Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

10.22.2018

Marcha a lo incomprendido

Tanto la fotografía como el texto son de mi autoría y mi responsabilidad.


Muchos años después, frente a la Estatua de la Libertad, el joven inmigrante Gabriel García, había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a vivir al país más cercano al paraíso capitalista: Estados Unidos. García no ha llegado a marqués, pero vive mucho mejor de como viviría si se hubiera quedado en Honduras. No está muy seguro de cuál es el motivo de la diferencia, pero intuye que algo tiene que ver con lo que representa esa enorme escultura de una mujer sosteniendo una antorcha.

García entiende que emigrar, a pesar de los peligros y riesgos que se enfrentan, representa una especie de renacer para quienes el presente gris que ofrecen sus países de origen, presagia un futuro negro. Sabe que aunque algunos pagan con su propia vida la osadía de desafiar a los gobiernos de sus países y de los países a los cuales deciden emigrar, no hay uno solo que no espere un mañana más seguro en esas tierras que en un principio les son ajenas. De lo contrario, nunca se hubieran arriesgado a emigrar.

No obstante, García como la mayoría de los inmigrantes, no entiende a cabalidad por qué en Estados Unidos hay mucho más oportunidades de progresar que las pocas opciones que hay en sus naciones. Eso sí, aprendió que parte vital de la libertad del ser humano es la de elegir dónde vivir su vida. Está seguro de que la inmigración no es mala. Que querer mejorar la calidad de vida propia y la de nuestros seres queridos no es un delito, menos un crimen. Confirmó que la mayoría de los estadounidenses lo entienden de igual manera. Por eso sus padres encontraron trabajo recién llegados, así como lo encontró él al momento de terminar sus estudios.

“Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría y también de la locura…; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación”, pensaba el guatemalteco Carlos Boz al comparar la historia de su ciudad original con su ciudad actual. Boz se había unido a la marcha de los hondureños cuyo objetivo era llegar al país donde aún se podían cumplir los sueños, si uno estaba dispuesto a trabajar.

Boz extrañaba su amado terruño, y se preguntaba por qué no logró enriquecerse en éste. Buscando respuestas, se topó con otro inmigrante llamado Luis Vonmises, quien le explicó que “nadie puede encontrar una salida segura para sí mismo si la sociedad está avanzando hacia la destrucción. Por lo tanto, todos, en su propio interés, deben lanzarse vigorosamente a la batalla intelectual. Ninguno puede apartarse con despreocupación; los intereses de todos dependen del resultado. Ya sea que elija o no, cada hombre se ve arrastrado a la gran lucha histórica, la batalla decisiva en la que nuestra época nos ha sumido”.

Siguiendo las enseñanzas de Vonmises, Boz se cuestionó, investigó y deliberó, llegando a la conclusión de que la diferencia principal radicaba en el sistema de normas. Aún no entiende plenamente por qué, pero sí está seguro de que nada que le ofrezcan los gobernantes en nombre del Estado será una realidad. Sabe que las promesas de campaña de los políticos son un engaño. Aceptó que el único responsable de su prosperidad es el mismo. Nadie más.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “El Siglo”, el lunes 22 de octubre de 2018.

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7.16.2018

Las piñatas fantasmas




Ni es el nombre de una película de ficción ni el título de una novela de misterio. Las piñatas fantasmas no son otra cosa más que el resultado de los estados de excepción que solo sirven para facilitar la corrupción de quienes ejercen el poder y de sus aliados. Personas concretas que de espectros no tienen nada, pero que asustan más que la Siguanaba un viernes a medianoche. Más aún ¡cuánta cólera e indignación inspiran! cuando deciden cómo gastar el dinero que nos han expoliado, el que tanto nos ha costado ganar.

El gobierno ha gastado por lo menos Q691 millones amparado por el Estado de Calamidad. De las compras que más han llamado la atención, en mi opinión, sobresalen tres. Dos de estas, una vez expuestas, fueron anuladas. Pero no hay que olvidar que intentaron hacer tales compras y si no se hubiera conocido su intención de hacerlas, el robo se hubiera consumado.

La primera de estas compras cuestionadas, responsabilidad del Ministerio de Agricultura, fue la adquisición de 297 mil 612 latas de sardina a un costo de Q17 cada una, para un total de Q5.6 millones. La segunda, fue la compra por la Municipalidad de Escuintla de materiales para la construcción de una cancha con grama sintética a un costo de Q260 mil. Ambas fueron anuladas después de que fueron hechas públicas.

La tercera de estas, la cual no conozco su estado actual porque recién fue denunciada, es la compra por excepción por parte del Fondo de Desarrollo Social (Fodes) de Q18.7 millones en materiales de construcción supuestamente para reparar daños en viviendas afectadas por la erupción del Volcán de Fuego. De acuerdo a una investigación de elPeriódico, la Conred confirmó que no existen tales viviendas “dañadas”. Adicionalmente, encontraron que los materiales fueron comprados un promedio de 20 por ciento arriba del precio de mercado a mayoristas.

Estos son solo algunos ejemplos más de cómo los estados de excepción son utilizados para hacer compras dudosas, tanto por su monto como por su destino. Y eso que no he mencionado las serias dudas que hay en lo que respecta a las reparaciones de la Ruta RN-14. De allí la importancia de no aprobar estos estados, independientemente de la emergencia, si no existen buenos mecanismos de control. Por supuesto, estos ejemplos también sirven para contradecir al presidente Jimmy Morales, quien declaró en el XI Congreso Nacional de Turismo que ellos son los abanderados de la lucha contra la corrupción.

El Estado de Calamidad fue renovado por el Ejecutivo, pero no fue ratificado por el Congreso. Sin embargo, tampoco fue rechazado, lo que puede servir de excusa para que sigan gastando casi sin límites el dinero, como lo hicieron durante el gobierno del Patriota con la excusa del terremoto de San Marcos. La Contraloría General de Cuentas tiene la obligación de investigar de oficio todos los gastos hechos por el gobierno, aunque tal fiscalización “irrite” al Presidente y a sus funcionarios. En especial, se deben auditar los gastos que se hacen por medio de los estados de excepción, de lo contrario, continuará la piñata.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “El Siglo”, el lunes 16 de julio de 2018.

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2.26.2018

La ley de la atracción



Sin leyes objetivas, respetadas e iguales para todos, no vamos a atraer la inversión que necesitamos para transformar nuestros recursos en la riqueza imprescindible para que aquellos que se esfuercen, mental y físicamente, puedan superar la pobreza, progresar y mejorar su calidad de vida. Aún los menos aptos y los más perezosos pueden vivir mejor dentro de un sistema de normas propias de un verdadero Estado de Derecho.

