada. Creen que se merecen todo lo anterior y más sin haberlo ganado.

Una de las ironías de este engaño es que cuando se dan cuenta de que una bolsita de víveres al mes, una promesa incumplida de darles casa, educar a sus hijos y velar por su salud les sirve de poco, salen a exigir su supuesto derecho al trabajo, como si alguien tuviera la obligación de dárselos. Pero lo que es peor, aquel que pudo en su momento crear empleos productivos que les permitieran dignamente satisfacer sus necesidades y aumentar sus ingresos reales, ya quebró su empresa ante la dificultad de salir adelante dentro de un sistema enemistado con el progreso y violatorio de los derechos individuales.

Cito a Ludwig von Mises en el capítulo XXVIII de “La acción humana” en el cual aborda el tema del intervencionismo fiscal: “Cuando proliferan desmesuradamente los impuestos, se desnaturalizan y se convierten en arma que puede fácilmente destruir la economía de mercado. Esta metamorfosis del mecanismo impositivo en instrumento de destrucción es la nota característica de las finanzas públicas actuales. No se trata de juicios arbitrarios de valor respecto a si la elevada imposición fiscal implica daños o beneficios, como tampoco si los gastos financiados de este modo son o no acertados y, en definitiva, remuneradores. Lo fundamental es que cuanto mayor es la presión tributaria más fácilmente se puede desbaratar la economía de mercado… el Talón de Aquiles del mecanismo fiscal radica en la paradoja de que cuanto más se incrementan los impuestos, tanto más se debilita la economía de mercado y, consecuentemente, el propio sistema impositivo”.

No más impuestos: son el alimento de los corruptos.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 2 de febrero de 2015.

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7.28.2014

Inversión/Empleo: estrategia errada



Antes que nada quiero dejar claro, como lo he hecho en incontables oportunidades, que estoy totalmente en contra de todo privilegio, no importa la excusa que utilicen para aprobarlo ni las supuestas buenas intenciones de quienes lo promueven. Lo anterior es aplicable a todo grupo de presión: industrial, comercial, ambiental, laboral, social… Es irrelevante el objetivo específico del grupo, una vez los miembros de este pretendan violentar los derechos de otros con tal de satisfacer sus intereses particulares.

Por lo anterior considero que es de vital importancia que sea aprobada por medio de una Consulta Popular la propuesta de modificar la Constitución presentada por la Asociación Civil ProReforma, en especial el cambio al artículo 157, contenido en la Sección Primera, que trata del Congreso de la República y reza lo siguiente: “En ningún caso el Senado o la Cámara de Diputados emitirán leyes o decretos arbitrarios o discriminatorios, en los que explícita o implícitamente se concedan prerrogativas, privilegios o beneficios que no puedan disfrutar todas las personas que tengan la oportunidad de hacerlo”. Una innovación trascendental que haría realidad la deseada igualdad de todos ante la Ley, la única igualdad posible.

Sin embargo, pienso que en la discusión de la Iniciativa 4644, “Ley de Inversión y Empleo”, la mayoría de los interesados, tanto los que la impulsan como los que la adversan, se han equivocado en su estrategia, sobre todo en lo que a la eliminación del Impuesto Sobre la Renta (ISR) trata. En lugar de dividir sus fuerzas, hay que unirse para que la supresión de este dañino tributo sea generalizada, y no un privilegio de unos cuantos. El solo hecho de que los gobernantes respalden la sugerencia de los burócratas que trabajan con ellos de eliminarlo, es un reconocimiento al camino que debemos seguir si queremos atraer capitales y mejorar nuestra calidad de vida.

Es lamentable y un tremendo error que columnistas bienintencionados, al igual que líderes empresariales como Jorge Briz (Presidente de la Cámara de Comercio), al emprender la justa batalla en contra de los privilegios, hayan fortalecido la falaz argumentación de los estatistas que solo les interesa ver cómo logran exprimir más al tributario guatemalteco por medio de más impuestos.

