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"La felicidad depende de nosotros mismos" Aristóteles. |
La felicidad no se alcanza porque a los burócratas de la ONU
se les haya ocurrido honrarla en un día específico. Tampoco se puede medir la
felicidad de un colectivo y mucho
menos esperar que el Estado se haga
cargo del más importante propósito de todo ser humano. La felicidad es un
estado individual, y solo cada uno de nosotros sabe si somos felices y solo
cada uno de nosotros es responsable de alcanzarla.
Muchos son los autores que han meditado sobre la felicidad.
Probablemente se convirtió en un tema relevante poco después de la revolución
neolítica, cuando el hombre descubrió medios más sencillos para sobrevivir,
dejando atrás la época en la cual fue nómada y depredador, para convertirse en
sedentario y productor. Por supuesto, pasarán miles de años para que quede
constancia escrita de la más inquietante preocupación humana, después de la
urgencia por asegurar la supervivencia.
De los pensadores que he leído que han escrito sobre el
tema, quien más me ha impactado es Aristóteles. En el libro “Ética a Nicómaco”,
desde los primeros capítulos, deja claro que el bien supremo del hombre es la
felicidad. También reconoce que “la felicidad no es un efecto del azar… es el
resultado de nuestro esfuerzo”. Aristóteles reconoce que los bienes que
poseemos son “útiles accesorios para la felicidad”, motivo por el cual muchos
confunden la riqueza con el tan ansiado propósito de toda persona: ser feliz.
Sin embargo, nuestra felicidad no depende solo de aquello
que poseemos. Parte indiscutible para que nuestra propiedad contribuya a
nuestra felicidad es la forma en la cual la hemos adquirido. Si ésta es fruto
de nuestro esfuerzo, una consecuencia de nuestras virtudes, además de
satisfacer nuestras necesidades, nuestras posesiones nos hacen sentirnos
productivos y por ende orgullosos de quienes somos. Bien lo expresa
Aristóteles: “No es en la fortuna donde se encuentra la felicidad o la
desgracia… sino que son los actos de virtud los únicos que deciden
soberanamente de la felicidad, como son los actos contrarios los que deciden el
estado contrario”.
Por supuesto que para una reflexión profunda sobre las
virtudes que nos permiten vivir felices, les recomiendo leer la obra mencionada del más importante, a mi parecer, filósofo de todos los tiempos:
Aristóteles. Y durante estos días de descanso, sería la compañía ideal para recapacitar
sobre el tema e iniciar un proceso de introspección que nos permita resolver
las contradicciones que nos impiden lograr nuestro máximo propósito.
Termino con dos verdades que nadie que se considere intelectualmente
honesto puede negar. La primera de éstas es una enseñanza de Lao Tse: “El único
hombre del que soy dueño es de mí mismo”. Y la segunda, es una frase del autor
de “El Principito”, Antoine de Saint-Exupéry: “Si quieres comprender la palabra
felicidad, tienes que entenderla como recompensa y no como fin”. Feliz viaje a
su interior.
Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo
Veintiuno”, el lunes 25 de marzo de 2013.Etiquetas: Antoine de Saint Exupery, Aristóteles, El Principito, Ética a Nicómaco, felicidad, Lao Tse, virtud
1 Comments:
The beautiful thing about being happy is that you can make a difference in the world because you have a positive perspective about life and in life. Hapiness is a state of mind that can bring about beautiful and wonderful situations for the being.
blessings,
Grod
By Anónimo, at 10:28 p.m.
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