Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

11.13.2017

In memoriam: Ludvin Tiul



Es poco lo que se puede decir sobre la corta vida de Ludvin Bernal Tiul Chacach, un niño que murió en inhumanas circunstancias con apenas 4 años de edad, a causa de la indulgencia de los gobernantes con los delitos anunciados ¡y perpetrados! por los dirigentes de la organización criminal CODECA. No obstante, de su muerte lamentablemente podemos decir mucho. Muerte que no debe pasar inadvertida.

Sin duda, Ludvin sufrió en esos pocos años que vivió, debido a que padecía de cáncer en los huesos. Probablemente iba a morir pronto, pero no merecía una muerte miserable dentro de un bus a causa de las medidas de hecho toleradas por los gobernantes.  Violaciones llevadas a cabo por integrantes del mencionado Comité, cuyos líderes mienten al decir que promueven el desarrollo de los campesinos indígenas, cuando en la realidad son unos los principales enemigos del progreso en nuestro país.

Los líderes de CODECA son los principales responsables de la desgraciada muerte de Ludvin Tiul. Y también son responsables de que Carlos René Pineda Sosa, atropellara accidentalmente a Vicente Calderón, al perder la paciencia después de horas de estar detenido a la fuerza por la gente de CODECA e intentar sortear el bloqueo. Pineda se hizo responsable de su acción y se está haciendo cargo de la salud de Calderón, además de que se comprometió a indemnizarlo y mantenerlo económicamente el tiempo que no pueda trabajar.

Calderón confesó a Pineda y a sus abogados que participó en el bloqueo debido a las extorsiones de los dirigentes de CODECA. Los criminales que dirigen esta organización, amenazan a la gente de que si no participan en las medidas de hecho que promueven, les van a cortar la energía eléctrica que les venden. La ironía del caso, es que esa energía eléctrica la roban los integrantes de CODECA. ¿Hasta cuándo va a continuar el gobierno ignorando estas violaciones flagrantes?

“Viajar al extranjero, como viajar dentro del país, puede ser necesario para ganarse la vida. Puede estar tan cerca del corazón del individuo como la elección de lo que se come, o se usa, o se lee. La libertad de movimiento es básica en nuestro esquema de valores”. La anterior es una de las conclusiones a las que llegaron los magistrados de la Corte Suprema de Justicia de EE.UU. en 1958 en el caso de Kent versus Dulles, lo cual es válido para toda persona en cualquier lugar. Solo se justifica el uso de la fuerza para defenderse del ataque y/o abusos de otros.

Manifestar no es lo mismo que bloquear. Manifestar es un derecho propio de cualquier persona libre que considera necesario expresar y compartir su pensar y su sentir con otros. El segundo es un delito que viola el derecho a la libre locomoción de la mayoría, pone en riesgo la propiedad de muchos y, en algunos casos como el de Ludvin Tiul y de Vicente Calderón, pone en peligro la vida de otros. Evitemos más tragedias. No más consideraciones con los delincuentes y los criminales. El gobierno DEBE evitar los bloqueos y castigar las violaciones a los derechos de los demás.



Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 13 de noviembre de 2017.

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7.17.2017

Bloqueadores



Manifestar no es lo mismo que bloquear. Hechos evidentes para cualquiera que no falsea la realidad, no engaña a otros ni si se miente a sí mismo. El primero es un derecho propio de cualquier persona libre que considera necesario expresar y compartir su pensar y su sentir con otros. El segundo es un delito que viola el derecho a la libre locomoción de la mayoría, pone en riesgo la propiedad de muchos y, en algunos casos, pone en peligro la vida de otros.

Sin embargo, en nuestro país, comenzando por el gobierno, muchos se hacen de la “vista gorda” ante la evidencia y prefieren sufrir las consecuencias de las acciones violentas de los delincuentes que bloquean carreteras, y a otros poco les importa porque creen que a ellos no les afecta. Tremendo error de los mencionados, que terminamos pagando todos, aún aquellos que señalamos a quienes violan descaradamente nuestros derechos y le exigimos a los gobernantes que cumplan con su función de velar porque estos sean respetados.

Repito lo que he señalado en otras ocasiones: no es lo mismo reclamar para que se respeten nuestra vida, nuestra libertad y nuestra propiedad, que extorsionar con medidas de hecho para que alguien más (en este caso los gobernantes en nombre del abstracto Estado) se haga cargo de satisfacer nuestras necesidades y todo aquello que deseamos pero no queremos hacer el esfuerzo por adquirirlo. Lo que suelen hacer los bloqueadores es EXIGIR violentamente que se les den bienes y se les otorguen beneficios que no han ganado. Demandan privilegios.

