Las críticas al gobierno actual, precedido en el Organismo
Ejecutivo por Jimmy Morales, aumentan de manera exponencial. Por supuesto, los
motivos para la mayoría de las críticas sobran, comenzando por el hecho de que
la corrupción ha continuado campante y
sonante en la presente administración a pesar de la cantaleta de que no
eran ni corruptos ni ladrones. Hecho
que no me sorprende, a diferencia de la reacción de algunos antes las
acusaciones a Morales y su gente. ¿Es que acaso esperaban algo diferente? Al
final, como varios hemos repetido en incontables ocasiones (y seguiremos
repitiendo sin cansarnos), el origen de nuestra crisis política se encuentra en
el sistema de incentivos perversos que prevalece, más que en quién llega a
ocupar el cargo de Presidente.
Sin embargo, lamentablemente la mayoría de la gente sigue
cayendo redondita a los pies de los
políticos mentirosos que les ofrecen el paraíso en la Tierra si votan por ellos.
¿Por qué? Hay un principio en el hipnotismo según el cual nadie puede ser
hipnotizado contra su voluntad. Para que alguien sea hipnotizado, debe estar
dispuesto a serlo y a cooperar en el proceso. Algo similar sucede con aquellos
que quieren tragarse las mentiras de los politiqueros, los cuales necesitan de
ciudadanos sumisos para ser exitosos. Ciudadanos sumisos que sucumban ante los
encantos de la propaganda política y no estén interesados en conocer y aceptar
la realidad. Gente dispuesta a ser parte del guion.
La propaganda se define generalmente como la difusión de
información sesgada, sobre todo en apoyo de una causa política o ideológica. Según
el filósofo Jacques Ellul, en su libro titulado “Propaganda: La formación de
actitudes en los hombres” (1965), las características básicas de la propaganda
son: frustra el diálogo, está dirigida a las masas, utiliza diversos medios de
comunicación, es continua y no es su intención hacer pensar. Todo lo contrario.
Hoy, producto de la educación estatizada reproductora de
seres serviles intelectualmente perezosos, la mayoría prefiere seguir
instrucciones de las supuestas autoridades
antes de mirarse en el espejo y atreverse a cuestionar las creencias que desde
muy temprana edad les fueron inculcadas. Creencias que en gran parte están
basadas en premisas falsas que generan las contradicciones que llevan a muchos
a renunciar a su vida o a entregarla al Estado.
El origen del problema no es Jimmy Morales, ni su hermano,
ni su hijo, ni cualquiera que forme parte de su gobierno. El origen del problema
es la gente que quiere creer en las mentiras de los políticos y de todos
aquellos que viven parasitariamente del abstracto Estado: los líderes de los grupos de presión y los burócratas de
las organizaciones internacionales y supranacionales. El origen del problema
está en quienes eligen falsear la realidad en lugar de enfrentarla y asumir sus
responsabilidades para consigo mismos y sus seres queridos y no respetan los
derechos del resto de miembros de la sociedad.
Artículo publicado en el diario guatemalteco
“Siglo Veintiuno”, el lunes 19 de septiembre de 2016.Etiquetas: corrupción, educación, Estado, hipnotismo, Jacques Ellul, Jimmy Morales, mentira, servilismo
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