Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

12.18.2017

La calma de las fiestas



¡La calma de las fiestas de fin de año se parece tanto a la calma chicha! En especial en países como el nuestro, donde la constante es la creciente incertidumbre, la inseguridad y la violación a nuestros derechos individuales. Esa especie de paz que nos embarga a casi todos, aún a los más amargados, ante la expectativa del fin del año que implica un fin de ciclo y el consiguiente inicio de un período en el cual creemos que sí vamos a alcanzar las metas que no logramos en el año que termina.

La calma chicha es el estado de la atmósfera cuando no hay viento, y por tanto del mar cuando no hay olas, porque precisamente no hay viento que las levante. Para los marineros, en particular cuando las naves eran impulsadas por velas, la calma chicha les generaba sentimientos encontrados. Más que paz, les podía provocar cierto temor, porque los barcos se quedaban varados y a la merced de cualquier peligro, incluido el ataque de los enemigos. No se diga la idea que tenían de que la calma precede a la tormenta. Así como también después de la tormenta, viene la calma. Ciclos de la vida que avanza en línea recta.

Esta temporada de calma nos permite creer que lo malo quedó atrás y por delante viene lo bueno, el mundo que deseamos, y que a la aparentemente esquiva felicidad la atraparemos el año que viene. Aunque para algunos no es que se detenga el viento, simplemente cambia su curso, y quedan atrapados en medio de otras actividades que les roban la tranquilidad: la compra de regalos, los convivios, las carreras de último momento con la falaz esperanza de hacer todo aquello que no hicieron en el transcurso del año que se va.

Es un hecho que la mayoría se las arregla por estas fechas para estar alegres, pero me pregunto qué tan sostenible es esa alegría en el largo plazo, una vez terminan las fiestas de fin de año. Quisiera decir que son todos felices, sin embargo, no sé a ciencia cierta si todas aquellas personas que me topo en la calle, que me sonríen, que desean lo mejor del mundo para mí y para mis seres queridos, en la realidad han alcanzado “el estado exitoso de la vida… el estado de consciencia que proviene del logro de los propios valores”, (“El discurso de John Galt”, La rebelión de Atlas, Ayn Rand).

¿Qué se nos va? ¿Se nos va la vida? ¿Se nos van los días? ¿Se van a veces casi sin que nos demos cuenta? ¡Cuántas cosas hacemos mientras las horas pasan casi sin haberlas percibido plenamente! ¿Se van con las horas nuestros valores más preciados? ¿Fallamos en la tarea de conservarlos, por vivir en lo urgente olvidando lo importante? Quisiera que estas fueran preguntas comunes, una reflexión seria y constante, para todos aquellos que quiero, porque deseo que sean felices, no de palabra, sino de hecho.

Hay quienes solemos hacerlas seguido. Que decidimos, conscientemente, enfocarnos en el presente y evaluarnos justamente, con el objetivo de corregir nuestro rumbo cuando sea necesario y dirigirnos al destino que nosotros hemos elegido. Que es lo que quisiera para todos: que sean lo  que ustedes elijan ser. Que sean verdaderamente felices.



Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 18 de diciembre de 2017.

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6.09.2014

Gigante amanecer



Hoy quiero celebrar un acontecimiento que fortalece mi esperanza de que en este siglo experimentemos un tiempo en el cual prevalezca la razón correctamente entendida y la verdad reconocida como la realidad misma: un período similar al vivido por los ilustrados del siglo dieciocho en el que se gestaron las ideas que permitieron la mejora exponencial en la calidad de vida de nuestra especie a partir del siglo diecinueve. Un tiempo en el cual se sembró el germen del progreso que siguió dando frutos en el siglo veinte a pesar de la irracionalidad y la barbarie que también se sufrió en los últimos cien años. Un despertar de la grandeza de toda persona que se respeta y respeta la vida, la libertad y la propiedad de los demás. El ser humano que elige ser racional, que acepta que la única opción para alcanzar y conservar sus valores es cooperar e intercambiar en paz con los otros.

El despertar de quienes nos reconocemos como parte de una misma raza, la humana, con una esencia común, la cual nos ha permitido conseguir lo que no ha logrado ninguna otra especie: crear una civilización. Individuos que nos orgullecemos de ser únicos e irrepetibles, y sabemos que nuestras diferencias las podemos convertir en elementos enriquecedores que nos permitan avanzar. Quienes disfrutamos de una vida en armonía, identificando a nuestros pares con quienes elegimos compartir nuestra existencia. Hombres y mujeres que, independientemente del país en que nacimos, la etnia a la que pertenecemos, la lengua que hablamos, el color de nuestra tez… entendemos que el deseo más íntimo de toda persona de ser feliz es nuestro común denominador.

Y para júbilo de muchos, ¡muchos más! que aquellos que lo resienten, ese Amanecer llegó a Guatemala, simbolizado por la hermosa escultura del maestro Walter Peter Brenner, develada en Ciudad Cayalá el pasado 31 de mayo de 2014. El Gigante que emerge en el Paseo es uno de los monumentos más grandes del mundo en el género de mármol tallado. Una obra que será admirada en todo el planeta. Una colosal producción contemporánea que nos recuerda que en cada uno de nosotros, más allá de nuestras diferencias, se encuentra la semilla de la grandeza. Es tarea individual cuidar esa semilla, tratarla con respeto al elegir nuestros valores y regarla practicando las virtudes que nos permitan cosechar sus frutos.

“Una alegoría a la búsqueda de la felicidad”, así describe Walter a su más reciente creación. ¿Y qué es la felicidad? “La felicidad es un estado de alegría no contradictoria, una alegría sin pena ni culpa, una alegría que no choca con ninguno de tus valores y que no te lleva a tu propia destrucción…”, explica John Galt en “La Rebelión de Atlas”. Y más adelante nos pide que: “En nombre de lo mejor que hay en ti, no sacrifiques este mundo a los peores… no permitas que tu visión del hombre sea distorsionada por lo feo, lo cobarde, lo inconsciente en aquellos que nunca han conseguido el título de humanos”. Seamos humanos. Seamos felices. 


