Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

10.29.2018

La CICIG controlada




Sin duda, había que tomar en serio la llamada del 6 de septiembre pasado de Mike Pompeo a Jimmy Morales para comunicarle, entre otras cosas, de que el gobierno de su país iba a apoyar a la CICIG, pero reformada. Y como es la política de interesada, parece que dejaron, para apaciguar las aguas, a su principal defensora en EE.UU., la congresista demócrata de origen guatemalteco, Norma Torres, anunciar cuáles serán los cambios generales a la CICIG reformada, además de otorgarle, como premio de consolación, comunicar la buena nueva de la liberación de los fondos que habían congelado.

El anuncio de la liberación de los fondos del gobierno de Estados Unidos para la CICIG, sumado a las condiciones para esa liberación, significa que han discutido el tema de la CICIG y los cambios necesarios al acuerdo original firmado con la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Sin embargo, estos cambios no son exactamente los que piden nuestros gobernantes, que exigen la destitución de Iván Velásquez. Pero, al parecer, tanto los republicanos como los demócratas encargados de la negociación, se decantaron por la propuesta de António Guterres, Secretario General de la ONU, de nombrar un comisionado adjunto, que deberá tener la bendición de la administración de Trump.

El comunicado de la congresista fue muy vago en cuanto a los cambios a realizar. De manera general menciona, además del nombramiento de un comisionado adjunto, que van a establecer un mecanismo de revisión externa de la CICIG y nuevos lineamientos internos. Además, Torres anunció que el gobierno de EE.UU. y Naciones Unidas firmaron un acuerdo para la donación de seis millones de dólares a la CICIG. Imagino que lo anterior significa un mayor control externo, que puede implicar auditorías periódicas de parte de la ONU y reportes trimestrales a los países donantes.

No especificaron cuáles van a ser los cambios internos, aunque podemos relacionarlos con el comunicado que hizo casi simultáneamente Iván Velásquez de la concentración de los elementos de la delegación de la CICIG que operaba en Quetzaltenango en las oficinas centrales. Esa delegación estaba dirigida por un funcionario a quien el gobierno de Estados Unidos le quitó la visa como consecuencia de varias acusaciones en su contra de mantener relaciones con terroristas de las FARC, de lo cual no tengo más información que la que ha circulado en los medios y en las redes.

Habrá que estar atentos a los cambios que se den en los próximos días en la CICIG, que pueden incluir la sustitución de los funcionarios a los cuales les negaron la visa de cortesía. Si a lo mencionado añadimos la reciente decisión de los magistrados de la CC, que se negaron a conocer las acciones en contra de la negativa a otorgar tales visas, podemos esperar que, tal vez, pronto termine la crisis relacionada con la CICIG. Una de tantas preguntas que me queda por responder es por qué Consuelo Porras, Fiscal General, autorizó que la Fiscalía Especial Contra la Impunidad de Quetzaltenango, también suspendiera transitoriamente sus operaciones y se trasladaran a las oficinas centrales en Guatemala. ¿Será parte de los cambios a la CICIG reformada?


Artículo publicado en el diario guatemalteco “El Siglo”, el lunes 29 de octubre de 2018.

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10.22.2018

Marcha a lo incomprendido

Tanto la fotografía como el texto son de mi autoría y mi responsabilidad.


Muchos años después, frente a la Estatua de la Libertad, el joven inmigrante Gabriel García, había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a vivir al país más cercano al paraíso capitalista: Estados Unidos. García no ha llegado a marqués, pero vive mucho mejor de como viviría si se hubiera quedado en Honduras. No está muy seguro de cuál es el motivo de la diferencia, pero intuye que algo tiene que ver con lo que representa esa enorme escultura de una mujer sosteniendo una antorcha.

García entiende que emigrar, a pesar de los peligros y riesgos que se enfrentan, representa una especie de renacer para quienes el presente gris que ofrecen sus países de origen, presagia un futuro negro. Sabe que aunque algunos pagan con su propia vida la osadía de desafiar a los gobiernos de sus países y de los países a los cuales deciden emigrar, no hay uno solo que no espere un mañana más seguro en esas tierras que en un principio les son ajenas. De lo contrario, nunca se hubieran arriesgado a emigrar.

