Crash
Una producción “estrellada”, no sólo por el elenco estelar, sino por el tema. Lamentablemente, esta excelente película se “estrelló” en la taquilla de los cines: en Guatemala ni siquiera la llegaron a exhibir.
Por cierto, es una de las mejores cintas que vi en el año 2005. Uno de los filmes que pasó inadvertido y hoy resucita ante la posibilidad de ser nominado a los premios Oscar, lo cual consideraría un justo reconocimiento.
Crash es una película que, sin lugar a dudas, se presta a muchas lecturas que nos invitan a verla más de una vez. Y llorar de nuevo en ciertas escenas sorprendentemente conmovedoras. Epifanías.
Un reparto fabuloso. Una fotografía memorable. El guión inteligente, con diálogos retadores y políticamente incorrectos. Una clara muestra del fracaso de las leyes que privilegian a unos a costa de otros. Un ejemplo más del descalabro ocasionado por las llamadas “acciones afirmativas”. ¿Cómo no me iba a gustar Crash?
Comienza a nevar. Las luces blancas de los automóviles resaltan sobre el azul profundo de la noche. El rojo nos anuncia el choque de prejuicios: el resultado de nuestros miedos más arraigados. Todos tenemos prejuicios.
Los prejuicios son producto de la ignorancia, y los mantiene vivos la desidia de pensar. Es más sencillo creer los cuentos que inventan unos para manipular a los otros, que esforzarse en buscar las respuestas que permitan aclararnos las ideas. Por eso hay quienes encuentran en esas respuestas “fáciles” la solución más cómoda a sus dudas. Explicaciones tan descabelladas como pensar que todo latino tiene que ser mexicano. O que todo asiático es chino, todo musulmán es árabe, todo blanco es racista y todo negro es ladrón. O huevón.
La película inicia con un choque de vehículos: casi al final de las historias de los protagonistas, esas vivencias que se entrecruzan para formar un solo trama. Un muerto abandonado en la cuneta ¿quién es?
“Es el sentido del tacto. En una ciudad real, la gente te roza, te golpea al caminar. En Los Ángeles nadie te toca. Estamos detrás del metal y el vidrio. Extrañamos tanto ese roce que chocamos contra el otro para sentir algo”.
¿Cuáles son los “hilos conductores” del relato? Algunos ya los he mencionado: los prejuicios, los miedos. Otros son el rencor, el resentimiento, el poder, la inseguridad, pero no de la ciudad, sino la propia. Todos ellos, los hilos, convertidos en ellas: emociones.
Es una producción que aparenta reproducir estereotipos, pero termina cuestionándolos. Un universo diverso que, al final, en lugar de dividir, une. Una película donde los prejuicios se manifiestan en los temores de los personajes. Un miedo ciego que se fija en el color de la gente. Y algo más.
¿Son las supersticiones parte de nuestros prejuicios? Tal vez. Por si acaso, le recomiendo no pasear un San Cristóbal: no les trajo mucha suerte a más de uno. A diferencia de la “capa protectora invisible” del ángel, la que le entregó la hada madrina al padre cuando tenía cinco años, esa que luego heredó a la hija. Esa sí funciona.
“Vivir en constante choque”, descubrir que los monstruos verdaderos no se esconden debajo de la cama: los llevamos dentro. “Estoy enojada todo el tiempo y no sé porqué”. El choque que producen esos dilemas propios de todos los días.
Al fin, no importan las circunstancias, sino nuestra respuesta ante ellas: la última palabra la tiene cada quien. Somos capaces de cometer las más bajas y deleznables acciones, pero también de actuar de la forma más noble que podemos imaginar. Y en ambos casos somos responsables de las consecuencias de esas acciones. No estamos llamados a “amarnos los unos a los otros”. Eso es imposible. Pero sí tenemos la obligación de respetarnos los unos a los otros, más allá de nuestros prejuicios.
Sin embargo, a pesar de los choques, Crash nos deja un sabor a esperanza: ¿entenderemos el resentimiento del policía? ¿Es posible ser primero villano y luego héroe? ¿Se redime el ladrón? ¿Es todavía Estados Unidos la tierra de las oportunidades dónde todos son “free to go” y, como dijera Benjamín Franklin, “el tiempo es oro”?
Crash, es una producción estadounidense del año 2004, que cuenta con las actuaciones de Sandra Bullock, Don Cheadle, Matt Dillon, Jennifer Esposito, Brendan Fraser, Chris "Ludacris" Bridges y Ryan Phillippe. El director es Paul Haggis, quien, con el apoyo de Bobby Moresco, escribió el guión. También merecen mención especial Mark Isham a cargo de la música y Michael Muro, responsable de la fotografía.
Desde el principio hasta el final, Crash nos cuestiona, hace que nuestros prejuicios y miedos derivados de los anteriores choquen. Es probable que al terminar de verla, se encuentren con más preguntas de las que tenían al principio. Como me pasó a mí.
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