Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

3.27.2006

De ronchas y conchas

Riman, pero no son análogas. Ambas palabras tienen definiciones de “amansaburros” y significados coloquiales que dependen del contexto en que se utilicen.

¿A dónde voy con la anterior digresión? A comentar las “ronchas” (molestias) que causaron, en más de uno, mis dos artículos anteriores, en los cuales comentaba el innegable incremento de la criminalidad en nuestro país y sus causas primigenias: la equivocada forma de priorizar los recursos públicos y la cobardía de la autoridades a la hora de aplicar las condenas impuestas por los tribunales, en especial la pena de muerte.

En pocas palabras: el sistema de incentivos perversos que impera en Guatemala, que castiga al productivo y respetuoso y premia al violador o antisocial. Se criminaliza a las víctimas y se victimiza al criminal. Una paradoja más de la eterna incertidumbre en que vivimos, no importa que sea primavera, verano, otoño o invierno.

También comentaba el inusitado interés que el tema ha generado en algunos medios internacionales. Repito: sólo un alucinado negaría las constantes violaciones a la propiedad, la libertad y la vida de las personas. Sin embargo, llamó mi atención que las notas extrañamente manipulaban la información con el objetivo de “recordar” los hechos violentos del “brutal conflicto armado” del siglo pasado. Pareciera que intentan confundir la gimnasia con la magnesia. ¿Para qué? Para beneficiar a quienes lucran de la miseria de otros con la excusa de ayudarlos.

Es obvio lo que molestó a estos personajes a quienes me refiero: que me haya atrevido a ser políticamente incorrecta y los llame como lo que son: gorrones y vividores cuyo “trabajo” sólo provoca más daño a los individuos más frágiles de nuestra nación.

La sola mención de la palabra “guerrillero” hizo a alguno brincar en defensa de estos seres “míticos” que, en su mayoría, no sólo no pagaron el costo de las consecuencias de sus acciones (violar, secuestrar, robar, matar, destruir…), sino que, además, muchos han formado parte de los gobiernos recientes, llevándose a su bolsillo una gran cantidad de dinero perteneciente a los tributarios (mal llamados contribuyentes) que se vieron perjudicados por las decisiones irresponsables de estos “protectores del pueblo”.

Todos aquellos que atentan contra los derechos individuales deben ser castigados. No importa si lo hicieron bajo el cobijo del poder estatal o fuera de este. Pero en nuestra sociedad pervive una doble moral que pretende inculpar sólo a los miembros del ejército y exculpar a los que iniciaron la guerra y actuaron al margen de la ley, a quienes deberíamos llamar simplemente terroristas.

Más allá de las buenas intenciones que decían tener, lo que lograron fue retrasar el desarrollo de los hombres y las mujeres que querían salvar de la “injusticia social”. Al fin, varios de ellos lograron rescatar a algunos de la pobreza: a sí mismos. No se hagan “conchas”: negar lo anterior es una necedad.


Nota: este artículo fue publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, en la columna semanal “Principios”, el lunes 27 de marzo de 2006.

3.20.2006

Guatemala Post

Por un extraño motivo desconocido, al menos para mí, nuestro terruño ha sido tema de recientes titulares en el Washington Post (WP), prestigioso diario de la capital estadounidense. Sin embargo, fuera de una interesante nota en su edición dominical del pasado 12 de marzo, las noticias no son precisamente las propias de un paraíso idóneo para recordar en una postal: más bien, un infierno a olvidar y que nunca se piensa visitar.

“Casi todas las noches, grupos de hombres armados irrumpen en los vecindarios más pobres de la nación con el objetivo de apresar a otro hombre, mujer o adolescente considerados culpables de cometer algún crimen. Casi todas las mañanas, aparece algún cadáver con señas de haber sido torturado y estrangulado”. (Traducción libre de una parte del reportaje publicado el pasado 24 de febrero en el medio ya mencionado.)