¿Qué tipo de inversión se necesita para que haya crecimiento económico? La única a la cual aplica correctamente el término: la inversión de capital. Los gobernantes no invierten en nada: sólo gastan lo que es de otros. Y ese gasto, para que contribuya a la prosperidad de todos, debe ser de acorde a la naturaleza del gobierno, no según los reclamos, exigencias o caprichos de los grupos de interés o la gente bien intencionada, pero equivocada. La evidencia de que la redistribución de la riqueza sólo aumenta la pobreza en el largo plazo, es abrumadora. Sólo falta que sea reconocida por quienes promueven medidas estatistas y por quienes sufren las consecuencias de esas medidas.

¿Cuándo van a recuperar los capitalistas la confianza en nuestro país? Cuando los dejen trabajar y se respete la propiedad privada de los medios de producción. Cuando se les deje de agredir. Cuando termine el terrorismo fiscal. Cuando haya certeza jurídica. Cuando los colectivos que promueven la destrucción, el conflicto y la injusticia, cuyos líderes viven cómodamente de la miseria de los pobres, pierdan la influencia política y el poder que tienen en las cortes y demás organismos del Estado.

Es una tontería creer que para aumentar el crecimiento económico, hay que aumentar la carga tributaria. Así como es una tontería pretender aprobar, como sugirió Jimmy Morales, otra ley de expropiación, sin importar la excusa, ya que ésta sólo serviría para facilitar a los gobernantes apropiarse de las propiedades de cualquiera. También es una tontería aprobar una ley anticompetencia, solo por complacer a burócratas internacionales.

Todo lo anterior lo que logra es alejar a esos capitalistas que necesitamos atraer, porque sin su capital NO podemos aumentar la productividad y por tanto alcanzar el ansiado progreso. Por eso es que, a pesar de la enorme cantidad de emprendedores que hay en nuestro país, Guatemala es percibida como un país antiempresarios. Es nuestro sistema político el que obstaculiza el progreso, NO la corrupción, la cual es una consecuencia más del sistema de incentivos perversos engañosamente llamado Estado Benefactor/Mercantilista. Un sistema que impide, irónicamente, el bienestar de la mayoría.

En fin, es importante recordar que, para que la inversión rinda frutos, necesitamos trabajar y ser productivos. Todo crecimiento, en todo sentido, depende de nuestra actividad. No hay desarrollo intelectual o físico sin esfuerzo, y el esfuerzo implica trabajo. Bien lo dijo Calvin Coolidge: “El trabajo no es una maldición, es una prerrogativa de la inteligencia… es la medida de la civilización".


Artículo publicado en el diario guatemalteco “El Siglo”, el lunes 26 de febrero de 2018.

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4.10.2017

Destructores de riqueza



NINGÚN ministerio de NINGÚN Gobierno de NINGÚN país, puede liderar la reducción de la pobreza, porque NINGÚN gobierno de NINGÚN lado crea riqueza. Los gobiernos, en el mejor de los casos, son consumidores de la riqueza creada por otros para proveer los servicios de seguridad y justicia a esos otros. Sin embargo, lamentablemente, la mayoría de las veces se convierten en destructores de esa riqueza que despilfarran en actividades ajenas a la naturaleza del gobierno.
           
En otras palabras, más que promotores de la creación de riqueza, son un obstáculo a su multiplicación. Si, repito, nuestros mandatarios cumplieran con las funciones propias de la naturaleza de un gobierno, se dedicarían sólo a proteger los derechos individuales de todos (vida, libertad y propiedad) de la agresión arbitraria de terceros y a velar porque los delincuentes y criminales compensaran a sus víctimas. Si así fuera, dejarían de ser el principal estorbo para superar la pobreza y lograr la mejora constante en la calidad de vida de todos.

Pero, la enorme cantidad de intereses creados por los sistemas estatistas que prevalecen, la aún mayor cantidad de burócratas estatales (nacionales, internacionales y supranacionales) que viven parasitariamente del trabajo de la gente productiva y aquellas personas que se han visto privilegiadas por el poder que esos sistemas intervencionistas otorgan a los gobernantes, han complicado el progreso de la mayoría de la gente al detener las reformas urgentes a los sistemas de normas vigentes que impiden el desarrollo. Sigue predominando la injusta idea del Estado repartidor que termina siendo Estado empobrecedor.

Ludwig von Mises dedica la quinta parte de su obra titulada “El socialismo: análisis económico y sociológico” al destruccionismo provocado por los sistemas socialistas y pseudosocialista: aquellos que promueven la intervención de los gobernantes, en nombre del abstracto Estado, en asuntos que no les corresponden. Cito algunas partes del capítulo XXXIII (“Los factores del destruccionismo): “Es un error pensar que el dominio de la ideología socialista se limita a los miembros de los partidos que se llaman socialistas o sociales. Los demás partidos políticos se hallan actualmente impregnados de las ideas directrices del socialismo, y aun los pocos adversarios que lo combaten con resolución son víctimas de dicha doctrina… El socialismo… destruiría toda colaboración social… según hechos demostrados [el socialismo está basado] en el resentimiento y en una falsa interpretación de los fenómenos económicos… es el destructor de todo lo que penosamente han creado siglos de civilización… consume el capital para enriquecer el presente a costa del porvenir”.

El problema de los malos servicios de salud, de educación, de vivienda, de carreteras… y las mediocres condiciones de vida de la mayoría, NO es la falta de Estado: por el contrario, el problema es el exceso de estatismo. Una vez esto no sea entendido, la mayoría seguirá viviendo pobremente.



Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 10 de abril de 2017.

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11.21.2016

Hastiados de los políticos



Al menos de la mayoría de aquellos que han elegido como profesión la política. Los ciudadanos en casi todo el mundo están llegando a los límites de la tolerancia en lo que respecta a los oportunistas que llegan al ejercicio del poder, y a toda la ralea de los burócratas nacionales y los acomodados supranacionales de las organizaciones internacionales que los acompañan. Varias de las pruebas que puedo aportar sobre la veracidad de mi afirmación, son los resultados que han obtenido los políticos tradicionales en las recientes elecciones y consultas populares de diversos lugares.