Tal vez peco de ingenua al creer que es posible, todavía, llegar a un acuerdo entre quienes hoy se enfrentan en este asunto para aprovechar la oportunidad que da el mismo gobierno para que se elimine este nefasto impedimento al desarrollo en nuestro país. A lo mejor entre los asesores de Otto Pérez Molina hay alguno lo suficientemente sensato y valiente para explicarle al Presidente que también ellos (y su adorada recaudación) se van a beneficiar más pronto de lo que prevén si toman la decisión de eliminar el mencionado tributo de manera general. Eliminar los obstáculos que han puesto a la creación de riqueza es la estrategia correcta para asegurar el progreso.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 28 de julio de 2014.

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7.29.2013

Bono(s)



Es una coincidencia que hoy también uno de los hilos conductores de mi artículo (como lo fue la semana pasada) sea un trío. La diferencia es que ahora no está integrado sólo por personas. El mes de julio que se acaba ha sido un período en el cual varios tipos de bonos han ocupado parte de la discusión nacional en los medios de comunicación tradicional y en las redes sociales virtuales. De estos bonos, el que más alegría causó a quienes lo recibieron fue el Bono 14. ¿Qué puedo decir al respecto? Que ¡ojalá! lo hayan usado inteligentemente por su propio bien en el largo plazo.

El más controversial de los bonos, y el que más debate e indignación ha causado, es la intención de Otto Pérez Molina de legalizar parte de la llamada deuda flotante (compromisos fraudulentos del gobierno actual y de los gobiernos anteriores) por medio de la emisión de bonos del Estado, la cual debe ser aprobada por el Congreso. Lamento que varios constructores bien intencionados (no todos lo son) hayan sido estafados por funcionarios públicos corruptos que deberían estar presos. Pero no por eso debe reconocerse como responsabilidad del Estado (entiéndase: del tributario) esa deuda. Ni por medio de préstamos, ni por medio de bonos, ni de ninguna manera.

Eso sí, quienes fueron estafados DEBEN demandar a aquellos que los engañaron para que cancelen las cuentas pendientes. Esos ladrones deben de estar "forrados de pisto", con todo lo que robaron. Las deudas que fueron legalmente adquiridas, y si los proyectos fueron correctamente terminados y entregados, deben ser canceladas. En esa batalla estoy dispuesta a participar como ciudadana y como periodista. Pero toda aquella deuda que no estaba contemplada en el Presupuesto previamente a ser contratada es ilegal, y la deben de pagar quienes la adquirieron.

Esta tríada la completa el cantante de origen irlandés Bono que, por cierto, en el manejo del dinero que ha ganado con sus discos y conciertos ha sido muy inteligente, hecho que lo ha convertido en un importante capitalista/inversionista y filántropo. Pero bueno, por motivos desconocidos para mí, la semana pasada circuló en las redes sociales parte de lo dicho por el mencionado vocalista del conjunto U2 el 12 de noviembre de 2012 en Georgetown University (EE. UU.) dentro del marco del Global Social Enterprise Event: “…el comercio y el capitalismo emprendedor sacan a más gente de la pobreza que la ayuda… aquí y alrededor del mundo el estado benefactor y la ayuda exterior son sólo Band-Aids [curitas]. La libre empresa ES la cura”. En Dublín (Irlanda, octubre de 2012) ya había declarado que “los creadores de empleos y los innovadores SON la clave y la ayuda es sólo un puente”.

"El espíritu empresarial es la forma más segura de desarrollo", sabias palabras de alguien que no me atrevo aún a llamar libertario, pero sí un hombre exitoso, influyente y con sentido común, que es capaz de enmendar sus errores y reconocer que para superar la pobreza hay que crear riqueza.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 29 de julio de 2013.

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8.20.2012

Centeno, el guardián al descubierto




Por cierto, ¿quién será el cazador oculto a quien rinde culto Pavel Centeno? Guardián de la riqueza expropiada. Robada a sus creadores, que fueron obligados a tributar a aquel que no se lo ha ganado: al gorrón y al saqueador. Sé que más de un lector se va a escandalizar por los adjetivos que elegí para describir a quienes creen que tienen el derecho de apropiarse de lo que otros han producido gracias a su talento, trabajo e ingenio. Aclaro, estos últimos NO incluyen a los mercantilistas que acumulan fortunas por medio de privilegios.

