Mi objetivo hoy es reflexionar sobre el legítimo derecho de
los ciudadanos a defenderse. Más aún dentro de un contexto como el nuestro, en
el cual cada día aumenta la incertidumbre en la cual vivimos, hecho que se
refleja en el incremento de la delincuencia y la criminalidad, realidad que los
gobernantes están empeñados en negar. Un derecho que solo delegamos
temporalmente en los gobernantes para que ellos se encarguen de protegernos.
Repito: delegamos, pero no renunciamos a nuestro derecho vital de defendernos
de una agresión. Un derecho que debemos ejercer si queremos salvar nuestra vida
o la de nuestros seres queridos, ante la ausencia del Estado para hacerlo.
Aquellos que creen que cuando lo amenaza un asaltante con un
arma solo le interesa su teléfono celular o cualquier otro bien, y no les va a
hacer daño si se lo entregan mansamente
están equivocados. El antisocial no solo le está dando a elegir entre su vida y
su propiedad: en muchas ocasiones, aunque le entregue lo que le exige, igual lo
puede lastimar o hasta matar. La amenaza del criminal es una amenaza de muerte.
Aceptar lo anterior es básico para entender por qué muchos habitantes de
Guatemala han decidido hacer uso de su legítimo derecho a defenderse, ocasionando
en algunos casos la muerte del criminal.
Por supuesto que si hacemos el análisis fuera del contexto,
la mayoría nos vamos a escandalizar de que un ladrón sea condenado a muerte por un robo. Si viviéramos dentro de un Estado
de Derecho esperaríamos que los gobernantes se dedicaran a sus funciones
primordiales: velar porque la violaciones a la vida, a la libertad y a la
propiedad de la gente respetuosa, de los ciudadanos honestos; de la gente que
trabaja, produce, crea y respeta a los otros, sean las mínimas. Sin embargo, lo
anterior es falso en nuestro país. Es una fantasía que suele convertirse en una
pesadilla.
Es diferente el caso del energúmeno que le dispara a alguien
porque le bocinó, o el caso de aquel que es linchado por una multitud
irracional que no sabe a ciencia cierta si el delito del cual se le acusa es
real. Las anteriores son acciones que muestran la frustración y la rabia que
muchos sienten, pero no son actos relacionados con el ejercicio del derecho a
defendernos de un ataque que pone en peligro nuestra vida y/o la de nuestros
valores más queridos.
Mutatis mutandis es
una frase en
latín que
significa “cambiando lo que se deba cambiar”. En Guatemala hay muchas cosas que
debemos cambiar para vivir en paz y en una verdadera República.
En Guatemala
impera la Democracia, y hemos cosechado los resultados de esa tiranía de la mayoría
que es engañada por los políticos que llegan a ejercer el poder, quienes se
benefician con el caótico estado actual de las cosas. Ellos, sus familiares y
sus asociados. El resto de los ciudadanos, terminamos pagando las consecuencias
de los errores de quienes han creído las promesas populistas del Estado Benefactor/Mercantilista.
Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo
Veintiuno”, el lunes 18 de marzo de 2013. No se conoce al autor de la fotografía. Salió publicada en "Prensa Libre" el sábado 16 de marzo de 2013.Etiquetas: crimen, derechos individuales, Estado benefactor, Estado de Derecho, gobierno, Guatemala, legitima defensa, mercantilismo, República
2 Comments:
Marta Yolanda, buen comentario y artículo, yo escribí respecto a esto mismo hace algunos días, como que si nos hubiesemos puesto de acuerdo.
http://realidadsimple.wordpress.com/2013/02/28/defensa-personal-y-la-ola-delincuencial-en-guatemala/
Saludos,
Alex Valdez
By Anónimo, at 5:03 p.m.
Buen artículo Marta Yolanda, yo escribi algo al respecto hace algunos días, como que si nos hubiesemos puesto de acuerdo.
http://realidadsimple.wordpress.com/2013/02/28/defensa-personal-y-la-ola-delincuencial-en-guatemala/
saludos,
Alex Valdez
By Anónimo, at 5:05 p.m.
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