Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

11.03.2005

Los sabelatosos de la res pública

Hay algunos que se “identifican” como analistas, expertos, sabelotodos, arregla vidas, brujos de la miseria… adivinos del futuro oscuro de la humanidad deshumanizada. Oooooh, qué miedo. ¿Qué haríamos sin ellos?

Bendito Diosito que nos los mandó del cielito, ¿o del infierno? ¿O de “El infiernito”? Ay Virgencita, de nuevo me confundo, si ese es el merito bote de los criminales (perdón, las víctimas de las estructuras opresoras del Estado ¿benefactor?).

Okidoki, sigo con mi disertación (¿de dónde me viene esa palabreja?). Qué bellos ellos, qué lindo hablan. Se nota su preparación y estudio: nadie les entiende lo que dicen. Muy ilustrados son los licenciados. Deben ser “intelectualoides”. Me disculpo por el francés, pero así se dice ¿o no? ¿O será marxistoides? ¿Algún experto que me lo confirme, porfis?

Bueno, lo importante es que están aquí para decirnos qué hacer, cuáles son nuestros sueños, cómo alcanzarlos y qué necesitamos para ser felices, ya que el resto de cromañones, los simples mortales, usted y yo, somos incapaces de decidir por nosotros mismos y asumir responsablemente las consecuencias de nuestras acciones. ¿Seremos unos bebotes? ¿O bebitos? ¿O bebiditos -beodos- como algunos que mencione con anterioridad?

Sin embargo, permítame su merce que me atreva a pensar un tantito, aunque sea un poquito, así todo chiquitito, como lo decimos (y a veces lo hacemos) los pobrecitos ciudadanitos de mi Guatemalita.

(Aunque usted no lo crea, aprendí el alfabeto para que a la hora del regateo no me miren la cara de babosa, esa que algunos tipos nos endilgan a los chapines, ¿o sólo piensan que lo somos? ¡Serás tú maistro!)

Como le decía, a mi, desde mi enorme ignorancia, me llama la atención que estas personas, “especiales” todos ellos, cuando hablan, y otras veces cuando escriben, aparentan ¿o muestran? que no han leído ni siquiera a la doñita Constitución, esa que contiene nuestras normas mínimas de convivencia pacífica (la cual, entre nos, me parece demasiado larga, desarrollada y contradictoria. Pero bueno, yo que voy a saber, un simple individuo ¿o debería decir individua?).


Ni siquiera, al menos así parece, los “expertos” saben en qué se gastan el pisto los mandamases, esos, los del gobierno, independientemente de la bandera que ondéen: monocromática, bicolor o “arco iris”.

Por ahí escuche que existe un chunche al que llaman “Presupuesto General de la Nación”, en el cual los tatascanes (burrócratas) plasman su carta a Santa Clostribuyente, a quien no le queda otra que satisfacer los deseos de estos dechados de defectos, de lo contrario lo mandan al infiernito con aquellos que le conté arribita (y no les estoy llamando arribistas, no sea mal pensado).

Ambos instrumentos (doña Consti y don Presu) son fáciles de conseguir, no digamos lo asequibles que deben ser para semejantes infectados de influenza (no catarro ni aviar) política. Estos “doctos” (no los expertos, sino los legajos, y no los estoy insultando), dicen los verdaderos entendidos, son las pruebas concluyentes de que en mi Guatemalita vivimos dentro de un Estado benefactor/paternalista/mercantilista. Aunque yo aún no sé a quién benefician, el papá de quiénes son (y mucho menos quién es su mamacita para recordárselas de vez en cuando) y no formo parte de los mercachifles que privilegian. A mi que me registren.

Al fin, apelemos a la sabiduría popular y, como diría don “experTito” Puente: “Hay que trabajar, hay que trabajar, hay que trabajar o nunca en la vida progresaras”. Ya basta de flojeras señoras y señores expertitos (con “t” minúscula), dejen de jugar a los “legos” y busquen un oficio productivo y no destructivo (nada de regresar a volar puentes).

“Por eso te digo bandido, ponte a camellar”.

Hay que laborar. Tarararara.