Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

3.25.2013

Felicidad

"La felicidad depende de nosotros mismos" Aristóteles.



La felicidad no se alcanza porque a los burócratas de la ONU se les haya ocurrido honrarla en un día específico. Tampoco se puede medir la felicidad de un colectivo y mucho menos esperar que el Estado se haga cargo del más importante propósito de todo ser humano. La felicidad es un estado individual, y solo cada uno de nosotros sabe si somos felices y solo cada uno de nosotros es responsable de alcanzarla.

Muchos son los autores que han meditado sobre la felicidad. Probablemente se convirtió en un tema relevante poco después de la revolución neolítica, cuando el hombre descubrió medios más sencillos para sobrevivir, dejando atrás la época en la cual fue nómada y depredador, para convertirse en sedentario y productor. Por supuesto, pasarán miles de años para que quede constancia escrita de la más inquietante preocupación humana, después de la urgencia por asegurar la supervivencia.

De los pensadores que he leído que han escrito sobre el tema, quien más me ha impactado es Aristóteles. En el libro “Ética a Nicómaco”, desde los primeros capítulos, deja claro que el bien supremo del hombre es la felicidad. También reconoce que “la felicidad no es un efecto del azar… es el resultado de nuestro esfuerzo”. Aristóteles reconoce que los bienes que poseemos son “útiles accesorios para la felicidad”, motivo por el cual muchos confunden la riqueza con el tan ansiado propósito de toda persona: ser feliz.

Sin embargo, nuestra felicidad no depende solo de aquello que poseemos. Parte indiscutible para que nuestra propiedad contribuya a nuestra felicidad es la forma en la cual la hemos adquirido. Si ésta es fruto de nuestro esfuerzo, una consecuencia de nuestras virtudes, además de satisfacer nuestras necesidades, nuestras posesiones nos hacen sentirnos productivos y por ende orgullosos de quienes somos. Bien lo expresa Aristóteles: “No es en la fortuna donde se encuentra la felicidad o la desgracia… sino que son los actos de virtud los únicos que deciden soberanamente de la felicidad, como son los actos contrarios los que deciden el estado contrario”.

Por supuesto que para una reflexión profunda sobre las virtudes que nos permiten vivir felices, les recomiendo leer la obra mencionada del más importante, a mi parecer, filósofo de todos los tiempos: Aristóteles. Y durante estos días de descanso, sería la compañía ideal para recapacitar sobre el tema e iniciar un proceso de introspección que nos permita resolver las contradicciones que nos impiden lograr nuestro máximo propósito.

Termino con dos verdades que nadie que se considere intelectualmente honesto puede negar. La primera de éstas es una enseñanza de Lao Tse: “El único hombre del que soy dueño es de mí mismo”. Y la segunda, es una frase del autor de “El Principito”, Antoine de Saint-Exupéry: “Si quieres comprender la palabra felicidad, tienes que entenderla como recompensa y no como fin”. Feliz viaje a su interior.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 25 de marzo de 2013.

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3.18.2013

Amenaza de muerte




Mi objetivo hoy es reflexionar sobre el legítimo derecho de los ciudadanos a defenderse. Más aún dentro de un contexto como el nuestro, en el cual cada día aumenta la incertidumbre en la cual vivimos, hecho que se refleja en el incremento de la delincuencia y la criminalidad, realidad que los gobernantes están empeñados en negar. Un derecho que solo delegamos temporalmente en los gobernantes para que ellos se encarguen de protegernos. Repito: delegamos, pero no renunciamos a nuestro derecho vital de defendernos de una agresión. Un derecho que debemos ejercer si queremos salvar nuestra vida o la de nuestros seres queridos, ante la ausencia del Estado para hacerlo.

Aquellos que creen que cuando lo amenaza un asaltante con un arma solo le interesa su teléfono celular o cualquier otro bien, y no les va a hacer daño si se lo entregan mansamente están equivocados. El antisocial no solo le está dando a elegir entre su vida y su propiedad: en muchas ocasiones, aunque le entregue lo que le exige, igual lo puede lastimar o hasta matar. La amenaza del criminal es una amenaza de muerte. Aceptar lo anterior es básico para entender por qué muchos habitantes de Guatemala han decidido hacer uso de su legítimo derecho a defenderse, ocasionando en algunos casos la muerte del criminal.