Les da igual que para satisfacer sus reclamos los gobernantes se conviertan en violadores de los derechos de otros. Reclaman descaradamente lo que ellos no están dispuestos a dar: RESPETO. Dejan claro que lo único que termina las protestas (y sólo de forma temporal, mientras se les ocurre por qué más bloquear) es que se les conceda todo lo que piden. Eso es EXTORSIONAR. Su negocio se mantiene a base de medidas de hecho violentas, constantes y sostenidas en el tiempo. Su modus vivendi se basa en la destrucción y la pobreza de otros a quienes dicen defender, aunque en la realidad lo que logran es obstaculizar su progreso.

El principio de la no-agresión es la norma básica para asegurar la coexistencia pacífica dentro de una sociedad. Solo se justifica el uso de la fuerza para defenderse del ataque y/o abusos de otros. Por eso es necesaria la existencia del gobierno cuyas funciones, propias de su naturaleza, son velar porque haya seguridad y justicia. El gobierno DEBE cumplir con su obligación y DEBE retirar a los delincuentes que bloquean y violan los derechos de los demás.

¿Es justo que unos vivan de obstaculizar la creación de riqueza y condenando a vivir miserablemente a la mayoría? No. Ojalá prosperen las denuncias que se han presentado en el Ministerio Público en contra de los profesionales del bloqueo, delincuentes confesos y responsables de la pobreza de muchos.



Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 17 de julio de 2017.

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8.31.2015

Paro tributario



Creo en las protestas pacíficas que NO violentan los derechos de gente que no es responsable de mi reclamo o no les interesan, aunque les competan, mis motivos. Una vez existan herramientas legales para defender nuestros derechos individuales, no se justifican las medidas de hecho, las cuales son el ÚLTIMO de los recursos para defendernos del abuso de los gobernantes.

Exijo la renuncia del Presidente Otto Pérez Molina por corrupto. Me alegro y celebro la captura de Roxana Baldetti y la decisión del juez de ligarla a proceso, dictarle auto de prisión preventiva y enviarla a Santa Teresa, la cárcel de mujeres. Estoy a favor de los plantones pacíficos de los sábados, he participado en gran parte de estos y pienso seguir haciéndolo.

NO apoyo medidas de hecho, particularmente los bloqueos, que violan los derechos de otros y afectan a quienes más necesitan trabajar y producir: los más pobres. Rechazo toda acción destructiva, por más aparentemente nobles que sean los objetivos detrás de éstas o que yo comparta la petición que enarbolan. Aún las marchas por más bien intencionadas que sean, principalmente en días laborales, violan el derecho a la libre locomoción de cientos de miles de personas. Un derecho que es tan importante como el derecho a la libre expresión y el derecho de petición a los mandatarios.

No se puede violar un derecho pretendiendo hacer valer otros. La violencia genera más violencia. A los miembros de los grupos de presión que pretenden llegar al ejercicio del poder a la fuerza y/o a puro dedo del embajador les urge un mártir y qué mejor sería para ellos que alguno de los universitarios que participan en las manifestaciones perdiera la vida por la lucha en contra de la corrupción.

Un paro laboral NO afecta al gobernante: afecta al resto de la población que enfrenta serios problemas económicos. Promuevo el ÚNICO paro que afecta a los gobernantes corruptos: el paro tributario. Repito lo escrito en mi artículo titulado “No tributemos en la SAT” publicado el lunes 2 de marzo de 2015: “Depositemos nuestros impuestos en un tribunal, amparándonos en el artículo 45 de la Constitución que dice: ‘Es legítima la resistencia del pueblo para la protección y defensa de los derechos y garantías consignados en la Constitución’. Es más que evidente que la ineficiente burocracia estatal y los gobernantes corruptos no cumplen con sus obligaciones. Esta protesta pacífica y legal está más que justificada”.

Para alcanzar el éxito, se necesita del apoyo de algún grupo organizado y con recursos para prepararnos legalmente y dar la batalla. ¿Entre los miembros del CACIF o las distintas Cámaras hay quién esté cansado de que a los gobernantes no les importe lo que exigimos los ciudadanos o les ordene la Corte de Constitucionalidad y otras instancias del Estado? ¿Quién, como yo, está harto de ser explotado por la partida de ladrones en el ejercicio del poder, y sus aliados de pandillas delincuenciales que, además de parasitar a costa nuestra no nos dejan trabajar en paz?


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 31 de agosto de 2015.

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3.17.2014

¿El fin justifica los medios?