Tanto la elección en Guatemala para ocupar el cargo de Presidente de la Nación de un cómico sin una idea clara sobre cuál es la naturaleza del gobierno, así como el sorpresivo éxito de Donald Trump en EE.UU., pasando por el Brexit y la consulta colombiana sobre los acuerdos de apaciguamiento, mostraron que la mayoría ya está harta de las mentiras, los abusos y la corrupción de las pandillas que han gobernado en los últimos tiempos en casi todos lados. Desde la Patagonia hasta el mismo Londres (capital del país donde nace la concepción moderna de la libertad como un derecho individual hoy aceptado en la mayor parte del mundo occidentalizado como un derecho reconocido para todos, aunque aún no entendido por muchos), una enorme cantidad de personas han mostrado el creciente cansancio al establishment político predominante.

Sin embargo, ese rechazo creciente al mainstream y lo políticamente correcto, no significa que la mayoría tenga claro la raíz del problema y mucho menos cuál es la solución ni los cambios a los sistema políticos prevalecientes que debemos promover para enfrentar a ese fantasma que recorre, no solo Europa, si no todo el mundo. Uno de los motivos principales por los cuales predomina la ignorancia es por la confusión, en algunos casos intencional y en otros producto de la pereza mental, en el significado y las definiciones de los términos básicos necesarios para entender la vida en sociedad y el papel trascendental que en ésta juega el respeto irrestricto a los derechos individuales: vida, libertad y propiedad. Esto último producto del poco conocimiento sobre el origen de los mismos o el intento místico de explicarlos.

Por eso debemos tener presente que es en momentos de mayor incertidumbre cuando más prudentes y objetivos debemos ser. Debemos informarnos correctamente y no dejarnos manipular. Es probable que la búsqueda de la verdad de los hechos nos lleve a emitir juicios que no sean de nuestro agrado o del gusto de otros. Pero es importante que recordemos que la verdad no depende de las opiniones de nadie ni de lo que la mayoría desea que sea verdadero. No es un concurso de popularidad. La verdad, cualidad de los juicios, depende única y exclusivamente de los hechos de la realidad. Por eso coincido con Pascal en que el esfuerzo mental por aclararse las ideas es el fundamento de toda vida moral. Y sin ese esfuerzo no podemos alcanzar nuestro propósito más alto: ser felices.



Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 21 de noviembre de 2016.

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8.24.2015

Estatistas, altruistas y déspotas



Creen en el sacrificio… de otros, por supuesto, no del propio. Creen que los cubre un manto divino que los autoriza a quitarles a unos lo que les pertenece por derecho para dárselo a otros que ellos arbitrariamente han escogido como los beneficiarios del esfuerzo mental y físico de los despojados. Tal acto despótico lo justifican alegando que sus elegidos necesitan más los bienes expropiados que los legítimos propietarios.

Unos pretenden cometer tal injusticia por medio de leyes pervertidas “¡Ley hacedora de iniquidad, cuando su misión era castigar la iniquidad!”, como sentenció Frédéric Bastiat. Otros por medio de medidas de hecho. Ambos se imponen a la fuerza: los primeros utilizan el monopolio de ésta que ejercen los gobernantes en nombre del abstracto Estado y los otros simplemente recurren a la fuerza bruta.

Entre quienes promueven el estatismo encontramos varios grupos. Por un lado están los socialistas de salón, la gauche caviar: cómodos burgueses que se dedican a pontificar sobre las bondades de su ideología y su pretendida superioridad moral. Durante sus opíparos banquetes se convierten en una especie de exégetas, capaces de decidir por los demás qué es lo que les conviene, ya que por algún motivo desconocido al resto nos es imposible escoger qué queremos en nuestras vidas.

Dentro de este colectivo hay quienes pueden llegar a experimentar un éxtasis casi orgásmico al discurrir sobre el sistema injusto e inmoral que alaban. Total, lo hacen plácidamente sentados desde sus pupitres académicos, sus escritorios de burócratas de organismos internacionales o en el cóctel en la casa en La Cañada de algún embajador, mientras degustan de los exquisitos manjares y vinos pagados por los impuestos de otros.

Luego, encontramos a los violentos, a los más irracionales de todos. A aquellos que recurren a la intimidación y amenazan con actos terroristas si no se cumple con sus exigencias. Antisociales que dañan principalmente al pobre ciudadano productivo que ve como violan sus derechos impunemente y se encuentra sin posibilidades de defenderse de estos delincuentes. Gente frustrada, fracasada: desean ardientemente que el resto no sea feliz, que no haya creación de riqueza y que la prosperidad sólo sea un sueño inalcanzable.

Los socialistas de penthouse, promueven más intervención por parte del gobierno por medio de más privilegios y más impuestos. Así logran que prevalezca el sistema de incentivos perversos basado en la violación de los derechos individuales de la mayoría. Estos influyentes personajes, políticamente correctos, ansían llegar al ejercicio del poder sin esfuerzo: esperan que los poderosos representantes de otros países y los directores de los organismos burocráticos supranacionales los nombren salvadores de los pobres. Los segundos están dispuestos a arrebatar ese poder a la fuerza. Unos se consideran brillantes y refinados. Los otros son burdos y vulgares, pero todos buscan lo mismo: imponer su voluntad al resto y vivir a costa de los demás.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 21 de agosto de 2015.

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2.02.2015

Impuestos: perpetuadores de miseria



Los impuestos, en particular los que castigan directamente a la inversión de capital y a quien es exitoso en la creación de riqueza, son los primeros responsables de la miseria que no puede superar la mayoría con menos recursos para satisfacer sus necesidades básicas y mejorar su calidad de vida. Los impuestos solo benefician a los oportunistas que llegan al ejercicio del poder, a aquellos que parasitan dentro del aparato burocrático estatal y a los familiares y amigos de estos que se acomodan en una plaza innecesaria e improductiva o se las agencian para negociar jugosos contratos con el abstracto Estado.

Debido a la incapacidad de muchos de aceptar la realidad, ya que desde muy pequeños han sido programados a aceptar cosas que los mayores les dicen que son posibles a pesar de su imposibilidad, cuando llegan a adultos y un politiquero cualquiera les ofrece solucionarles la existencia y hacerse cargo no solo de los requerimientos esenciales para asegurar su supervivencia, sino además cumplir sus deseos, sobre todo el de no trabajar, fácilmente lo aceptan casi sin chistar. Se tragan el cuento de que van a tener comida, educación, salud, vivienda… y todo lo que se les ocurra pedir. Y, lo que es peor, se convencen a sí mismos que fuera de votar por el ungido, prácticamente no tendrán que hacer nada. Creen que se merecen todo lo anterior y más sin haberlo ganado.

