Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

8.31.2015

Paro tributario



Creo en las protestas pacíficas que NO violentan los derechos de gente que no es responsable de mi reclamo o no les interesan, aunque les competan, mis motivos. Una vez existan herramientas legales para defender nuestros derechos individuales, no se justifican las medidas de hecho, las cuales son el ÚLTIMO de los recursos para defendernos del abuso de los gobernantes.

Exijo la renuncia del Presidente Otto Pérez Molina por corrupto. Me alegro y celebro la captura de Roxana Baldetti y la decisión del juez de ligarla a proceso, dictarle auto de prisión preventiva y enviarla a Santa Teresa, la cárcel de mujeres. Estoy a favor de los plantones pacíficos de los sábados, he participado en gran parte de estos y pienso seguir haciéndolo.

NO apoyo medidas de hecho, particularmente los bloqueos, que violan los derechos de otros y afectan a quienes más necesitan trabajar y producir: los más pobres. Rechazo toda acción destructiva, por más aparentemente nobles que sean los objetivos detrás de éstas o que yo comparta la petición que enarbolan. Aún las marchas por más bien intencionadas que sean, principalmente en días laborales, violan el derecho a la libre locomoción de cientos de miles de personas. Un derecho que es tan importante como el derecho a la libre expresión y el derecho de petición a los mandatarios.

No se puede violar un derecho pretendiendo hacer valer otros. La violencia genera más violencia. A los miembros de los grupos de presión que pretenden llegar al ejercicio del poder a la fuerza y/o a puro dedo del embajador les urge un mártir y qué mejor sería para ellos que alguno de los universitarios que participan en las manifestaciones perdiera la vida por la lucha en contra de la corrupción.

Un paro laboral NO afecta al gobernante: afecta al resto de la población que enfrenta serios problemas económicos. Promuevo el ÚNICO paro que afecta a los gobernantes corruptos: el paro tributario. Repito lo escrito en mi artículo titulado “No tributemos en la SAT” publicado el lunes 2 de marzo de 2015: “Depositemos nuestros impuestos en un tribunal, amparándonos en el artículo 45 de la Constitución que dice: ‘Es legítima la resistencia del pueblo para la protección y defensa de los derechos y garantías consignados en la Constitución’. Es más que evidente que la ineficiente burocracia estatal y los gobernantes corruptos no cumplen con sus obligaciones. Esta protesta pacífica y legal está más que justificada”.

Para alcanzar el éxito, se necesita del apoyo de algún grupo organizado y con recursos para prepararnos legalmente y dar la batalla. ¿Entre los miembros del CACIF o las distintas Cámaras hay quién esté cansado de que a los gobernantes no les importe lo que exigimos los ciudadanos o les ordene la Corte de Constitucionalidad y otras instancias del Estado? ¿Quién, como yo, está harto de ser explotado por la partida de ladrones en el ejercicio del poder, y sus aliados de pandillas delincuenciales que, además de parasitar a costa nuestra no nos dejan trabajar en paz?


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 31 de agosto de 2015.

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8.24.2015

Estatistas, altruistas y déspotas



Creen en el sacrificio… de otros, por supuesto, no del propio. Creen que los cubre un manto divino que los autoriza a quitarles a unos lo que les pertenece por derecho para dárselo a otros que ellos arbitrariamente han escogido como los beneficiarios del esfuerzo mental y físico de los despojados. Tal acto despótico lo justifican alegando que sus elegidos necesitan más los bienes expropiados que los legítimos propietarios.

Unos pretenden cometer tal injusticia por medio de leyes pervertidas “¡Ley hacedora de iniquidad, cuando su misión era castigar la iniquidad!”, como sentenció Frédéric Bastiat. Otros por medio de medidas de hecho. Ambos se imponen a la fuerza: los primeros utilizan el monopolio de ésta que ejercen los gobernantes en nombre del abstracto Estado y los otros simplemente recurren a la fuerza bruta.

Entre quienes promueven el estatismo encontramos varios grupos. Por un lado están los socialistas de salón, la gauche caviar: cómodos burgueses que se dedican a pontificar sobre las bondades de su ideología y su pretendida superioridad moral. Durante sus opíparos banquetes se convierten en una especie de exégetas, capaces de decidir por los demás qué es lo que les conviene, ya que por algún motivo desconocido al resto nos es imposible escoger qué queremos en nuestras vidas.

Dentro de este colectivo hay quienes pueden llegar a experimentar un éxtasis casi orgásmico al discurrir sobre el sistema injusto e inmoral que alaban. Total, lo hacen plácidamente sentados desde sus pupitres académicos, sus escritorios de burócratas de organismos internacionales o en el cóctel en la casa en La Cañada de algún embajador, mientras degustan de los exquisitos manjares y vinos pagados por los impuestos de otros.

Luego, encontramos a los violentos, a los más irracionales de todos. A aquellos que recurren a la intimidación y amenazan con actos terroristas si no se cumple con sus exigencias. Antisociales que dañan principalmente al pobre ciudadano productivo que ve como violan sus derechos impunemente y se encuentra sin posibilidades de defenderse de estos delincuentes. Gente frustrada, fracasada: desean ardientemente que el resto no sea feliz, que no haya creación de riqueza y que la prosperidad sólo sea un sueño inalcanzable.