Parafraseo al mismo Centeno al decir que aquí el problema se llama PARASITISMO. ¡Ah! Y que el Ministro de Finanzas no tiene idea de lo que significa crear riqueza. Es una mentira de Pavel “Rawls” Centeno que la nueva ley del Impuesto Sobre la Renta es “más justa”. Centeno que, como buen burócrata que vive cómodamente de los impuestos, cree que los ricos deben pagar el déficit estatal que ELLOS han provocado al malgastar y despilfarrar el dinero de otros. Total, una tontería, pues son los creadores de riqueza quienes pagan todo y, por tanto, los pobres que no encuentran un empleo productivo porque no hay suficiente capital para crearlo.

El sistema que impera es el sistema del chantaje: la cacería de brujas emprendida por la SAT, apoyada en leyes arbitrarias que utiliza para hostigar e intimidar a todos aquellos que viven del fruto de su trabajo, de sus logros. Un sistema destructor de riqueza que impone tributos a la gente exitosa que termina pagando los errores de los gobernantes y manteniendo a los líderes de los grupos de presión.

Lo importante es generar riqueza para superar la pobreza, y no el falso crecimiento con equidad, el cual origina vidas igualmente mediocres. Lo importante es la mejora en la calidad de vida de todos y no la reducción de la brecha entre los ricos y los pobres.  Equidad no es lo mismo que igualdad. Partir de la idea de que quien gana más paga más, es injusto e inmoral.

Me sigue sorprendiendo ver cómo tantos gobernantes insensatos en el mundo entorpecen el progreso de los habitantes de sus países, irónicamente con el consentimiento de la mayoría. El gobernante, campeón de los pobres, debería ser aquel que no obstaculiza la creación de riqueza. El que deja, a quienes quieran, hacerse ricos legítimamente. Entiéndase correctamente: sin privilegios, sin prebendas.

Como bien escribió Ayn Rand: “La justicia es el reconocimiento del hecho de que no se puede falsear el carácter de los hombres, como no se puede falsear el carácter de la naturaleza… que cada hombre debe ser juzgado por lo que es y tratado en consecuencia”. Es injusto que a una persona se le castigue por ser más productivo que otros, por crear más riqueza que los demás. Es una mentira flagrante decir que el sistema tributario actual es “más justo”. El sistema actual guatemalteco destruye la poca riqueza que se produce, desincentiva el emprendimiento y castiga a los exitosos.


El presente artículo fue publicado el lunes 20 de agosto de 2012 en el diario guatemalteco Siglo Veintiuno. La fotografía es del archivo del diario “elPeriódico” de Guatemala.

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2.13.2012

#NOMASIMPUESTOS


La iniciativa de Ley con la que pretenden cobrarnos más impuestos, presentada al Congreso por el Presidente del Organismo Ejecutivo, Otto Pérez Molina, eufemísticamente llamada Actualización Tributaria, se nota que es una propuesta de burócratas que han vivido la mayor parte de su tiempo trabajando en entidades gubernamentales nacionales e internacionales. O sea, que han vivido principalmente del trabajo de otros. Si tuvieran alguna idea de lo que significa crear riqueza, lo que hubieran hecho es eliminar los gravámenes que castigan la inversión y retirar los obstáculos a la producción.

Los impuestos que debemos pagar no deben depender de porcentajes comparados con lo que pagan en otras sociedades que, después de haber creado riqueza, han optado por el absurdo Estado Benefactor/Mercantilista. Sociedades que, por cierto, están hoy ahogándose en una crisis que parece no tener final, ya que no tienen la valentía de terminar con la insensatez. Paguemos lo necesario para que haya seguridad y justicia. TODO lo demás sólo contribuye a aumentar el poder arbitrario de los gobernantes y, por tanto, la corrupción.