¿Por qué protesta? ¿El gobierno está violando alguno de sus derechos? ¿Qué derecho le están violando? ¿El derecho a la vida, a la libertad o a la propiedad? ¿Qué opciones tiene para defenderse? ¿Es justo usar la violencia para responder a una agresión? ¿Es justo defenderse a uno mismo y lo que es de uno? ¿Es justo iniciar el uso de la fuerza para apropiarse de los bienes de otros, atentar contra la vida de alguien más o imponer su escala de valores al resto? El fin de la protesta hace la diferencia. Y en el caso de las rebeliones civiles versus las medidas de hecho de los grupos de presión, no es la única. También son importantes su origen, el concepto y el contexto de estas.

Una rebelión civil, como en el caso de Venezuela y de Ucrania, no es lo mismo que las medidas de hecho promovidas por los grupos de presión que se multiplican dentro de un Estado Benefactor/Mercantilista, como es el caso de Guatemala. Más aún, parte de lo que motiva en el largo plazo una rebelión dentro de una sociedad que pierde su condición de civilizada, es la exigencia de los líderes de estos rediles de que el gobierno, en nombre del abstracto Estado, viole los derechos de los demás para satisfacer sus exigencias.

El principio de la no-agresión es la norma básica para asegurar la coexistencia pacífica dentro de una sociedad. Solo se justifica el uso de la fuerza para defenderse del ataque y/o abuso de otros. Y es esto lo que sucede cuando aquellos que son expoliados se dan cuenta de que violan sus derechos fundamentales, lo cual les representa un deterioro en su calidad de vida y la de sus seres queridos. Aclaro: no debemos confundir necesidades con derechos. El que los oportunistas hayan logrado que los burócratas legalicen la confusión entre un derecho y una necesidad, no cambia la realidad.

No es lo mismo reclamar que se respeten nuestra vida, nuestra libertad y nuestra propiedad, que extorsionar con medidas de hecho para que alguien más se haga cargo de satisfacer nuestras necesidades y todo aquello que deseamos pero no queremos hacer el esfuerzo por adquirirlo. El parasitismo acaba hasta con el parásito que pretende que los  gobernantes les quiten a unos para que se lo den a él y/o ellos. Irónicamente, al final les sale el tiro por la culata: ni mejoran su calidad de vida ni satisfacen sus necesidades básicas. De ese discurso solo lucran quienes llegan al ejercicio del poder.

Es lamentable que la rebelión civil sea la única opción que les queda a los ciudadanos dentro de una dictadura, hechos en los cuales la gente arriesga su vida no para pedir privilegios, sino para que se respeten sus derechos. “La razón por la que los hombres entran en sociedad es la preservación de su propiedad… Pero si una larga serie de abusos, prevaricaciones y artimañas que tienden siempre hacia lo mismo, hacen que el pueblo repare en que se está conspirando contra él… no es extraño que se levante…”, John Locke. El fin puede justificar el medio SOLO cuando el fin sea justificable.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 17 de marzo de 2014.

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3.10.2014

De la guarimba al bloqueo



En ambos casos se afecta la libre locomoción. Pero fuera de ese común denominador, el contexto de las medidas de hecho de los grupos de presión en Guatemala para exigir privilegios a costa de otros, es completamente distinto al de las guarimbas y marchas de los venezolanos que pelean para que respeten sus derechos y por la posibilidad de tener un futuro en su país. La diferencia trascendental está en el fin de cada una de estas acciones.

Uno de los pensadores políticos más influyentes de todos los tiempos, John Locke, aborda este tema en el ensayo “La disolución del gobierno” (capítulo 19) que encuentran en el Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil (1689). Recomiendo que lo lean completo, sin embargo, reproduzco algunos párrafos de este: “La razón por la que los hombres entran en sociedad es la preservación de su propiedad. Y el fin que se proponen al elegir y autorizar a los miembros de la legislatura es que se hagan leyes y normas que sean como salvaguardas y barreras que protejan las propiedades de todos los miembros de la sociedad, para así limitar el poder y moderar el dominio que cada miembro o parte de esa sociedad pueda tener sobre los demás… Un pueblo que es maltratado y cuyos derechos no son respetados, estará siempre listo para sacudirse de encima la carga que pesa sobre él… revoluciones así no suceden por causa de pequeños errores administrativos en los asuntos públicos… Pero si una larga serie de abusos, prevaricaciones y artimañas que tienden siempre hacia lo mismo, hacen que el pueblo repare en que se está conspirando contra él… no es extraño que se levante y trate de poner el gobierno en manos de quienes puedan garantizarle los fines para los que todo gobierno fue en un principio establecido”.