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 9 de junio de 2014. La fotografía la tomé el sábado 31 de mayo de 2014 en la develación de “Amanecer, El Gigante de Cayalá”.

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4.21.2014

¿Qué más puedo hacer?



Es la pregunta que me hago casi todos los días por la mañana cuando leo los diarios. ¿Qué más puedo hacer para que cambien, para bien de todos, las condiciones en las cuales estamos viviendo? El estado actual de las cosas en mi país, como en gran parte del mundo es complicado, difícil, trágico para muchos. En algunos lugares más que en otros. Y hay pueblos, como el mío, que caminan por una ruta que nos lleva a una catástrofe de proporciones mayores a la que vivimos hoy.

Robos. Fraudes. Chantajes. Violaciones. Secuestros. Asesinatos… El pan nuestro de cada día que envenena el alma del ingenuo y angustia el espíritu del optimista. A lo anterior podemos sumar la indignación que provoca el abuso del poder de los gobernantes, las denuncias constantes de corrupción, las mentiras descaradas que nos escupen a la cara creyendo que somos todos tan tontos que nos las vamos a tragar sin chistar.

Hasta los burócratas de las organizaciones internacionales, en gran parte responsables de los problemas que hoy enfrentamos, reconocen las miserias en las cuales vivimos y que, para colmo de males, hay pocas posibilidades de crecimiento económico. Léase: es muy poco probable que mejore la calidad de vida de la gente honesta, trabajadora, respetuosa y productiva. Porque, por supuesto, los corruptos que gobiernan en la mayoría de países latinoamericanos, y el resto del planeta, seguirán acumulando fortunas a costa de nosotros.

Al final, llego a la conclusión de que solo vamos a ganar esta batalla si más personas, con las ideas claras, se involucran en la batalla de las ideas. Y en este caso, lo único que puedo hacer por usted en el proceso de aclararse las ideas, es invitarlo a pensar usando su razón (reconociendo la realidad), a identificar las raíces de sus juicios (y, sobre todo, los prejuicios), encontrar las premisas falsas y atreverse a cambiarlas. Como se dio cuenta, la tarea principal en el ámbito intelectual SÓLO la podemos llevar a cabo nosotros mismos quienes, además, somos los principales beneficiarios de ese cambio. No se dejen engañar por la deshonestidad intelectual de aquellos que son solo pura pose y es poco su deseo de buscar la verdad.

Por cierto, el problema no es la falta de valores. Todo ser humano necesita valorar para vivir. El problema es la escala de valores de algunos y la falta de virtudes de otros. Espero que en este siglo predomine el uso de la razón. Que la mayoría de seres humanos opten por reconocer la realidad y se dejen de engañar a sí mismos. Solo así dejaran de ser engañados por otros.

Como dijo el filósofo Leonard Peikoff: “Salvar el mundo es la cosa más sencilla que hay. Lo único que uno tiene que hacer es pensar”. Entonces, ¿por qué es tan difícil que la mayoría lo entienda? ¿Será porque es cierto lo expresado por el artista español Alberto Corazón? “La mediocridad se ha convertido en valor de reconocimiento cultural, político y económico”. Espero que no sea así.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 21 de abril de 2014. La imagen la bajé de la Internet.

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4.09.2014

Mamita, la bien amada



Mamita, mi bien amada abuelita, vivió 101 años y ni uno solo de todos los días de su vida dejó de ser amada. Valorada por tantos ¡tantos! que el domingo 6 de abril los comentarios que prevalecían entre nosotros y aquellos que nos acompañaron en ese aciago día hacían referencia a esos momentos memorables que compartimos con ella. Recuerdos tan próximos como los de su último cumpleaños que recién habíamos celebrado el primero de abril.

Admirada por su carácter férreo, pero dulce al mismo tiempo. De personalidad emprendedora. Capaz de enfrentar los retos que encontró en su fructífera existencia con fortaleza admirable. Capaz de decirnos por amor, directamente y sin anestesia, las cosas más duras posibles, y al rato hacernos reír con una de tantas ocurrencias suyas. Capaz de enternecerse hasta el llanto al confesar a sus seres queridos cuánto nos amaba. Cualidad suya que parece heredé, la del llanto.

Me hubiera encantado que mis ojos fueran azules como los de mi Mamita. Un azul de tonalidad variable que dependía del estado de ánimo de su dueña. Aunque la mayor parte del tiempo recuerdo su mirar con un brillo cómplice que me hace evocar su enorme gusto por la vida que le costó tanto dejar. Sin embargo, a la hora que decidió hacerlo, lo hizo rápidamente y sin agonía. Consciente y sana. Me cuentan que se quedó dormida hasta su último suspiro, todo en cuestión de pocos minutos.

Su tiempo fue fructífero. Una existencia llena de alegrías, intervenida de vez en cuando por las inevitables tristezas. Judith Pérez Herincx se casó con Arturo  Alvarado Villavicencio. Tuvo cinco hijos: Olga, Arturo, Yolanda, Freddy y Lissette. Una de sus hijas es mi mamá, la de en medio, quien, como sus hermanos, heredó de mi Mamita una fácil sonrisa, la cual iluminaba su rostro aún en los momentos más difíciles. Muchos de sus nietos la quisimos entrañablemente, como a una madre. Sin embargo, para mis primos Magaly y Fredito, eso fue: su mamá.

A mi Mamita le encantaba escuchar música: en especial rancheras, boleros y marimba. Atesoro varios videos de ella cantando. En varias ocasiones me atrevía a acompañarla. La última de estas películas caseras fue grabada un par de días antes de su partida. Cantó para el público que la acompañaba, en algunas partes entonando dulcemente a sotto voce, “Cucurrucucú paloma” del cantautor mexicano Tomás Méndez, una de sus melodías preferidas. De estas imágenes las más conmovedoras para mí son las de la despedida, donde agradece los aplausos tirando besos a quienes la acompañaban. Linda mi Mamita, toda una diva, adorada hasta el final. Genio y figura… dice el refrán.

