Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

3.20.2006

Guatemala Post

Por un extraño motivo desconocido, al menos para mí, nuestro terruño ha sido tema de recientes titulares en el Washington Post (WP), prestigioso diario de la capital estadounidense. Sin embargo, fuera de una interesante nota en su edición dominical del pasado 12 de marzo, las noticias no son precisamente las propias de un paraíso idóneo para recordar en una postal: más bien, un infierno a olvidar y que nunca se piensa visitar.

“Casi todas las noches, grupos de hombres armados irrumpen en los vecindarios más pobres de la nación con el objetivo de apresar a otro hombre, mujer o adolescente considerados culpables de cometer algún crimen. Casi todas las mañanas, aparece algún cadáver con señas de haber sido torturado y estrangulado”. (Traducción libre de una parte del reportaje publicado el pasado 24 de febrero en el medio ya mencionado.)

Negar el aumento de la criminalidad en nuestro país es absurdo. Pocos se atreverían a refutarlo. No obstante, reconocer el hecho no es tan importante como entender por qué estamos viviendo esta situación. Una de las principales razones es, sin duda, la falta de decisión de las autoridades de concentrar los recursos públicos en brindar seguridad y justicia a la población. Y otra, el incumplimiento por parte del Presidente de la República de aplicar la pena de muerte impuesta a criminales vencidos en los tribunales.

“El problema cuando la gente toma estas cuestiones en sus manos es que los miembros de los escuadrones se acostumbran de tal manera a matar, que cuando tienen algún enemigo deciden acabar con él también, generando más violencia en el país”, declaró Mario Polanco, del Grupo de ayuda mutua (GAM) al periodista del WP.

Irónico. Son precisamente personajes como Polanco quienes se han dedicado, no sólo a desprestigiar aún más nuestra dañada imagen como país, sino que han achicopalado de tal manera a nuestros gobernantes con el discurso “políticamente correcto” en contra de la pena de muerte, que las autoridades no se atreven a cumplir con su deber. Deber que ahora asumen los vecinos, bajo el riesgo de cometer muchísimas injusticias.

Además, la crónica recuerda el “brutal conflicto armado” y comenta la captura, en Sololá, del “Grupo de limpieza social del pueblo”. Es paradójica la posibilidad de que el líder del clan haya sido guerrillero, según lo reporta N. C. Aizenman.

Otra de las notas publicadas en el WP trata sobre la corrupción en la SAIA y la detención del director de esa organización, Adán Castillo. Por supuesto, ante este panorama, ¿quiénes se van a aventurar a venir a Guatemala, ya sea como turistas o inversionistas?

De nuevo: en río revuelto, ganancia de “vividores” de los derechos humanos. Ahora sí es posible que consigan más fondos de incautos contribuyentes de otros países, y los “donantes” les perdonen la presentación de los informes de lo “gastado” que, dicen, les fueron “robados”. Así es la acción humana: interesada.


Nota: este artículo fue publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, en la columna semanal “Principios”, el lunes 20 de marzo de 2006.