Por supuesto que si hacemos el análisis fuera del contexto, la mayoría nos vamos a escandalizar de que un ladrón sea condenado a muerte por un robo. Si viviéramos dentro de un Estado de Derecho esperaríamos que los gobernantes se dedicaran a sus funciones primordiales: velar porque la violaciones a la vida, a la libertad y a la propiedad de la gente respetuosa, de los ciudadanos honestos; de la gente que trabaja, produce, crea y respeta a los otros, sean las mínimas. Sin embargo, lo anterior es falso en nuestro país. Es una fantasía que suele convertirse en una pesadilla.

Es diferente el caso del energúmeno que le dispara a alguien porque le bocinó, o el caso de aquel que es linchado por una multitud irracional que no sabe a ciencia cierta si el delito del cual se le acusa es real. Las anteriores son acciones que muestran la frustración y la rabia que muchos sienten, pero no son actos relacionados con el ejercicio del derecho a defendernos de un ataque que pone en peligro nuestra vida y/o la de nuestros valores más queridos.

Mutatis mutandis es una frase en latín que significa “cambiando lo que se deba cambiar”. En Guatemala hay muchas cosas que debemos cambiar para vivir en paz y en una verdadera República. En Guatemala impera la Democracia, y hemos cosechado los resultados de esa tiranía de la mayoría que es engañada por los políticos que llegan a ejercer el poder, quienes se benefician con el caótico estado actual de las cosas. Ellos, sus familiares y sus asociados. El resto de los ciudadanos, terminamos pagando las consecuencias de los errores de quienes han creído las promesas populistas del Estado Benefactor/Mercantilista.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 18 de marzo de 2013. No se conoce al autor de la fotografía. Salió publicada en "Prensa Libre" el sábado 16 de marzo de 2013.

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3.11.2013

Hugo "Honey Boo Boo" Chávez




Tanto la adoración por el fallecido dictador venezolano como por la niña Alana Thompson, son un reflejo de lo expuesto en “Pensar rápido, pensar despacio”, del ganador del Premio Nobel en Economía 2002, Daniel Kahneman: “…el cambio frecuente de tareas y el trabajo mental apresurado no son intrínsecamente placenteros, y las personas los evitan en lo posible. Esto es lo que hace que la ley del mínimo esfuerzo sea una verdadera ley…mantener una línea coherente de pensamiento requiere disciplina”.

Por eso, es fácil manipular a la mayoría. Como bien escribió Juvenal en la “Sátira X” (77–81): “…Hace ya mucho tiempo, de cuando no vendíamos nuestro voto a ningún hombre, hemos abandonado nuestros deberes; la gente que alguna vez llevó a cabo comando militar, alta oficina civil, legiones - todo, ahora se limita a sí misma y ansiosamente espera por sólo dos cosas: pan y circo”. La diferencia es que a "Honey Boo Boo” la pueden dejar de ver los televidentes cuando quieran y no causa ningún daño aparente a quienes optan por no verla. Mientras que en el caso de Hugo Chávez, salieron afectados casi por igual la mayoría que lo mantuvo en el poder, como aquellos que lo combatieron.

El hombre masa, lamentablemente, es intelectualmente perezoso: le molesta cuestionarse, buscar las premisas sobre las cuales emite juicios y verificar en la realidad la veracidad de las mismas. Odia reconocer que se equivoca. Prefiere que otros le digan qué pensar, más aún si ese pensamiento incluye culpar a los demás de sus desgracias. Son irresponsables, no aceptan las consecuencias de sus acciones como lo que son: el resultado de sus decisiones.

