Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

3.25.2019

¿Política y noticias o entretenimiento? Segunda parte




El uso de los avances tecnológicos, principalmente en el área de las comunicaciones, y las ventajas que la inteligencia artificial traen a la misma, representan hoy los principales retos a vencer en el proceso de diferenciar la información falsa de la verdadera. Lo anterior pareciera ser una ironía, sin embargo, es una consecuencia lógica de la acción humana y la libertad que la Internet nos ha dado para expresarnos. El abuso que hacen muchos de esa libertad, es parte del proceso de aprender a ser libres: entender que la libertad implica asumir la responsabilidad de nuestros actos.

Todos estos avances tecnológicos a los que hago mención, garantizan que las noticias, o los artículos que dicen ser noticias, sean una presencia casi permanente en nuestras vidas. Somos constantemente bombardeados con información, tanto relevante como irrelevante, las 24 horas del día, los siete días de la semana, los 365 días del año. Todo gracias a las supuestas noticias de última hora que llegan a nuestros teléfonos inteligentes por medio de las redes sociales.

Hay un problema aún mayor con la adicción a estar informado, sin importar que las noticias que recibamos sean o no hechos confirmados. Los noticieros de los medios tradicionales, televisión y radio, rara vez brindan la información en detalle que una sociedad necesita para estar verdaderamente enterada de la realidad. En un segmento en los programas de noticias, cuando mucho de tres minutos, no pueden brindar un análisis en profundidad de lo que sucede local e internacionalmente, y menos ahondar en las consecuencias que esos hechos pueden tener en la vida de la gente y en el progreso en general. Y es poco probable que nos proporcionen los datos relevantes a la hora de decidir por quién votar.

Es cierto que encontramos en los medios espacios que, se supone, buscan ahondar en los temas complejos, particularmente los políticos, pero, lamentablemente, la objetividad que estos programas deben mantener se pierde en aras del entretenimiento para atraer una mayor audiencia, lo cual se hace a costa del detrimento del análisis, perdiendo así estos programas su razón de ser. Las historias más extensas y profundas se descartan en favor de la diversión y la controversia. La política de entretenimiento ha sustituido a la búsqueda de la verdad de los hechos, la cual es, precisamente, la misión del periodismo.

No obstante todos los cuestionamientos que podamos hacer a la forma en la cual algunos abusan de su libertad de expresión, sea un periodista o cualquier otro individuo, coincido con lo escrito por John Stuart Mill en el segundo capítulo de “On Liberty” en el que señala las consecuencias de regular o intentar controlar las opiniones de las personas, y concluye que las opiniones nunca deben ser reprimidas, afirmando que “Tal prejuicio, o descuido, cuando ocurre, es en conjunto un mal, pero es uno del que no podemos esperar estar siempre exentos, y debe considerarse como el precio pagado por un bien inestimable”. Tolerar los excesos de la libertad de expresión de algunos, es el costo que pagamos para conservar esa libertad, que es nuestra principal defensa contra la tiranía.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “El Siglo”, el lunes 25 de marzo de 2019.

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3.18.2019

¿Política y noticias o entretenimiento?




Hoy iniciamos la campaña electoral más incierta de todo lo que va del presente siglo. Más aún, me atrevo a aseverar que en el tiempo que ha regido la Constitución Política actual, estas son las elecciones más complejas que hemos enfrentado los guatemaltecos. Por ese motivo, es de capital importancia abordar la influencia que tiene la prensa en cualquier sociedad y, más aún en nuestros tiempos, la presión que ejercen las redes sociales en las decisiones individuales y cómo, dentro de tanta información con la que aparentemente contamos, podemos diferenciar los hechos falsos de los verdaderos. En particular los que son de vital interés para nuestro progreso y la búsqueda de nuestra felicidad.

Alexis de Tocqueville, en su obra más conocida, “Democracia en América” en el tercer capítulo de la segunda parte del primer tomo, aborda la trascendencia que tiene la libertad de prensa en el mundo político. Más allá del error epistemológico de llamar “democracia” a la república estadounidense, Tocqueville describe en su obra puntos relevantes en lo que respecta a las características propias de la forma de gobierno republicana, que han permitido a los habitantes del mencionado país una mejora en su calidad de vida como nunca antes se había visto en la historia de la humanidad.

En lo que respecta al tema que quiero abordar en este escrito, Tocqueville considera que “la libertad de prensa no sólo deja sentir su poder sobre las opiniones políticas, sino también sobre todas las opiniones de los hombres. No modifica únicamente las leyes, sino a la vez las costumbres… “La amo” declara Tocqueville “por la consideración de los males que impide mucho más que por los bienes que aporta”.

