Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

6.27.2016

¿Robar a los pobres?

Es el gobierno el que roba a los pobres la esperanza de salir de la pobreza.


¿Cómo se le puede robar a quien, por definición, tiene poco o, simplemente, no tiene nada que le roben? Según el Diccionario de la Lengua Española (DLE) la definición del adjetivo “pobre”, en su primera acepción, es la siguiente: “Necesitado, que no tiene lo necesario para vivir”. Y, cualquiera en pleno uso de sus sentidos, en particular el sentido común, reconocerá que lo primero que necesita aquel a quien aplica el adjetivo pobre es un trabajo para ¡poder vivir! Sin embargo, maliciosamente, muchos de los que dicen defender a los pobres, lo que suelen hacer es condenarlos a vivir miserablemente.
                                                      
Si hablamos metafóricamente, lo único que se les puede robar es la posibilidad de trabajar, crear riqueza y mejorar su calidad de vida. Y, contradictoriamente, quienes suelen robarles la esperanza a los más pobres son aquellos que los utilizan de excusa en su discurso político. Aquellos cuyos objetivos mezquinos son claros: conseguir financiamiento para sus organizaciones y vivir ELLOS cómodamente. O, aún mejor en el caso de unos pocos, llegar al ejercicio del poder y acumular fortunas robando a los tributarios. En fin, darse una vida de reyes a costa del progreso del resto. Parasitar del esfuerzo mental y físico de los demás.

En Guatemala es tal la desesperación de la gente, que hace unos días un grupo de personas entró a la fuerza a las instalaciones de la Compañía Guatemalteca de Níquel (CGN) en El Estor, Izabal, exigiendo que los contrataran: reclamando trabajo por la fuerza. Por supuesto, con acciones como ésta alejan a los capitalistas y a los empresarios, en lugar de motivarlos a que inviertan en el área, creando fuentes de trabajo productivo que es, al final, lo que la mayoría desea.
       
Irónicamente, los burócratas estatales, tanto nacionales como internacionales, han contribuido al clima político antiempresarial (que aleja las inversiones creadoras de empleo) que prevalece en algunos sectores influyentes. Burócratas que también viven (sin hacer nada productivo, a diferencia de quienes laboran en empresas competitivas) de la riqueza que crean aquellos que arriesgan capital y hacen el esfuerzo, mental y físico, por producir bienes y brindar servicios que benefician a la gente y SÍ contribuyen a mejorar la calidad de vida de todos.

El respeto al derecho de propiedad es una condición sine qua non para atraer la inversión necesaria para transformar recursos en riqueza, lo cual permitiría que todos, hasta aquel que es menos productivo, encuentren trabajo y puedan aumentar sus ingresos reales. Al aumentar nuestros ingresos reales podemos satisfacer a nuestro gusto nuestras necesidades. El agujero más importante es el de los bolsillos de los habitantes de Guatemala, no el del malgasto y despilfarro de los gobernantes. Lo único que se le puede robar a un pobre es la esperanza de prosperar. Robo que llevan a cabo aquellos que promueven más del mismo sistema político fracasado actual: quienes promueven más intervencionismo y más estatismo.



Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 27 de junio de 2016.

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