Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

8.29.2011

La verdad del mentiroso




“Verdad” es la coherencia, la congruencia de lo que pienso (y declaro) con la realidad: con el estado actual de las cosas. Y es una realidad indiscutible que en Guatemala, y en casi todo el mundo, las circunstancias en las que estamos viviendo se acercan peligrosamente a un caos que pareciera no tener solución. Eso a pesar de los impresionantes avances que se dan en el ámbito de la ciencia y la tecnología.

Lo anterior, a mi entender, se da por la crisis conceptual en la que vivimos y por haber aceptado muchos un código moral ajeno a la naturaleza humana. Un código imposible de cumplir que lleva a la mayoría a vivir en una constante contradicción y a falsear la realidad. A ser deshonestos con ellos mismos y con los demás.

Una de las más claras evidencias de esto lo encontramos en la política. Motivo por el cual me sorprendió el descaro con el cual recientemente declaró Manuel Baldizón que “Los políticos siempre ofrecen cosas que no pueden cumplir. El problema es que usted les crea”. Un candidato presidencial a quien considero uno de los más mentirosos que he conocido. Sin embargo, en esta ocasión, reconoció una vital verdad.

La que sí confundió el problema hace unos días es Rigoberta Menchú cuando dijo a Siglo Veintiuno que “La beneficencia genera dependencia crónica”. Lo que genera dependencia es el paternalismo del abstracto Estado que promueven los gobernantes con el dinero de los tributarios. Error que lleva a ideas como la expresada por un columnista que cree que “…la gente no sólo quiere que la apaleen, sino que también que de vez en cuando le den de comer”. ¿Acaso las personas son animalitos de granja para que les den de comer sus propietarios?

Todos queremos satisfacer nuestras necesidades: un anhelo legítimo. Lo injusto es que haya quienes quieren hacerlo a costa de otros. Pero, como bien escribió Martha Gellhorn: “La gente está más dispuesta a tragarse la mentira que la verdad…”. Prefieren morir engañados.

El hombre que actúa de mala fe (que miente, que se engaña a sí mismo y a los otros), según Jean-Paul Sartre en “El ser y la nada”, se explica porque la persona no es lo que es y pretende ser lo que no es para evitar la angustia de tomar decisiones. Para evitar esa condena a ser libres de la que escribió el filósofo existencialista mencionado. Y, agrego yo, evitar asumir la responsabilidad de sus vidas y las consecuencias de sus acciones.

Cito textualmente a Sartre en la obra mencionada: “…en la mala fe somos-la-angustia-para-huirla en la unidad de una misma conciencia”. ¿Será posible, al final, huir de nuestra propia voz interior que nos advierte del engaño de los otros, engaño que aceptamos para engañarnos a nosotros mismos? No lo creo. Quienes aceptan las mentiras con las que otros pretenden alcanzar sus objetivos, en este caso llegar al ejercicio del poder, saben que pagaran los costos de esa decisión. Pero, al menos creen que pueden culpar a otros de su fracaso.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 29 de agosto de 2011. La imagen la bajé de Internet.

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8.22.2011

Yo lucro, tú lucras...



Nosotros lucramos. ¡Todos lucramos! Es parte de la acción humana. Es propio de nuestra naturaleza el querer gozar de aquello que hemos ganado. Disfrutar de los frutos de nuestro trabajo y decidir qué se hace con el producto de nuestro ingenio y esfuerzo. Ese es un derecho de todo individuo, un derecho que pienso defender de la insensatez que corroe nuestra civilización y que condena a las personas a vivir en una constante contradicción.

Por eso aparecen oportunistas que se creen superiores al resto (gente que poco o nada ha producido en su vida), y disponen repartir lo que es de otros. Por supuesto, pregonándolo a los cuatro vientos y declarándose los defensores de los pobres. ¿Con qué derecho? Lo que sí no dicen es que en el proceso de repartir lo que han expoliado a los dueños legítimos, aseguraron financieramente su vida, la de sus familiares y amigos: a los conocidos o a los sobalevas.

Da igual. Es un buen negocio para los involucrados. Menos para los que son esclavizados y sus bienes son confiscados. Los que son odiados por sus virtudes creadoras y aceptan ser víctimas de los saqueadores. Manipulados y condenados por su deseo de crear riqueza y disfrutar de esta con sus seres queridos. ¿Por qué se dejan? Hay que cuestionar sin miedo el código de valores que nos han impuesto. Un código moral ajeno al humano que nos hace mucho daño.

Es por eso que hoy vemos a casi todos los politiqueros (PP, GANA, Líder, URNG y pronto se sumaran los otros) defendiendo las transferencias condicionadas y peleando por ser los padres de la criatura de Sandra Torres. Total, el objetivo de las bolsas solidarias y todos estos tipos de programas es ganar votos, no reducir la pobreza ni mejorar la calidad de vida de los demás. Además, es un medio idóneo para apropiarse de una gran parte de nuestros impuestos.

