Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

1.26.2010

Dudas razonables: primer capítulo


Uno de los fundamentos del derecho individual al debido proceso, aplicable a todos, es que nadie debe ser condenado a menos de que se haya probado, sin duda razonable, que el acusado es responsable de los delitos o crímenes que se le imputan. A pesar de que me encantaría profundizar en el porqué de este descubrimiento producto de la evolución del Derecho, sé que hoy debo aprovechar el reducido espacio con que cuento para comentar la hipótesis de Carlos Castresana (CC), titular de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), instituida por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en lo que respecta al asesinato de Rodrigo Rosenberg (RR).

Como aprendiz de escribidora y escéptica que soy de nacimiento, políticamente incorrecta porque me fascina lo correcto, decidí ir contra corriente y no sentarme complacientemente a disfrutar del espectáculo y decir ”amén, caso cerrado” y aplaudir. Y lo anterior lo afirmo tomando en cuenta que una de las personas beneficiadas con lo expuesto por Castresana soy yo. Me refiero en el caso de las demandas ilegítimas e inconstitucionales que presentó Rafael Espada en mi contra en su calidad de Vicepresidente de Guatemala.

Y ya que en estos tiempos están de moda las tragicomedias de entregas por capítulos, decidí hacer lo mismo con el presente artículo. ¿Cuántos episodios les ofrezco? Aún no lo sé a ciencia cierta. Pero, sin duda, serán por lo menos dos.

Quiero dejar claro que lo hago en mi condición de periodista y ciudadana guatemalteca, inquisidora desde que tengo uso de razón. No pretendo convertirme en la abogada defensora del principal acusado del asesinato de Rosenberg: el mismo Rosenberg. Pobre él porque, aparentemente, ni sus familiares van a asumir ese papel. Tampoco pretendo investigar el crimen: no cuento con los recursos para hacerlo ni con los 4 Fantásticos para que me protejan y resguarden mi integridad física mientras se resuelve el misterio. Sólo cumplo con mi responsabilidad de hacer públicas mis dudas razonables sobre lo presentado por Castresana.

Quiero comenzar con un párrafo que leí en la más reciente novela histórica de mi apreciado y admirado Francisco Pérez de Antón, “El sueño de los justos”, novela a la cual, por asuntos que no vienen hoy al caso, me liga un interés personal. En la página 623 de la primera tirada de la citada obra, editada por Alfaguara en 2008, Néstor, el héroe de la historia, piensa: “Otra cosa era entender que no basta con ser justos a sabiendas de que el mundo alrededor es inicuo. Nada es gratuito en la vida, nada bueno se alcanza sin trabajo ni riesgo. Y si en el mundo prevalecía la injusticia era porque muchos hombres, aún siendo justos, seguían creyendo que la justicia es un bien gratuito que otros deben llevarles a su puerta, en vez de un trabajoso derecho que es preciso salir a buscar aun a costa de la propia vida”.

Sirva lo anterior como introducción a esta serie de emisión semanal.

Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 18 de enero de 2010. En la imagen, un collage del célebre personaje de las novelas de Arthur Conan Doyle: Sherlock Colmes.

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1.18.2010

Vida sustantiva


¡Qué placer dejar correr el agua por el cuerpo un día de descanso! Y en especial, al menos en mi caso, tiene un extraño encanto cuando es en domingo. Un domingo cuando empecé a escribir este accidentado apartado en Le Haim. Hoy que Le Haim expandió su territorio a 3,800 caracteres. Por cierto, espero que no me vayan a acusar de invadir otra sección, ya que, por el momento, tengo otras querellas que atender. Otras batallas que ganar.

Lo llamo apartado, porque más que dedicarlo a la placentera tarea de compartir con ustedes mis gustos sibaritas, los maridajes que he disfrutado recientemente o las películas que me gustaría recomendarles, entre tantas otras cosas que enriquecen nuestras vidas, voy a dedicarme a reflexionar sobre mi esencia, que puede tener alguna coincidencia con la suya. Por supuesto, si es que acaso logro esbozarla.

Quiero reconocer la ayuda que me dieron para pulir mi escritura la lectura de algunas de las obras de Aristóteles, Ayn Rand y Epicuro. Aunque soy consciente que es tan poco lo que sé, que aún me resta un larguísimo camino por recorrer. Lo que al mismo tiempo es un aliciente para seguir adelante en pos de más de ese placer que experimento al conocer, descubrir, comprender nuevas cosas sobre el ser.

Mi vida es un piélago de oportunidades, ocurrencias y retos. De aciertos y equivocaciones. Como probablemente es también la suya. ¿Imagino o vivo? ¿O ambas cosas? ¿Son actos simultáneos? Cuando duermo predomina la fantasía, que rara vez se convierte en pesadilla. Y cuando estoy despierta, busco el equilibrio entre la razón y la loca de la casa como llamó Santa Teresa de Jesús a la imaginación.

