¡Agarren a la turba! Es
la responsable del crimen. La turba lo persiguió. La turba lo atrapó. La turba
lo vapuleó. La turba lo roció con gasolina. La turba le prendió fuego. La turba
lo mató. La culpable, sin lugar a dudas, es la turba. Ahora, ¿quién es la
turba? ¿Será mi padre? ¿Será mi madre? ¿Será mi hermano, mi hermana? ¿Será mi
esposo, mi esposa? ¿Será mi amigo, mi amiga? ¿Será mi hijo, mi hija? ¿Será mi
vecino, mi vecina? ¿Será un conocido, un desconocido? ¿Será el muerto? ¿Seré
yo?
¿Por qué lo mató la
turba? ¿Qué delito cometió? ¿Quién lo acusó frente a la turba? ¿Para qué lo
acuso? ¿Cuál fue la evidencia que llevó a la turba a concluir que debía aplicar
la ¡tan cuestionada! pena de muerte? ¿Quién dictaminó el castigo? ¿Quién es la
turba? ¿Será la angustia de la creciente incertidumbre? ¿Será la falta de
justicia? ¿Será el cansancio del abuso constante? ¿Será la mentira recurrente
del gobernante? ¿Será la desesperanza del cambio que no llega? ¿Será la
facilidad con que la mayoría es manipulada?
¿Para qué lo mató la
turba? ¿Para aliviar su cólera? ¿Para enmendar el desagravio? ¿Para descargar
su frustración? ¿Por desencanto generalizado? ¿Por la necesidad de alguien que
le pague lo que otro le debe? ¿Quién le debe a la turba? ¿Qué le debe ese
alguien a la turba? ¿Puede la turba cobrarle a ese alguien? ¿Sabe la turba, a
ciencia cierta, por qué está molesta?
¿Quién puede calmar a la
turba? ¿Cómo se puede llevar la paz a la turba? ¿Cómo juzgar a la turba? ¿A qué
criminal esconde la turba? ¿Qué esconde la turba? ¿Qué muestra la turba?
¿Podemos con la turba? ¡Qué responda la turba!
A la turba le fascina el
fuego. La turba quemó al hombre. La turba quemó el vehículo. La turba quemó la
casa. La turba robó el almacén. La turba violó a la niña. La turba secuestró al
policía. La turba insultó al paisano. La turba se coronó reina del pueblo. La
última palabra es suya: que muera el acusado, que prevalezca el caos. La turba
es la más peligrosa asesina en serie que jamás haya conocido. También la más
temida de los verdugos.
La turba quiere festejar
su éxito. La turba quiere alzar su vaso y acabar con el espíritu fermentado de
la bebida elegida. El alcohol enciende el espíritu de la turba. La gasolina lo
calma por un breve instante. La turba no tiene límites. La turba no tiene
rostro. La turba es culpable pero inimputable. La turba es irresponsable. La
turba es todo aquel cobarde que huye de sí mismo. El acusado ante la turba no
tiene escape ni defensa.
La turba gobierna dentro
de un Estado de Hecho, ajeno al Derecho. Desconoce las leyes. No entiende la
importancia del respeto al debido proceso. No confía en los tribunales, talvez
con razón. ¿Por qué la turba actúa a su antojo sin pagar las consecuencias de
sus acciones? La turba es una realidad que pone en peligro la vida de todos. ¿Quién
será el próximo muerto por la turba? La turba, la asesina en serie imparable.
El presente artículo fue
publicado el lunes 14 de mayo de 2012 en el diario guatemalteco Siglo Veintiuno.
La fotografía es de Aroldo Marroquín, y fue publicada en Prensa Libre el 8 de
enero de 2011.
Etiquetas: asesinatos, caos, crimen, Estado de Derecho, Guatemala, medidas de hecho, Turba, violencia
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