Lo anterior es aplicable a cualquiera, sin importar su origen o grupo social con el que se identifique. En “La rebelión de las masas”, José Ortega y Gasset explicó en el pie de página número 42: “Abandonada a su propia inclinación, la masa, sea la que sea, plebeya o aristocrática, tiende siempre, por afán de vivir, a destruir las causas de su vida”. Con pequeñas diferencias, la retórica populista es utilizada por oportunistas tanto de izquierda como de derecha: ambos conceptos intelectualmente vacíos. Ambos proponen el estatismo y el intervencionismo. Ambos pensamientos se apoyan en el mercantilismo para mantenerse en el ejercicio del poder y enriquecer a sus dirigentes, familiares y amigos. Ambos terminan destruyendo al creador de riqueza: matan a la gallina de los huevos de oro.

“…porque el que parte nunca reparte parte del pastel / si la cosa va mal a callar / porque el que parte nunca reparte parte del pastel / que los padres de la patria nos darán / más circo y más pan”, recita el estribillo de la canción del dúo español “Amistades Peligrosas”, titulada: “Más circo y más pan”. Y, mientras muchos en la prensa están a las órdenes de los poderosos y lo políticamente correcto, aquellos que no nos dejamos engañar, tampoco nos vamos a callar. Vamos a denunciar el engaño del circo y del pan.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 11 de marzo de 2013.

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3.04.2013

Los VID del BID




Los vividores de impuestos descarados (VID) abundan en las esferas burocráticas, tanto nacionales como internacionales. Viven como reyes en todo sentido: rodeados de lujos pagados con los impuestos que fueron expoliados a la gente que trabaja, crea e invierte. Algo de lo cual conocen muy poco o nada, a menos que hayan leído alguna vez en su vida un libro en el que se relaten las adversidades, vicisitudes y retos que tiene que enfrentar aquel que los mantiene: el tributario.

Hace un par de décadas pocos se atrevían a criticar a la todopoderosa comunidad internacional de burócratas que enarbolan la bandera del desarrollo como el principal motivo para endeudar a la gente productiva de un país, y luego exigir que estos paguen más impuestos. Hoy, la situación ha cambiado. El fracaso de sus estrategias es ampliamente reconocido. Falta aún que más personas comprendan que el motivo principal por el cual muchos siguen viviendo en la pobreza es, precisamente, por las políticas interventoras y estatistas que estos caraduras promueven.

Recientemente en La Antigua Guatemala, en una de esas tantas reuniones pretenciosas en las que malgastan nuestro dinero, Luis Alberto Moreno, Presidente del BID, mostró su apoyo a la puñalada fiscal y declaró, según “Siglo Veintiuno” (22/2/13) que “cualquier observador internacional puede ver que la carga tributaria es de las más bajas, las necesidades que el país tiene son enormes y Guatemala no se puede dar el lujo de esperar otra década para hacerle frente a esas enormes necesidades”. Agregó que para cualquier inversionista que venga a Guatemala “lo que quiere ver es un país con unas sanas finanzas públicas, porque esa es la manera que su negocio se desenvolverá con éxito”. ¿Cuándo a un inversionista le ha llamado la atención invertir en un país donde aumentan constantemente los impuestos y es víctima de terrorismo fiscal? ¿Y luego dicen que este señor fue empresario? Un  mentiroso que, además, ignora la realidad de nuestro país.

¿Es usted consciente de que nosotros mantenemos a todos esos burócratas internacionales de la ONU, del BID, del BM… así como mantenemos a la burocracia de nuestras naciones? ¿Es usted consciente de la calidad de vida que ellos se recetan a costa nuestra? Comencemos combatiendo la inequidad socioeconómica, averiguando CUÁNTO ganan estos tipos que no pierden una oportunidad para exigir que paguemos más impuestos. Dejemos de mantenerlos. Que se pongan a trabajar como lo hacemos nosotros. Que también ellos paguen impuestos.

Termino con lo escrito por Luis Figueroa (www.luisfi61.com): “Cuando no te alcance tu sueldo al final de mes porque tuviste que pagar más impuestos que el año pasado, acuérdate de Luis Alberto Moreno.  Cuando vayas a pagar el impuesto de circulación por tu carrito o por tu moto, acuérdate de Luis Alberto Moreno.  Acuérdate de que él y sus colegas no pagan impuestos; pero creen que tienen autoridad moral para exigir que te suban los impuestos que ya pagas”.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 4 de marzo de 2013. La imagen fue montada por Nes Díaz.

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