Es bienvenida la decisión de bajar las tasas al régimen optativo del Impuesto sobre la Renta (ISR). Aunque lo correcto sería eliminar de una vez el ISR. Pero yo desconfío de esta supuesta reducción: se me hace que la trampa escondida está en las deducciones de gastos permitidas. Al fin, si llegara a pasar el aumento del 40 por ciento en el régimen general, lo que tendremos que hacer es pasarnos al régimen optativo. Pero recordemos que el ISR es solo uno de los temas. ¡Hay muchos más impuestos que aumentan y nuevos tributos que nos quieren decretar!

Yo pago impuestos desde que inicié la etapa productiva de mi vida. Y hasta hoy he recibido muy poco a cambio de todo lo que he tributado. Yo tributo para que en mi país haya seguridad y justicia. NO pago impuestos para mantener a saqueadores y parásitos. Y hasta hoy solo para eso ha servido la mayoría de lo que he pagado. Tampoco, por principio, pago para promover un sistema que incentiva la mendicidad, que al final, solo logra perpetuar la miseria y mediocridad en que viven muchos. El gobierno (que no es lo mismo que el Estado) antes de pretender exprimir más a los que ya pagamos aumentado los impuestos o contrayendo deuda, deben acabar con todo el despilfarro, el malgasto y el robo descarado de nuestro dinero.

Estoy dispuesta a pagar impuestos para que el gobernante cumpla con sus funciones: seguridad y justicia. Todo aquel que TRABAJA A LA FUERZA en beneficio de otros, bajo amenaza de cárcel o algún otro castigo, es un esclavo. Pago impuestos pero no estoy dispuesta a ser esclavizada por nadie. Ni a que se sigan robando descaradamente lo que a mí y a otros nos ha costado producir. Usemos las redes sociales (Facebook y Twitter) para que el grito de la mayoría de "NO MÁS IMPUESTOS" se escuche claro y fuerte en el Congreso.


El presente artículo fue publicado el lunes 13 de febrero de 2012 en el diario guatemalteco Siglo Veintiuno. La imagen la bajé del sitio www.mundomay.com

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2.06.2012

MY loves Gt



Emeye me dicen muchos de mis amigos, tanto en ámbitos virtuales como reales (¿acaso no es el mundo virtual también parte de la realidad?). El apodo surge de unir y leer, como si fuera mi nombre, las iniciales de este. Y “Gt” son las siglas por las cuales se identifica mí país y el suyo: Guatemala. Y digo “suyo” porque, independientemente de dónde haya nacido, si acaso está leyendo este artículo es porque le interesa conocer mi opinión sobre lo que sucede en mi terruño. Motivo por el cual imagino que también usted tiene su versión de mi nación. A lo mejor, al igual que yo lo he hecho, hasta la eligió para vivir su vida. Al menos hasta hoy, ya que por el momento no pienso tirar la toalla, hacer mi equipaje y emigrar a otro lugar. Lo cual tampoco descarto como una opción, una vez llegara a ser imposible vivir feliz en Guatemala.

La anterior es una decisión que afirmo día a día, a pesar de conocer las condiciones en las cuales vive la mayoría. Leer que encontraron congelados los cadáveres de 14 recién nacidos en el Hospital Regional de Cobán me hizo despreciar todavía más a quienes acabaron con la institución de la adopción en Guatemala. Por otro lado, enterarme de que atraparon al acusado del asesinato de Luisa Fernanda Fajardo López, me hace reforzar la esperanza de que las cosas pueden cambiar para bien.

Reconocimientos como el del Ministro de Trabajo de que la mayoría (en especial en el interior de nuestra guanabí República), no ganan el salario mínimo decretado por el gobierno, me hace pensar que muchos se pueden dar cuenta ¡al fin! de que los ingresos no aumentan por orden del gobernante. Que si queremos mejorar nuestra calidad de vida, debemos retirar los obstáculos que nos impiden transformar los recursos en riqueza, comenzando por los impuestos directos. Aunque sé que en el corto plazo lo anterior es poco probable por la ambición y la falta de visión de los poderosos, y el sistema Benefactor/Mercantilista que impera en Guatemala y en gran parte del planeta.

