Guatemala es el país en la región con más
población viviendo en pobreza crónica
(siempre han estado debajo del umbral de la pobreza), según el informe del
Banco Mundial llamado “Los olvidados, pobreza crónica en América Latina y el
Caribe”; lo que, a pesar de la desconfianza que me inspiran los burócratas bien pagados (con nuestros impuestos y
el de los tributarios de los países que los mantienen) de las organizaciones
estatales supranacionales, no me extrañaría que fuera cierto, ya que desde 1945 el
sistema que impera en nuestro país es el castrante Estado
Benefactor/Mercantilista.
Es importante señalar que después de 70 años de
vivir dentro de un sistema estatista e intervencionista, en el cual los más pobres
siguen siendo casi igual de pobres, esas mismas políticas han logrado, en
particular en los últimos años, reducir la brecha
que tanto les preocupa a algunos envidiosos: o sea, lograron que los ingresos
reales de quienes no eran tan pobres,
la llamada clase media, se redujeran
y ahora estén más cerca de los ingresos de los pobres crónicos.
Por supuesto que en los países en los cuales
hubo menos crecimiento económico son
los países en los cuales viven más pobres
crónicos: no se necesita ser genio para darse cuenta de tal realidad. Pero,
¿cómo va a haber crecimiento si cada vez hay más obstáculos a la creación de
riqueza? Y, lo que es peor, casi todos los informes que los mencionados
burócratas elaboran terminan recomendando más de lo mismo: más estatismo, más
intervencionismo y, sobre todo, ¡más impuestos! Así es imposible que se logre
mejorar la calidad de vida de todos en el largo plazo.
Con más impuestos, en especial impuestos
directos, lo único que logran es ahuyentar la inversión de capital necesaria
para transformar los recursos en riqueza que, como es obvio, es la única forma
de superar la pobreza. Si no hay inversión, no hay suficientes fuentes de
trabajo productivo que les permitan a aquellos que no tienen empleo encontrar
uno que les facilite satisfacer sus necesidades; y a los que ya tienen trabajo,
encontrar uno mejor que les permita progresar. Y sí, señores del Banco Mundial,
descubridores del agua azucarada:
“los ingresos laborales representan el factor impulsor más importante para la
reducción de la pobreza”, como indican en su informe.
Ahora que los del CACIF, el gobierno y el ICEFI
parece que se han puesto de acuerdo en lo que respecta a la futura reforma tributaria, es vital que tengan
en cuenta lo anterior, para que no terminen negociando
una nueva puñalada fiscal que, al
final, también les va a estallar en la cara a quienes pretendan transar con los que ejercen el poder
(incluido el embajador de EE. UU.) y clavar
a los empresarios no organizados y al resto que ya pagamos más que suficiente
para mantener a una burocracia estatal parasitaria, ineficiente, en algunos
casos inexistente, y en su mayoría INNECESARIA. No se diga la tajada de
nuestros ingresos que termina en los bolsillos de los corruptos de turno que creen que gobiernan.
Artículo publicado en el diario guatemalteco
“Siglo Veintiuno”, el lunes 8 de agosto de 2016.Etiquetas: Banco Mundial, CACIF, Estado benefactor, gobierno, ICEFI, impuestos, mercantilismo, pobreza, riqueza
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home