De nuevo sale Iván Velásquez con
la necedad de que paguemos más impuestos para lo que ya pagamos más que
suficiente: seguridad y justicia. Sobre todo para él, es EVIDENTE que el problema
del gobierno, o Estado como prefiere
llamarle, no es de ingresos. El problema es de egresos: es cómo malgastan,
despilfarran y roban los impuestos que pagamos. Y mientras en la lucha contra la corrupción nos distraen
con espejitos (denuncias de extorsión
en las aduanas y de sobornos en la concesión de negocios), en lo que respecta
al ROBO de nuestros tributos, casi nada ha pasado. Sólo los casos del fraude de
la limpieza del Lago de Amatitlán y el de IGSS-PISA, y unas pocas acusaciones
en contra de un par de alcaldes.
Las siguientes son las declaraciones
de Velásquez sobre el tema impositivo, aduciendo como excusa la necesidad de
aumentar la cobertura del sistema de justicia: “Esto, naturalmente, requiere
recursos. ¿De dónde va a sacar el país
los recursos para que el Ministerio Público, el Organismo Judicial, la División
Especializada en Investigación Criminal y el Instituto de la Defensa Pública
Penal crezcan? Tiene [¿el país o los amolados
tributarios?] que buscar la fórmula.
Y la manera como un Estado obtiene
recursos es mediante los impuestos… es necesario que se examine en el tema
tributario cuáles son las posibilidades del país
para poder cubrir estas necesidades”.
Como manda nuestra Constitución
en los artículos primero y segundo: “El Estado de Guatemala se organiza para
proteger a la persona y a la familia; su fin supremo es la realización del bien
común…Es deber del Estado garantizarle a los habitantes de la República la
vida, la libertad, la justicia, la seguridad, la paz y el desarrollo integral
de la persona”. Queda claro que los impuestos que pagamos DEBEN ser destinados
a la seguridad y a la justicia. Los tributarios NO debemos pagar más
impuestos para exigir que los mandatarios cumplan con su obligación.
Es mentira que sólo lo van a pagar
los ricos. La realidad es que TODOS
los impuestos se socializan: se
trasladan a los bienes que compramos y los servicios que contratamos. Así que,
todos los impuestos los pagamos todos. Aunque los más afectados, como lo es
siempre con las políticas intervencionistas y estatistas, son los más pobres:
los que no tienen trabajo y los que no pueden encontrar uno mejor y se tienen
que conformar con lo que les ofrezcan.
Repito algunas de las preguntas que hice la semana
pasada: ¿Trabajamos para mantener al Estado?
¿Qué es el Estado? ¿Quiénes son, bajo
el argumento de que el Estado
necesita ingresos, los que en verdad
se benefician de nuestro trabajo? ¿Vivimos para pagar impuestos al Estado, sin importar cómo el Estado malgaste, despilfarre y robe
nuestro dinero? Y luego, para colmo de males, nos exigen que paguemos más por lo
que ya pagamos: seguridad y justicia. Si seguimos haciendo más de lo
mismo y aceptando las imposiciones de los políticos y los burócratas, nuestra
vida en lugar de mejorar va a empeorar.
Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo
Veintiuno”, el lunes 9 de mayo de 2016.
Etiquetas: corrupción, impuestos, Iván Velásquez, Thomas Sowell
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