No obstante, García como la mayoría de los inmigrantes, no entiende a cabalidad por qué en Estados Unidos hay mucho más oportunidades de progresar que las pocas opciones que hay en sus naciones. Eso sí, aprendió que parte vital de la libertad del ser humano es la de elegir dónde vivir su vida. Está seguro de que la inmigración no es mala. Que querer mejorar la calidad de vida propia y la de nuestros seres queridos no es un delito, menos un crimen. Confirmó que la mayoría de los estadounidenses lo entienden de igual manera. Por eso sus padres encontraron trabajo recién llegados, así como lo encontró él al momento de terminar sus estudios.

“Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría y también de la locura…; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación”, pensaba el guatemalteco Carlos Boz al comparar la historia de su ciudad original con su ciudad actual. Boz se había unido a la marcha de los hondureños cuyo objetivo era llegar al país donde aún se podían cumplir los sueños, si uno estaba dispuesto a trabajar.

Boz extrañaba su amado terruño, y se preguntaba por qué no logró enriquecerse en éste. Buscando respuestas, se topó con otro inmigrante llamado Luis Vonmises, quien le explicó que “nadie puede encontrar una salida segura para sí mismo si la sociedad está avanzando hacia la destrucción. Por lo tanto, todos, en su propio interés, deben lanzarse vigorosamente a la batalla intelectual. Ninguno puede apartarse con despreocupación; los intereses de todos dependen del resultado. Ya sea que elija o no, cada hombre se ve arrastrado a la gran lucha histórica, la batalla decisiva en la que nuestra época nos ha sumido”.

Siguiendo las enseñanzas de Vonmises, Boz se cuestionó, investigó y deliberó, llegando a la conclusión de que la diferencia principal radicaba en el sistema de normas. Aún no entiende plenamente por qué, pero sí está seguro de que nada que le ofrezcan los gobernantes en nombre del Estado será una realidad. Sabe que las promesas de campaña de los políticos son un engaño. Aceptó que el único responsable de su prosperidad es el mismo. Nadie más.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “El Siglo”, el lunes 22 de octubre de 2018.

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10.15.2018

El suicidio de Roxana




Roxana Baldetti se suicidó hace muchos años. Aclaro que uso el término de una manera metafórica, ya que, al menos mientras escribo estas líneas, la exvicepresidente sigue vivita y coleando y, según el informe del Inacif, con ánimo de continuar adelante a pesar de las condiciones en las cuales se encuentra en la cárcel de Santa Teresa. Condiciones que, por más privilegiada que sea Baldetti, ni de broma se parecen a las condiciones en las cuales esperaba vivir después de su paso por el gobierno. El suicidio que cometió Roxana, y cometen muchos más de quienes llegan al ejercicio del poder, es el suicidio moral. Ese del cual podrían resucitar si reconocieran sus errores y pagaran las consecuencias de sus acciones retribuyendo justamente a sus víctimas.

Roxana se suicidó en el momento en el cual decidió ser deshonesta, arrogante y viciosa. Se suicidó cuando se dejó de valorar. Se suicidó en el momento en el cual decidió ser inmoral, ser corrupta. “Lo moral es lo escogido, no lo forzado; lo comprendido, no lo obedecido. Lo moral es lo racional…”, escribió Ayn Rand. Lo moral es tomar las decisiones correctas para asegurar nuestra felicidad. Es saber diferenciar entre lo que es bueno y lo que es malo. Las acciones habituales tienen consecuencias. Si la consecuencia es deseable, es un hábito bueno. Si no es deseable, es un hábito "malo". Si no es ni bueno ni malo, es un hábito irrelevante.