Una de las ironías de este engaño es que cuando se dan cuenta de que una bolsita de víveres al mes, una promesa incumplida de darles casa, educar a sus hijos y velar por su salud les sirve de poco, salen a exigir su supuesto derecho al trabajo, como si alguien tuviera la obligación de dárselos. Pero lo que es peor, aquel que pudo en su momento crear empleos productivos que les permitieran dignamente satisfacer sus necesidades y aumentar sus ingresos reales, ya quebró su empresa ante la dificultad de salir adelante dentro de un sistema enemistado con el progreso y violatorio de los derechos individuales.

Cito a Ludwig von Mises en el capítulo XXVIII de “La acción humana” en el cual aborda el tema del intervencionismo fiscal: “Cuando proliferan desmesuradamente los impuestos, se desnaturalizan y se convierten en arma que puede fácilmente destruir la economía de mercado. Esta metamorfosis del mecanismo impositivo en instrumento de destrucción es la nota característica de las finanzas públicas actuales. No se trata de juicios arbitrarios de valor respecto a si la elevada imposición fiscal implica daños o beneficios, como tampoco si los gastos financiados de este modo son o no acertados y, en definitiva, remuneradores. Lo fundamental es que cuanto mayor es la presión tributaria más fácilmente se puede desbaratar la economía de mercado… el Talón de Aquiles del mecanismo fiscal radica en la paradoja de que cuanto más se incrementan los impuestos, tanto más se debilita la economía de mercado y, consecuentemente, el propio sistema impositivo”.

No más impuestos: son el alimento de los corruptos.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 2 de febrero de 2015.

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9.08.2014

El destruccionismo en Guatemala

"El SOCIALISMO: haciendo a todo el mundo igualmente POBRE desde 1917".


El destruccionismo es una enfermedad que carcome las entrañas de gran cantidad de naciones. Por supuesto, somos también muchos quienes desde distintos ámbitos de la acción humana peleamos contra esa tendencia aparentemente generalizada en casi la totalidad del mundo. Científicos, empresarios, intelectuales… seguimos trabajando cada uno desde nuestro campo para evitar el avance de aquellos que quisieran reinar sobre la humanidad y aquellos que quisieran verla destruida.

La raíz del problema está en el tipo de ética antinatural y las ideas políticas que lamentablemente han imperado desde finales del siglo diecinueve. Ideas irónicamente popularizadas no por sus ponentes ni por los supuestos beneficiarios de estas, sino por gente pudiente, en la mayoría de los casos herederos que nunca entendieron el origen de la riqueza de la cual ellos disfrutaron. Creyeron que todos, sin haber hecho el trabajo que hicieron sus antepasados, deberían disfrutar de los placeres que ellos se prodigaron con el dinero que les dejaron sus padres o abuelos, quienes fallaron a la hora de educar a sus descendientes.

Como bien explicó Ludwig von Mises en su libro “Socialismo: Análisis Económico y Sociológico”, publicado por primera vez en 1922: “Pueden dividirse en dos grupos los medios de que se vale la política socialista: por una lado, aquellos que tienden directamente a instaurar el socialismo en la sociedad, y, por otro, aquellos que conducen a tal fin indirectamente, mediante la destrucción de la economía basada en la propiedad privada de los medios de producción… Figuran en la primera categoría, por ejemplo, las nacionalizaciones y municipalizaciones de empresas privadas; y en la segunda, el sabotaje y la revolución… la destrucción es el resultado final de la política socialista que domina al mundo desde hace algunas décadas”.

Ambos casos se han dado en nuestro país. ¿Cuán estatizada e intervenida está la aparentemente vida libre en Guatemala? ¿En cuántas actividades económicas están metidos directa o indirectamente los gobernantes? ¿Cuánta gente se ha acomodado a vivir mediocremente de las limosnas que pomposamente les entregan los gobernantes? ¿Quiénes son, además de los politiqueros, los poderosos en Guatemala: los empresarios o los mercantilistas? ¿Cuántos hay que integran grupos de presión que subsisten por medio de prebendas que les otorgan los gobernantes? ¿Cuántos se dedican impunemente a destruir capital y obstaculizar la creación de riqueza, en algunos casos extorsionando a los gobernantes para que les concedan sus caprichos y en otras oportunidades apoyando a quienes ejercen el poder para facilitar la corrupción?

“La intervención del Estado en la economía, la pretendida política económica, sólo ha venido en realidad a destruir la economía. Las prohibiciones y regulaciones dictadas en su nombre son obstáculos que ha desarrollado el espíritu antieconómico”, Ludwig von Mises. ¿Hasta cuándo vamos a aguantar?


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 8 de septiembre de 2014.

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10.07.2013

Mente burócrata servil



Hace unas semanas escuché a la viceministra de Finanzas, María Castro, tratar de justificar falazmente el Presupuesto de malgasto y despilfarro de los gobernantes propuesto para el año 2014. Como es conocido, gran parte de nuestros impuestos están destinados a pagar los sueldos de quienes ¿trabajan? en el aparato estatal, y abonar a la deuda adquirida por los gobernantes. Fue lamentable escuchar al entrevistador justificar lo anterior como un compromiso del Estado que no admite discusión. Por supuesto, es fácil mantener esta posición cuando el dinero para cumplir tales compromisos sale del bolsillo de otros.

Si no alcanza lo recaudado, entonces ¿por qué siguen aumentando el número de burócratas, creando nuevos Ministerios, más secretarías y otros entes que van a necesitar personal para hacer quién sabe qué? ¿Acaso beneficia esa estructura a los obligados a mantenerla? ¿O es solo para alimentar al voraz clientelismo político? ¿Para acomodar a familiares, amigos y miembros del partido? Bien dijo George Orwell: "El lenguaje político está diseñado para hacer que las mentiras parezcan verdades y el asesinato respetable".

El mismo argumento es aplicable a la mal llamada deuda pública. ¿Por qué siguen comprometiendo al tributario adquiriendo más préstamos que no contribuyen en nada a al progreso sostenido en el largo plazo de los habitantes de nuestro país? Cada vez más parece que trabajamos primordialmente para pagar las deudas y las necesidades de otros. “Mientras más gasta el gobierno, menos puede gastar el ciudadano. Las obras públicas no se hacen con el poder milagroso de una varita mágica. Son pagadas con fondos arrancados a los ciudadanos”, Ludwig von Mises.