Declaraciones como las de Luz Lainfiesta, nombrada Ministra de Desarrollo Social, y el Presidente Otto Pérez (aunque insulsas por ser hechos conocidos por casi todos) de que han encontrado pruebas para sustentar las denuncias de corrupción en Cohesión Social, me llevan a creer que sí van a pagar sus crímenes algunos de los funcionarios del gobierno de Álvaro Colom. A pesar de la contradicción de Pérez al convertir los tales programas en un nuevo Ministerio.

En fin, mi Guatemala no es la misma suya: la diferencia la hacen mis recuerdos, mi escala de valores y mis metas. No me dejo engañar por la falsa Guatemala que nos venden los gobernantes y los tontos útiles que les sirven de comparsa. Yo quiero vivir en una Guatemala diferente, no sólo soñar con ella. Por eso, no falseo la realidad. Busco los medios para cambiarla. Yo reconozco la valía de los creadores y denuncio a los saqueadores que nos esclavizan. Yo amo a mi Guatemala.


Nota: la imagen que acompaña este artículo es un “collage” de fotografías que contiene mis valores más importantes y algunos de los recuerdos claves para mí y mi vida en Guatemala. La razón por la cual amo a mi Guatemala. Por eso, no hay dos Guatemalas iguales. Por eso, NADIE se debe sacrificar por la Guatemala que nos quieren vender los poderosos. No se deje engañar, no se deje manipular.


El presente artículo fue publicado el lunes 6 de febrero de 2012 en el diario guatemalteco Siglo Veintiuno.

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8.22.2011

Yo lucro, tú lucras...



Nosotros lucramos. ¡Todos lucramos! Es parte de la acción humana. Es propio de nuestra naturaleza el querer gozar de aquello que hemos ganado. Disfrutar de los frutos de nuestro trabajo y decidir qué se hace con el producto de nuestro ingenio y esfuerzo. Ese es un derecho de todo individuo, un derecho que pienso defender de la insensatez que corroe nuestra civilización y que condena a las personas a vivir en una constante contradicción.

Por eso aparecen oportunistas que se creen superiores al resto (gente que poco o nada ha producido en su vida), y disponen repartir lo que es de otros. Por supuesto, pregonándolo a los cuatro vientos y declarándose los defensores de los pobres. ¿Con qué derecho? Lo que sí no dicen es que en el proceso de repartir lo que han expoliado a los dueños legítimos, aseguraron financieramente su vida, la de sus familiares y amigos: a los conocidos o a los sobalevas.

Da igual. Es un buen negocio para los involucrados. Menos para los que son esclavizados y sus bienes son confiscados. Los que son odiados por sus virtudes creadoras y aceptan ser víctimas de los saqueadores. Manipulados y condenados por su deseo de crear riqueza y disfrutar de esta con sus seres queridos. ¿Por qué se dejan? Hay que cuestionar sin miedo el código de valores que nos han impuesto. Un código moral ajeno al humano que nos hace mucho daño.

Es por eso que hoy vemos a casi todos los politiqueros (PP, GANA, Líder, URNG y pronto se sumaran los otros) defendiendo las transferencias condicionadas y peleando por ser los padres de la criatura de Sandra Torres. Total, el objetivo de las bolsas solidarias y todos estos tipos de programas es ganar votos, no reducir la pobreza ni mejorar la calidad de vida de los demás. Además, es un medio idóneo para apropiarse de una gran parte de nuestros impuestos.

Estos despreciables personajes, se topan en su camino con tontos útiles que se encargan de propagar falacias que les facilitan a los primeros alcanzar sus objetivos. Como un ejemplo reciente de lo anterior puedo mencionar el titular principal de Prensa Libre del pasado martes 16: “Ganancias de la mina Marlin suben 1,671%. En contraste el Estado percibe 6% en regalías e impuestos”. ¿Y?

