Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

4.16.2012

Artículos fraccionados



Ya que el título del presente artículo tiene varios significados o puede ser interpretado de muchas maneras, voy a proceder a contextualizarlo en varias fracciones:

Primero, voy a referirme al descaro de los actuales gobernantes de recurrir a los medios que usaron los corruptos anteriores cuando estaban en el ejercicio del poder. En estos apenas tres meses en los cuales Otto Pérez Molina y su gente fueron ungidos como gobernantes, han continuado con la práctica común de comprar cualquier artículo (medicinas, fertilizantes, armas…) sin licitar, ya sea bajo la excusa de los llamados “estados de excepción” o fraccionando las compras. En otras palabras, continúan asignando a dedo a aquellos que se enriquecen gracias al Estado Benefactor/Mercantilista que rige en Guatemala. Ellos incluidos.

Segundo, lo anterior confirma el porqué voté nulo para Presidente en ambas vueltas electorales de 2011. En septiembre del año pasado, en dos artículos (¿o un artículo fraccionado?), publiqué lo siguiente: “La mía es una decisión propia… El resultado de un proceso lógico cuyo objetivo es ser coherente conmigo y mis valores. Ser íntegra. Nunca votaría en contra de mis principios… [es] la peor traición… Creo en un gobierno de leyes. No soy súbdita de ningún rey. No voy a legitimizar un sistema presidencialista… No entiendo cómo todavía hay tantos que creen que estrenando Presidente cambian las cosas para bien en el largo plazo… Es irresponsable votar sin meditar las consecuencias de nuestro voto. Sin darnos cuenta que legitimamos un sistema presidencialista que es la raíz del problema”.

Tercero, nunca vamos a progresar fraccionando por períodos presidenciales a los saqueadores que llegan al ejercicio del poder. Solo lo haremos cuando cambiemos el sistema político/económico vigente. En el tercer capítulo del libro “Filosofía, ¿quién la necesita?”, llamado “Lo metafísico versus lo hecho por el hombre”, la muy comentada y poco leída por sus críticos, Ayn Rand, explica adónde nos ha llevado la confusión intelectual contemporánea: “La mayoría de las personas consumen sus vidas en una rebelión sin sentido contra las cosas que no pueden cambiar, en la resignación pasiva ante aquellas que pueden modificar y – sin tratar jamás de aprender la diferencia – en la culpa crónica y la duda sobre su propia capacidad en ambos casos”.

El miedo a ser plenamente responsables de su existencia, lleva a muchos a falsear la realidad: optan por no pensar. Lo que es peor, invitan a otros a no usar su razón para aliviar sus conciencias atormentadas. Como bien dice Rand en la obra citada: “Nada puede obligar a un hombre a pensar”. Tampoco NADA evitará que coseche las consecuencias de esa decisión. Yo, contrario al superficial y cómodo llamado a la irracionalidad, los invito a reflexionar sobre aquello que debemos y podemos cambiar para que vivamos mejor y dejemos de fraccionar nuestras propias vidas y las vidas de los demás.


El presente artículo fue publicado el lunes 16 de abril de 2012 en el diario guatemalteco Siglo Veintiuno. La imagen es de Cheng Ho Toh (Singapur).

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