Como lo expresé públicamente ese día que nunca hubiera querido vivir, Mamita linda, la querré por siempre... mucho, mucho, mucho. Y mientras yo viva usted vivirá en mis recuerdos y en mi corazón. Y si lloro, lloro por mí. Lloro porque no la podré abrazar de nuevo. Descanse Mamita, descanse... Mientras nosotros, sus bien amados, celebraremos con nuestras vidas la suya, su maravillosa vida.


Artículo que será publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 14 de abril de 2014.

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9.17.2012

Antinacionalista




Sé que existen varias interpretaciones (dependiendo de los intereses de quien lo use) del término nacionalista, como suele suceder con otros temas trascendentales para el progreso del ser humano. Pero yo, al igual que los pensadores sin los cuales no existiría la civilización actual, pienso que “toda palabra tiene un significado exacto”, y que promover la confusión conceptual es una de las principales armas, junto con la descontextualización, que utilizan los seudointelectuales que pretenden convencernos de que la realidad no existe, o que el hombre es incapaz de conocerla, lo que crea un sentimiento de desamparo en tantos que terminan viviendo con apatía su vida o entregados a creencias místicas que permiten a unos cuantos, pasados de vivos, manipular al resto.

Dentro del grupo de anticonceptos preferidos y más usados se encuentra el nacionalismo, en nombre del cual se cometieron los mayores crímenes del siglo pasado. Hitler, Mussolini, Stalin, Mao, Pol Pot… eran nacionalistas. Invitaban a la gente a morir por una abstracción que solo los beneficiaba a ellos y su círculo cercano. Y quienes se atrevían a cuestionarlos eran condenados a morir o al exilio. El “Reino del Terror” de Robespierre parece un paraíso al lado de las barbaridades que los que enarbolan la bandera del nacionalismo han cometido.

Millones han muerto sin saber por qué. Millones han muerto en guerras de saqueadores que se pelean el poder. Millones han muerto solo para favorecer a quienes los han esclavizado, los han expoliado y los han maltratado. Algunos hasta, ingenuamente, han ido gustosos a encontrar la muerte, porque les han vendido la idea de que es un acto glorioso en favor de su nación, sin preguntarse qué es la nación ni quién es el verdadero beneficiario de su acción.

Todavía amo vivir en Guatemala. A pesar de la creciente incertidumbre y la violación constante a los derechos de los habitantes de mi país. A pesar de que los principales violadores de esos derechos son los gobernantes que, irónicamente, deberían protegerlos. Valoro el tiempo pasado en mi terruño. Me aferro a todo aquello que he construido en este pedazo de tierra donde descansan los restos de mis seres queridos que hoy viven entre mis recuerdos más preciados.

Todavía amo vivir en el país donde nací, porque aquí se encuentran mis valores más queridos: mi familia, mis amigos, mis empresas. Por todas esas personas que me muestran su cariño día a día y cuyos rostros nunca he visto, pero con quienes comparto el sueño de vivir en una Guatemala diferente. Por todos esos lectores, oyentes y televidentes que sin conocerlos son ya parte de mi vida. Yo moriría luchando por defender los derechos individuales míos y de mis valores. Pero nunca lo haré por un discurso político y manipulador que se aprovecha de la ignorancia de muchos, del deseo de la mayoría de ser parte de una sociedad y de la benevolencia propia del ser humano honesto. No vivo ni muero por una ficción.


El presente artículo fue publicado el lunes 17 de septiembre de 2012 en el diario guatemalteco Siglo Veintiuno. La imagen la bajé de la Internet.

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6.18.2012

Ser consciente




Vive despierto. Sé consciente, que es la manera correcta de ser humano. Tal y como nos recordó Fredy Kofman el pasado jueves en una reunión con catedráticos en la Universidad Francisco Marroquín, la acción humana, como la definió Ludwig von Mises, es acción con propósito. Con un propósito común a todos: ser felices. A diferencia del resto de especies, el hombre elige sus fines, es parte de nuestra naturaleza, no lo podemos evitar. Aún dejar que otros elijan por nosotros, es una elección porque lo permitimos y lo acatamos. La charla de Kofman me provocó muchas reflexiones, de las cuales hoy comparto algunas con ustedes.

Solo los individuos pueden ser conscientes, no los colectivos. Los grandes avances de la humanidad serán siempre el producto de la mente y laboriosidad de personas concretas,  las que logran trascender la mediocridad en la cual muchos eligen vivir. Las personas que comparten valores suelen encontrarse y luego alinearse alrededor de estos. Elegimos compartir con aquellos que coincidimos. Así, se caracterizan los grupos de gente. Suele ser cierto el refrán que dice: “dime con quién andas y te diré quién eres”.

El ser humano necesita elegir sus objetivos y sus valores. Es parte del ser consciente. Por medio de las elecciones que hace una persona podemos conocer cuál es su sentido de la vida. Las acciones sostenidas en el largo plazo, los hábitos de una persona (sus virtudes y, tristemente, también sus vicios) nos muestran quién es. Nosotros mismos nos descubrimos frente a los otros al elegir y actuar.

En el mundo, son pocos los verdaderos ermitaños, los misántropos. El hombre, salvo contadas excepciones, necesita colaborar, cooperar y compartir con otros para alcanzar sus metas, para ser feliz. Pero lo anterior debe darse dentro de un marco de respeto a la vida, la libertad y la propiedad de los demás. Por supuesto, sobra decir que toda persona es libre de elegir con quiénes va a compartir su vida, y qué de su vida va a compartir con cada uno de aquellos a quienes eligió.

Nadie debe ser obligado a dar lo que es suyo a otros. Tampoco debe ser obligado a compartir con aquél que no eligió libremente. Nadie debe ser obligado a mantener a su enemigo. Nadie debe ser obligado a trabajar para aquel que le desea y actúa para causarle mal: para destruirlo. Tenemos el derecho de defendernos de la agresión. No debemos obedecer las reglas que pretenden esclavizarnos. Debemos rebelarnos.