¡Ojalá muchos en Guatemala ganaran tanto o más! Imagino que los accionistas de Prensa Libre no se sentirían mal si su empresa les proporcionara esas utilidades. Y la mayor ironía del ejemplo anterior, es que el aumento en la recaudación de impuestos de este año se ha debido en mucho al aumento en las ganancias de la empresa minera mencionada. Sin hacer nada, el gobierno hoy obtiene más del trabajo de otros.

En fin, hay que hacer la diferencia entre quienes hacen dinero (crean riqueza) y quienes adquieren dinero (se apropian de lo que es de otros). Y no ser hipócritas: no hay humano que no quisiera vivir mejor, según sus fines propios. Y que se vive mejor cuando uno puede pagar sus facturas y para lograrlo debemos ganar más.

Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 22 de agosto de 2011. La imagen la bajé de Internet.

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10.18.2010

De lo profundo


Oscar Wilde en “De profundis”, la epístola que dedica a Albert Douglas cuando se encuentra preso, afirma: “To regret one's own experiences is to arrest one's own development. To deny one's own experiences is to put a lie into the lips of one's own life.” Comparto la euforia y la alegría de quienes fueron testigos (gracias a la tecnología) del histórico rescate de los 33 mineros atrapados aproximadamente a 700 metros de profundidad en la mina chilena “San José”. Sin embargo, espero que no nos quedemos en la superficie del hecho, y profundicemos en los motivos reales que permitieron tal hazaña. El porqué este prodigio humano fue posible en Chile y hubiera sido impensable en otros lares.

¿Por qué considero trascendental profundizar en el tema? Porque quiero vivir por el resto de mis días en mi terruño. No quiero abandonar mi asteroide B506 que orbita en las profundidades de la galaxia Guanjatan. Quiero seguir arriesgando, aprendiendo, creando… donde el termómetro, por estas fechas, marca al amanecer la temperatura perfecta para un buen vino tinto: 16° centígrados. Ese pedazo de tierra en el cual viven mis valores primeros: mis seres queridos. El país que es uno de los hilos conductores inevitable de mis recuerdos: Guatemala.

Pero no quiero vivir en las condiciones actuales. Quiero vivir en una sociedad pacífica, en la cual se respete la vida, la libertad y la propiedad de todos. Una sociedad en la cual no se obstaculice la creación de riqueza, única forma de superar la pobreza. Una sociedad donde sea mayor la probabilidad de alcanzar el máximo anhelo de toda persona: ser feliz.

Luis Figueroa en su blog http://www.luisfi61.com/ en un post titulado “Los héroes del rescate de los mineros chilenos”, publicado el pasado miércoles 13 de octubre, escribió lo siguiente: “Hasta el momento, el épico rescate de los mineros chilenos va bien encaminado. Rescate… posible gracias a la tecnología de punta y a los conocimientos científicos… Es posible gracias a una filosofía que distingue entre la realidad y la ficción y que toma en cuenta los hechos y la verdad. Una filosofía que [distingue] lo que es objetivo de lo que es caprichoso, arbitrario e irracional”. Más de acuerdo no podría estar con LuisFi.

Sólo agregaría al comentario de mi admirado amigo que esa tecnología pudo ser adquirida gracias a casi tres décadas de creación de riqueza y acumulación de capital, los cuales han sido posibles porque en 1980 los chilenos se decantaron por un sistema de incentivos correctos: más cercano a lo que se conoce como un Estado de Derecho y alejado del sistema de incentivos perversos del Estado Benefactor/Mercantilista. Este último, un sistema de reglas violatorias de los derechos individuales, cuyo sueño de mejorar la vida de la gente (como era de esperarse de una idea que parte de premisas falsas), se ha convertido en el largo plazo en una pesadilla. En especial en las naciones cuya mayoría de habitantes es pobre. Como pobres son la mayoría de guatemaltecos.

Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 18 de octubre de 2010. La imagen la bajé de Internet.

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3.10.2010

Que reste-t-il


¿Que reste-t-il de los terremotos en Chile y en Haití? Lecciones. Las diferencias abismales entre las dos tragedias. Alrededor de 500 fallecidos en Chile. Más de 300,000 muertos en Haití. Y eso a pesar de que el terremoto en Chile fue 500 veces más fuerte que el seísmo de Haití. Un lamentable ejemplo de que los sistemas de normas que imperan en una sociedad SÍ son importantes.