Otro ejemplo de la mente servil que suele tener un burócrata, es la respuesta que dio Carlos Vega, analista de ASIES, a una de las preguntas que le hicieron en la entrevista publicada el sábado 28 de septiembre en Prensa Libre: “En todo el mundo todo está registrado. No sé por qué los celulares no estaban registrados aquí”. Un ejemplo de lo dicho por Lew Rockwell: “No es una coincidencia que los Estados deseen educar a los niños. La educación del Estado, por su parte, se supone que es evidencia de la bondad del Estado y su preocupación por nuestro bienestar. La explicación real es menos halagadora. Si la propaganda del gobierno puede echar raíces mientras los niños crecen, los niños no serán una amenaza para el aparato estatal. Ellos sujetaran las cadenas a sus propios tobillos”.

Quien no se atreve a razonar, a buscar sus premisas y contrastarlas con la realidad para determinar si estas son verdaderas o falsas es esclavo de quienes piensan por él, sin importar si es el vecino, el gobernante o el resentido líder social. Quien no se atreve a cuestionarse a sí mismo, termina siendo como aquellos a quienes sigue como borrego. No es solo la ignorancia de la gente la principal causa por la cual los poderosos hacen lo que se les antoje: también lo es la ciega obediencia a preceptos falsos.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 7 de octubre de 2013.

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9.09.2013

El libre intercambio no es un crimen



La corrupción en las aduanas aumentó a partir de que la mayoría de diputados cedieron a la presión de Otto Pérez Molina y Pavel Centeno, aprobando como parte de la puñalada fiscal un nuevo conjunto de normas para controlar el comercio internacional, violentando aún más, entre otras cosas, la libertad de las personas a intercambiar con quienes deseen.

El contrabando es el comercio internacional ILEGÍTIMAMENTE criminalizado para beneficiar a unos en detrimento del bienestar de todos. ¿Quieren evitar el contrabando? Eliminen los aranceles y las barreras no arancelarias que solo sirven para privilegiar a unos a costa del resto. De paso, eliminen los impuestos directos que castigan la inversión de capital y la producción en nuestro territorio para que los nacionales seamos más competitivos. Por cierto, algunas de estas cargas ya fueron declaradas inconstitucionales por la Corte de Constitucionalidad, tal es el caso del impuesto a la gasolina.

Según Jorge Benavides (Siglo Veintiuno, 27/8/2013), “el contrabando ha suplido la baja generación de trabajo formal en áreas urbanas del país, generándose una cadena de valor que cubre desde la comercialización hasta el consumo de productos. Fuentes extraoficiales estiman que el contrabando genera empleo hasta un 40 por ciento de la PEA lo que representa entre un 7 y un 28 por ciento de las ventas de cada producto, variando según la industria”.

Como escribió Ludwig von Mises en “El Socialismo: análisis económico y sociológico”: “Si participaran en el comercio general, la división del trabajo podría asegurarse de una manera más amplia… el interés de todos y el de la sociedad colectiva quedan cumplidos eficazmente en la sociedad capitalista por la ambición que anima a los empresarios… estos buscan siempre nuevos mercados; con sus mercancías mejores y más baratas desalojan las de los productores que trabajan menos racionalmente, que son más caras y menos buenas… buscan siempre fuentes más abundantes y más baratas donde obtener materias primas, y procuran así condiciones más favorables a la producción…El liberalismo quiere abrir todas las puertas al comercio. De ninguna manera está en su ánimo forzar a nadie a comprar o vender. Lo que desea es eliminar a los gobiernos que mediante prohibiciones, y por vía de otras restricciones en los intercambios comerciales, tratan de privar a sus gobernados de las ventajas que ofrece la participación en el comercio mundial… las fronteras de los Estados no tienen importancia. Las corrientes del comercio pasan por encima sin que nadie las detenga”.

Proteger lo que es nuestro no debe darnos vergüenza; no es ningún delito, menos un crimen. Defendamos nuestro derecho a intercambiar con quien nosotros elijamos y lo que a nosotros se nos antoje. Es responsabilidad de cada uno evaluar qué es lo que más nos conviene para asegurar nuestra vida y la de nuestros seres queridos, reconociendo que la única obligación que tenemos es respetar la vida, la libertad y la propiedad de los otros.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 9 de septiembre de 2013.

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9.10.2012

Políticos Propiedad Privada




Se prohíbe invadirlos. Ya tienen dueños con registro de propiedad debidamente escriturado. Quien aún no tenga uno de estos ejemplares que se encargue de velar por sus intereses, sin importar que pase por encima de los derechos de los demás, busque uno en los clasificados de los desocupados. O en la cantina de la esquina. También es posible que encuentre a un clásico miembro de la especie mencionada en el prostíbulo del pueblo. Que es fácil localizarlos no hay duda: son aquellos que a falta de méritos propios se dedican a vivir de los otros.

Por supuesto, no espere que le sean leales. ¡Mucho menos fieles! Se venden al mejor postor y en el momento menos esperado, una vez llegan el ejercicio del poder, lo más probable es que lo dejen a usted, que financió su carrera, al costado del camino. Con suerte no lo van a meter a la cárcel cuando necesiten de un chivo expiatorio para distraer al público de los desmanes en los que andan envueltos y las transas en las cuales se han involucrado con los que ahora creen que son sus dueños. Al final, todos, menos los avezados pícaros que tienen la sartén, perdón, la ley por el mango, son unos ingenuos, por no repetir un adjetivo vulgar que se suele utilizar en estos casos.

Aquellos que se sienten (o se creen, que es todavía peor) los dueños de los actuales gobernantes, aquellos que en un intento fracasado de defender los errores garrafales que han cometido los hoy todopoderosos del país se atreven a decir “¡No sean tan malos! ¡No los critiquen tanto! Si estos son los nuestros…” quiero aclararles que al menos yo NO estoy interesada en poseer ni la más mínima parte del  ácido desoxirribonucleico de ninguno de los animales ¡bien vivos! que se dedican a ejercer la alguna vez considerada noble tarea política.

Hace ya muchos años, y sin necesidad de que decretaran una ley antiadopciones que promueve la orfandad, decidí de manera libre, soberana e independiente, como dicen que es Guatemala, declararme huérfana de padres de la patria. Yo estoy segura de que esa gente no es mi progenitora política, ya que a excepción de dos o tres (lo cual puede ser una exageración), no comparto con ellos valores ni considero que individuos de semejante calaña tengan la capacidad, el deseo y el conocimiento de decidir qué es lo mejor para mí y mis compatriotas que, como lo hago yo, trabajan, se arriesgan y se esfuerzan por crear riqueza y vivir del producto de su mente.