La semana pasada tuvimos un ejemplo de la diferencia entre las trágicas crisis que viven los venezolanos y los ucranianos, y los abusos de los grupos de presión en Guatemala, a quienes solo les interesa que el gobierno les otorgue más privilegios. Un supuesto grupo de ¿campesinos?, la mayoría de ellos desinformados, que fueron convocados ¿o pagados? por un grupo de criminales cuyo delito menor es el robo de energía eléctrica que luego venden más barata (para ellos no tiene costo) que se agrupan bajo una organización conocida como CODECA, afectaron la existencia miles de personas en nuestra capital con el fin de pedir que se violen legalmente más derechos (por medio de la nacionalización de la energía eléctrica) y les otorguen más prerrogativas (ley de desarrollo rural).

Mientras, en los otros países mencionados, la mayoría está arriesgando hasta su vida, no para pedir privilegios, sino para que se respeten sus derechos. Por supuesto que el discurso nacionalista que apela a la patria ayuda a muchos a hermanarse en la lucha, pero la realidad es que pelean por ellos y sus seres queridos, como debe ser, porque nadie es un medio sacrificable por el bien de otros, menos por el bien de una abstracción. Todo ser humano es un fin en sí mismo.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 10 de marzo de 2014. La fotografía la tomé en Caracas, Venezuela, el sábado 22 de febrero de 2014.

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2.03.2014

Secuestrados




Después de que la mayoría de diputados cedieron al chantaje de los gobernantes apoyados por los delincuentes del STEG, sentí que violaron mis más elementales derechos: que fui secuestrada por una banda a la cual mis conciudadanos le entregaron el poder de decidir sobre mi vida, mi libertad y mi propiedad. El contubernio entre Otto Pérez Molina y los malhechores que bloqueron las carreteras quedó claro ante la ausencia de las fuerzas de seguridad, responsables de velar porque se respeten los derechos de todos, incluido el derecho a la libre locomoción. ¿Dónde estaba Mauricio López Bonilla, el inútil Ministro de Gobernación? ¿Escondido debajo de su escritorio?

También es despreciable la actitud de los congresistas que, cual cobardes sabandijas, capitularon frente a las hordas de Joviel Acevedo, el más famoso perro de ataque de los gobiernos de turno en el presente siglo. ¿Cuánto dinero se irá a embolsar el mencionado criminal que actúa impunemente en Guatemala? ¿Qué ganaron los diputados con aprobar la ampliación presupuestaria por 1500 millones de quetzales? Dinero que usted sabe que saldrá de nuestros bolsillos: de nosotros, los explotados tributarios.

Pero, lo más importante es entender el origen del problema, el por qué; y reconocer que el poder que hoy gozan los gobernantes lo han adquirido a lo largo de los años. Lamentablemente los constituyentes de 1985 desperdiciaron la oportunidad que tuvieron de legar a los guatemaltecos un sistema político justo, republicano, que asegurara la igualdad de todos ante la Ley y limitara el ejercicio del poder. En lugar de eso, nos decretaron una Constitución complaciente con los grupos de presión, los cuales a la fecha se han multiplicado bajo el abrigo del Estado Benefactor/Mercantilista por el cual se decantaron nuestros más recientes padres y madres de la Patria.

Los designados a la trascendental tarea de decidir las normas bajo las cuales íbamos a vivir, imbuidos por ardores ideológicos, más preocupados en satisfacer intereses de sectores, faltos de una filosofía objetiva, optaron por aprobar un fiambre de reglas que abrieron las puertas no solo a la confusión (por las contradicciones en las que cayeron) sino que allanó el camino que permite la corrupción que corroe todos los entes estatales, ya sean centrales o locales. Como era de esperarse, esa carencia de virtudes de unos, y la incoherencia en otros, contadas las excepciones, dieron vida al sistema de incentivos perversos dentro del cual vivimos hoy, los cuales han promovido el olvido de muchos de los principios fundamentales que aseguran la convivencia pacífica en una sociedad. Y sin esa paz basada en el respeto mutuo, no podemos progresar.

Nos hemos dejado secuestrar. Unos por fantasear con una vida parasitaria. Otros por no hacer el esfuerzo mental de separar sus premisas falsas de las verdaderas, y los demás por no tener la valentía de participar en la batalla más importante de todo ser humano que se precie de serlo: la batalla de las ideas.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 3 de febrero de 2014. La fotografía la bajé de la Internet.