El peor daño que provoca el Estado Benefactor/Mercantilista es el moral. La idea del gobernante actuando como padre de los adultos, distribuyendo lo que es de unos entre los otros a su gusto y antojo, presumiendo del supuesto bien que hace con lo que no es suyo, destruye el tejido ético de la sociedad. Ante este panorama, muchos optan por sentarse a esperar los restos de lo expoliado y con esas migajas sobrevivir, pero nunca vivir la mejor vida posible. Esa que solo se alcanza siendo consciente.

El presente artículo fue publicado el lunes 18 de junio de 2012 en el diario guatemalteco Siglo Veintiuno. La imagen la bajé de www.larebeliondeatlas.org

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4.16.2012

Artículos fraccionados



Ya que el título del presente artículo tiene varios significados o puede ser interpretado de muchas maneras, voy a proceder a contextualizarlo en varias fracciones:

Primero, voy a referirme al descaro de los actuales gobernantes de recurrir a los medios que usaron los corruptos anteriores cuando estaban en el ejercicio del poder. En estos apenas tres meses en los cuales Otto Pérez Molina y su gente fueron ungidos como gobernantes, han continuado con la práctica común de comprar cualquier artículo (medicinas, fertilizantes, armas…) sin licitar, ya sea bajo la excusa de los llamados “estados de excepción” o fraccionando las compras. En otras palabras, continúan asignando a dedo a aquellos que se enriquecen gracias al Estado Benefactor/Mercantilista que rige en Guatemala. Ellos incluidos.

Segundo, lo anterior confirma el porqué voté nulo para Presidente en ambas vueltas electorales de 2011. En septiembre del año pasado, en dos artículos (¿o un artículo fraccionado?), publiqué lo siguiente: “La mía es una decisión propia… El resultado de un proceso lógico cuyo objetivo es ser coherente conmigo y mis valores. Ser íntegra. Nunca votaría en contra de mis principios… [es] la peor traición… Creo en un gobierno de leyes. No soy súbdita de ningún rey. No voy a legitimizar un sistema presidencialista… No entiendo cómo todavía hay tantos que creen que estrenando Presidente cambian las cosas para bien en el largo plazo… Es irresponsable votar sin meditar las consecuencias de nuestro voto. Sin darnos cuenta que legitimamos un sistema presidencialista que es la raíz del problema”.

Tercero, nunca vamos a progresar fraccionando por períodos presidenciales a los saqueadores que llegan al ejercicio del poder. Solo lo haremos cuando cambiemos el sistema político/económico vigente. En el tercer capítulo del libro “Filosofía, ¿quién la necesita?”, llamado “Lo metafísico versus lo hecho por el hombre”, la muy comentada y poco leída por sus críticos, Ayn Rand, explica adónde nos ha llevado la confusión intelectual contemporánea: “La mayoría de las personas consumen sus vidas en una rebelión sin sentido contra las cosas que no pueden cambiar, en la resignación pasiva ante aquellas que pueden modificar y – sin tratar jamás de aprender la diferencia – en la culpa crónica y la duda sobre su propia capacidad en ambos casos”.

El miedo a ser plenamente responsables de su existencia, lleva a muchos a falsear la realidad: optan por no pensar. Lo que es peor, invitan a otros a no usar su razón para aliviar sus conciencias atormentadas. Como bien dice Rand en la obra citada: “Nada puede obligar a un hombre a pensar”. Tampoco NADA evitará que coseche las consecuencias de esa decisión. Yo, contrario al superficial y cómodo llamado a la irracionalidad, los invito a reflexionar sobre aquello que debemos y podemos cambiar para que vivamos mejor y dejemos de fraccionar nuestras propias vidas y las vidas de los demás.


El presente artículo fue publicado el lunes 16 de abril de 2012 en el diario guatemalteco Siglo Veintiuno. La imagen es de Cheng Ho Toh (Singapur).

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2.06.2012

MY loves Gt



Emeye me dicen muchos de mis amigos, tanto en ámbitos virtuales como reales (¿acaso no es el mundo virtual también parte de la realidad?). El apodo surge de unir y leer, como si fuera mi nombre, las iniciales de este. Y “Gt” son las siglas por las cuales se identifica mí país y el suyo: Guatemala. Y digo “suyo” porque, independientemente de dónde haya nacido, si acaso está leyendo este artículo es porque le interesa conocer mi opinión sobre lo que sucede en mi terruño. Motivo por el cual imagino que también usted tiene su versión de mi nación. A lo mejor, al igual que yo lo he hecho, hasta la eligió para vivir su vida. Al menos hasta hoy, ya que por el momento no pienso tirar la toalla, hacer mi equipaje y emigrar a otro lugar. Lo cual tampoco descarto como una opción, una vez llegara a ser imposible vivir feliz en Guatemala.

La anterior es una decisión que afirmo día a día, a pesar de conocer las condiciones en las cuales vive la mayoría. Leer que encontraron congelados los cadáveres de 14 recién nacidos en el Hospital Regional de Cobán me hizo despreciar todavía más a quienes acabaron con la institución de la adopción en Guatemala. Por otro lado, enterarme de que atraparon al acusado del asesinato de Luisa Fernanda Fajardo López, me hace reforzar la esperanza de que las cosas pueden cambiar para bien.

Reconocimientos como el del Ministro de Trabajo de que la mayoría (en especial en el interior de nuestra guanabí República), no ganan el salario mínimo decretado por el gobierno, me hace pensar que muchos se pueden dar cuenta ¡al fin! de que los ingresos no aumentan por orden del gobernante. Que si queremos mejorar nuestra calidad de vida, debemos retirar los obstáculos que nos impiden transformar los recursos en riqueza, comenzando por los impuestos directos. Aunque sé que en el corto plazo lo anterior es poco probable por la ambición y la falta de visión de los poderosos, y el sistema Benefactor/Mercantilista que impera en Guatemala y en gran parte del planeta.