Se pueden quedar con todos ellos enteritos. Los pueden arropar con su manto protector y cuidarlos con amor. Pueden imaginar un paraíso redentor a su lado por toda la eternidad, que a mí me da igual. No derramaré una sola lágrima cuando los traicionen y los cambien por otros a quienes consideren más fáciles de manipular. Seguiré como hasta hoy cuestionando el abuso del poder, la corrupción y las mentiras descaradas de la minoría que gobierna y se cree propietaria de los habitantes, de los mandantes de mi país.


El presente artículo fue publicado el lunes 10 de septiembre de 2012 en el diario guatemalteco Siglo Veintiuno.

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6.18.2012

Ser consciente




Vive despierto. Sé consciente, que es la manera correcta de ser humano. Tal y como nos recordó Fredy Kofman el pasado jueves en una reunión con catedráticos en la Universidad Francisco Marroquín, la acción humana, como la definió Ludwig von Mises, es acción con propósito. Con un propósito común a todos: ser felices. A diferencia del resto de especies, el hombre elige sus fines, es parte de nuestra naturaleza, no lo podemos evitar. Aún dejar que otros elijan por nosotros, es una elección porque lo permitimos y lo acatamos. La charla de Kofman me provocó muchas reflexiones, de las cuales hoy comparto algunas con ustedes.

Solo los individuos pueden ser conscientes, no los colectivos. Los grandes avances de la humanidad serán siempre el producto de la mente y laboriosidad de personas concretas,  las que logran trascender la mediocridad en la cual muchos eligen vivir. Las personas que comparten valores suelen encontrarse y luego alinearse alrededor de estos. Elegimos compartir con aquellos que coincidimos. Así, se caracterizan los grupos de gente. Suele ser cierto el refrán que dice: “dime con quién andas y te diré quién eres”.

El ser humano necesita elegir sus objetivos y sus valores. Es parte del ser consciente. Por medio de las elecciones que hace una persona podemos conocer cuál es su sentido de la vida. Las acciones sostenidas en el largo plazo, los hábitos de una persona (sus virtudes y, tristemente, también sus vicios) nos muestran quién es. Nosotros mismos nos descubrimos frente a los otros al elegir y actuar.

En el mundo, son pocos los verdaderos ermitaños, los misántropos. El hombre, salvo contadas excepciones, necesita colaborar, cooperar y compartir con otros para alcanzar sus metas, para ser feliz. Pero lo anterior debe darse dentro de un marco de respeto a la vida, la libertad y la propiedad de los demás. Por supuesto, sobra decir que toda persona es libre de elegir con quiénes va a compartir su vida, y qué de su vida va a compartir con cada uno de aquellos a quienes eligió.

Nadie debe ser obligado a dar lo que es suyo a otros. Tampoco debe ser obligado a compartir con aquél que no eligió libremente. Nadie debe ser obligado a mantener a su enemigo. Nadie debe ser obligado a trabajar para aquel que le desea y actúa para causarle mal: para destruirlo. Tenemos el derecho de defendernos de la agresión. No debemos obedecer las reglas que pretenden esclavizarnos. Debemos rebelarnos.

El peor daño que provoca el Estado Benefactor/Mercantilista es el moral. La idea del gobernante actuando como padre de los adultos, distribuyendo lo que es de unos entre los otros a su gusto y antojo, presumiendo del supuesto bien que hace con lo que no es suyo, destruye el tejido ético de la sociedad. Ante este panorama, muchos optan por sentarse a esperar los restos de lo expoliado y con esas migajas sobrevivir, pero nunca vivir la mejor vida posible. Esa que solo se alcanza siendo consciente.

El presente artículo fue publicado el lunes 18 de junio de 2012 en el diario guatemalteco Siglo Veintiuno. La imagen la bajé de www.larebeliondeatlas.org

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8.08.2011

La no-contradicción


Al reflexionar esta semana sobre la crisis en la cual se encuentra envuelta la mayor parte del mundo (Guatemala incluida y ocupando uno de los primeros lugares en el índice de la insensatez), me llevó a titular hoy mi artículo con el nombre que se le da a una de las reglas básicas del buen pensar.

Estoy segura que se violan todas las leyes de la Lógica, comenzando con la primera de la cual derivan las otras, la Ley de Identidad (A es A). Sin embargo, pienso que la más fácil de identificar por muchos es la segunda. Sólo basta con escuchar a los candidatos presidenciales para darnos cuenta de lo mal que estamos: desde Sandra Torres y sus reclamos por ser inscrita, hasta los desvaríos de Manuel Baldizón, pasando por todas las tonterías que dicen el resto de los guanabís.

Además de la segunda de las tres leyes de la lógica, “La no-contradicción” es el nombre que le dio la filósofa Ayn Rand a la primera parte de su libro más conocido, “La Rebelión de Atlas”, inspirado en el gigante de los gigantes, sobre quien se sustenta la base más importante del conocimiento humano: Aristóteles. Obra influenciada por otra de las que considero lecturas vitales: “La acción humana” de Ludwig von Mises. Otro gigante intelectual que ¡ojalá! sus críticos leyeran alguna vez.

Menciono de nuevo esta célebre novela, porque pienso que la lectura de la misma ayudaría a muchos a entender qué es lo que está terriblemente mal en nuestra sociedad (something is terribly wrong in this country). Y lo que es más importante: entender qué debemos cambiar para que cambie, para bien, el estado actual de las cosas: la realidad en la que vivimos.

La siguiente es una traducción libre mía, de una idea de Thomas Paine que considero cierta: "La verdad NUNCA se envuelve a sí misma en el misterio, y el misterio en el que en cualquier momento parece envuelta es el resultado del trabajo de sus enemigos, NUNCA propio de la verdad" ("Truth never envelops itself in mystery, and the mystery in which it is at any time enveloped is the work of its antagonist, and never of itself").

Las contradicciones no existen. Por eso, cuando el ser humano actúa contradictoriamente (falseando la realidad) se aleja de sus objetivos. Lo que es peor aún, se aleja del principal anhelo de todo ser humano: ser feliz.  Y, como dijo el protagonista de “La Rebelión de Atlas”, John Galt: "La única felicidad que uno puede conseguir, o destruir, es la propia". De cada persona depende quién es y quién será.

