Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

10.31.2011

El tesorito



No es un cantante. Tampoco un actor de telenovelas. Sin duda, no es ella (la tesorito), ni se llama Laura ni su apellido es León. El tesorito es el objeto del deseo de la mayoría de quienes quieren llegar al ejercicio del poder. El tesorito está constituido por dos elementos con un solo objetivo: hacer sentir (que no es lo mismo que ser) a quien lo posee que es una persona valiosa, indispensable y admirada. Alguien capaz de decidir por el resto y superior a los demás. ¡Y ay de aquel que se atreve a contradecirlo o a gritar a los cuatro vientos: el emperador va desnudo! Aquel que le recuerda la verdad: que todo su mundo es una mentira.

Creen que la parte más importante del ansiado bien, la parte tangible, la van a encontrar en las arcas públicas. Esa especie de agujeros negros terrestres en los cuales todo el dinero que entra desaparece por obra (que no son carreteras) y arte de magia (ahora los ve, ahora no los ve: ni los billetes, ni la seguridad, ni la justicia, ni la educación, ni la salud, ni los puentes…) de los gobernantes que los administran. ¿O los reparten? ¿Entre quiénes? Arcas que son alimentadas con fondos privados que fueron expoliados a sus legítimos dueños, a los creadores de riqueza.

Según mi parecer, la urgencia (que, por cierto, nunca es satisfecha) de ser adulado es el segundo componente del tesorito, junto con la creencia de que son ellos quienes mandan. Un factor necesario para mantener la ilusión de una alta autoestima en quienes usurpan el lugar del mandante, siendo ellos simples mandatarios. Un peligroso delirio de quien en su interior sabe que es todo lo contrario. Podemos evitar el juicio de los otros, pero nunca el juicio propio.

La ironía es que al final ni siquiera van a encontrar lo que verdaderamente buscan, como lo busca todo ser humano: el placer de ser una persona digna de admiración y orgullosa de sus logros legítimos. Terminan rodeados de personas como ellos (los pares se atraen y se relacionan entre sí), en una constante negación de la realidad, sin confiar en nadie, sabiendo que la mayoría de quienes los rodean lo hacen por un interés mezquino y que en cualquier momento los van a traicionar.

Por estas fechas en Guatemala dos facciones se pelean por quedarse con el tesorito. El día que se definirá quién podrá meterle las manos por cuatros años es el próximo 6 de noviembre. El grupo que se considera ganador ya no utiliza un mapa para encontrar el tesorito… o abrirlo. La nueva moda es la llave secreta. ¿Por qué secreta? ¡Quién sabe! Tal vez Alí Babá podría descifrar el misterio. Mientras, los miembros de la otra pandilla, en especial su líder, ya no saben ni qué ofrecer con tal de que los favorecidos sean ellos. En fin, a nosotros, los responsables de llenar los cofres que contienen el tesorito, no nos queda más que observar… por el momento. Luego, debemos cerrar las arcas de una vez por todas. Y alejarlas lo más posible de los piratas.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno” el lunes 31 de octubre de 2011. La imagen la bajé del Internet.

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10.24.2011

De vuelta en vuelta



De vuelta en vuelta del reloj, vueltas de doce horas por dos, nos acercamos al 6 de noviembre, día de la segunda vuelta electoral, en la cual se va a elegir entre dos opciones que ni dándoles la vuelta satisfacen las más mínimas expectativas que una persona sensata tiene de quien será el primer mandatario del país: o sea, el primer mandadero de los mandantes, que somos nosotros.

La más reciente muestra de a qué tipo de gente pertenecen, la vimos el pasado lunes en el espectáculo que brindaron a los asistentes al circo de nombre debate presidencial. No pienso ahondar más en este asunto ya que de todo se ha dicho: desde que hicieron el ridículo hasta que ese era el show que los asistentes (al menos la mayoría) esperaban. Yo, prefiero darle la vuelta a la página y continuar leyendo el libro que vamos escribiendo. Obra que será conocida por nuestros descendientes como la historia de Guatemala de principios del siglo veintiuno.

Por cierto, está de vuelta la temporada fría de nuestra eterna primavera. Una baja en la temperatura que alejó las lluvias que le dieron vuelta a la vida de miles de personas. A varios de ellos, creen algunos, los llevó de vuelta al reino de dónde vinieron: una idea que sirve de consuelo para quienes, de vuelta en la realidad, los lloran. Esta situación me hace traer de vuelta al ruedo de la discusión, el innegable hecho de que la causa de las desgracias que enfrentan tantos, es el sistema contrario a la naturaleza humana que rige nuestra sociedad y la corrupción generalizada que este permite.

¿Cuándo darán una vuelta por nuestra nación la justicia y la razón? La primera para que los responsables de la tragedia que vive la mayoría paguen por sus crímenes y compensen a sus víctimas. Y la segunda para que los ciudadanos de Guatemala, asumamos la responsabilidad de nuestras vidas y renunciemos al Estado benefactor/mercantilista que ilusoriamente promete asumirla por nosotros. Una vuelta a la era de la ilustración, post revolución industrial, sería lo ideal. Una República de verdad.