Negar el aumento de la criminalidad en nuestro país es absurdo. Pocos se atreverían a refutarlo. No obstante, reconocer el hecho no es tan importante como entender por qué estamos viviendo esta situación. Una de las principales razones es, sin duda, la falta de decisión de las autoridades de concentrar los recursos públicos en brindar seguridad y justicia a la población. Y otra, el incumplimiento por parte del Presidente de la República de aplicar la pena de muerte impuesta a criminales vencidos en los tribunales.

“El problema cuando la gente toma estas cuestiones en sus manos es que los miembros de los escuadrones se acostumbran de tal manera a matar, que cuando tienen algún enemigo deciden acabar con él también, generando más violencia en el país”, declaró Mario Polanco, del Grupo de ayuda mutua (GAM) al periodista del WP.

Irónico. Son precisamente personajes como Polanco quienes se han dedicado, no sólo a desprestigiar aún más nuestra dañada imagen como país, sino que han achicopalado de tal manera a nuestros gobernantes con el discurso “políticamente correcto” en contra de la pena de muerte, que las autoridades no se atreven a cumplir con su deber. Deber que ahora asumen los vecinos, bajo el riesgo de cometer muchísimas injusticias.

Además, la crónica recuerda el “brutal conflicto armado” y comenta la captura, en Sololá, del “Grupo de limpieza social del pueblo”. Es paradójica la posibilidad de que el líder del clan haya sido guerrillero, según lo reporta N. C. Aizenman.

Otra de las notas publicadas en el WP trata sobre la corrupción en la SAIA y la detención del director de esa organización, Adán Castillo. Por supuesto, ante este panorama, ¿quiénes se van a aventurar a venir a Guatemala, ya sea como turistas o inversionistas?

De nuevo: en río revuelto, ganancia de “vividores” de los derechos humanos. Ahora sí es posible que consigan más fondos de incautos contribuyentes de otros países, y los “donantes” les perdonen la presentación de los informes de lo “gastado” que, dicen, les fueron “robados”. Así es la acción humana: interesada.


Nota: este artículo fue publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, en la columna semanal “Principios”, el lunes 20 de marzo de 2006.

3.13.2006

Se contratan sicarios

“Ante las constantes agresiones a la población de Guatemala, los miembros de las comunidades y vecindarios autónomos extralegales contrataran a varios sicarios para que se encarguen de hacer el papel de verdugos al ejecutar las penas impuestas por los tribunales ciudadanos a quienes convierten la vida de la mayoría en un tormento”.

Asesinos asalariados, parte de una legión de fantasmas que trabajan de noche. Su labor la llevan a cabo en otro plano de la realidad: se encargan de multiplicar el terror entre aquellos que se han dedicado a intimidar al resto de hombres y mujeres en nuestro país.

A veces, la verdad duele, enferma, envenena el alma de los espíritus justos que terminan haciendo aquello que condenan en los otros.

Es delincuente. Pudo cambiar el rumbo de su existencia. Sin embargo, despreció esa oportunidad.

“Y yo, entonces, ¿seré castigado? - Sí. - ¿Qué mal he hecho?
- Has robado, extorsionado, violado, secuestrado, asesinado… Has sido condenado por tus actos irresponsables. Los tipos como tú eligieron el infierno, algunos desde niños. Si crees en Dios, que Él se apiade de ti”.

Cansados de exigir que se concentren los recursos públicos en dar seguridad e impartir justicia, motivos primigenios que justifican la existencia de un gobierno, los habitantes prefieren contratar seguridad privada y ahora hasta juzgan, condenan y ejecutan las sentencias. Esa es la llamada “limpieza social”: posibles delincuentes y criminales que aparecen, diariamente, asesinados. ¿Se convierten en criminales quienes los liquidan?

Pareciera un cuento: la realidad distorsionada por los acontecimientos. ¿O confirmada?

“La violencia sigue imparable: hace pocos días, el bebé Selvin Alexánder Coc Coy, de 6 meses de edad, murió durante un ataque perpetrado contra sus progenitores”.