Desde principios de los años 80 del siglo pasado, durante la dictadura de Augusto Pinochet, el sistema de incentivos cambió en el mencionado país sudamericano. Los chilenos empezaron a alejarse del nefasto Estado Benefactor/Mercantilista de inspiración socialista, y comenzaron a acercarse al ideal de un Estado de Derecho liberal. La gran diferencia entre ambos es que el citado primero es un sistema de incentivos perversos y el segundo es un sistema de incentivos correctos. La mayoría de habitantes de Chile han aprendido que uno paga las consecuencias de sus acciones y que deben trabajar, arriesgar y producir para alcanzar sus metas. Ninguna Sandra Torres o un Álvaro Colom les van a poder regalar lo que le pertenece a otros. Lo que pertenece a los tributarios que no pagamos impuestos para que los politiqueros estén presumiendo con sombrero ajeno.

Sin duda, son mas responsables los chilenos que los haitianos, porque los primeros tienen tres décadas de vivir dentro de un sistema de normas que en general van de acuerdo con la naturaleza de la acción humana, y los presidentes socialistas que gobernaron su nación fueron lo suficientemente inteligentes para respetar las reglas que heredaron del gobierno de Pinochet. Les guste o no a algunos. O tal vez los mandatarios mencionados no tuvieron la posibilidad de modificar la esencia de las normas, ya que el principal secreto del Estado de Derecho es que limita el ejercicio discrecional del poder.

Hoy todavía no podemos controlar un fenómeno propio de la naturaleza de la Tierra. No sé si dentro de 100, 200, 1000 años… los hombres de ese tiempo van a tener la capacidad, el conocimiento y la tecnología para evitar eventos como un sismo o un tsunami. Pero, más allá de lo angustiante que puede ser sufrir un terremoto u otra clara muestra de que el Planeta sigue vivito y coleando, recordemos que la verdadera tragedia es la muerte de un ser humano. Imaginen la magnitud trágica de la muerte de 100 personas. O de 100,000 o más individuos. Si un barco está estacionado en el centro de la ciudad, si se abrió una gran grieta en una carretera, si 3 edificios se partieron en dos… todo eso se puede reconstruir. Pero una vida perdida nunca.

Si en Haití existiera un sistema de incentivos correctos las construcciones hubieran estado adaptadas a las condiciones propias de este país. Lo que les permitió a los chilenos superar con mucho menos muertes, y no se diga mucho menos destrucción, un fenómeno natural de una mayor dimensión que el de Haití, es toda esa enorme creación de riqueza que les ha permitido, entre otras cosas, construir refugios más adecuados para el ser humano. Construcciones que obviamente no había en Haití. Y toda esa riqueza, toda esa infraestructura, todo ese capital invertido, repito, es producto de un sistema de incentivos correctos. Como el que propone ProReforma para Guatemala.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 8 de marzo de 2010. Las fotografías las bajé de la Internet. El collage es obra mía.

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3.07.2007

El secreto del progreso


El secreto del progreso NO está en la educación, sino en la creación de riqueza.


Pretender una sociedad de personas educadas castigando la creación de riqueza es un sinsentido que sólo a gente muy ingenua o muy malvada se le puede ocurrir, si es que acaso se han tomado la molestia de averiguar históricamente cómo, cuándo y por qué (entre otras cosas) salieron de la pobreza las sociedades consideradas hoy de avanzada en la mejora en la calidad de vida de sus miembros.


Pueden comenzar los interesado leyendo al menos la obra clásica de Adam Smith: "An Inquiry into the Nature and Causes of the Wealth of Nations" (Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones).


Con vividores que se la pasan haciendo estudios carísimos que llegan a las conclusiones de siempre, en lugar de evolucionar, involucionamos. Menos ellos, claro, que viven, precisamente, de los tributos que pagan los creadores de riqueza. Por eso les interesa tanto el rubro IMPUESTOS.

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