Una virtud es un hábito moralmente bueno que promueve un buen propósito con un significado moral. Una acción es moralmente significativa cuando trata asuntos que son fundamentalmente importantes para la vida y el bienestar humanos. ¿Cuáles son los principios básicos según los cuales uno debe vivir? ¿Cómo se debe tratar con otras personas? ¿Cuáles son los roles de la razón y la emoción para vivir una buena vida? Estas y otras preguntas similares son esenciales para nuestra existencia y, por lo tanto, tienen un significado moral. Tales preguntas y sus respuestas caen dentro de la esfera de la ética o la filosofía moral.

Aquel que practica la virtud del orgullo no es ni vanidoso ni arrogante como lo ha sido Roxana Baldetti que aún presume ser quien no es. Ser orgulloso implica practicar el hábito de adquirir y crear los valores de carácter que lo hacen a uno merecedor de florecer, sentirnos dignos de vivir y tenernos en gran estima: valorarnos a nosotros mismos. Exigirnos ser llenos de virtudes y no cometer actos vergonzosos. Nunca aceptar una culpa inmerecida, corregir los agravios y errores cometidos, no permitir ser tratados como menos que persona. No aceptar el papel de animal de sacrificio, ni de esclavo, ni de objeto. Es una virtud introvertida: conseguir dentro de nosotros el mejor carácter posible, sin manchas, sin ser presumidos, fanfarrones, ostentosos. Sin pretender impresionar a otros o convertir nuestra vida en una competencia cuyo objetivo es alardear de la supuesta superioridad de uno sobre los demás.

Nuestra vida y nuestra felicidad dependen de que las elecciones que hagamos sean las correctas. Ser libre significa que tus elecciones son tuyas, ya que no existe un ente del gobierno capaz de monitorear cada una de nuestras acciones, cada uno de nuestros pensamientos, cada uno de nuestros impulsos. Ninguna organización del gobierno puede prevenir cada acto de violencia porque cada acto de violencia es una expresión del poder humano. No hay burocracia estatal que sea más poderosa que las acciones de los individuos que somos libres de elegir hacer el bien o hacer el mal: libres de determinar el curso de nuestras vidas, libres de tomar nuestras propias decisiones. Ser libres también significa que podemos elegir hacer cosas terribles. Somos libres para ser buenas o malas personas. Aquellos que como Roxana eligen la vida inmoral nunca alcanzaran la verdadera felicidad, porque eligieron el suicidio moral.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “El Siglo”, el lunes 14 de octubre de 2018.

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10.08.2018

El popular populismo




El avance de los populistas, tanto a la izquierda como a la derecha, lamentablemente no muestra signos de desaceleración. Irónicamente, son las políticas populistas las principales responsables de la desaceleración económica que agobia a la mayoría de guatemaltecos. Populista son todos aquellos que promueven el estatismo y el intervencionismo. El objetivo del populista no es reducir la pobreza, al menos la ajena, sino beneficiarse de gestionar o promover el asistencialismo propio del Estado Benefactor.

Es probable que el término populismo sea hoy uno de los más usados en la jerga política. Y como todo término, para entenderlo e integrarlo sin contradicciones a nuestro conocimiento, hay que definirlo y explicarlo correctamente, además de ponerlo en contexto. De lo contrario, será una palabra más que se usará antojadizamente para calificar cualquier cosa o a cualquiera, sin importar que aplique o no su uso. No se diga, que sea utilizado para manipular a gente que me atrevo a catalogar -siendo benévola- de ingenua; porque creen ciegamente lo que otros dicen, particularmente si creerles va a significar que será menor el esfuerzo que tendrán que hacer para satisfacer sus necesidades.

Gente que no se cuestiona la veracidad o falsedad de lo que le ofrecen los políticos. Temen que, al cuestionarse y cuestionar si es posible cumplir o no las promesas de sus candidatos, los obligue a reconocer la realidad que no siempre agrada a la mayoría, porque los fuerza a enfrentar el engaño que tristemente ha sostenido sus vidas. La verdad no siempre es popular, porque reclama, una vez reconocida, ser obedecida. De lo contrario, no habrá excusas que expliquen sus fracasos, y tendrán que aceptar que éstos son el resultado de sus decisiones basadas en mentiras.

