Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

9.26.2016

La calamidad es no prever, Conred



Total señores, la prevención se supone que es la más importante de sus tareas, según lo que ustedes mismos han oficializado como su visión: “Constituir el centro de convergencia de la aptitud nacional para la prevención, vigilancia y respuesta a los fenómenos naturales y sociales que pongan en riesgo a las comunidades en sus bienes más valiosos: la vida, integridad física y propiedades, que constituyen fundamento de la paz íntima y cotidiana de las agrupaciones humanas”. Más aún, la que eligieron como la primera fase de sus funciones es, precisamente, la de prevención y mitigación. Entonces, ¿cómo es posible que, ustedes que se supone van a enseñar a otros a prever, sean INCAPACES de hacerlo en su caso, sin un estado de excepción? Esa es una verdadera calamidad.

Es una contradicción, o una mentira descarada, que no puedan prever con tiempo suficiente, cumpliendo con los requisitos de la Ley de Compras y Contrataciones, para las distintas etapas climatológicas por las que pasamos, TODOS LOS AÑOS, en nuestro país. El propio Secretario de Conred, Sergio Cabañas, reconoció la semana pasada que tiene ¡33 años de experiencia en la mal llamada institución! ¿De qué le ha servido si ni siquiera sabe cuándo hay que cambiar la flota de vehículos necesarios para enfrentar las crisis que se puedan dar en la temporada de lluvias en Guatemala?

Con más de tres décadas trabajando en Conred, ¡tantos años de Marqués y aún no sabe mover el abanico!, en lugar de estar lamentando que tuvieron que dar marcha atrás con el intento de restringir varios de nuestros derechos constitucionales, debería ocuparse en hacer lo que debieron desde principio del año: prever. O sea, en base al conocimiento acumulado a la fecha, iniciar los procesos dentro de la ley para comprar lo que iban a necesitar en el transcurso del año. Como lo hacemos todos los que nos hemos atrevido a ejercer el más riesgoso de los oficios: emprender. Por supuesto, la diferencia trascendental es que nosotros tomamos decisiones sobre NUESTROS recursos (si nos equivocamos, nosotros pagamos las consecuencias), mientras que los funcionarios estatales trabajan con el dinero de otros que, al final, somos nosotros.

Dice Cabañas que por primera vez actuaban de buena fe. ¡Ups! ¿Qué nos dice eso del pasado? Pienso que después de esa declaración, vale la pena investigar cómo han manejado el dinero de los tributarios quienes han estado a cargo de Conred. Por cierto, para el actual Secretario del ente mencionado tengo a la mano otro sabio refrán: “De buenas intenciones está empedrado el camino al infierno”. Los estados de excepción, ayer, hoy y mañana y en casi todos los casos, sólo han servido para facilitar la corrupción pues, como correctamente lo señaló Lord Acton, el poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente. Y, al fin, para qué tanto lloriquear si al final se salieron con la suya. El estado de calamidad aprobado solo servirá para que unos acumulen fortunas a costa nuestra.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 26 de septiembre de 2016.

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9.19.2016

Por qué triunfa la mentira política



Las críticas al gobierno actual, precedido en el Organismo Ejecutivo por Jimmy Morales, aumentan de manera exponencial. Por supuesto, los motivos para la mayoría de las críticas sobran, comenzando por el hecho de que la corrupción ha continuado campante y sonante en la presente administración a pesar de la cantaleta de que no eran ni corruptos ni ladrones. Hecho que no me sorprende, a diferencia de la reacción de algunos antes las acusaciones a Morales y su gente. ¿Es que acaso esperaban algo diferente? Al final, como varios hemos repetido en incontables ocasiones (y seguiremos repitiendo sin cansarnos), el origen de nuestra crisis política se encuentra en el sistema de incentivos perversos que prevalece, más que en quién llega a ocupar el cargo de Presidente.