¿Buscamos a los culpables de la situación actual en el espejo o decidimos cuestionar nuestros juicios y renunciar a nuestras premisas falsas? Sin contradicciones, ya que no me importa la muerte y lo que pase después. Me importa la vida, mi vida, lo que pasa hoy y lo que pasará mañana mientras viva. Me importa lo que puedo hacer con mi existencia. Pienso en el futuro. Elijo vivirlo en presente.

Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 8 de agosto de 2011.La imagen de quien se cree fue Aristóteles la bajé de la Internet.

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6.13.2011

Pensaos


Más que miles de indignados, urgen millones de individuos pensantes. Pero no cualquier pensador: no es la imaginación la que necesitamos usar para llevar a cabo la tarea. Necesitamos apremiantemente poner a trabajar a la razón. La indignación debe ser de índole racional, si lo que queremos es mejorar nuestra calidad de vida de manera constante y sostenible en el futuro. Además de vivir en paz y en un contexto cuyo nivel de incertidumbre sea menor al actual: donde cada uno persiga sus propios fines sin violentar los derechos de los otros.

Según el DRAE, indignar, del latín indignāri, significa: irritar, enfadar vehementemente a alguien. Sin duda, muchos en el planeta estamos indignados por la situación actual, no sólo el francés nonagenario Stéphane Hessel y los españoles que protestan por los “recortes sociales” que tiene que hacer su gobierno, quiera o no quiera José Luis Rodríguez Zapatero. Era el resultado esperado al pretender actuar dentro de un marco de reglas ajenas a la naturaleza humana, a pesar de su obvio atractivo. Me refiero a lo que era inevitable: el fracaso del Estado Benefactor en ese mañana de ayer que ya llegó hoy. Ahora, hay que pagar las consecuencias de tal equivocación.

En fin, como bien cuestiona un viejo aforismo, ¿de dónde telas, si no hay arañas? Aunque, si lo desean, podemos exportar a Sandra Torres a la madre patria para que les regale bolsas solidarias a los que se han enojado porque ya no podrán seguir viviendo a costillas del abstracto Estado. Que siendo correctos, sin eufemismos, hay que reconocer que lo que ya no pueden hacer es seguir siendo mantenidos por los tax payers. Para sobrevivir hay que trabajar. Hay que arriesgar. Hay que producir lo que otros demandan para vivir.

A los indignados de todas las naciones, unidos o cada uno por su lado, si su verdadero deseo es habitar un mundo civilizado, les recomiendo leer la obra magna del genial Ludwig von Mises, “La acción humana”, de la cual copio el final, el más sabio consejo que podemos recibir:

“El estudio de estas leyes praxeológicas [de la acción humana] constituye el objeto propio de nuestra ciencia y de su rama hasta el momento mejor desarrollada, la economía. El saber acumulado por la ciencia económica forma parte fundamental de la civilización: es el basamento sobre el que se han edificado el moderno industrialismo y todos los triunfos morales, intelectuales, técnicos y terapéuticos alcanzados por el hombre a lo largo de las últimas centurias. El género humano decidirá si quiere hacer uso adecuado del inapreciable tesoro de conocimiento que este acervo supone o si, por el contrario, prefiere no utilizarlo. Si los hombres deciden prescindir de tan espléndidos hallazgos y menospreciar sus enseñanzas, no por ello ciertamente desvirtuarán la ciencia económica; se limitarán a destruir la sociedad y el género humano”.

Mises rocks, un intelectual siempre digno de admiración.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 13 de junio de 2011. La foto de “El Gigante de la Libertad”, obra de Walter Peter, la tomé en los Estudios de Libertópolis (donde se encuentra la imagen de la obra mencionada, dedicada por el maestro Peter) el 22 de agosto de 2009.

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4.25.2011

Hagamos un trato



Una frase que resume la base del progreso. Un objetivo posible solo en las sociedades que protegen y defienden la asociación libre y voluntaria entre las personas por encima de la intervención estatal y la coerción ejercida por los gobernantes. La cooperación libremente acordada, legítima, entre dos individuos que se basa en el principio de que todos los involucrados ganan. A ambas partes les conviene el intercambio voluntario, sino no la harían. Ambas partes esperan obtener una ganancia.

Por el contrario, en la relación gobernantes-gobernados, cuando los primeros se entrometen en asuntos que no les corresponden y obligan a los segundos a actuar en contra de sus propios intereses, el resultado es un ganar - perder: gana el gobernante y pierde el ciudadano.

Explica Ludwig von Mises que el comercio es la relación social fundamental que teje los nudos que unen a los hombres en sociedad. Mises distingue entre dos tipos de cooperación social: por virtud de contrato privado y coordinación, o por virtud (yo le llamaría vicio) de mando - obediencia o hegemonía. El primer tipo es simétrico y mutuamente ventajoso. El segundo tipo es asimétrico: hay un gobernante y un gobernado, y los gobernados son simples peones de los gobernantes. Cuando la gente acepta ser tratada como siervo y no ciudadano no se les puede llamar personas libres. Este es el tipo de cooperación obligada que promueve y practica el Estado que otorga a sus gobernantes más poder del necesario para cumplir sus funciones primordiales: velar porque haya seguridad y justicia. ¿Sería lo correcto llamarla imposición y no cooperación? A mi parecer, sí.

La civilización es el resultado de los logros de personas que cooperaron contractualmente, tal y como lo enseña Mises. El Estado contractual respeta el derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad propio de un Estado de Derecho. En contraste, el Estado hegemónico no respeta los derechos individuales. Gobiernan las reglas antojadizas de los dictadores, sean estos llamados reyes, congresistas o presidentes. Estas directivas pueden cambiar a diario y los súbditos del Estado deben acatarlas sin chistar. Solo son libres para obedecer sin preguntar.

Los ciudadanos libres, que utilizan su razón, que piensan y exigen que respeten sus derechos, representan una amenaza para los gobernantes y los apologistas del Estado Benefactor que, con falacias y sofismas, usurpan un poder casi imperial, casi ilimitado, con subsidios para unos a costillas de los otros. Con privilegios para ellos y aquellos cercanos a quienes ejercen el poder.