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1.20.2014

Más allá del polvo



Sé que se han dicho cualquier cantidad de cosas en relación a la agresión contra Roxana Baldetti después de la presentación en el Teatro Nacional del segundo informe del gobierno de Otto Pérez Molina. También sé que hay temas mucho más trascendentales en el largo plazo para nuestro bienestar. Sin embargo, también sé que en la historia de la humanidad, accidentes banales que no deberían afectar la existencia de los demás, han llegado a cambiar el curso de la humanidad. Y, lamentablemente, hechos como el reciente polvazo contra Baldetti, suelen ser los que la gente recuerda por mucho tiempo. Evidencia lo anterior la cantidad de memes y chistes que circulan en las redes sociales virtuales.

Sumando a lo mencionado previamente la intención de algunos de hacer pasar tal suceso como una manifestación de la libertad de expresión, pienso que es importante abordarlo. Independientemente de mi opinión sobre la vicepresidente, reconozco que la acción de Geraldine del Cid y Daira Cristal Cotón es un ataque que no se puede considerar como parte de la libertad de expresión. Más allá del daño que haya causado a Baldetti o del cargo que ésta ocupa, bajo ningún punto de vista el agredir a otra persona es un acto pacífico, condición sine qua non de la libertad de expresión, y no debemos dejarnos confundir ni manipular por quienes así quisieran que se tomara. Esta tergiversación de un derecho fundamental (el derecho a expresarnos) puede dar la excusa perfecta a los gobernantes para intentar limitar nuestro derecho.

Es cierto que el polvazo hirió el ego de Baldetti, más que causarle un daño físico, y que su reacción fue exagerada y vulgar. No obstante, eso no cambia el hecho de que fue un acto violento, por lo cual no puede ser considerado como una muestra de la libertad de expresión. También es deplorable que la alharaca que provocó haya distraído a la mayoría del tema más importante de ese día: la presentación de una sarta de mentiras con las que Pérez Molina pretende ocultar el fracaso de su gobierno. Me pareció acertado el titulado dado a la obra presidencial presentada en el Teatro: “El General no tiene quién le crea”. Una verdad reconocida por la mayoría.

Sigo el sabio consejo de Thomas Jefferson: “El precio de la libertad es una eterna vigilancia de la misma”. Por eso decidí escribir sobre este asunto a pesar del cansancio que pueda generar en algunos. Si dejamos que la libertad se confunda con libertinaje, nosotros mismos estamos contribuyendo a que en el futuro nos sea vedado nuestro derecho a actuar sin coacción arbitraria de terceros. Si queremos que se respete nuestra vida, libertad y propiedad, tenemos la obligación de respetar la vida, la libertad y la propiedad de otros. Sólo se justifica poner en riesgo la vida de otra persona, cuando ésta atenta contra nuestra propia vida o la de nuestros seres queridos. Quien inicia el uso de la fuerza contra alguien más, debe estar preparado a enfrentar las consecuencias de sus acciones.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 20 de enero de 2014.

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12.16.2013

Protestas criminales



Yo protesto. Tú protestas. El protesta. Ella protesta. Nosotros protestamos. Ustedes protestan. Ellos protestan. ¡Ah! Mejor aclaro que también ellas protestan, antes de que protesten las feministas. En fin, todos protestamos. El acto de protestar parece ser algo propio del ser humano. Es una faceta de nuestra libertad de expresión. No hay ningún problema con protestar. Se generan problemas cuando los medios que usamos para hacerlo violan los derechos de otros.

Es lamentable que en la mayoría de los casos de la llamada protesta social a los manifestantes les importa poco ser escuchados y mucho menos pelean por el respeto a los derechos individuales de todos. Lo que hacen es EXIGIR, de manera represiva y violenta, que se les den bienes y beneficios que no han ganado. Demandan privilegios. Les da igual que para satisfacer sus reclamos los gobernantes se conviertan en violadores de los derechos de otros. Reclaman lo que ellos no están dispuestos a dar: respeto. Dejan claro que lo único que termina temporalmente las protestas es que se les conceda todo lo que piden. Por cierto, eso no es protestar, es EXTORSIONAR. Luego, al ser complacidos por los gobernantes, algo más se les ocurrirá exigir. Su negocio se mantiene a base de medidas de hecho violentas, constantes y sostenidas en el tiempo.

La ironía es que la mayoría, que terminamos pagando por los caprichos de los arriba mencionados, somos productivos, honestos, respetuosos… No participamos en hechos delictivos y criminales. Queremos salir adelante por nuestro propio esfuerzo. Por eso hay tantos latinoamericanos, guatemaltecos incluidos, viviendo en Estados Unidos: personas que decidieron vivir en un país distinto al que nacieron, un país en el cual todavía es posible mejorar la calidad de vida, donde pueden disfrutar del fruto de su ingenio, de los riesgos que han tomado, del trabajo honorablemente entregado. Gente pacífica y laboriosa.

