Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

9.28.2015

Los cambios nefastos a la LEPP



Los cambios a la Legislación electorera y de pandillas politiqueras (LEPP) que pasaron ya en dos lecturas (porque no hubo debate) son NEFASTOS: son más de los mismo (estatismo, intervencionismo y colectivismo), además de que fortalecen a las bandas actuales y otorgan privilegios a grupos de interés que sólo van a facilitar el clientelismo dentro de las organizaciones criminales legales mencionadas, o sea, dentro de los partidos políticos. Repito lo que escribí hace unas semanas:
                                                            
“Lo aprobado por la comisión del Congreso a cargo de conocer las reformas a la LEPP dice lo siguiente en el Artículo 65 que reforma el artículo 220 del Decreto número 1-85 de la Asamblea Nacional Constituyente, la Ley Electoral y de Partidos Políticos: …“f) El Tribunal Supremo Electoral, deberá destinar de su ¿propio? presupuesto [que sale de nuestros bolsillos], en el año electoral, una cantidad como parte del financiamiento público [el dinero que nos fue exprimido bajo amenaza de ir a la cárcel] que promueva un acceso igualitario a los espacios y los tiempos en los medios de comunicación social. El cálculo del monto a asignar será el equivalente a NO MENOS del cero punto veinticinco por ciento (0.25%) [¡Q.150 millones!] de los ingresos ordinarios del Estado [la ficción a partir de la cual los parásitos quieren vivir a costa de los creadores de riqueza: los que se esfuerzan mental y físicamente por ganarse el pan diario de cada día]”.

“Los cambios propuestos no sólo van a seguir atrayendo a embusteros, a saqueadores y a gorrones, sino también a más oportunistas que les da igual llegar o no al ejercicio del poder, ya que se conforman con vivir cómodamente de ser los eternos candidatos: vivirán de las campañas pagadas por nosotros. Las reformas propuestas… sólo les facilitan a los politiqueros llegar al ejercicio del poder utilizando NUESTRO dinero (los impuestos que nos son expoliados) pero NO cambian los motivos por los cuáles quieren llegar al ejercicio del poder. El sistema de incentivos perversos (intervencionista, colectivista) que atrae a los peores representantes de nuestra sociedad continúa vigente y fortalecido”.

“Además de recetarse por lo menos Q150 millones de nuestros impuestos sólo para pagar su publicidad durante las elecciones, aumentan el número de diputados a 160, permiten el transfuguismo en el año electoral, mantienen la elección de diputados por listados, proponen cuotas de poder para mujeres e indígenas que solo van a fomentar el nepotismo y el clientelismo y consolidan el cartel de las pandillas politiqueras que sin duda se van a multiplicar por medio de la creación de comités cívicos”.

El cambio RADICAL es urgente, pero lo que pretenden en el Congreso es aprobar más de lo mismo. En lugar de mejorar la situación la van a empeorar. Las modificaciones que están discutiendo otorgan más poder a los gobernantes, no impulsan el Estado de Derecho, facilitan el robo de nuestros impuestos y promueven el clientelismo y el nepotismo. No a ESTAS reformas a la LEPP.



Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 28 de septiembre de 2015.

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9.21.2015

El poder ilimitado sirve a pocos



Por eso es importante limitar el poder político, de lo contrario termina siendo el arma por medio del cual unos pocos viven a costa de los demás. Los políticos adquieren el poder por medio de las leyes pervertidas: aquella legislación antojadiza, injusta, que privilegia a unos cuantos en detrimento de los derechos de los demás. Las mal llamadas leyes que se aprueban bajo la excusa de cumplir con lo ofrecido por el destructor de riqueza y de progreso que es al final el Estado benefactor.

Recordemos a Voltaire y la siguiente frase que se le atribuye: “Aquellos que pueden hacerte creer absurdos pueden hacerte cometer atrocidades”. Cuando apoyamos la inmoral idea de que unos tienen derecho sobre la vida, la libertad y la propiedad de otros, las leyes en lugar de ser iguales para todos, terminan favoreciendo a unos y sacrificando a los demás. La ironía es que muchos las aprueban porque falsean la realidad: se engañan a sí mismos creyendo que el abstracto Estado se va a encargar de ellos y de sus necesidades.

