Mal Rato
Rato, como cualquier funcionario cuyas entradas dependen de los impuestos, alguien que es mantenido por el riesgo y la producción de otros, opina que en nuestro país hay que subir la carga fiscal porque, según él, tenemos un problema estructural de ingresos públicos. Confirmado: anda más perdido que el hijo de la llorona en el día de las madres. Nuestro problema es de ingresos, sí, pero privados: ingresos de los individuos que son privados del fruto de su trabajo para que otros vivan como reyes no sólo un rato, sino toda su vida. Ingresos personales que a cada rato disminuyen.
Llama la atención que esta gente, como lo hacen los políticos "made in mayaland", sigan operando con datos que no reflejan la realidad: información equivocada. ¿Por qué? ¿Acaso temen que se les acabe la excusa de que tributamos “demasiado poco” en comparación a otras sociedades? Este hecho, entre otros, me hace catalogar de superficiales e irresponsables las declaraciones de personajes como Rato y Kompass, mara de “a rato”. Digo, por su paseo de un rato a Guate, mientras se pasean en nosotros.
Rato insistió en que sus recomendaciones coinciden con la importancia de fortalecer la recaudación, porque no ve otra manera de reducir la pobreza y de generar empleo. Vergüenza le debería de dar semejante declaración: un cacho limitada su visión. Quizá estaba pasando por un mal rato. ¿O se refería a la pobreza y el empleo de los "jetseteros" del mundillo burocrático?
Qué más da que sea buen papá, miembro del PP u otra combinación de “p” con vocales, si actúa igual que todo aquel que gorronea del erario público: sólo les interesa justificar la existencia de la burocracia estatal en general. Sus propuestas van a ser similares y nosotros vamos a ser los paganos de sus ocurrencias: al rato, ratas de laboratorio.
Para este colectivo es muy fácil decir que otros paguen más, porque ellos nomás vienen un rato y se van. Así como lo hacen los “posibles” inversionistas: vienen y corriendo se van cuando se enteran de la inseguridad y los cambios constantes de las reglas del juego, cambios que incluyen más gravámenes.
Al final, con tal de que algún capitalista se quede, los gobernantes terminan ofreciéndoles prerrogativas a la medida de sus “necesidades”: exenciones para unos a costa de los demás. Puro y genuino mercantilismo. ¿Acaso no es mejor, en lugar de privilegiar a pocos, generalizar la supresión de obstáculos directos para la inversión de capital productivo? Hasta los políticos ganarían más dinero al aumentar el “pastel” a repartir.
Para acabar con la pobreza se necesita creación de riqueza. Lógico. Pero, ¿a quién se le ocurre que poniendo impuestos se va a lograr ese objetivo? Por supuesto, a quien vive de las arcas abiertas.
Nos "stand-by" al rato.
Nota: este artículo fue publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, en la columna semanal “Principios”, el lunes 6 de marzo de 2006.
1 Comments:
Pareciera que no se gana terreno en hacer que éstas personas entiendan algo tan simple como tu conclusión. No hay peor ciego que el que no quiere ver. Paciencia...¿Que otra?
PD. Felicitaciones a tu hermano... Excelente (debe ser de familia)
By GUSTAVO A. ABRIL, at 10:15 a.m.
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