Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

9.15.2005

Los minutos

Sábado 3 de septiembre. Recorro la Avenida de las Américas. Voy tarde. Los minutos corren. Entro a La Reforma. Voy del sur al norte. Mi objetivo es llegar a un antro, dicen, de sabiduría. Es el estilo de “tardeada” que más disfruto: reunirme con un grupo de adictos a discutir acerca de algún libro que recientemente hemos leído.

Me entretengo en el camino, mientras los minutos pasan, oyendo el fútbol. No soy, precisamente, amante de este deporte, hecho que puede confirmar cualquiera que me conozca. No obstante, busco esa necesaria empatía con la “afición” guatemalteca: quiero saber cuál es el sentimiento (tristeza o alegría) que embarga a muchos. Si no, ¿cómo voy a entender el ánimo de una importante parte de mi auditorio el próximo lunes en “Todo a pulmón”?

“Ganamos”, dice el locutor. “Derrotamos”, confirma otro. Alguna lágrima de cocodrilo asomó por mis ojos. Al fin quiero, paradójicamente, a mi Guatemala. Me alegro del triunfo de mis compatriotas. Sin embargo, faltan nueve minutos para que acabe el juego. Sólo nueve minutos, repite el locutor. Pienso, ¿qué puede pasar? Nada, me respondo. O todo, reflexiono. Pero total, ¿cuáles son las posibilidades? Poquísimas, me contesto de nuevo.

Así que decido bajarme del vehículo ya estacionado, y camino a mi destino (al menos, el de hoy por la tarde). Son varios los metros que me separan aún de él. Empiezo a ver salir de establecimientos a la “fanaticada” con la cara alargada. Qué extraños estos chapines, ¿no les gusta “derrotar” como decía el locutor? Ni modo, “Such is life in the mayan tropics”.

Llego al fin a Sophos y, mientras empieza la actividad que me convoca, me entretengo ojeando una novela (la cual terminé comprando) que algún día próximo espero leer.

Escucho que un hombre pregunta por el resultado final del duelo futbolístico y, sin ninguna duda, respondo: ganaron 2 goles a 1. No, me contradice alguien más. Perdieron 3 goles a 2.

¿No ganaron? ¿Perdieron? ¿Qué fumó este cuate? ¿Acaso no aseguró el sabiondo comentarista deportivo que derrotaban a Trinidad y Tobago? Qué mal hace este tipo al intentar engañar así a los interesados en conocer el resultado del juego. ¿Será que se refiere a otro encuentro cercano del tercer tipo? Talvez, puede ser.

Entonces lo cuestiono y le digo, ¿cómo es posible? Apagué la radio nueve minutos ¡apenas nueve minutos! antes de que acabara el partido, ¿cómo es posible que hayan perdido los integrantes de la selección del circo nacional en esos pocos minutos? Lo es, me responde el dialogante: en esos minutos, precisamente, los “otros” metieron los dos goles que les dieron la victoria.

Yo, perpleja.

“Dicen que”, continúa mi interlocutor, “al igual que otras veces, los ídolos del pueblo jugaron como nunca y perdieron como siempre”.

Los minutos, que trascendentales son los minutos. ¿Por qué, entonces, los desperdiciamos?

“Marta Yolanda, no perdás el tiempo, ya empezamos la discusión” Me llama Clarissa, regresándome al mundo de las horas.

1 Comments:

  • Lástima que hasta hoy lo leí, aunque a mi si me gusta el futbol, me parece muy atinada su crónica. Ni modo así es la vida, así es el futbol.

    By Anonymous Anónimo, at 7:08 p.m.  

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