Más adelante, afirma que “en un país en el que reina ostensiblemente el dogma de la soberanía del pueblo, la censura no solamente constituye un peligro, sino también un gran absurdo. Cuando se concede a cada ciudadano el derecho de gobernar la sociedad, es preciso reconocerle una capacidad de elección entre las distintas opiniones que agitan a sus contemporáneos, y permitirle apreciar los diferentes hechos cuyo conocimiento puede guiarle. La soberanía del pueblo y la libertad de prensa son, pues, dos cosas enteramente correlativas; la censura y el sufragio universal son por el contrario dos cosas que se contradicen”.

Gran parte de lo que hoy nos presentan como noticias, son hechos irrelevantes y superficiales.
Considero que es nuestra responsabilidad cívica conocer los asuntos de actualidad importantes, tanto locales como internacionales, si es que queremos ser ciudadanos responsables y mandantes informados. Sin embargo, es una ironía que cada vez tenemos más información a nuestro alcance, pero conocemos menos sobre la realidad. En los tiempos actuales, el problema es resolver cuáles noticias son ciertas y cuáles son falsas, tarea a la cual me dedicaré en los próximos artículos. Por ahora, termino dejando claro que la responsabilidad primera de hacer esta diferenciación es del ciudadano que busca la información, porque los resultados de sus acciones dependerán de las premisas a partir de las cuales actuó.


Artículo publicado en el diario digital guatemalteco “El Siglo”, el lunes 18 de marzo de 2019.

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3.11.2019

¿Por qué prevalece la ignorancia en la política?




¿Por qué prevalecen en las elecciones políticas los espejitos que suelen ofrecer los políticos cuando se encuentran en campaña? ¿Por qué es diferente la manera en la cual la mayoría de personas actúan cuando se trata de tomar decisiones que afectan directamente, de forma clara y explícita, su esfera personal? Al fin, tarde o temprano, pagaremos las consecuencias de las malas decisiones políticas que tomemos, en las cuales, lamentablemente, se impone la emoción por encima de la razón.

A pocos de días de que empiece formalmente la campaña electoral, aún no tenemos claro qué va a suceder. Al menos ya sabemos cómo interpretó el TSE las modificaciones de 2016 a la LEPP. No obstante, la mayoría de los candidatos a los diferentes cargos de elección, desde ya muestran su incapacidad ¿o su descaro? en el cómo pretenden arreglar lo que consideran nuestros problemas principales. Proliferan los almuerzos gratis (o, más precisamente, los almuerzos robados) que ofrecen a los que voten por ellos, y no las verdaderas propuestas que promueven la prosperidad.

Pero, ¿por qué los almuerzos gratis que ofrecen los candidatos prevalecen electoralmente? ¿Por qué tantos deciden en contra de su bienestar real en el largo plazo y se dejan embaucar, una y otra vez? Brillan por su ausencia los discursos que abordan la realidad, los costos de oportunidad, las ventajas comparativas, la explicación de que los ingresos dentro de un verdadero mercado se obtienen beneficiando a otros, el rol que juega en el progreso el respeto al derecho de propiedad y a las utilidades legítimamente ganadas, la importancia del capital para la transformación de recursos en riqueza y la creación de fuentes de trabajo productivo… En fin, todo aquello necesario para que mejoremos nuestra calidad de vida y, de paso, acabemos con la corrupción, es ajeno a la discusión política.

A menos que los votantes comprendan los mecanismos involucrados en el desarrollo, no podrán evaluar con precisión por cuál político votar. Más aún, prevalecerá la ignorancia económica y la falsa idea de que el gobernante les va a resolver sus problemas y a satisfacer sus necesidades casi que por arte de magia o exprimiendo a los ricos. La ironía es que al final los que salen más perjudicados son precisamente los más pobres que encuentran más obstáculos para superar esa pobreza, y quienes habían logrado superarla pero que al esperar mejorar a partir de la intervención del abstracto Estado, terminan retrocediendo en su calidad de vida en lugar de mejorarla.

Pretender avanzar apoyando la violación de los derechos de otros, no solo es una injusta mentira, sino que termina afectándonos a todos. Aquellos que se benefician de la vasta red de intercambios voluntarios dentro del mercado sin comprenderlos, pueden ser atraídos por los cantos de sirena que, de hecho, socavan los acuerdos que les permitieron superarse. Dentro del sistema Benefactor/Mercantilista, la competencia política promueve falsas esperanzas que solo sirven para que los populistas lleguen al ejercicio del poder.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “El Siglo”, el lunes 11 de marzo de 2019.

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