Es un error decir que “el dinero corrompe el sistema”. Es falso. Es el sistema que otorga un poder casi ilimitado el que atrae a los corruptos: a los peores representantes de nuestra sociedad. Y parte de su interés es, precisamente, robar nuestro dinero: el dinero que es expoliado a los tributarios.

El poder está al servicio de una minoría, con el consentimiento de la mayoría. Es fácil engañar a quienes falsean la realidad. Solo es cuestión de ofrecerles una vida placentera sin necesidad de trabajar o con poco esfuerzo y brincan de felicidad votando por políticos y sistemas que lo único que logran en el largo plazo es condenar a casi todos a vidas mediocres, fracasadas y amargadas.

Lamentablemente, rara vez reconocen que cosecharon lo que sembraron. Se engañan toda la vida creyendo que el problema son las personas y creen que lo resuelven cambiándolas, aunque se dan cuenta que los únicos que mejoran sustancialmente su calidad de vida son quienes llegan al ejercicio del poder:  delincuentes, criminales que acumulan fortunas mal habidas con la excusa de darles oportunidades a los más pobres.

La corrupción en el colectivizado sector privado solo es posible porque hay quién tiene el poder de hacer lo que se le antoje. Si no tienen el poder los gobernantes y los funcionarios públicos, da igual los negocios que otros quisieran hacer: no habría poder que les pudiera conceder sus deseos. ¿Cuál es el origen de los privilegios y la corrupción? El poder y la legislación que lo otorga.

¿Queremos acabar con esta situación que sólo puede empeorar dentro del contexto actual? Asumamos, de una vez por todas, nuestra posición de mandantes, reconozcamos que los responsables de velar por la satisfacción de nuestras necesidades somos nosotros y no les demos a nuestros mandatarios más poder que el necesario para que cumplan con sus funciones: velar porque haya paz, respeto, seguridad y justicia.



Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 21 de septiembre de 2015.

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9.14.2015

El fraude es Manuel Baldizón



Manuel Baldizón fracasó en su intento por llegar al ejercicio del poder, a pesar de que utilizó casi todos los medios posibles, fraudulentos en su mayoría, para alcanzar su objetivo. Fracasó. No logró ni siquiera pasar a segunda vuelta. Fracasó. ¿Por qué fracasó? Para aquellos que usamos la razón para identificar correctamente los hechos de la realidad y por tanto formar juicios verdaderos es fácil explicarlo. Fracasó, precisamente, porque el personaje que creó es sólo un producto de su imaginación, es un fraude: él y su campaña estaban sustentados en mentiras.

Fraude, es una palabra de origen latino (fraus, fraudis) que significa según el DRAE en su primera acepción: “Acción contraria a la verdad y a la rectitud, que perjudica a la persona contra quien se comete”. Hasta para crear su fraudulento personaje fracasó: no logró convencer a los suficientes votantes para alcanzar su más deseado sueño: ser Presidente de Guatemala. Fracasó porque muchos mandantes despertaron. Fracasó porque finalmente la indignación acumulada por décadas estalló.
       
Es de humanos errar y de sabios rectificar, enseña un ancestral proverbio. Ante su estrepitoso fracaso, en lugar de reconocer sus errores y aprender con la esperanza de rescatar su carrera política, se hunde más al acusar a los magistrados del Tribunal Supremo Electoral (TSE) de cometer un fraude. Una acusación sin pruebas que la sustenten: solo rumores de su propia gente, producto de las fantasías de su mente delirante que no quiere aceptar que se equivocó y que con su fracaso está pagando las consecuencias de las malas decisiones que tomó.

Manuel Baldizón es el mejor ejemplo de alguien con el que no coincido en la escala de valores. Alguien que si hubiera logrado alcanzar el poder como Presidente, junto con sus serviles diputados, hubiera violentado mis derechos individuales y los de la mayoría. Alguien que hubiera  impulsado más de lo mismo que mantiene viviendo en la miseria a muchísimos: hubiera impulsado el Estado Benefactor/Mercantilista. Un sistema fracasado, estatista, colectivista e intervencionista que, además, es injusto e inmoral. Un sistema parasitario que se basa en el robo legalizado. Por cierto, lo que todos los demás candidatos también proponían. Lo que proponen los dos candidatos que se van a enfrentar en la segunda vuelta: Jimmy Morales y Sandra Torres.