No todos los muertos son producto de los juicios comunitarios. No. Muchos de ellos, tal vez la mayoría, mueren como resultado de las luchas de poder de narcos y mareros. Además, aquellos que deseen abandonar la "clica" serán sentenciados, por sus mismos "hommies", a morir. Ellos y sus familias.

Quienes creen que ya hay muchas personas en el mundo, ¿se alegran de estas tragedias cotidianas que acaban con un montón de gente de un plumazo? No sé.

¿Acaso alguien dice en su infancia: quiero ser ladrón cuando sea grande? ¿O secuestrador? ¿O asesino? Por favor, no dejes que el crimen se interponga entre tu y tus sueños. No vaya a ser que la cosecha de tu siembra acabe contigo y las personas que amas. Quien elige entrar en el reino criminal va a sufrir las consecuencias de esa elección. Recuerda: “Ciudadanos desesperados contratan sicarios para cumplir con penas de muerte impuestas por las cortes del barrio”. Procura no ser uno de los acusados.

En fin: en río revuelto, ganancia de pescadores. ¿Quiénes son los ganadores? Los “vividores de los derechos humanos”. Nadie sabe para quién trabaja. Ni siquiera los sicarios.

Nota: este artículo fue publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, en la columna semanal “Principios”, el lunes 13 de marzo de 2006.

3.06.2006

Mal Rato

Sin lugar a dudas, Rodrigo de Rato, Director-Gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), nos hizo pasar un mal rato a los contribuyentes guatemaltecos.

Rato, como cualquier funcionario cuyas entradas dependen de los impuestos, alguien que es mantenido por el riesgo y la producción de otros, opina que en nuestro país hay que subir la carga fiscal porque, según él, tenemos un problema estructural de ingresos públicos. Confirmado: anda más perdido que el hijo de la llorona en el día de las madres. Nuestro problema es de ingresos, sí, pero privados: ingresos de los individuos que son privados del fruto de su trabajo para que otros vivan como reyes no sólo un rato, sino toda su vida. Ingresos personales que a cada rato disminuyen.

Llama la atención que esta gente, como lo hacen los políticos "made in mayaland", sigan operando con datos que no reflejan la realidad: información equivocada. ¿Por qué? ¿Acaso temen que se les acabe la excusa de que tributamos “demasiado poco” en comparación a otras sociedades? Este hecho, entre otros, me hace catalogar de superficiales e irresponsables las declaraciones de personajes como Rato y Kompass, mara de “a rato”. Digo, por su paseo de un rato a Guate, mientras se pasean en nosotros.

Rato insistió en que sus recomendaciones coinciden con la importancia de fortalecer la recaudación, porque no ve otra manera de reducir la pobreza y de generar empleo. Vergüenza le debería de dar semejante declaración: un cacho limitada su visión. Quizá estaba pasando por un mal rato. ¿O se refería a la pobreza y el empleo de los "jetseteros" del mundillo burocrático?

Qué más da que sea buen papá, miembro del PP u otra combinación de “p” con vocales, si actúa igual que todo aquel que gorronea del erario público: sólo les interesa justificar la existencia de la burocracia estatal en general. Sus propuestas van a ser similares y nosotros vamos a ser los paganos de sus ocurrencias: al rato, ratas de laboratorio.

Para este colectivo es muy fácil decir que otros paguen más, porque ellos nomás vienen un rato y se van. Así como lo hacen los “posibles” inversionistas: vienen y corriendo se van cuando se enteran de la inseguridad y los cambios constantes de las reglas del juego, cambios que incluyen más gravámenes.

Al final, con tal de que algún capitalista se quede, los gobernantes terminan ofreciéndoles prerrogativas a la medida de sus “necesidades”: exenciones para unos a costa de los demás. Puro y genuino mercantilismo. ¿Acaso no es mejor, en lugar de privilegiar a pocos, generalizar la supresión de obstáculos directos para la inversión de capital productivo? Hasta los políticos ganarían más dinero al aumentar el “pastel” a repartir.