Algunos, ingenuamente, otros porque son incapaces de reconocer que se equivocan o son unos oportunistas descarados, pretenden justificar las medidas de hecho alegando que las autoridades no los complacen y que ya se aburrieron de sentarse a dialogar con funcionarios del gobierno. Hay quienes tienen la desfachatez de acusarnos a unos de criminalizar actos que de pacíficos no tienen nada. Cuando lo cierto es que casi todo lo que exigen no se les puede dar sin cometer una injusticia con otros. Confunden derechos con necesidades, y pretenden que los demás nos ocupemos de las obligaciones que les corresponden a ellos.

Aquellos que llegan engañados o pagados a las protestas también deben asumir las consecuencias de sus acciones. Lo anterior no los exime de los actos delincuenciales o criminales cometidos. Bloquear carreteras y cualquier vía de comunicación no es un derecho. Obstaculizar la libre locomoción de otros no es un derecho. Dañar la propiedad de otros no es un derecho. Saquear comercios no es un derecho. Protestar no es lo mismo que violar.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 16 de diciembre de 2013.

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8.26.2013

Aldea Casaca



¿Por qué escribir sobre un hecho que es tan común en este país donde sobra la gente contradictoria? ¿Acaso no hay manifestaciones, marchas, plantones… casi todos los días en algún rincón de nuestro terruño? Actos que, en casi todos los casos, se caracterizan por violentar el derecho a la libre locomoción de la mayoría. Medidas que en varias ocasiones han costado la vida a más de una persona ajena al conflicto. Protestas en las cuales suelen exigir privilegios e impulsar propuestas que si se llegaran a concretar obstaculizarían aún más el progreso de los habitantes de Guatemala.

Pues bien, me motiva a tratar de nuevo el tema, desde otra perspectiva, una nota periodística reciente. El pasado miércoles 21 de agosto vi en el noticiero “A las 8:45” de Canal Antigua una imagen que, créalo o no, me sorprendió al mismo tiempo que me hizo sonreír. Entre las mantas que portaban los participantes de la manifestación organizada por los delincuentes del mal llamado “Comité de Desarrollo Campesino” (CODECA) -conocidos extorsionadores, cuyo modus vivendi se basa en el robo de energía eléctrica que luego venden más barata a los miembros de varias comunidades-, sobresalió ante mis ojos una que exigía la nacionalización de la energía eléctrica, solicitud hecha por los pobladores de la “Aldea Casaca”.

En un principio pensé que era una broma, pero gracias a la eficiencia de Google me enteré de que en Guatemala hay dos aldeas que llevan ese peculiar nombre: una en Petén llamada “Aldea La Casaca”, y la otra en el municipio de Ixtahuacán, departamento de Huehuetenango. En la marcha participaron vecinos de esta última.

Llamó mi atención el nombre de la aldea por el uso coloquial que le damos los chapines a la palabra casaca que, según el DRAE, es una “vestidura ceñida al cuerpo, generalmente de uniforme, con mangas que llegan hasta la muñeca, y con faldones hasta las corvas”. Como es conocido, en Guatemala el término casaca lo relacionamos con falsedades. Casaquero es aquel que solo habla pajas, otro vocablo vulgar de uso corriente que también es un sinónimo de mentiras. Pensé, ¡qué ironía! Total, es eso lo que suelen hablar los líderes de los grupos de presión, como lo es la misma CODECA y sus representantes, y los politiqueros en general: pura casaca.

Según un refrán popular “la buena casaca mata carita”. ¡Ah! Y, hoy se agrega al dicho que “la billetera mata a ambas”. Pero, en nuestro contexto político nacional, la casaca es mala, poco creativa y aburre por lo repetitiva. Las caritas de los políticos casi siempre asustan y, como es vox populi, a éstos lo único que les interesa es nuestra billetera. A veces, tristemente, pareciera que Guatemala entera es una aldea donde predomina la casaca. Y, para colmo de males, como reza una imagen que compartí en Facebook: "Si nosotros mentimos al gobierno es un delito grave. Si el gobierno nos miente a nosotros es, simplemente, política".


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 26 de agosto de 2013. La imagen la bajé de la Internet.

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1.07.2013

2013




Será un año complicado. La relación entre los gobernantes y los ciudadanos será tensa. Será violenta. En algunos casos llegará a una codependencia enfermiza que hará daño no solo a los involucrados, sino a los ciudadanos que no formemos parte de ninguno de los grupos en conflicto. Por supuesto, en todos los casos habrá un común denominador: el gobierno de Guatemala encabezado por el presidente del Ejecutivo, Otto Pérez Molina y manejado por la vicepresidente del mismo Organismo, Roxana Baldetti.