Estos despreciables personajes, se topan en su camino con tontos útiles que se encargan de propagar falacias que les facilitan a los primeros alcanzar sus objetivos. Como un ejemplo reciente de lo anterior puedo mencionar el titular principal de Prensa Libre del pasado martes 16: “Ganancias de la mina Marlin suben 1,671%. En contraste el Estado percibe 6% en regalías e impuestos”. ¿Y?

¡Ojalá muchos en Guatemala ganaran tanto o más! Imagino que los accionistas de Prensa Libre no se sentirían mal si su empresa les proporcionara esas utilidades. Y la mayor ironía del ejemplo anterior, es que el aumento en la recaudación de impuestos de este año se ha debido en mucho al aumento en las ganancias de la empresa minera mencionada. Sin hacer nada, el gobierno hoy obtiene más del trabajo de otros.

En fin, hay que hacer la diferencia entre quienes hacen dinero (crean riqueza) y quienes adquieren dinero (se apropian de lo que es de otros). Y no ser hipócritas: no hay humano que no quisiera vivir mejor, según sus fines propios. Y que se vive mejor cuando uno puede pagar sus facturas y para lograrlo debemos ganar más.

Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 22 de agosto de 2011. La imagen la bajé de Internet.

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8.15.2011

De las Torres y del árbol




De los anteriores, una vez han caído, no se hace leña. Ni de Gloria, ni de Sandra, ni del roble hueco que cayó en el bosque. El último dejó de existir. Y las primeras tal vez acabaron con sus carreras políticas. Lo que no quiere decir que no van a intentar regresar al ejercicio del poder. Como otros, las hermanas Torres quedaron embriagadas de sus mieles y en el proceso perdieron de vista su destino y equivocaron el camino.

En lo personal, no uso a la hora de argumentar el adjetivo sin sustento, el insulto llano que no es otras cosa que una falacia ad hóminen, porque creo que no contribuye en nada a un objetivo que quisiera fuera compartido con muchos, con la mayoría, con todos.

Ese objetivo es el de lograr, haciendo el esfuerzo mental por aclararnos las ideas, separar las premisas falsas de nuestros juicios, de las premisas verdaderas, para poder tomar mejores decisiones y lograr el anhelo común de todos: SER FELICES. Noten el énfasis que pongo en el hecho de que el fin de toda persona es un verbo, no un sustantivo, parafraseando a Ricardo Arjona.

Por supuesto que de nadie más que de nosotros mismos depende alcanzarlo. Sin embargo, nos ayuda mucho el hecho de que vivamos dentro de un sistema de incentivos correctos, dentro de un Estado de Derecho y en el marco de una República real y no una de papel, tal es el caso de Guatemala. Una sociedad donde se respeta la vida, la libertad y la propiedad de todos. Donde aquellos antisociales que violenten cualquiera de los derechos listados, paguen las consecuencias de sus acciones y compensen a las víctimas de sus fechorías. Al fin, lo anterior es hacer justicia.

Por cierto, hoy quiero hacer justicia con esos miles de ciudadanos, los documentados (nacidos en el país) y los de facto aunque no sean reconocidos como ciudadanos (me refiero a los extranjeros que han elegido a Guatemala como su hogar), que se expresaron responsable y libremente en las semanas pasadas haciendo un valeroso llamado a los magistrados de la Corte de Constitucionalidad, para que dictaminaran en base a argumentos jurídicos y no intereses políticos, en lo que respecta a la solicitud de Sandra Torres de ser inscrita en esta contienda como candidata presidencial.

Lamento que los magistrados no hayan tenido la gallardía de condenar el intento de fraude de Ley. Probablemente se debió, como han especulado algunos, a las implicaciones penales que ese reconocimiento tendría. En fin, nunca sabremos a ciencia cierta por qué lo hicieron. Los motivos quedarán en el olvido de los memoriosos magistrados mencionados. No obstante, la resolución constitucional fue en muchos aspectos positiva. Comenzando por el hecho de que haya sido unánime.

Ahora, es importante que nos concentremos en las próximas semanas en lo trascendental: las elecciones del 11 de septiembre. La elección de los siguientes diputados al Congreso de, espero pronto, la República de Guatemala.

Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 15 de agosto de 2011. La imagen la bajé del blog "En el país de Alicia María".

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8.08.2011

La no-contradicción


Al reflexionar esta semana sobre la crisis en la cual se encuentra envuelta la mayor parte del mundo (Guatemala incluida y ocupando uno de los primeros lugares en el índice de la insensatez), me llevó a titular hoy mi artículo con el nombre que se le da a una de las reglas básicas del buen pensar.

Estoy segura que se violan todas las leyes de la Lógica, comenzando con la primera de la cual derivan las otras, la Ley de Identidad (A es A). Sin embargo, pienso que la más fácil de identificar por muchos es la segunda. Sólo basta con escuchar a los candidatos presidenciales para darnos cuenta de lo mal que estamos: desde Sandra Torres y sus reclamos por ser inscrita, hasta los desvaríos de Manuel Baldizón, pasando por todas las tonterías que dicen el resto de los guanabís.