Para acabar con la pobreza se necesita creación de riqueza. Lógico. Pero, ¿a quién se le ocurre que poniendo impuestos se va a lograr ese objetivo? Por supuesto, a quien vive de las arcas abiertas.

Nos "stand-by" al rato.

Nota: este artículo fue publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, en la columna semanal “Principios”, el lunes 6 de marzo de 2006.

3.01.2006

Fiddler on the roof

Violinista en el tejado, es un diálogo interno (algunos lo considerarían un monólogo) que mantiene el personaje principal de la producción. Una de esas conversaciones silenciosas en la que es claro quién es el interlocutor: el mismísimo Dios. Aunque también podría serlo el propio espectador.

Película considerada por muchos como “un logro impresionante desde cualquier punto de vista”. El filme es una adaptación al cine del éxito teatral que cuenta las vicisitudes de la vida adulta de Tevye (interpretado por Topol), un lechero judío que, a base de un cuestionamiento constante, va resolviendo los dilemas éticos que la vida le presenta en la Rusia zarista de principios del siglo veinte: repite el constante deambular histórico de los judíos. Es una historia universal de esperanza, amor y aceptación de la vida y sus circunstancias: una obra maestra del género musical.

Fue nominada en ocho categorías del premio Oscar en 1971, incluyendo mejor película y mejor Director (Norman Jewison fue el ganador del Oscar en 1967 por "In the Heat of the Night" y recibió el premio Irving G. Thalberg en 1999). Una producción que hizo inmortales canciones como “If I were a rich man" (Si yo fuera rico), “Traditions” (Tradiciones), "Matchmaker" (Casamentera) y "Sunrise, Sunset" (Amanecer, atardecer).

Teyve, como les decía, es lechero en Anatevka, un pueblo de Ucrania. Vive feliz con su esposa y sus cinco hijas, todas ellas solteras. Una tarde, mientras hace su reparto, conoce a Perchick, un pobre estudiante de Kiev con ideales revolucionarios. Los dos simpatizan y Teyve le ofrece casa y comida a cambio de que les dé clases a sus hijas. Al mismo tiempo, Lazar Wolf, el rico carnicero, viudo, de la aldea, solicita a Teyve la mano de Tzeitel, su hija mayor, petición a la que accede, sin saber que ella ama a Motel, el sastre.

"Fiddler on the roof" está basada en varias historias escritas por Sholem Aleijem (seudónimo de Sholom Rabinowitz). En marzo de 1961, Larry Bock, Sheldon Harnick y Joseph Stein decidieron adaptarlas y hacer de ellas una obra de teatro: seleccionaron tres cuentos como punto de partida y para julio de 1961 ya tenían un borrador del musical. El título del espectáculo está inspirado en una pintura de Mark Chagall, que representa a un violinista de ojos ovalados que pareciera estar suspendido en el aire, entre los techos de un pueblo de campesinos.

Al fin, en septiembre de 1964, se comenzó a presentar en Broadway. Siete años más tarde, cuando Jewison realizó la versión fílmica de la obra, millones de personas alrededor del mundo ya estaban familiarizadas con la vida de Tevye y su familia. Esa vida que, cuando abandona las tradiciones, producto de la evolución, se vuelve tan inestable como un violinista interpretando melodías sobre un tejado.

Ficha técnica
Director: Norman Jewison
Guionistas: Joseph Stein, basado en historias de Sholom Aleichem
País y año: USA 1971
Género: Musical, Drama
Interpretes: Topol, Norma Crane, Leonard Frey, Molly Picon, Paul Mann, Rosalind Harris, Michele Marsh, Neva Small, Paul Michael Glaser, Ray Lovelock
Música: Jerry Bock


Nota: esta crítica de cine se publicó en la revista “Orbe” del mes de marzo de 2006.