Y aclaro: creo que entre la cordura y la locura, debe existir un balance. La una necesita de la otra para crear. No condeno a ninguna de las dos. Sin embargo, hoy mejor no escribo acerca de condenas ni penas. Por aquello de que alguien ande con la espada suelta y sin control, con ánimo de utilizarla en un duelo sin sentido. Más para mí que sólo porto por arma una pluma que me sirve para escribir sobre una hoja de papel en el cuaderno de MY y no, evidentemente, en el de Saramago, ni en el cuaderno de nadie más.

¿Qué me hace a mí ser Yo? ¿Alguna vez se ha hecho esa pregunta? ¿Cuál es su sustancia? ¿Cuál es su esencia? O, como se diría coloquialmente, ¿de qué material está hecho? No es esta la primera ocasión que me planteo esta cuestión. Pero sí me lo he preguntado más seguido en los últimos días. Quod quid erat esse, dijo Aristóteles. La esencia necesaria. ¿Son parte de mi esencia necesaria, mis valores, mis virtudes y mis retos, por no llamarlos defectos? Sí, respondería Rand, quien me invitaría a vencer los últimos, ayudada de los segundos, para alcanzar los primeros. Y lo más difícil e importante, conservarlos. Al fin, vivimos con un propósito: ser felices.

Termino con una cita del respetado Amable Sánchez, con la cual se despidió el pasado 4 de septiembre en el que tuve el placer de su compañía en “Todo a pulmón”: “No le tengan miedo al lenguaje, no le tengan miedo a las palabras, no le tengan miedo a los adjetivos, no le tengan miedo a la verdad. Los miedos hay que quitárselos de encima, porque los miedos nos enredan y nos llevan a donde no queremos… incluso a dejar de ser lo que cada uno de nosotros debemos ser: hombres enteros y derechos”.

No tengan miedo a la vida. Para algunos seré irreverente e iconoclasta. Suelo ser políticamente incorrecta. Pero, no se confunda, soy respetuosa de la humanidad de todos. Incluida la mía. Y no tengo miedo de utilizar los adjetivos para diferenciar a unos de otros. Es cierto que en boca cerrada no entran moscas, pero tampoco salen versos, declaraciones y suspiros. No salen besos, ni anhelos, ni deseos. No salen verdades. Y si falsea la realidad, le será casi imposible alcanzar su felicidad. Le Haim.



“Vida sustantiva” fue publicado en la edición 21 de la revista “NuChef”, correspondiente a los meses de septiembre y octubre de 2009. La fotografía la tomé el pasado mes de octubre al “Gigante de la Libertad”, regalo de nuestro amigo el artista Walter Peter, que cuelga en los Estudios de Libertópolis y nos acompaña en cada emisión de nuestros programas.

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1.17.2010

Rodrigo decide morir


Una novela compuesta a varias manos. Un trama que, a pesar de las similitudes, no fue escrito por Paulo Coelho ni por María del Socorro Tellado López, fallecida casualmente el 11 de abril de 2009, tres días antes del asesinato de Khalil y Marjorie Musa. María del Socorro, más conocida como Corín, nació en España, país de origen de uno de los guionistas de la conspiración nos van a contar como corresponde: por entregas, en el mejor de los estilos de Caridad Bravo Adams, la reina de los culebrones mexicanos.

La única diferencia con los prolíficos narradores mencionados, sin restarles méritos a sus éxitos alcanzados a pesar del desprecio con el cual son tratados por algunos críticos literarios, es que en el caso de las historias de estos autores de bestsellers no están en juego miles de millones de quetzales, depositados en las nombradas arcas públicas o estatales que suelen ser prontamente privatizadas, ni nadie corre el riesgo de perder su mullido sillón en el ejercicio del poder. O la cama donde reposa la esposa de uno de los antagonistas del cuento.

No se diga la cantidad de intereses de individuos que forman parte de los grupos de presión más influyentes del país, que dejarían de ser satisfechos gracias a la casi ilimitada discrecionalidad que la legislación, que hoy priva en la nación de corte tropical más que primaveral (nación en la que se sitúa la intriga que inspira el título de este escrito), otorga a sus amigos que temporalmente ejercen el deseado poder. Y lo de tropical lo digo a sabiendas del frío que hoy recorre el territorio citado. Frío que congeló el punto más importante del misterio a resolver: ¿quién mató a los Musa? Sin duda, un nudo gordiano que en cada capítulo se enreda más.

Además de sorprendentes las salidas de los responsables de desatar el nudo, ninguno de nombre Alejandro ni de apellido Magno, resultan ser tan inverosímiles como Stranger than Fiction, la película de 2006 dirigida por Marc Foster y escrita por Zach Helm, a quienes los negros literarios de la historia comentada podrían consultar. Total, lo que les interesa es la verosimilitud y que la mayoría, muchas veces perezosa a la hora de pensar, se trague la solución propuesta.