Y dentro de tantas vueltas que ya me tienen mareada, quiero recordarles a quienes se quejan de que hayan cancelado la vuelta ciclística que, a pesar de que dejó de llover y el sol está de vuelta, las carreteras de nuestro terruño están de vuelta en el taller de reparaciones, motivo por el cual hubiera sido una irresponsabilidad arriesgar la vida de los participantes en la mencionada actividad deportiva.

Al final, lo que seguro nunca vuelve es el pasado. Sí, se dan la vuelta por nuestro presente las memorias de lo que fue. Sin embargo, no podemos cambiar el ayer, pero sí configurar hoy el mañana de tal manera que, cuando estén de vuelta las lluvias por estos lares, estemos preparados para afrontarlas y vencerlas. Lo mismo aplica a su vida: de una vuelta por su interior y pregúntese si es necesario darle la vuelta a sus decisiones para darle la vuelta a su existencia.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno” el lunes 24 de octubre de 2011. La imagen la bajé del blog “Sin Saldo”.

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10.17.2011

De mandantes a siervos




Cuando los empresarios dejan de admirar a los creadores de riqueza y se dedican a alabar a los distribuidores de ésta, a los políticos que han ejercido el poder medianamente regular, personajes con un discurso políticamente correcto (en pro de la educación y la democracia) es una clara señal de que algo anda mal, muy mal.

Cuando los empresarios demandan que los candidatos a gobernante cumplan sus promesas (la mayoría de éstas populistas, además de nefastas en el largo plazo), podemos estar seguros de que nuestras condiciones de vida van a empeorar.

Cuando los empresarios creen que la pobreza tiene causas, y que “los factores que inciden en ésta son la mala infraestructura, la desnutrición, la deficiencia educativa y la falta de seguridad” (consecuencias de un sistema de normas injusto) es una muestra más de que andamos en el camino equivocado.

Cuando los empresarios opinan que la solución es un gran acuerdo nacional (entre veinte individuos que pretenden que hablan por el resto), es un indicio de que las circunstancias no van a cambiar para el bien de todos.

Cuando los empresarios, renunciando a su calidad de mandantes, aceptan que es la voluntad política la que manda, permiten que los saqueadores sigan reinando y consienten convertirse en siervos. Reino que acaba cuando los creadores dejan de crear o emigran a un lugar donde puedan disfrutar del fruto de su trabajo, de su mente y de los riesgos que asumen.

Cuando los empresarios se confunden con los mercantilistas, y los creadores de riqueza son sustituidos por malos herederos en busca de su espacio y de diferenciarse de sus antepasados en lugar de honrarlos con trabajo productivo, es casi una sentencia final al destino fatal de una sociedad.

En mi artículo titulado “Guatemala, ¿es una sociedad condenada?” (9/1/2008), compartí la siguiente cita de “La rebelión de Atlas”, escrita por Ayn Rand: “Cuando advierta que para producir necesita obtener autorización de quienes no producen nada. Cuando compruebe que el dinero fluye hacia quienes trafican no bienes, sino favores. Cuando perciba que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por el trabajo, y que las leyes no lo protegen contra ellos sino, por el contrario, son ellos los que están protegidos contra usted. Cuando repare que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un autosacrificio, entonces podrá afirmar, sin temor a equivocarse, que su sociedad está condenada."

Pienso que, a pesar de la evidencia, Guatemala aún es rescatable. Pero este rescate no será producto de la intervención de los gobernantes ni del cabildeo de las elites en decadencia y los oportunistas de los grupos de presión. Tampoco será obra de gente bien intencionada pero mal informada: estos pueden hacer aún más daño que los pícaros que mienten descaradamente. El cambio necesario será el resultado de que el resto nos aclararemos las ideas y actuemos coherentemente con la realidad.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno” el lunes 17 de octubre de 2011. La imagen de la escultura "Hombre de rodillas" de Jean Lepêtre la bajé de Internet.

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10.10.2011

Jobs



Trabajos, trabajos, muchos trabajos de apellido productivos. Esos, y muchos valores más, fueron el resultado de la laboriosidad de Steve Jobs: un autentico Hank Rearden, de los que quisiera existieran millones. Además de esos trabajos que recuerdan su propio apellido (jobs), su genio legó a la humanidad una riqueza incomparable, que nos permite hoy vivir en mejores condiciones que las afrontadas por nuestros antepasados.

Como bien escribieron Yaron Brook y Don Watkins en www.forbes.com el pasado jueves 6 de octubre: “There is a widespread recognition that Jobs was a creative genius who changed our world profoundly and for the better... there is nothing greater or nobler than the creative geniuses whose productive ability has created our modern world.” (“Hay un reconocimiento generalizado de que Jobs era un creativo genial que cambió nuestro mundo profundamente y para mejor... no hay nada más grande y más bello que los genios creativos cuya capacidad productiva ha creado nuestro mundo moderno”.)

