Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

10.01.2018

Las recetas de la miseria





Recetas que enferman la moral productiva de los miembros de la sociedad. No se necesitan políticas para incentivar ninguna actividad productiva. Lo que necesitamos es que NO estorben la creación de riqueza, en cualquier actividad, con impuestos directos, préstamos a los gobernantes e intervención gubernamental, que son las recetas favoritas de los principales cocineros de la pobreza: los burócratas de los organismos supranacionales.

Según Rebeca Arias, Coordinadora Residente del Sistema de Naciones Unidas en Guatemala, en países altamente vulnerables a desastres naturales, como es el caso de nuestro país, la cultura de la gestión de riesgo es la única manera de asegurar el progreso. No obstante, lo que Arias no se da cuenta, o no le conviene reconocer, es que uno de los principales riesgos que corremos los guatemaltecos son burócratas como ella y sus recetas que obstaculizan la creación de riqueza.

Que mejor ejemplo de lo anterior que Jorge Familiar, vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe, que le encanta visitar Guatemala para ofrecerles un negocio redondo a nuestros gobernantes: más préstamos que ellos van a recibir y  nosotros, los tributarios, tendremos que pagar. Por supuesto, la venta de la idea a los que seremos endeudados está disfrazada de buenas intenciones y declaraciones como la siguiente: “Lo que nos interesa es apoyar al pueblo de Guatemala en la erradicación de la pobreza, en la promoción de la prosperidad compartida y en el combate a la vulnerabilidad”.

Lo que el señor Familiar omite es que una buena parte de esos préstamos se la quedan ellos por medio de “estudios, consultorías, evaluaciones…” y cualquier cosa que se les ocurra que les permita apropiarse de una tajada del préstamo. Por supuesto, la mayoría del dinero es dilapidada y el resto termina en los bolsillos de los funcionarios del gobierno que estén a cargo de ejecutarlos y, probablemente, algunos familiares o amigos suyos. En fin, todo queda dentro de la familia burocrática, nacional y supranacional.

La “vulnerabilidad y la pobreza” NO son consecuencia de la falta de una política de prevención de riesgos y desastres, como, convenientemente, creen los burócratas de la ONU y otras organizaciones estatales supranacionales. Y nuestra verdadera vulnerabilidad es el poder casi ilimitado que gozan nuestros gobernantes para impedir el progreso, más allá de los discursos políticamente correctos y bienintencionados. Poder que usan para violentar nuestros derechos, endeudarnos y enriquecerse ellos a costa de nosotros. Es esa vulnerabilidad la que debemos acabar para poder prosperar.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “El Siglo”, el lunes 1 de octubre de 2018.

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