Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

11.17.2005

Miserias

Hace algunas semanas, mientras me entretenía leyendo “Los miserables” de Víctor Hugo, pensaba en aquellos miserables que habitan en Guatemala y mantienen a tantos millones de sus pobladores viviendo miserablemente, entretanto ellos se forran y llenan la boca con discursos a favor de los “pobres”.

Pensé en quienes sufren las consecuencias de las decisiones de los miserables que impiden en nuestro país el desarrollo, la multiplicación de la riqueza y del número de empresas, esas que permiten la mejora en la calidad de vida de todos.

Denosté en privado y en silencio contra los miserables “rentistas” que viven de gorrones de lo que otros producen y, además, no dejan producir más. En quienes, arrimados al poder, buscan privilegios para no competir en condiciones iguales para todos.

¿Por qué a los políticos, especialmente a aquellos que están en el ejercicio del poder (en el gobierno) no se les ocurre que la más importante necesidad en Guatemala es la de aumentar los ingresos de los habitantes para que también ellos (los políticos) puedan recaudar más impuestos, si es eso lo que desean, con "todo su corazón"?

Y para que todos, comenzando por los contribuyentes (quienes al fin somos los que pagamos todas las cuentas), incrementemos nuestros ingresos lo que se necesita es atraer capital y no ahuyentar inversión.

Pero Dios, me pueden decir en qué cabeza no entra que aumentando impuestos no se atrae esa inversión a un país, más en uno como el nuestro: deprimido e inmerso en la inseguridad y la falta de justicia.

Lo importante no es tributar ni pagar impuestos (esto es sólo una consecuencia): lo importante es acrecentar nuestro patrimonio por medio de la producción de más bienes y servicios demandados por el mercado para satisfacer sus necesidades, lo cual va a beneficiar a todos.

La pobreza no tiene causas. La riqueza sí.

Describir situaciones es fácil, descubrir soluciones no: esto implica un esfuerzo mental. Las propuestas comunes (las de papá gobierno y el estado benefactor, con minúsculas) ya están agotadas. Esforcémonos en buscar otras respuestas a las interrogantes de porqué estamos como estamos y cómo disminuir la miseria de todos, entre otras cosas.

Hoy más que nunca necesitamos de quienes ya tienen riqueza para que la inviertan en nuestro país. El reto es atraerlos sin brindarles privilegios pero permitiéndoles aumentar sus bienes. De nuevo: multiplicación y no distribución. Y que ese cambio de reglas beneficie también al resto: multiplicación de los ingresos reales de todos.

Evolucionemos: material e intelectualmente.

El largo plazo siempre llega: ese es el mayor costo político. Y si seguimos como estamos, ese largo plazo sólo nos deparará más y más miserias.

Miserables.