Populista es todo aquel que le dice al pueblo, a las masas, lo que quieren escuchar, no lo que deben saber. Que se aprovechan de la pereza intelectual de la gente, que quiere oír que alguien más es culpable de su situación y que otra persona se hará cargo de ellos cuando llegue al ejercicio del poder. Y con gusto, el populista asumirá el papel de salvador. Total, al populista no le interesa la verdad, lo que le importa es ser popular. Lo que le interesa es llegar a gobernar, preferiblemente sin límites.

Según el politólogo español, Eduardo Fernández Luiña, el populismo es una estrategia para concentrar poder político, propio de la naturaleza de la democracia, que responde a los intereses de una minoría política organizada. Por supuesto, necesita de líderes carismáticos que sepan endulzar los oídos de los electores y convencerlos para que voten por él y por su propuesta. Para germinar la semilla del populismo, necesita de un ambiente de descontento generalizado en la población. Sin duda, Edu describe bien la situación que vivimos hoy en Guatemala a las puertas de una nueva elección. ¿Qué irá a pasar? Dependerá de nosotros y de que no nos dejemos engañar.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “El Siglo”, el lunes 8 de octubre de 2018.

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10.01.2018

Las recetas de la miseria





Recetas que enferman la moral productiva de los miembros de la sociedad. No se necesitan políticas para incentivar ninguna actividad productiva. Lo que necesitamos es que NO estorben la creación de riqueza, en cualquier actividad, con impuestos directos, préstamos a los gobernantes e intervención gubernamental, que son las recetas favoritas de los principales cocineros de la pobreza: los burócratas de los organismos supranacionales.

Según Rebeca Arias, Coordinadora Residente del Sistema de Naciones Unidas en Guatemala, en países altamente vulnerables a desastres naturales, como es el caso de nuestro país, la cultura de la gestión de riesgo es la única manera de asegurar el progreso. No obstante, lo que Arias no se da cuenta, o no le conviene reconocer, es que uno de los principales riesgos que corremos los guatemaltecos son burócratas como ella y sus recetas que obstaculizan la creación de riqueza.

Que mejor ejemplo de lo anterior que Jorge Familiar, vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe, que le encanta visitar Guatemala para ofrecerles un negocio redondo a nuestros gobernantes: más préstamos que ellos van a recibir y  nosotros, los tributarios, tendremos que pagar. Por supuesto, la venta de la idea a los que seremos endeudados está disfrazada de buenas intenciones y declaraciones como la siguiente: “Lo que nos interesa es apoyar al pueblo de Guatemala en la erradicación de la pobreza, en la promoción de la prosperidad compartida y en el combate a la vulnerabilidad”.

Lo que el señor Familiar omite es que una buena parte de esos préstamos se la quedan ellos por medio de “estudios, consultorías, evaluaciones…” y cualquier cosa que se les ocurra que les permita apropiarse de una tajada del préstamo. Por supuesto, la mayoría del dinero es dilapidada y el resto termina en los bolsillos de los funcionarios del gobierno que estén a cargo de ejecutarlos y, probablemente, algunos familiares o amigos suyos. En fin, todo queda dentro de la familia burocrática, nacional y supranacional.

La “vulnerabilidad y la pobreza” NO son consecuencia de la falta de una política de prevención de riesgos y desastres, como, convenientemente, creen los burócratas de la ONU y otras organizaciones estatales supranacionales. Y nuestra verdadera vulnerabilidad es el poder casi ilimitado que gozan nuestros gobernantes para impedir el progreso, más allá de los discursos políticamente correctos y bienintencionados. Poder que usan para violentar nuestros derechos, endeudarnos y enriquecerse ellos a costa de nosotros. Es esa vulnerabilidad la que debemos acabar para poder prosperar.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “El Siglo”, el lunes 1 de octubre de 2018.

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