La mayoría que decidió apoyar a otros candidatos lo hicieron por temor a que no pudiéramos salir de Baldizón en cuatro años como lo hemos hecho con los corruptos que ya han gobernado. Era un peligro creíble por la megalomanía que aflige al dueño del partido LIDER. Pero no es el único que sufre de este delirio. Nuestro sistema político actual, basado en incentivos perversos, atrae a los peores representantes de nuestra sociedad. Por eso el ÚNICO medio en el largo plazo para protegernos del abuso de nuestros mandatarios es cambiar radicalmente el sistema. Y eso, sólo lo vamos a lograr por medio del Congreso.

                                                                                                       
Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 14 de septiembre de 2015.

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9.07.2015

El porqué voté



Voté porque como mandante que soy es mi derecho elegir a los mandatarios de mi país. Un derecho por el cual pagaron un precio alto nuestros antepasados. Un reconocimiento republicano propio de los Estados modernos. Elegí votar porque es un derecho y NO una obligación, que si así fuera, sería una violación a la libertad de cada uno de decidir ejercer su derecho a votar o no. Votar y cómo o por quién votar ES una decisión individual. Nadie debe presionar a otro a que vote, y menos cómo votar o por quién votar. Nadie debe aceptar tal presión cuando se da.
                                      
Voté porque quiero vivir en Guatemala, aunque en condiciones diferentes. Quiero vivir en una sociedad en la que prevalezca el respeto a la vida, la libertad y la propiedad de todos. Una sociedad en la que podamos convivir en paz. Aquí decidí construir mi hogar, trabajar y crear la riqueza que me permite satisfacer mis necesidades y ayudar a mis seres queridos. Voté porque aquí se encuentran mis valores específicos más preciados: mi familia y mis amigos.

Voté porque necesitamos cambiar el sistema de incentivos perversos en el cual vivimos. Cambio que depende del Congreso. Voté para diputados del distrito central por los propuestos por Encuentro por Guatemala, porque la lista la encabeza Luis Pedro Álvarez Morales, a quien conozco personalmente: sé que es una persona digna y honesta y, en general, tiene las ideas claras. En el caso del listado nacional también voté por los propuestos por Encuentro por Guatemala, principalmente por la confianza que tengo en Álvarez Morales.

Voté nulo para presidente, nulo para alcalde y nulo para el Parlacen. Yo no voto por corruptos. Tampoco voy a apoyar con mi voto a personas con las cuales no coincido en su forma de ver el mundo, como lo hicieron quienes falsearon la realidad y racionalizaron su voto apoyando a alguien con el que no coinciden en valores, que va a violentar sus derechos individuales y que va a impulsar más de lo mismo: un sistema fracasado, estatista, colectivista e intervencionista que, además, es injusto e inmoral. Un sistema parasitario que se basa en el robo legalizado. Todos los candidatos proponían continuar con el Estado Benefactor/Mercantilista. ¿Por qué los iba a favorecer con mi voto? Es actuar en contra de mis intereses y los de mis seres queridos en el largo plazo.

En la legislación guatemalteca NO existe el “voto en contra de x”. Sólo existe el voto a favor de individuos específicos, con propuestas específicas, que compiten por un cargo de elección popular. Quien quiera que quede como próximo presidente del Ejecutivo entre los que van a competir en la segunda vuelta electoral ocupará tal cargo por el voto de quienes lo favorezcan. Por eso es importante que NO tenga poder en el Legislativo. Es la única forma de proteger nuestros derechos individuales. Por eso es importante que el despertar del mandante en Guatemala no sea pura llamarada de tusa. Nosotros seremos los más importantes fiscalizadores del uso del poder de ahora en adelante.

                                                                                                       

Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 7 de septiembre de 2015.

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