Los anteriores van a enfrentar medidas de hecho que van a tomar los grupos de presión que pretenden que se les otorguen privilegios que al final solo benefician a aquellos que dirigen tales colectivos. Y nosotros, los ciudadanos trabajadores, responsables, respetuosos de los derechos de los otros, vamos a pagar las consecuencias porque, como ya hemos experimentado a la fecha, cada vez que estos grupos de oportunistas exigen algo, no afectan a los gobernantes, sino a los gobernados que se encuentran en sus actividades cotidianas. Daniel Pascual, Luis Lara, Joviel Acevedo… son nombres conocidos por casi todos. Personajes que desde finales del año pasado amenazaron con actos violentos si no se les complace.

Del Congreso espero poco. Lo mismo de siempre. No obstante, considero que este 2013, a diferencia de lo que vimos en 2012, no va a ser tan fácil para Pérez y Baldetti comprar los votos que necesiten para que aprueben los paquetes de leyes que deseen. La campaña política para las elecciones del año 2015 ya inició de manera formal. Varios de los precandidatos a Presidente, además de hacerse obvios, anunciaron públicamente sus intenciones y empezaron a ensuciar el paisaje de nuestro país con su propaganda anticipada.

¡Qué fugaz fue el tiempo real de gobierno del Partido Patriota! Poco importa que entreguen el poder hasta enero de 2016. Lo bueno que pudieron hacer por el bienestar general no lo hicieron cuando pudieron. Todo lo contrario. Al traicionar a sus electores y romper sus promesas de campaña aprobando un aumento de impuestos y otorgándole más poder arbitrario a la Superintendencia de Administración Tributaria, más conocida como la Sat-ánica, hicieron más difícil la vida en Guatemala para quienes producen y crean riqueza legítimamente. Además de ahuyentar el capital que necesitamos para progresar.

Tampoco creo posible que haya avances este año en el Organismo Judicial, a pesar de las buenas intenciones del Presidente de la Corte Suprema de Justicia. Una vez en nuestro país siga reinando la CICIG, que con sus estrategias recuerda a la Gestapo Nazi y a la KGB de los soviéticos, la justicia en Guatemala es una utopía.

2013 va a exigir de los mandantes un mayor uso de su razón, para que las decisiones que tomemos no solo nos permitan pasar la tormenta que se avecina, sino logremos iniciar el proceso de cambio ansiado por la mayoría. El cambio para bien de todos, menos de los delincuentes, de los criminales, de los saqueadores, de los parásitos…


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 7 de enero de 2013.

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5.14.2012

La turba lo mató




¡Agarren a la turba! Es la responsable del crimen. La turba lo persiguió. La turba lo atrapó. La turba lo vapuleó. La turba lo roció con gasolina. La turba le prendió fuego. La turba lo mató. La culpable, sin lugar a dudas, es la turba. Ahora, ¿quién es la turba? ¿Será mi padre? ¿Será mi madre? ¿Será mi hermano, mi hermana? ¿Será mi esposo, mi esposa? ¿Será mi amigo, mi amiga? ¿Será mi hijo, mi hija? ¿Será mi vecino, mi vecina? ¿Será un conocido, un desconocido? ¿Será el muerto? ¿Seré yo?

¿Por qué lo mató la turba? ¿Qué delito cometió? ¿Quién lo acusó frente a la turba? ¿Para qué lo acuso? ¿Cuál fue la evidencia que llevó a la turba a concluir que debía aplicar la ¡tan cuestionada! pena de muerte? ¿Quién dictaminó el castigo? ¿Quién es la turba? ¿Será la angustia de la creciente incertidumbre? ¿Será la falta de justicia? ¿Será el cansancio del abuso constante? ¿Será la mentira recurrente del gobernante? ¿Será la desesperanza del cambio que no llega? ¿Será la facilidad con que la mayoría es manipulada?

¿Para qué lo mató la turba? ¿Para aliviar su cólera? ¿Para enmendar el desagravio? ¿Para descargar su frustración? ¿Por desencanto generalizado? ¿Por la necesidad de alguien que le pague lo que otro le debe? ¿Quién le debe a la turba? ¿Qué le debe ese alguien a la turba? ¿Puede la turba cobrarle a ese alguien? ¿Sabe la turba, a ciencia cierta, por qué está molesta?

¿Quién puede calmar a la turba? ¿Cómo se puede llevar la paz a la turba? ¿Cómo juzgar a la turba? ¿A qué criminal esconde la turba? ¿Qué esconde la turba? ¿Qué muestra la turba? ¿Podemos con la turba? ¡Qué responda la turba!