El célebre discurso de Jobs en Stanford University en 2005 me ha inspirado a ser mejor persona y apreciar más mi vida. Me atrevo a pensar que no soy la única que se ha sentido de tal manera. La vida es movimiento. El movimiento es acción. Las acciones son la consecuencia de nuestras decisiones. Steve Jobs fue un hombre de acción, que no esperó que otros (el Estado, la sociedad, el vecino…) le solucionaran la vida. Él se movió en pos de sus objetivos. No exigió a otros más de lo que se exigió a sí mismo. Siempre quien actúa es un individuo concreto. Ahí radica la importancia de tener claros nuestro propósito y el sentido de nuestra vida: quién queremos ser y cómo lo vamos a lograr.

Steve Jobs fue alguien que, independientemente de las circunstancias en las que nació y creció, nunca se lamentó de su miserable suerte, ni esperó que el Welfare State (como hacen otros) le entregara un cheque mensual que le asegurara alimento y techo a costa de vivir una vida mediocre y conformista (¿Acaso es eso vivir? Eso es vegetar y ver pasar la vida). Por el contrario, buscó ser alguien productivo e independiente. Decidió utilizar su mente y arriesgarse a crear. Un hombre moralmente digno.

Alcanzó sus objetivos haciendo lo que amaba. Se olvidó de la inevitable muerte y se preocupó por vivir. Vamos a sentir la ausencia de Steve Jobs porque mientras vivió se sintió su presencia. Aún aquellos que no son capaces de superar sus complejos e intentan demeritar la obra de los creadores, irónicamente, necesitan de sus creaciones para soltar su veneno. Sin genios como Jobs, ni siquiera se escucharía la voz de los resentidos, los envidiosos y los saqueadores. Una ironía más del sistema de normas que imperan hoy y son contrarias a nuestra naturaleza.

Quiero vivir mi vida como la de todos aquellos que han sentido el orgullo de ser el producto de su mente y su esfuerzo. Viva eternamente el ejemplo de Steve Jobs.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 10 de octubre de 2011. La imagen la bajé de la Internet.

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10.03.2011

Si yo fuera Jennifer


Y viviera dentro de un sistema de incentivos correctos, probablemente no hubiera muerto de forma trágica siendo apenas una niña. Habría menos posibilidades de que un degenerado criminal me hubiera violado, torturado y asesinado cuando tenía apenas ocho años. Un antisocial que, además, era mi familiar. Una bestia que también mató a su propia abuela. A mi abuela de nombre Argentina, de nacionalidad guatemalteca. Y si aún así mi primo hubiera acabado con nosotros, mi madre, Ana Lorena, sabría que se haría justicia y Jefrey pagaría las consecuencias de sus acciones y la compensaría, siendo ella la única víctima que todavía vivía.

La semana pasada leí varios capítulos del libro "Los fundamentos de la moral" de Henry Hazlitt para la discusión socrática del Club de Lectura del Centro de Ética David Hume. Menciono lo anterior, porque en el capítulo 8 (La necesidad de reglas generales) Hazlitt cita precisamente a Hume y su obra “A treatise of Human Nature” (1740) afirmando que "...sin justicia la sociedad se ve obligada a disolverse inmediatamente, y cada uno caerá en una condición salvaje y aislada, infinitamente peor que la peor situación que pueda ser posible suponer en la sociedad…cuando los hombres han tenido la suficiente experiencia para observar que…todo el sistema de acciones en el que la sociedad entera concurre es infinitamente ventajoso para el todo y para cada parte, no pasa mucho tiempo sin que la justicia y la propiedad se imponga".

Pensé que el vil asesinato de Jennifer y su abuela Argentina es una consecuencia más de vivir en el marco de un sistema legislativo de reglas arbitrarias, que privilegian a unos a costa del resto. Un caprichoso producto de la voluntad del legislador de turno (y todo aquel que haya ejercido el cargo de legislador dentro del sistema mencionado). Voluntad generalmente comprada. Voluntad que se vende a conveniencia del mejor postor. Por supuesto, voluntad que busca sus propios intereses, más allá del discurso bien intencionado que haya utilizado para llegar a la posición de poder que ocupa o haya ocupado.

La lectura de estos capítulos que tratan sobre las reglas generales y de aplicación universal (un sistema de incentivos correctos basado en principios objetivos), me sirvieron para afirmar mi convicción de por qué en Guatemala pasan frecuentemente hechos despreciables como la muerte de Jennifer, una criatura de ocho años cuyo sueño era llegar pronto a ser una mujer adulta. En Guatemala NO hay justicia. Y no la hay precisamente por el sistema en el cual vivimos: un Estado benefactor/mercantilista.

También afirmó mi convicción de que si de verdad la mayoría queremos vivir en otras condiciones, vivir en una sociedad basada en el respeto de los derechos individuales de los unos a los otros, los mandantes (con carácter de urgencia) debemos presionar para que sea consultada y ¡ojalá! aprobada la modificación a nuestra Constitución propuesta por ProReforma.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 3 de octubre de 2011. En la foto, Jennifer y su abuelita Argentina.

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