Sin embargo, lamentablemente la mayoría de la gente sigue cayendo redondita a los pies de los políticos mentirosos que les ofrecen el paraíso en la Tierra si votan por ellos. ¿Por qué? Hay un principio en el hipnotismo según el cual nadie puede ser hipnotizado contra su voluntad. Para que alguien sea hipnotizado, debe estar dispuesto a serlo y a cooperar en el proceso. Algo similar sucede con aquellos que quieren tragarse las mentiras de los politiqueros, los cuales necesitan de ciudadanos sumisos para ser exitosos. Ciudadanos sumisos que sucumban ante los encantos de la propaganda política y no estén interesados en conocer y aceptar la realidad. Gente dispuesta a ser parte del guion.

La propaganda se define generalmente como la difusión de información sesgada, sobre todo en apoyo de una causa política o ideológica. Según el filósofo Jacques Ellul, en su libro titulado “Propaganda: La formación de actitudes en los hombres” (1965), las características básicas de la propaganda son: frustra el diálogo, está dirigida a las masas, utiliza diversos medios de comunicación, es continua y no es su intención hacer pensar. Todo lo contrario.

Hoy, producto de la educación estatizada reproductora de seres serviles intelectualmente perezosos, la mayoría prefiere seguir instrucciones de las supuestas autoridades antes de mirarse en el espejo y atreverse a cuestionar las creencias que desde muy temprana edad les fueron inculcadas. Creencias que en gran parte están basadas en premisas falsas que generan las contradicciones que llevan a muchos a renunciar a su vida o a entregarla al Estado.

El origen del problema no es Jimmy Morales, ni su hermano, ni su hijo, ni cualquiera que forme parte de su gobierno. El origen del problema es la gente que quiere creer en las mentiras de los políticos y de todos aquellos que viven parasitariamente del abstracto Estado: los líderes de los grupos de presión y los burócratas de las organizaciones internacionales y supranacionales. El origen del problema está en quienes eligen falsear la realidad en lugar de enfrentarla y asumir sus responsabilidades para consigo mismos y sus seres queridos y no respetan los derechos del resto de miembros de la sociedad.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 19 de septiembre de 2016.

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9.12.2016

¿Qué es la Libertad?



¿Qué significa ser libre? ¿Qué se necesita para ser libres? ¿Cuáles son las responsabilidades que adquirimos al reclamar nuestro derecho a la Libertad? ¿Cuáles son las obligaciones de los otros? ¿Para qué queremos y debemos actuar en base a nuestro juicio propio? ¿Dentro de qué contexto es necesario reconocer el derecho a ser libres?

¿Qué es la libertad? Es la condición sine qua non, junto con la propiedad privada, para vivir en sociedad. Las decisiones que cada persona toma en lo que respecta a su vida y a sus bienes deben ser respetadas, una vez esas decisiones no violenten los mismos derechos de los otros que reclama para sí mismo. Para poder alcanzar nuestros fines, debemos ser libres de actuar según nuestro juicio propio, les parezca o no a los demás. Sólo así lograremos convertirnos en quien queremos ser.

Necesitamos muchas cosas para sobrevivir y vivir la mejor vida posible. Necesitamos un trabajo productivo, educación, gozar de una buena salud, un techo que nos cubra de las variaciones del clima, un vestido que nos proteja, tiempo de ocio… y muchas cosas más, dependiendo de lo que deseamos para vivir como nosotros queramos. El único responsable de satisfacer tales necesidades es uno mismo. Es injusto pretender cargar a otros con nuestras responsabilidades individuales.

Es una falacia decir que necesitamos tener satisfechas nuestras necesidades para ser libres. Aquellos que piensan de esa manera, también creen que hay unos que deben ser en cierta medida esclavizados para mantener a otros, lo que es una clara contradicción en una sociedad de personas libres. Para ser libres necesitamos que los demás nos respeten y no interfieran con nuestras decisiones, una vez éstas no violen los derechos de otros. Cada uno de nosotros es responsable de esforzarse, mental y físicamente, para satisfacer sus necesidades y la de sus seres queridos.

