Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

1.17.2010

Rodrigo decide morir


Una novela compuesta a varias manos. Un trama que, a pesar de las similitudes, no fue escrito por Paulo Coelho ni por María del Socorro Tellado López, fallecida casualmente el 11 de abril de 2009, tres días antes del asesinato de Khalil y Marjorie Musa. María del Socorro, más conocida como Corín, nació en España, país de origen de uno de los guionistas de la conspiración nos van a contar como corresponde: por entregas, en el mejor de los estilos de Caridad Bravo Adams, la reina de los culebrones mexicanos.

La única diferencia con los prolíficos narradores mencionados, sin restarles méritos a sus éxitos alcanzados a pesar del desprecio con el cual son tratados por algunos críticos literarios, es que en el caso de las historias de estos autores de bestsellers no están en juego miles de millones de quetzales, depositados en las nombradas arcas públicas o estatales que suelen ser prontamente privatizadas, ni nadie corre el riesgo de perder su mullido sillón en el ejercicio del poder. O la cama donde reposa la esposa de uno de los antagonistas del cuento.

No se diga la cantidad de intereses de individuos que forman parte de los grupos de presión más influyentes del país, que dejarían de ser satisfechos gracias a la casi ilimitada discrecionalidad que la legislación, que hoy priva en la nación de corte tropical más que primaveral (nación en la que se sitúa la intriga que inspira el título de este escrito), otorga a sus amigos que temporalmente ejercen el deseado poder. Y lo de tropical lo digo a sabiendas del frío que hoy recorre el territorio citado. Frío que congeló el punto más importante del misterio a resolver: ¿quién mató a los Musa? Sin duda, un nudo gordiano que en cada capítulo se enreda más.

Además de sorprendentes las salidas de los responsables de desatar el nudo, ninguno de nombre Alejandro ni de apellido Magno, resultan ser tan inverosímiles como Stranger than Fiction, la película de 2006 dirigida por Marc Foster y escrita por Zach Helm, a quienes los negros literarios de la historia comentada podrían consultar. Total, lo que les interesa es la verosimilitud y que la mayoría, muchas veces perezosa a la hora de pensar, se trague la solución propuesta.

Por estas fechas, el manso auditorio que sigue atento el relato que pretende dar con el o los responsables de la muerte del protagonista en ausencia, Rodrigo, observa atónito cómo tres conocidos criminales, uno de ellos sospechoso del asesinato de Víctor Rivera, son presentados como los testigos estrellas del caso. Sicarios arrepentidos que serán premiados con la ansiada libertad… ¿para continuar delinquiendo?

En fin, que Rodrigo Rosenberg decide morir es indiscutible. Decisión que tomó cuando empieza a investigar quién o quiénes asesinaron a Khalil y Marjorie Musa. Y por qué los mataron. El tenía claro que el crimen a resolver es el asesinato de los citados anteriormente. Sabía que su partida sería una consecuencia más de la muerte de los Musa.

Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 11 de enero de 2010. La imagen la baje de la Internet del Oftalmografo’s blog de Wordpress.

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