Por estas fechas, el manso auditorio que sigue atento el relato que pretende dar con el o los responsables de la muerte del protagonista en ausencia, Rodrigo, observa atónito cómo tres conocidos criminales, uno de ellos sospechoso del asesinato de Víctor Rivera, son presentados como los testigos estrellas del caso. Sicarios arrepentidos que serán premiados con la ansiada libertad… ¿para continuar delinquiendo?

En fin, que Rodrigo Rosenberg decide morir es indiscutible. Decisión que tomó cuando empieza a investigar quién o quiénes asesinaron a Khalil y Marjorie Musa. Y por qué los mataron. El tenía claro que el crimen a resolver es el asesinato de los citados anteriormente. Sabía que su partida sería una consecuencia más de la muerte de los Musa.

Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 11 de enero de 2010. La imagen la baje de la Internet del Oftalmografo’s blog de Wordpress.

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1.09.2010

"A tiros" de Carlos Alberto Montaner


Muchas gracias y a mi amigo y maestro, Carlos Alberto Montaner. Al fin, más allá del debate de quién lo dijo primero, es una verdad indiscutible que: "El precio de la libertad, es una eterna vigilancia de la misma".
La fotografía la tomó Jorge Jacobs el 26 de enero de 2009, en una restaurante de la zona 10 de la Ciudad de Guatemala, mientras disfrutábamos, junto con María Dolores Arias, de una deliciosa charla... en todos los sentidos.

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1.06.2010

2010


Diez por dos veinte. ¿Acaso hace la relación anterior de 2010 un año cabalístico? ¿O el cero, el uno y el dos anuncian algo más que el principio de un nuevo año? Lo que sí es seguro es que ni los profetas de Hollywood ni los mayas recientemente salidos del closet predicen nada fuera de lo común para el período de 365 días que ya empezó su cuenta regresiva. Todavía no se va a acabar el mundo ¡qué alivio! Claro, alguno que otro clarividente de algún banco central estatal, con sus fieles corifeos y los seguidores de estos últimos, vieron en su chibola de cristal que en 2010 acabará la crisis financiera que ellos mismos provocaron. En fin, ¡vaya Dios a saber qué va a pasar a ciencia cierta en los próximos meses!

Yo, sin lugar a dudas, no practico ninguna disciplina del arte propio de los nigromantes. Sin embargo, presiento que este año que inicio alumbrado por la Luna Azul, que visita la tierra en Nochevieja cada diecinueve años, será un año inolvidable. Al menos en la esfera de mi vida que depende principalmente de mí y mis decisiones. Me refiero a la privada, a la íntima, a la cercana. La que esta compuesta por esos círculos entrañables, pegados al alma, que enriquecen sobradamente mi existencia. Familiares y amigos. Grupo al cual agrego entes inertes cuya trascendencia depende de mí acción decidida de aprovecharlos: mis libros, mi música, mis vinos…

Tenía cierto tiempo de no sentir la esperanza que hoy llena mi espíritu. Tal vez porque los años pasados me sirvieron para aprender de mis errores, llorar mis dolores y enmendar mis culpas. Tiempo que me permitió cultivar una facultad que no poseía: la paciencia. La virtud necesaria para vencer, superar, sobrellevar la angustiante espera. Tal vez porque a pesar de sentirme llena de juventud y sus consiguientes anhelos, pasiones y desvelos, me reconozco como una persona que decidió caminar su ruta aprendiendo en el camino, aprovechando el trecho recorrido. Responsable. Tal vez no tengo ni la menor idea de qué me hace pensar que 2010 será un año extraordinario para ésta aprendiz de escribidora y permanente inquisidora. De lo único que sí estoy segura es que será una etapa de muchos retos.

Una época de mayor incertidumbre de la que nos invadió en el primer lapso del siglo veintiuno. Da igual si nos encontramos en los albores de la segunda o en los estertores de la primera década. Lo indiscutible es que los riesgos que vamos a enfrentar en nuestra otra esfera, esa donde usted y yo sin conocernos nos encontramos, nuestro espacio público, serán muchos más. Pero, no obstante esta certeza, no debemos aminorar nuestro andar.

En la introducción de junio de 1969 de “El Manifiesto Romántico”, Ayn Rand acota una verdad evidente: “cualquiera que luche por el futuro, vive en el presente”. Es esa sucesión finita de instantes, y lo que con esos instantes hagamos, lo que nos permite perfilar el mañana, cuando esa aún una ilusión, sólo una posibilidad, se convierta en nuestro hoy, una realidad. Bendiciones por siempre, mis apreciables lectores.

Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 4 de enero de 2010. La fotografía de la “Blue Moon” la tomé el viernes 1 de enero de 2010, cuatro minutos después de la una de la mañana.

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