Los socialistas de penthouse, promueven más intervención por parte del gobierno por medio de más privilegios y más impuestos. Así logran que prevalezca el sistema de incentivos perversos basado en la violación de los derechos individuales de la mayoría. Estos influyentes personajes, políticamente correctos, ansían llegar al ejercicio del poder sin esfuerzo: esperan que los poderosos representantes de otros países y los directores de los organismos burocráticos supranacionales los nombren salvadores de los pobres. Los segundos están dispuestos a arrebatar ese poder a la fuerza. Unos se consideran brillantes y refinados. Los otros son burdos y vulgares, pero todos buscan lo mismo: imponer su voluntad al resto y vivir a costa de los demás.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 21 de agosto de 2015.

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8.17.2015

Sin representación no hay reforma



Desde hace un par de meses vengo señalando el oportunismo de ciertos grupos de presión que intentan arrogarse una representación que NO tienen: la representación de los ciudadanos, la representación de los mandantes. La representación de quienes libre y espontáneamente nos reunimos en la Plaza de la Constitución durante varios sábados desde el pasado 25 de abril hasta hace algunas semanas, hartos de los excesos nunca antes imaginados, del abuso de poder y la corrupción a la que ha llegado el actual gobierno de Otto Pérez Molina.

A la fecha, estos aprovechados consiguieron acabar con las manifestaciones multitudinarias de los sábados y estuvieron a punto de lograr que los diputados, ilegalmente, aprobaran cambios a la Legislación Electorera y de Pandillas Politiqueras (LEPP). Celebro que en esta ocasión los magistrados de la Corte de Constitucional (CC) hayan hecho respetar el proceso y decidieran por mayoría declarar inconstitucionales las primeras dos lecturas de los mencionados cambios y ordenar que se repita el proceso. Si la CC no hubiera parado esta violación, el Congreso hubiera continuado hasta las últimas consecuencias, lo cual hubiera sido nefasto para el futuro de Guatemala. Necesitamos una verdadera reforma, no más de lo mismo. Y la mayoría de cambios que aprobaron los diputados lamentablemente sólo profundizaban y fortalecían el sistema de incentivos perversos que hoy impera en nuestro país.

Pierre-Joseph Proudhon se equivocó en lo que trata al tema de la propiedad privada y el origen de la riqueza, pero en lo que respecta a su análisis del gobierno acertó en muchos puntos. De sus ensayos, el que me encantaría discutir próximamente en algún seminario es “Idea General de la Revolución en el siglo XIX” escrito en 1851. En el segundo estudio del ensayo dice lo siguiente: He ahí el fin ulterior de esta centralización que, bajo la máscara del interés general, explota y conculca los intereses locales y privados, vendiendo al mejor postor, y en pública subasta, la justicia que reclaman. La corrupción es el alma de la centralización. Ya esté al frente de una monarquía, ya al frente de una democracia, el gobierno es inmutable en su espíritu y su esencia”.

El poder arbitrario, discrecional y casi ilimitado que otorgan a los gobernantes quienes promueven el estatismo con la excusa de atender las necesidades de los más pobres y corregir supuestas inequidades es la fuente de toda corrupción. El abuso del poder es lo que podemos esperar que suceda tarde o temprano cuando se pervierten las funciones del gobierno y se traicionan los principios republicanos.


Mientras no cambiemos de raíz el sistema estatista actual, colectivista e intervencionista, injusto e inmoral, la situación va a continuar empeorando. No debemos permitir, bajo ningún punto de vista, que los mismos de siempre, con las recetas de siempre, se hagan cargo de las reformas. Para evitarlo, es necesario que se sienta por todos los medios pacíficos posibles la presencia atenta del mandante.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 17 de agosto de 2015.

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8.10.2015

Plataforma de intereses particulares



Un grupo de individuos que llevan décadas de estar pululando alrededor del poder político en Guatemala, se autonombraron representantes de los mandantes y dispusieron, dictatorialmente, hacerse cargo de las reformas a la Legislación electorera y de pandillas politiqueras. Pero, ¿cuándo fueron electos para llevar acabo tal tarea? A mí NO me representan y NO me van a utilizar de excusa para avanzar sus intereses y afianzar sus ideas que, al fin, son las que hoy prevalecen en nuestro sistema.

Varios de los miembros de la pomposa “Plataforma Nacional para la Reforma del Estado” son responsables del caos, no sólo porque llevan años impulsando el Estado Benefactor/Mercantilista, sino porque han formado parte de gobiernos anteriores. Hablan de cambios, cuando lo que proponen es más de lo mismo: más estatismo, más intervencionismo y más violación a los derechos individuales. Más apoyo al injusto e inmoral sistema actual.