Para poder satisfacer nuestras necesidades nos debemos respetar los unos a los otros. Todos aquellos que no pretendemos vivir a costa de los demás, que somos respetuosos de los derechos de los otros y asumimos la responsabilidad de nuestra vida y nuestras acciones, tenemos la solvencia moral de exigir a los demás que nos respeten. Todos, no importa nuestra edad, sexo, nacionalidad, etnia, escolaridad… tenemos la oportunidad de corregir nuestro camino y decidir nuestro destino.

Sobran historias de individuos que, independientemente de las condiciones miserables en las cuales nacieron, en base a su ingenio, empeño y trabajo lograron crear la riqueza necesaria para vivir cómodamente y mejorar su calidad de vida y la de sus familias. Casos como el de Steve Jobs que mejoraron su propia vida y la de millones de personas. “Nadie me ayudó. Nadie me regaló nada. Nadie me ha dejado nada. Todo lo que tengo, me lo gané”, declaró la escritora inglesa Taylor Cadwell a un entrevistador en 1976. Una meta a la cual podemos aspirar para sentirnos orgullosos de nosotros mismos y vivir una vida digna de recordar por otros.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 12 de septiembre de 2016.

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9.05.2016

El terror de los inocentes



El viejo refrán según el cual quién nada debe nada teme, no aplica en sociedades como la nuestra, donde el poder del que gozan los gobernantes es casi ilimitado y, para colmo de males, la mayoría cree que éstos deben intervenir en prácticamente toda faceta de la acción humana. En tales condiciones, que los inocentes no deben temer es un juicio falso. Un gobierno con posibilidad de decidir sobre nuestras vidas y propiedades, que convierte casi en una ficción nuestro derecho a la libertad, es contrario a la moderna idea republicana cuya única razón de ser del gobierno es velar precisamente por los derechos individuales de todos.

En un país de todopoderosos gobernantes, ya sea que gobiernen dando la cara o tras bambalinas, cualquiera, en cualquier momento, haya o no violado los derechos de otros, haya o no cometido un delito o un crimen, puede ser detenido y encarcelado sin ningún miramiento y en franca violación del debido proceso. Se violan los derechos de la mayoría, con la venia de muchos y rara vez se escucha a la misma víctima reclamar respeto. Se violan todos los días. Los violan los delincuentes, los criminales y los mismos gobernantes azuzados por los líderes de los grupos de presión que en la mayor parte de los casos sólo se representan a sí mismos.

Hasta Pierre-Joseph Proudhon, a quien nadie puede acusar de ser liberal o capitalista, en “Idea General de la Revolución en el siglo XIX”, publicada en 1851, escribió: “Ser gobernado significa ser observado, inspeccionado, espiado, dirigido, sometido a la ley, regulado, escriturado, adoctrinado, sermoneado, verificado, estimado, clasificado según tamaño, censurado y ordenado por seres que no poseen los títulos, el conocimiento ni las virtudes apropiadas para ello. Ser gobernado significa, con motivo de cada operación, transacción o movimiento, ser anotado, registrado, contado, tasado, estampillado, medido, numerado, evaluado, autorizado, negado, endosado, amonestado, prevenido, reformado, reajustado y corregido”.

Continúo con Proudhon: “Es, bajo el pretexto de la utilidad pública y en el nombre del interés general, ser puesto bajo contribución, engrillado, esquilado, estafado, monopolizado, desarraigado, agotado, embromado y robado para, a la más ligera resistencia, a la primera palabra de queja, ser reprimido, multado, difamado, fastidiado, puesto bajo precio, abatido, vencido, desarmado, restringido, encarcelado, tiroteado, maltratado, juzgado, condenado, desterrado, sacrificado, vendido, traicionado, y, para colmo de males, ridiculizado, burlado, ultrajado y deshonrado ¡Esto es el gobierno, esta es su justicia y esta su moralidad!”.

Varios de quienes nos damos cuenta del camino que andamos optan por hacer la maleta e irse a vivir a otro lado, con la expectativa de que van a vivir mejor. Otros, nos quedamos a dar la batalla, con la esperanza de que más despierten de la pesadilla del Estado Benefactor/Mercantilista y, finalmente, podamos cambiar de manera radical el sistema en el cual vivimos hoy.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 5 de septiembre de 2016.

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