Además de la segunda de las tres leyes de la lógica, “La no-contradicción” es el nombre que le dio la filósofa Ayn Rand a la primera parte de su libro más conocido, “La Rebelión de Atlas”, inspirado en el gigante de los gigantes, sobre quien se sustenta la base más importante del conocimiento humano: Aristóteles. Obra influenciada por otra de las que considero lecturas vitales: “La acción humana” de Ludwig von Mises. Otro gigante intelectual que ¡ojalá! sus críticos leyeran alguna vez.

Menciono de nuevo esta célebre novela, porque pienso que la lectura de la misma ayudaría a muchos a entender qué es lo que está terriblemente mal en nuestra sociedad (something is terribly wrong in this country). Y lo que es más importante: entender qué debemos cambiar para que cambie, para bien, el estado actual de las cosas: la realidad en la que vivimos.

La siguiente es una traducción libre mía, de una idea de Thomas Paine que considero cierta: "La verdad NUNCA se envuelve a sí misma en el misterio, y el misterio en el que en cualquier momento parece envuelta es el resultado del trabajo de sus enemigos, NUNCA propio de la verdad" ("Truth never envelops itself in mystery, and the mystery in which it is at any time enveloped is the work of its antagonist, and never of itself").

Las contradicciones no existen. Por eso, cuando el ser humano actúa contradictoriamente (falseando la realidad) se aleja de sus objetivos. Lo que es peor aún, se aleja del principal anhelo de todo ser humano: ser feliz.  Y, como dijo el protagonista de “La Rebelión de Atlas”, John Galt: "La única felicidad que uno puede conseguir, o destruir, es la propia". De cada persona depende quién es y quién será.

¿Buscamos a los culpables de la situación actual en el espejo o decidimos cuestionar nuestros juicios y renunciar a nuestras premisas falsas? Sin contradicciones, ya que no me importa la muerte y lo que pase después. Me importa la vida, mi vida, lo que pasa hoy y lo que pasará mañana mientras viva. Me importa lo que puedo hacer con mi existencia. Pienso en el futuro. Elijo vivirlo en presente.

Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 8 de agosto de 2011.La imagen de quien se cree fue Aristóteles la bajé de la Internet.

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8.01.2011

En el nombre del padre



Khalil Musa. En el nombre de la hermana. Marjorie Musa. En nombre propio, Aziza Musa solicitó ser parte del proceso (agraviada) en el juicio contra los acusados de ser los autores materiales del asesinato de sus familiares nombrados al principio. Valiente defensora de la memoria de sus seres queridos que, viendo a los ojos a los jueces, se atrevió a decir:

“Mi papá me dejó un legado lleno de valores y principios morales que rigieron su vida hasta el último de sus días. Y aunque hemos perdonado, nos indigna grandemente ver que hoy se ponga en tela de juicio su honorabilidad.  ÉL, SIENDO VÍCTIMA, AHORA RESULTA SER EL ACUSADO. Para nosotros, eso es una infamia”. Y no sólo para la familia de Musa, también para todos aquellos que valoramos la verdad y la justicia.

Continúa la declaración de Musa: “Nuestra empresa también refleja los principios morales de mi papá y de nuestra familia. En cincuenta años que tiene la empresa de existir, nuestra trayectoria empresarial ha sido impecable, en ningún momento hemos efectuado ningún negocio fuera de la ley”. Hecho que, al parecer, fue constatado por los primeros investigadores a cargo del caso.

“Cuando empezó la CICIG a investigar, nos entrevistaron constantemente, los investigadores Luis Fernando Orozco y Lucía Luna. Varias veces también nos reunimos con el comisionado de la CICIG, Dr. Carlos Castresana. La última cita con el  Dr. Castresana, fue el 9 de junio de 2010, en la cual él me dijo que la investigación estaba en su fase final y esperaba tener tiempo de dar una declaración antes de irse… ‘Lo que dijo Rodrigo Rosenberg, en su video era verdad. Ya sabemos quiénes fueron los autores materiales y quién mandó a dar la orden. Si no doy yo las declaraciones, las dará la persona que se quede en mi lugar’ agregó Castresana”.

Sin embargo, una vez hubo un cambio de mando en la CICIG, también cambió la versión que los burócratas al frente de este ente decidieron presentar a los medios. Es evidente que si los investigadores de la Comisión presentaban lo que habían descubierto, tendrían que dar marcha atrás con su hipótesis sobre la muerte de Rodrigo Rosenberg. Tendrían que haber reconocido su error. ¡Ah! Y perseguir a los acusados por el abogado asesinado: Álvaro Colom, Sandra Torres, Gustavo Alejos…

La siguiente frase del poeta romano Juvenal resume parte de mi pensamiento en lo que respecta al respeto propio a nuestra vida y la representación oral y escrita de la misma, nuestro nombre, trata: "considera que el mayor de los pecados es preferir la mera existencia a una existencia con honor. Y cuida que, por preservar la vida, no pierdas las razones mismas de vivir". Ojalá los parientes de Rosenberg que se dejaron manipular por gente insidiosa y mal intencionada de la CICIG despierten, reconozcan su error y también salgan a defender el nombre de su padre y su propio apellido. Al fin, como hace años me dijo mi abuelo, es esa nuestra más importante herencia.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 1 de agosto de 2011. La fotografía la bajé del sitio de Prensa Libre.

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