A la turba le fascina el fuego. La turba quemó al hombre. La turba quemó el vehículo. La turba quemó la casa. La turba robó el almacén. La turba violó a la niña. La turba secuestró al policía. La turba insultó al paisano. La turba se coronó reina del pueblo. La última palabra es suya: que muera el acusado, que prevalezca el caos. La turba es la más peligrosa asesina en serie que jamás haya conocido. También la más temida de los verdugos.



La turba quiere festejar su éxito. La turba quiere alzar su vaso y acabar con el espíritu fermentado de la bebida elegida. El alcohol enciende el espíritu de la turba. La gasolina lo calma por un breve instante. La turba no tiene límites. La turba no tiene rostro. La turba es culpable pero inimputable. La turba es irresponsable. La turba es todo aquel cobarde que huye de sí mismo. El acusado ante la turba no tiene escape ni defensa.

La turba gobierna dentro de un Estado de Hecho, ajeno al Derecho. Desconoce las leyes. No entiende la importancia del respeto al debido proceso. No confía en los tribunales, talvez con razón. ¿Por qué la turba actúa a su antojo sin pagar las consecuencias de sus acciones? La turba es una realidad que pone en peligro la vida de todos. ¿Quién será el próximo muerto por la turba? La turba, la asesina en serie imparable.


El presente artículo fue publicado el lunes 14 de mayo de 2012 en el diario guatemalteco Siglo Veintiuno. La fotografía es de Aroldo Marroquín, y fue publicada en Prensa Libre el 8 de enero de 2011.

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4.02.2012

La marcha de las letras



“Que dejen toditos los libros abiertos, ha sido la orden que dio el general. Que todos los niños estén muy atentos, las cinco vocales van a desfilar. Primero verás que pasa la A, con sus dos patitas muy abiertas al marchar. Ahí viene la E, alzando los pies, el palo de en medio es más chico, como ves. Aquí está la I, la sigue la O, una es flaca y otra gorda porque ya comió. Y luego hasta atrás, llegó la U, como la cuerda con que siempre saltas tú”… Pero, la historia no acaba aquí, como la cantó Cri-Cri. Y tampoco es esta toda la historia.

Según los cronistas de la marcha, la otra, la que no fue titular en los diarios, la que no estuvo a cargo de ningún militar, las letras todas, no solo las vocales, decidieron unirse para protestar. Su protesta fue inusual: ni violentaron los derechos de otros ni se les pasó por la mente tomar medidas de hecho. Al contrario, su protesta era contra aquellos que no eran capaces de utilizar articulada y verazmente las letras para que, por medio de la palabra, se les escuchara.

Al fin, las letras estaban orgullosas del producto de su trabajo. Les encantaba a las vocales unirse con las consonantes y proporcionar a quienes las usaban los medios para expresarse. ¡Cuántas lágrimas no derramaron junto al amante que infructuosamente buscaba conquistar a su amada con un verso! ¡Cuántas risas compartieron con aquel que supo usarlas para hacer reír a carcajadas a otros! Por supuesto, cuántas veces se quitaron el sombrero frente a quien fue capaz de transmitir una verdad que hiciera cambiar a una sociedad entera: una idea coherente y de acuerdo con la realidad que transformó para bien el destino de la humanidad.

Las letras eran felices, la mayoría del tiempo, con el resultado de su uso. Sin embargo, sabían que también el lenguaje, su adorado hijo, había sido utilizado para decir mentiras: para extorsionar, amenazar y manipular. Lo desprestigiaron, primero, los sofistas, luego, los políticos y hoy los usurpadores de la voz del pueblo. Eso, solo para citar parte de una lista que incluye a toda persona que une las letras en palabras que pretenden estafar a otros; sin importar el hábito que vista, la corona que luzca o la máscara que oculte su verdadero rostro.

Ante semejante abuso, las letras se unieron para luchar (por medio de quienes las sabían usar y no temían usarlas) en contra de aquellos cuyo objetivo era vivir a costa de los demás y desprestigiaban la noble tarea que habían elegido para sí las letras. Es así que surgen, como fruto de esta protesta no registrada en los anales de los poderosos, conceptos vitales para defender a los dignos de los farsantes, y rescatar de las garras de estos últimos a los ingenuos que hayan caído en su trampa. Nacen los vocablos que muchos no quieren escuchar, los términos que los van a describir: saqueadores, gorrones, oportunistas, privilegiados, zánganos, vividores, parásitos… Y este es el cuento de nunca acabar. Continuará.


El presente artículo fue publicado el lunes 2 de abril de 2012 en el diario guatemalteco Siglo Veintiuno. El vídeo lo enlace con Youtube.

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