Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

2.06.2006

Vetemos

Mientras los políticos conjugan el verbo vetar, “Yo veto, Tú vetas, Ustedes vetan”; nosotros, los contribuyentes, conjeturamos que vamos a pagar las calenturas de algunos y la edad dorada de otros.

Corre y va de nuevo: el Congreso dice sí a la ley de planificación familiar y a la ley del adulto mayor. Ahora, a esperar la lluvia de acciones de inconstitucionalidad. ¿Vosotros vetáis?

¿Por qué hay gente que no previó para su vejez, o no tuvo la capacidad económica de hacerlo? ¿Será porque no hemos creado suficiente riqueza y muchos, en lugar de hacer atractiva a Guatemala como un destino para la inversión, prefieren denostar contra los que tienen el capital para crearla, alejándolos de nuestro país? ¿Será porque seguimos casados con un estado benefactor, de inspiración socialista, íntimamente unido con un sistema mercantilista?

Sin duda, los que van hacer gran cantidad de business con la venta de preservativos y demás hierbas empezaron a contar las fichas de los tributarios que van a terminar en sus bolsillos. Ojalá sean previsores y ahorren algo para cuando sean ancianos.

Con respecto al tema de la “planificación familiar”, ¿qué hay más allá de los prejuicios y las falacias? Aclaro: sí creo en la planificación cuando es necesaria, sin menospreciar a la maravillosa espontaneidad. Pero esta planificación debe ser siempre individual, y no gubernamental, cuando se trata de asuntos propios de nuestra esfera privada.

Eso incluye la decisión de tener o no hijos. Y el o la que elija tenerlos es libre de decidir cuántos van a ser y para cuándo planea traerlos a esta excepcional vida. Todo esto, independientemente del gusto que tengan al procrearlos: espero hayan disfrutado el proceso. El sexo y los hijos que de él puedan nacer, es una decisión individual o de pareja.

Uno de los dilemas más controversiales es ¿hasta dónde vamos a permitir que otros invadan nuestra privacidad? Burócratas, religiosos, moralistas y demás entes entrometidos: los veto de mi cama. Al fin, todos estos grupos es eso lo que pretenden: regular que “sea lo que sea” suceda en nuestra intimidad tenga las consecuencias previamente dispuestas por ellos.

Imagino que algunos de los dialogantes desean promover el “amaros los unos a los otros”, pero “controlad los resultados”. Entretanto, los otros prefieren el “absteneos de tocaros los unos a los otros”, excepto para la multiplicación de la “raza”. Ni con los algunos ni con los otros.

A los involucrados en el debate hay que recordarles lo importante que es no distraernos del verdadero interés de muchos de los políticos involucrados en la discusión: el económico. ¿Quién ganará comisiones en la compra de anticonceptivos?

Neomaltusianos y religiosos doctrinarios: no sean ingenuos. Los intercambios bizantinos han sido divertidos, pero, ¿no sería bueno que nos enfocáramos en evitar que sigan despilfarrando nuestros escasos recursos? El resto es decisión de cada quien.

Nota: este artículo fue publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, en la columna semanal “Principios”, el lunes 6 de febrero de 2006.

1 Comments:

  • MY:
    Solo 2 cosas:
    La primera: Aún no te he felicitado por estar publicando de nuevo en Siglo 21....¡EXCELENTE!
    La segunda: Para mí es un honor que cualquier persona deje un comentario en mi blog, pero tratándose de tí, eso es un verdadero orgullo. GRACIAS

    EL MAPACHE

    By Blogger GUSTAVO A. ABRIL, at 4:45 p.m.  

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