Declaraciones como las de Luz Lainfiesta, nombrada Ministra de Desarrollo Social, y el Presidente Otto Pérez (aunque insulsas por ser hechos conocidos por casi todos) de que han encontrado pruebas para sustentar las denuncias de corrupción en Cohesión Social, me llevan a creer que sí van a pagar sus crímenes algunos de los funcionarios del gobierno de Álvaro Colom. A pesar de la contradicción de Pérez al convertir los tales programas en un nuevo Ministerio.

En fin, mi Guatemala no es la misma suya: la diferencia la hacen mis recuerdos, mi escala de valores y mis metas. No me dejo engañar por la falsa Guatemala que nos venden los gobernantes y los tontos útiles que les sirven de comparsa. Yo quiero vivir en una Guatemala diferente, no sólo soñar con ella. Por eso, no falseo la realidad. Busco los medios para cambiarla. Yo reconozco la valía de los creadores y denuncio a los saqueadores que nos esclavizan. Yo amo a mi Guatemala.


Nota: la imagen que acompaña este artículo es un “collage” de fotografías que contiene mis valores más importantes y algunos de los recuerdos claves para mí y mi vida en Guatemala. La razón por la cual amo a mi Guatemala. Por eso, no hay dos Guatemalas iguales. Por eso, NADIE se debe sacrificar por la Guatemala que nos quieren vender los poderosos. No se deje engañar, no se deje manipular.


El presente artículo fue publicado el lunes 6 de febrero de 2012 en el diario guatemalteco Siglo Veintiuno.

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1.01.2012

La eterna elección



Nuestra inevitable condición de seres racionales, no sólo nos obliga a decidir a cada momento, sino también a afrontar las consecuencias de esas decisiones, nos gusten o no, aceptemos o neguemos nuestra responsabilidad. No hacer nada es una opción que, por supuesto, tendrá repercusiones en nuestra vida y, probablemente, en la vida de otros. Lo mismo aplica a la decisión de hacer algo, tomar un curso de acción para alcanzar nuestros objetivos. ¡Ah! Porque como seres teleológicos (con fines propios): actuamos siempre en pos de un valor.

Al fin, como bien dijo José Ortega y Gasset: “Yo soy yo y mi circunstancia. Si no la salvo a ella, no me salvo a mí mismo”. Y esa es la parte irrenunciable del ser humano que aceptamos (también una decisión) al levantarnos todas las mañanas y decidir que vale la pena ¡y el gozo! de seguir viviendo nuestra vida. ¿Se había percatado de que la anterior es una decisión que toma en todo instante? Se queje de su existencia o pase el tiempo sonriendo y viendo con esperanza hacia el futuro, en todo caso, decide seguir adelante porque cree en el porvenir y/o prefiere vivir a morir, a pesar de las promesas que hacen tantos sobre una vida eterna después de la muerte. Más vale una vida finita en mano que escuchar un ciento de promesas de existencias infinitas.

Yo tuve que elegir en este momento entre ir a leer a Leszek Kolakowski, hacer mis ejercicios diarios y escribir este suelto: un fuera de lugar en la Revista NuChef. Pienso que usted que me lee sabrá ya cuál fue mi elección. Después me ejercitaré y leeré “Main currents of marxism”, ya que decidí convertirme en una de las mejores conocedoras en Guatemala del pensamiento socialista. ¡Qué mejor arma para pelear la batalla de las ideas que conocer más que el contrincante sobre las bases de sus creencias! Además de que la lectura de los fundadores de la ideología mencionada me permite fortalecer mis argumentos a favor del individuo y sus derechos, comenzando por la misma Libertad que tenemos para decidir quiénes somos y seremos.

Ser libres es una condena inevitable para Jean-Paul Sartre. Para Ludwig von Mises es el sustento de la acción humana. Para Ayn Rand es uno de los valores más preciados de todo hombre que se precie de serlo. Total, ¿de qué me sirve la vida si no puedo yo decidir qué hacer con ella? Por tanto, el tema de la elección es vital para nuestra existencia plena.

Nosotros elegimos quién o quiénes nos gobiernan. Y no me refiero a aquellos mandatarios que hemos contratado como mandantes para administrar el sistema de normas del país que habitamos. No. Me refiero a las ideas detrás de nuestras acciones, ¿son producto de nuestro juicio independiente, meditado y razonado? ¿O son los dogmas que otros nos han enseñado y hemos admitido sin cuestionar la validez de sus conceptos y verificar la veracidad de sus premisas? ¿Es acaso este un asunto en el que usted ha meditado alguna vez? ¿Sabe que es al final la elección mas trascendental que toma?

Piense, apreciable lector, lo importante que es el elegir cuáles son los fundamentos de nuestras elecciones. Tal vez se preguntará ¿por qué? ¿Para qué? ¿Con qué sentido? Pues, simplemente para que tenga más posibilidades de alcanzar el propósito de su vida, que es el mismo de todos: ser feliz. Ese estado personal, individual, que nadie más puede experimentar por usted. ¿Quién quiere ser? ¿Qué quiere hacer con su vida? ¿Qué valores quiere alcanzar? ¿Cómo va a vivir esa existencia única e irrepetible que llamamos vida? Brindo por mi decisión de vivir según los dictámenes de mi razón. Brindo por la posibilidad de que más así lo decidan. Lehaim.


La presente reflexión fue publicada en la Edición 32 de la Revista NuChef (septiembre-octubre 2011). La imagen la bajé del sito de AxetrakFM.

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12.27.2011

Vida Real



¿Cómo será la realidad de William y Kate después de su boda real? Real con dos significados: primero, porque es un hecho consumado que se casaron; y, segundo, en el sentido de que el enlace de ellos fue una boda de la realeza, aunque la novia sea de origen plebeyo. Algún día será la reina consorte de Inglaterra, el último de los imperios coloniales en sucumbir. Sin duda, como lo fue su casamiento, también lo será su vida: diferente en muchos aspectos a las vidas del resto. Principiando porque están condenados a vivir gran parte de su vida expuestos públicamente. ¡Y cuántos envidiaran sus existencias sin saber a ciencia cierta cómo se desarrolla en la intimidad! Todo a partir de elucubraciones propias de los cuentos de hadas.