Venden la idea de que equidad es otorgar cuotas de poder a colectivos que ellos arbitrariamente consideran que no han sido tomados en cuenta, lo que es falso. La Constitución es clara al reconocer en el artículo 4 (Libertad e igualdad) que “en Guatemala todos los seres humanos son libres e iguales en dignidad y derechos... Ninguna persona puede ser sometida a servidumbre ni a otra condición que menoscabe su dignidad”. Otorgar prerrogativas a cualquiera es inconstitucional. En lugar de promover más privilegios, hay que eliminar los que ilegal e ilegítimamente se han dado.

Pretenden obligarnos a trabajar a los tributarios para que financiemos a los politiqueros organizados en partidos y les paguemos sus campañas publicitarias contra nuestra voluntad, lo que en cualquier época de la historia sería considerada una forma de esclavitud o servidumbre que ahora disfrazan de progresismo políticamente correcto. Y así, podría continuar explicando los principios detrás de los cambios exigidos por los integrantes de la Plataforma, gente que no representa a nadie más que a ellos mismos.

Al ver expuestas sus intenciones y su falta de representatividad, decidieron victimizarse y denunciar una supuesta campaña de desprestigio así como un hostigamiento que, si fuera cierto y pusiera en riesgo su vida, su libertad y su propiedad, es vital que presenten la evidencia en los tribunales correspondientes. Lo único que yo he hecho y seguiré haciendo es desenmascararlos y dejar claro que solo se representan a sí mismos.

Olvidan los miembros de la tal Plataforma, al igual que los politiqueros, que en el mundo actual los ciudadanos tenemos una poderosa herramienta para comunicarnos entre nosotros y expresarnos sin necesidad de intermediarios. Las redes sociales virtuales son el medio por el cual hoy muchos se enteran de lo que está pasando, se cuestionan sus creencias y se aclaran las ideas. Aún más importante, nos sirven para velar porque se respeten nuestros derechos individuales. Ya no estamos dispuestos a seguir manteniendo parásitos ni a ser engañados y violentados.



Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 10 de agosto de 2015.

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8.03.2015

¿Quiere mantener más diputados?



Y no solo mantenerlos, ¡pagarles su propaganda electoral! A ellos y a todos los miembros de sus partidos que deseen un hueso en el Congreso o en cualquier otro lado de la corrupta burocracia del abstracto Estado. Yo, como lo enfaticé en mi artículo de la semana pasada, me opongo ROTUNDAMENTE a que me obliguen a pagar las campañas publicitarias de los partidos por medio de cambios a la Legislación Electorera y de Pandillas Politiqueras (LEPP).
                                  
Rechazo la intención de los magistrados del Tribunal Supremo Electoral (TSE), de Iván Velásquez de la CICIG, y de los actuales diputados de que NOSOTROS, los ya agobiados tributarios, seamos obligados a financiar las campañas publicitarias de gente que en su mayoría despreciamos por mentirosos, holgazanes y ladrones. Reformas que le pidió Otto Pérez Molina a sus diputados que aprobaran con carácter de urgencia ¿Por qué?

Los cambios propuestos no sólo van a seguir atrayendo a embusteros, a saqueadores y a gorrones, sino también a más oportunistas que les da igual llegar o no al ejercicio del poder, ya que se conforman con vivir cómodamente de ser los eternos candidatos: vivirán de las campañas pagadas por usted y yo. Las reformas propuestas por el TSE que ya fueron aprobadas en segunda lectura (aunque bajo un procedimiento cuestionado) sólo les facilitan a los politiqueros llegar al ejercicio del poder utilizando NUESTRO dinero (los impuestos que nos son expoliados) pero NO cambian los motivos por los cuáles estas joyitas quieren llegar al ejercicio del poder. El sistema de incentivos perversos (intervencionista, colectivista) que atrae a los peores representantes de nuestra sociedad continúa vigente y fortalecido.

Con las #ReformasMañosas, además de recetarse por lo menos Q150 millones de nuestros impuestos sólo para pagar su publicidad durante las elecciones, aumentan el número de diputados a 160, permiten el transfuguismo en el año electoral, mantienen la elección de diputados por listados, proponen cuotas de poder para mujeres e indígenas que solo van a fomentar el nepotismo y el clientelismo y consolidan el cartel de las pandillas politiqueras que sin duda se van a multiplicar por medio de la creación de comités cívicos, solo para mencionar los más nefastos cambios que pretenden aprobar ilegalmente los congresistas. Por cierto, Velásquez mintió al declarar en CNN que estas reformas fueron consensuadas. ¿Consensuadas por quiénes? ¿Por aquellos que ha acusado de corruptos? ¿Por grupos de presión?

Necesitamos cambios en nuestro sistema político actual (Estado Benefactor/Mercantilista). Pero no se trata de hacer cambios por hacerlos. Debemos hacer las reformas radicales que nos permitan acabar de raíz con el origen de la corrupción, que es el sistema de incentivos perversos, inmoral e injusto, que prevalece en Guatemala y, lamentablemente, la mayoría de las reformas propuestas a la LEPP que están discutiendo los diputados, en lugar de acabarlo, lo refuerza en beneficio de los saqueadores que llegan al poder.



Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 3 de agosto de 2015.

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