Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

2.18.2013

El día que murió Lea




Fue el 14 de febrero de 2013, en el cual la mayoría celebraba el llamado día del cariño. Algunos lo festejaban. Otros lo detestaban. De una u otra manera, casi todos lo mencionaban. Imagino que Lea De León salió temprano de su oficina para llegar a compartir la cena con sus seres queridos, como lo hicieron muchos más ese día fatídico que nunca más será un día de fiesta para quienes la amaron. Ese día un tipo que no tiene madre ni probablemente nadie que lo quiera la mandó a matar.

Conocí a Lea hace aproximadamente dos años, en uno de los casos menos comentados por la prensa en los que ella participó a pesar de que involucra a varios columnistas, yo misma incluida. Recuerdo ese día que me tocó declarar ante un fiscal del Ministerio Público sobre una falsa acusación (una más de tantas) que hizo la CICIG en contra de algunos de los periodistas que hemos cuestionado su presencia y su trabajo en nuestro país. Recuerdo la grata impresión que dejó en mí la abogada que nos apoyaba, de quien no conocía nada más que aquello que se había publicado de ella en los medios.

Luego, me volví a topar con Lea en los estudios de Canal Antigua, en los cuales la entrevisté en muchas ocasiones. Su nombre siempre surgía cuando planificábamos un programa en el cual debíamos abordar asuntos penales. Al conocer de primera mano su claridad y valentía para tratar temas que la mayoría temen, decidí invitarla también para discutir sobre cuestiones similares en el programa radial “Todo a Pulmón”. Pasó Lea a ser un personaje frecuente en Libertópolis. Una mujer controversial porque decidió involucrarse en casos difíciles, algunos incomprensibles al menos para mí, los cuales pareciera que ningún otro abogado estaba dispuesto a enfrentar.

El día que Lea fue asesinada me encontraba discutiendo con amigos en un club de lectura. Sonó mi teléfono exactamente a las 6 de la tarde. Quedé sorprendida al ver que me llamaban del Canal. Al responder solo escuché decir a Regina Román, sumamente impresionada, que Lea había muerto. Lea de quien habíamos hablado el día anterior. Lea a quien contemplamos invitar para tratar el tema de los jóvenes dedicados al crimen. ¿Será el sicario que acabó con su vida uno de esos jóvenes? En fin, de lo que sí estoy segura es de que quién lo haya hecho es uno de esos criminales al cual debe aplicarse la pena de muerte, tal y como estipula nuestra legislación. Esa Ley en la cual Lea creía y la carrera a la cual dedicó su vida.

¿Quiénes son los culpables? No sé. Solo sé que lograron recopilar suficiente evidencia, vídeos incluidos, para averiguarlo. Queda en manos del Ministerio de Gobernación y el Ministerio Público encontrarlos lo más pronto posible, atraparlos y presentarlos a los tribunales correspondientes para que sean procesados. Espero que el asesinato de Lea De León sea resuelto y se haga justicia. Ojalá esta muerte que impactó a tantos no sea la prueba que faltaba para demostrar que en Guatemala se rebasó un límite más de la impunidad.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 18 de febrero de 2013. La fotografía fue tomada por Regina Román en octubre de 2012. En esta aparecemos Lea De León, Estuardo Zapeta y yo, en orden inverso.

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1 Comments:

  • Que pena. Esos tios. No tienen corazon. Y en Guatemala no hay justicia. Hay que pedirle a Dios que Fortalezca a toda su familia.

    By Anonymous Anónimo, at 12:24 p.m.  

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