La exagerada atención, en algunos casos casi una obsesión, que se le da a este tipo de situación, ¿es acaso un reflejo, una prueba de la existencia de un vacío existencial, una necesidad vital insatisfecha en el resto que fantasea a partir de la vida de otros? ¿Es señal de una carencia emocional? ¿Será que todos sentimos esa falta de amor en algún momento de nuestras vidas? ¿Es por eso que la mayoría venera ídolos o se entretiene, se distrae, evade la realidad, inmerso en la vida de los demás? Vidas que pueden ser reales como la de William y Kate, o ficticias, producto de la imaginación de un guionista, como en el caso de la telenovelas.

En fin, yo me reconozco ajena al enajenamiento de muchos con este tipo de noticias. Sin embargo, me intriga la pasión que genera en esa mayoría, entusiasmo que llega al extremo de que la ceremonia del matrimonio fue vista por millones de personas alrededor del mundo. Probablemente las nupcias más vistas de todos los tiempos, gracias a los avances tecnológicos con los que contamos hoy. ¿Cuántos no habrán seguido los acontecimientos desde su teléfono móvil, mal llamado inteligente? Imaginen la cantidad que los vieron darse el “sí” por televisión: se calcula que fueron alrededor de dos mil millones de personas. ¿Y cuántos habrán observado el enlace desde su computadora, por Internet? Total, una inmensa cantidad de personas que nunca sabremos con seguridad cuántas fueron.

Gente cuya vida real no es un cuento de hadas con un final feliz que se anuncia desde el principio del fin: “y vivieron felices por siempre”. Final que ni siquiera es seguro para los recién casados mencionados al inicio de este escrito. Como todo en esa vida real a la que hago referencia, lo que pase en el futuro lo desconocemos. Siempre nos enfrentamos al presente, ese que cambia a cada instante. Lo único que debe ser constante son ciertos valores y el lugar que estos ocupen en nuestra escala personal. Valores que son los que nos van a permitir ser felices de verdad.

Por lo general intentamos planificar nuestras acciones para alcanzar nuestros objetivos. Pero al ser todos, en forma individual y colectiva, incapaces de prever todas las variables involucradas (nadie posee un conocimiento universal), muchas veces los hechos no se dan como los esperábamos. Normalmente nos sorprenden los resultados no previstos de nuestras acciones, que en ocasiones pueden ser más beneficiosos que aquellos que buscábamos alcanzar. No obstante, mientras llega el resultado deseado, la incertidumbre, la espera, el miedo a sufrir o a ser rechazados, no valorados, provocan una ansiedad, una inquietud a veces insoportable.

Hay quienes dejan pasar su vida real refugiados en un ideal platónico o ansiando un imposible, una fantasía irrealizable, todo por miedo a arriesgar y reconocer la realidad. Reconocimiento que a veces duele. Sin embargo, como canta el salsero Luis Enrique “Yo no sé mañana… Esta vida es igual que un libro, cada página es un día vivido. No tratemos de correr antes de andar”. Vivamos nuestra vida real. Prost y hasta la próxima.


El presente artículo fue publicado en la revista “Nuchef”, en la edición 30 correspondiente al bimestre mayo – junio de 2011. La fotografía de Kate y William la bajé de la Internet

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9.12.2011

El regreso de nulo



Un hecho que esperaba sucediese en cuatro años. Sin embargo, después de algunas reacciones a mi artículo de la semana pasada, elegí sacarlo a relucir un día después de las elecciones generales del Estado Democrático de Guatemala. Porque República, NO es. Hubo quienes opinaron sin ni siquiera haber leído mi artículo. Otros que dicen que lo leyeron, pero al parecer no lo entendieron.

Hoy decidí compartir con ustedes algunas de mis respuestas a las preguntas que me hicieron aquellos que consideré intelectualmente honestos y con quienes entablé una conversación en las redes sociales virtuales. Si tienen curiosidad por conocer más sobre los debates, los invito a visitarme en Facebook (mylibertas) y Twitter (@mydda).

“Sé que mi decisión de cómo votar es políticamente incorrecta. Pero es la adecuada a mi escala de valores. Pago impuestos y tengo el derecho de reclamar cómo se gastan. Ese derecho no depende de si voto o no por alguien a la Presidencia. Creo en un gobierno de leyes. No soy súbdita de ningún rey. No voy a legitimizar un sistema presidencialista. No voto por lo que otros votan. Voto por lo que considero correcto. No entiendo cómo todavía hay tantos que creen que estrenando Presidente cambian las cosas para bien en el largo plazo”.

“La respuesta a nuestros problemas NO está en el próximo guanabi rey de Guatemala. Está en el Congreso. No pretendo que nadie más vote como yo. Cómo votar es una decisión individual. Depende de nuestros valores y principios. Es irresponsable votar sin meditar las consecuencias de nuestro voto. Sin darnos cuenta que legitimamos un sistema presidencialista que es la raíz del problema. Vote como usted considere mejor para alcanzar sus valores”.

“Votar por alguien con quien uno no comparte valores, a mi parecer, es cobarde y patético. Y es peor aún, si lo hace porque así opinan otros que hay que votar. Es irracional si vota por una abstracción: el pueblo, la sociedad, el Estado, Guatemala… Debemos votar por los concretos: por nuestro propio bien y el de nuestros seres queridos. Todo lo demás es un discurso emotivo, falaz y manipulador que sólo beneficia a los poderosos: los gobernantes, sus familiares, sus amigos y los líderes de los grupos de presión. Los parásitos saqueadores de los productores y creadores de riqueza”.