Dijo Aristóteles, según la traducción latina de Guillermo de Moerbeke, que “omnes homines natura scire desiderant". Todos deseamos por naturaleza saber, descubrir el por qué de las cosas y qué nos hace felices. Y eso, solo lo descubrimos cuando somos libres e intercambiamos y cooperamos voluntariamente. Hagamos un trato: cooperemos para defender nuestra Libertad.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 25 de abril de 2011. La fotografía de la Estatua de la Libertad la tomé el 28 de noviembre de 2007.

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12.30.2010

Días de Pax



Aunque más que sólo días, quisiera que nuestra vida toda transcurriera dentro de un ambiente pacífico. Que prevaleciera la paz entre los hombres de buena voluntad y que estos últimos no sólo fueran la mayoría, sino que las normas vigentes protegieran su derecho a buscar la felicidad: su derecho a la vida, la libertad y la propiedad. Aparentemente fácil de decir, y seguro casi todos vamos a coincidir. Sin embargo, definir qué es la “Paz” (con mayúscula, como la deseo) implica ahondar en las ideas de grandes pensadores de la Historia. Aún más difícil: implica ahondar en nosotros mismos, en nuestra vida, en nuestros actos y en nuestros anhelos.


Según el diccionario de filosofía de Nicola Abbagnano (actualizado y aumentado por Giovanni Fornero) la definición más famosa de “Paz” es la dada por Cicerón en la “Filípicas”: “Pax est tranquilla libertas”. Sin duda, lo anterior me recuerda el refrán citado por Aristóteles en “La Política”: “no existe paz para los esclavos”. Para los liberales clásicos, tal y como lo explica Ludwig von Mises en “Liberalismo”, la paz es una condición sine qua non para la cooperación y el progreso: para que alcancemos nuestras metas y fines individuales, sin violentar los derechos de los otros.

Es obvio, probablemente redundante, que para vivir en sociedades pacíficas necesitamos evitar la guerra. Y previo a alcanzar este objetivo debemos reconocer que parte del problema es la ambición de los gobernantes que suelen utilizar el poder para conquistar espacios y aumentar su poderío. Por eso, es vital el ejercicio del poder sea sólo para las funciones básicas. Que sea limitado. Que aquellos que gobiernan sean solamente lo que dicen ser, mandatarios, y se dediquen a obedecer el mandato de los mandantes: nosotros, los ciudadanos libres. Teniendo en cuenta de que el mandato mismo deber ser limitado por los derechos individuales de todos los miembros de la sociedad. Resumiendo: leyes generales, universales, impersonales, abstractas y pocas.

Si conquistamos la Paz en sociedad, se hará menos difícil la búsqueda de la otra “Paz”: la interior. La de cada uno de nosotros, insustituible, que se consigue cuando logramos el equilibrio: la justa medida. Cuando podemos armonizar nuestra vida. Cuando vivimos una vida bella. Cuando tenemos clara nuestra escala de valores y practicamos las virtudes necesarias para alcanzarlos y retenerlos. Tranquilidad, sosiego, serenidad. Paz que no sea ajena a la risa y a una que otra lágrima derramada en el momento oportuno. Esa lágrima que en ocasiones suele darnos Paz.

Voy a terminar mi artículo repitiendo mi estado en Facebook del pasado 24 de diciembre de 2010: “Hoy quisiera que mi saludo difiera de la tradicional letanía de todos los días veinticuatro del mes doce del año que termina. Letanía que será propia de cada año de mi vida. Hoy quisiera simplemente desearles a todos dos cosas: muchas bendiciones siempre y que siempre sean felices, muy pero muy felices”. Pax.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 27 de diciembre de 2010. La imagen la bajé de la Internet.

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10.05.2010

The big picture


Ambicioso fin el mío.

Bueno, al menos quisiera cavilar sobre la parte del big picture que yo puedo conocer. En algunos casos mi saber es más profundo que en otros así que, sin duda, harán falta piezas para completar el rompecabezas. Además del breve espacio con el que cuento para reflexionar sobre un tema inconmensurable. Tal vez mañana le de prioridad a la escritura por encima de la lectura, lo cual me permitiría abordar tan crucial asunto como pienso que debe ser abordado. Por ahora, me conformo con invitarlo a que no sólo nos preocupemos por el árbol que tenemos enfrente, sino que nos percatemos del bosque al cual pertenece.

Al fin, para entender la actualidad, tenemos que conocer el contexto en el cual transcurre. Identificar la realidad ES la condición sine qua non para encontrar los medios idóneos, correctos, para cambiar aquello que podemos cambiar y aceptar lo que va más allá de nuestra capacidad, tanto en lo individual como en lo que nos concierne como especie. No podemos cambiar nuestra naturaleza. Sólo podemos reconocerla y promover normas que vayan de acuerdo con ésta. Reglas que faciliten la cooperación e intercambio entre nosotros, seres teleológicos.

El tiempo que compartimos es un tiempo plagado de contradicciones. Probablemente así fue en gran medida en los tiempos de nuestros abuelos, bisabuelos, tatarabuelos… Y la principal diferencia sea que hoy contamos con infinitamente más bienes y conocimientos para satisfacer nuestras necesidades y deseos. Lo anterior gracias a la Revolución Industrial, la cual se pudo haber llevado a cabo desde la época de los griegos.

¿Dónde estaríamos en nuestro siglo veintiuno si no hubiera sido por la ignorancia, superstición y temor infundado de algunos personajes poderosos a la razón y los consiguientes descubrimientos e inventos producto de su uso? Por supuesto, no me refiero a quienes confundieron tan vital facultad humana con la imaginación desbordada que los llevó a alejarse del objetivo del uso de la razón: distinguir la realidad de la ficción. Aunque algunos de ellos sean considerados filósofos por los temas que abordaron y los sistemas que crearon.

Es importante apuntar que, a pesar de todos esos avances, continuamos insatisfechos. Hecho que considero una bendición, ya que el día que no tengamos un aliciente para actuar, ese día, nuestra vida terminó. Y no sólo la propia. La de todo homo sapiens que no tenga incentivos que lo motiven a actuar, ya que es el ánimo de pasar de un estado de insatisfacción, a uno de menor insatisfacción después de breves instantes de realización, parafraseando a Ludwig von Mises, lo que movió, nos mueve y moverá a progresar.

Veo el reloj. Me acerco al mediodía de otro enriquecedor viernes. En poco más de media hora estaré pensando en voz alta y “Todo a Pulmón” con mis oyentes. Espero que al llegar el atardecer, las Hespérides guarden las manzanas, que espero sean de oro, que hoy haya producido. Me retiro.

Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 4 de octubre de 2010. La imagen la bajé de la Internet.

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