Le guste o no a la demás gente: valiente es quien lucha por lo que piensa (no sólo cree) es verdadero, sin importarle que otros lo sigan o lo que diga el resto. "Yo no juego su juego", le dice John Galt a Thompson, el Presidente de EE. UU. en la novela “La Rebelión de atlas”. Lo mismo les digo yo a todos los politiqueros de mi país. Y a mis conciudadanos les reitero que la mía es una decisión propia: un juicio independiente, producto de mi mente. Y que al final, la principal elección que hago es la de ser feliz. Y para ser feliz, necesito ser íntegra y, repito, coherente conmigo misma, con mi escala de valores y con mi código moral.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 12 de septiembre de 2011. La foto es mi voto anulado por Presidente. Prueba de la consistencia de mi palabra con mis actos, de lo cual me siento orgullosa.

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9.05.2011

Nulo



Muchos me han preguntado cómo votar. Les he explicado el procedimiento. Otros, me han preguntado por quién votar: por aquellos con quienes comparten valores y principios. Finalmente, me han preguntado por quiénes voy a votar. Después de un largo proceso de pensamiento racional (meditado, sosegado), decidí hacerlo como lo he hecho hasta hoy y por las mismas razones que ahora soy capaz de explicar de una manera más clara.

Mi voto para presidente, alcalde y diputados al Parlacen será nulo. Aclaro: actúo, como siempre, a título personal y en pleno uso de mis facultades mentales. No formo parte de ningún grupo que impulse determinada manera de ejercer el derecho de elegir a los gobernantes en una República. La mía es una decisión propia: un juicio independiente, producto de mi mente. El resultado de un proceso lógico cuyo objetivo es ser coherente conmigo y mis valores. Ser íntegra. Nunca votaría en contra de mis principios. Esa acción es, a mi parecer, la peor traición.

Yo actúo en pos de aquello que valoro. Por aquellos con quienes comparto una escala similar de valores. Por quienes considero que coincidimos de alguna manera en un código moral basado en la naturaleza humana y no en creencias místicas que sólo sirven para manipular a gente ingenua que se deja engañar. Votar es un verbo que nos muestra el sentido de la vida de quien lo ejerce.

Es obvio que comparto muy poco, en algunos casos nada (ni valores ni código moral), con los candidatos actuales a presidente del Organismo Ejecutivo y a alcalde capitalino. Hecho respaldado por el propio interés de los mencionados: llegar a un puesto desde el cual podrán ordenar y manejar miles de millones de quetzales, y la indiferencia que han mostrado hacia el Legislativo, el poder del Estado desde el cual se puede cambiar (para bien o para mal), las miserables y en constante deterioro condiciones de vida de la mayoría de habitantes de Guatemala. Espero no tener que explicar por qué voto nulo al Parlacen. Ojalá que los próximos gobernantes nos quiten de encima esa inútil carga.

En el caso de los candidatos a diputados al Congreso, votaré por el listado nacional y el metropolitano por un par de personas que cumplen con lo mínimo que espero. Una de ellas es alguien con quien se puede dialogar y cuyo pensamiento ha evolucionado. Y el otro alguien a quien considero un amigo y con quien comparto la idea de que lo que necesitamos es terminar con el Estado benefactor/mercantilista y dedicarnos a construir un verdadero Estado de Derecho, donde todos seamos iguales ante la Ley. Donde los gobernantes ocupen el lugar que les corresponde como mandatarios, y los ciudadanos asumamos nuestra responsabilidad de mandantes.

Votaré por lo que me importa, sin presiones de nadie. No dejaré que me intimiden los ataques ad hóminen y las falacias fuera de contexto que han circulado. Votaré por mí y por mis seres queridos. Votaré por un gobierno de leyes y no de reyes.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 5 de septiembre de 2011. La imagen la bajé de Internet.

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11.23.2009

Carolina


Hoy no lea mi columna, si su objetivo al hacerlo es adquirir mayor conocimiento para entender la esfera pública. Lo comprendo. Sé que ese es el principal motivo por el cual miles invierten parte de su valioso tiempo en las páginas editoriales de los medios escritos.

Hoy, como sólo lo he hecho en dos oportunidades, me tomo un permiso, sin pedirlo, para hablar de uno de los temas más íntimos de todo ser humano: nuestros valores primordiales, aquellas personas a quienes amamos y seríamos capaces de dar por ellas nuestro valor más preciado: nuestra propia vida. En esas dos ocasiones lo hice para recordar la existencia de dos de mis seres queridos más extrañados: mis abuelitos paternos. Tita y Papaché. La primera, sorpresivamente atacada por un invasor cáncer en el páncreas que nos la arrebató en cuestión de dos meses y medio. El segundo, que no soportó más de dos meses y medio sin el gran amor de su vida.

Hoy lo hago para celebrar la vida de mi hermana Carolina. Sí, la vida extraordinaria de una joven mujer, profundamente amada por tantos, que le tocó enfrentar el obstáculo más difícil a la fecha en su paso por esta tierra. Si ha sido enorme la agonía de nosotros, sus familiares y amigos, al verla postrada en una cama, corriendo el riesgo de no levantarse y caminar de nuevo, pienso, ¿cuán inmensa habrá sido la angustia de ella? Pregunta inútil: sé que nunca lo sabré.

Apenas caminaba Carolina cuando ya montaba feliz sobre el lomo del Palomo. Aquel caballo blanco, poco más grande que un pony, con el cual los cinco hermanos Díaz-Durán Alvarado aprendimos a montar. De buen corazón como pocas bestias de cuatro patas, o dos piernas, que nos transmitió su valentía a los inquietos y revoltosos niños que peleábamos por cabalgarlo. En especial a Carolina, que a pesar de ser algo consentida de niña, principalmente por mi papá, creció siendo una de las personas más dulces y nobles que conozco. Y ahora de adulta se transformó en una mujer, madre y esposa, de una fortaleza admirable.

Su vida ha transcurrido entre verticales, muros y rías. Entre clases y competencias. Entre muchos premios y algunas derrotas. Entre más risas que lágrimas. Hoy, ese andar único e irrepetible de cada individuo le presenta un nuevo reto. Aunque el obstáculo más difícil ya lo superó con la tranquilidad que debe prevalecer en el espíritu de todo jinete que se precie de serlo. A golpes y con fracturas se aprende a montar. Al menos, así nos enseñaron los distintos entrenadores con quienes hemos aprendido sobre este aguerrido deporte. Hoy, es mi hermana una de esas personas que enseña a otros a ganar. Carolina: recuerde la lección.

La queremos un montón
y ¡qué más quisiéramos que poder aliviar su dolor! Sé que la siguiente combinación a vencer es el tiempo necesario para recuperarse de la caída. Pero, como siempre, sé que se va a levantar erguida y dispuesta a seguir acumulando trofeos en su riquísima vida. Le Haim, Carolina.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 23 de noviembre de 2009. Las fotografías de Carolina, ¡quién sabe quién las tomó! Pudo ser mi papá o mi abuelito Papaché. Yo sólo me hago responsable de la edición.

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1.13.2009

V




Nota: este artículo fue publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 27 de octubre de 2008. La foto fue tomada el viernes 9 de enero de 2009 por mi amigo Jorge Jacobs, desde la parte superior del asteroide B506. Visualizada y contextualizada por mí, el domingo 11 de enero de 2009.




Victoria. Ventura. Vendetta, una de mis películas preferidas. Viernes, el día que generalmente escribo estas líneas que ustedes leen. Sin embargo, la semana antepasada las palabras fueron ordenadas un día antes. ¿Qué sucedió en mi vida ese viernes que no me dediqué a presionar teclas para verter ideas en una pantalla en blanco? No sé. Estaba viva pero no lo viví. Sólo me lo contaron…

V que en números romanos significa un lustro: 5 años. Lustrum: limpieza. ¿Qué hacía hace un lustro? ¿Viviré dentro de 5 años?

V de valentía, vademécum y vacío. O vaciar. V de Vesícula… “Mide 6.5 por 3.5 centímetros. La superficie es amarillenta, blanquecina, lisa, brillante, con escasos depósitos fibrinosos. Al corte presenta paredes de 0.3 cm. La mucosa se observa amarillenta, irregular, apreciándose múltiples cálculos amarillos, los cuales se polifragmentan con facilidad. Miden entre 0.3 y 0.7 cm. Biliar con infiltrado rico en neutrófilos. Invaginaciones de la mucosa sobre la muscular. Hemorragia. Diagnóstico: colecistitis aguda gangrenosa. Piocolecisto.”

Veloz. En el filme titulado Juno, el nombre de su protagonista, esta adolescente, soltera y embarazada, se cuestiona sobre temas que considera más allá de su nivel de madurez. Juno cree que corre el riesgo de perder su Fe en la humanidad. Al pedirle su padre, Mac MacGuff, que le especifique qué es lo que la atormenta, le responde con la pregunta que la mayoría nos hemos hecho a lo largo de toda la historia: “Two people can stay together for good? People in love?” Para terminar con un reclamo urgente: “I need to know that two people can stay happy together forever”.

Visión. El padre, después de recordarle lo complicado que puede ser alcanzar ese objetivo, le aconseja: “The best thing you can do is find a person who loves you for exactly what you are. Good mood, bad mood. Ugly, pretty. Handsome, what have you. The right person’s still gonna think the sun shines out your ass. That’s the kind of person that’s worth sticking with”. Slang incluido, que aclarador consejo aplicable a todas nuestras relaciones: familiares, amistosas y laborales. Verdad.

Valores. Gracias mamá, papá, Rocío, Augusto, Kathy, Carolina… Gracias LuisFi, Raúl, María Dolores, Jorge, Estuardo, Madre Ivonne, Pedro, Martín, Adrián, Mario, Carmen V… Gracias a Carmen Ch. Gracias a todos aquellos que me visitaron durante mi estadía en el Hue Hue: gracias a su equipo de enfermeras. Gracias Edgar López, Mario Duarte. Gracias a quienes llamaron, escribieron, preguntaron por mi estado… siempre esperanzado. Gracias a esa presencia de múltiples nombres, difícil de describir, fácil de sentir.


V de vida. Una vida que es volátil. Como canta Alejandro Sanz, tal vez "vivir es lo más peligroso que tiene la vida". Pero si algo reafirmé en estos días es que vale la pena vivir: la vida es el máximo placer. El espacio real donde encontramos, y a veces perdemos, la felicidad.

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2.06.2007

Ser bueno




En diciembre de 2005, Joseph Ratzinger, conocido como Benedicto XVI, máximo jerarca de la Iglesia Católica, dijo que ser bueno no es aburrido e instó a las personas a rechazar la idea de que se están perdiendo algo si no pecan. "Surge en nosotros la sospecha de que una persona que no peca es, al fin y al cabo, aburrida; que se está perdiendo algo en la vida: la impresionante dimensión de ser libre," declaró. "Pensamos que tratar con el diablo, reservándonos una pequeña autonomía frente a Dios es, después de todo, bueno o incluso necesario. Pero mirando al mundo alrededor nuestro podemos ver que no es así," afirmó.


Yo no sé si ser bueno es o no es aburrido. Todo depende a la definición que se le dé a ser bueno. Sólo sé que todos lo seres humanos somos capaces de las más buenas y nobles acciones o de las más malas y cobardes jamás imaginadas.

Si por ser bueno entendemos respetar a los otros y aceptar que el ejercicio de mis derechos no debe violar los derechos de los otros, ser bueno lo considero una obligación.

Si ser bueno implica no entrometerme en la esfera privada de los demás y lo que ellos libremente decidan hacer en su vida (su proyecto personal), básicamente no interferir en la intimidad de los demás si no me han invitado ellos a hacerlo, ser bueno me parece necesario.

Manipular emotivamente a los demás, inculcándoles miedo por el castigo después de la muerte, creo que no es, precisamente, ser bueno. Y considero que pretender imponer las elecciones que uno ha hecho para sí mismo a los otros es ser malo. Extremadamente malo.

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