Tanto los detractores como los admiradores de Jimmy Morales
parece que han encontrado un enemigo común en quienes nos hemos atrevido a
cuestionar el censo. Quienes lo único que hemos hecho es reconocer la realidad.
Lo que es, más allá de los deseos o creencias
de aquellos que esperan milagros del
conteo de los habitantes de nuestro país, proceso realizado al mejor estilo
milenario de los romanos, sin importar que en lugar de tablas lleven tablets.
¡En pleno siglo veintiuno! Ridículo. Total, si les interesa
saber cuántos vivimos en Guatemala esa información la encuentran, sin gastar un
centavo más de lo que ya hemos gastado, en el “Registro Nacional de las
Personas” (Renap) que, con todo y sus falencias, sin lugar a dudas los datos
con los que cuenta son más creíbles que el número que resulte del censo. Y si a puro tubo querían hacer un censo, se
pudo hacer por medio del blockchain,
de una manera más segura, económica y exacta. Porque si usted necesita del
censo para saber quién es, ¡sí que está bien fregado! ya que el somos colectivo no es más que una
ficción.
La información es necesaria para tomar decisiones, pero para
que sea útil en todo contexto, tiene que ser verdadera: basada en los hechos de
la realidad. Y, dentro del contexto actual guatemalteco, caracterizado por la
falta de confianza, la corrupción estatal y la inseguridad, ¿serán las cifras
recabadas ciertas? ¡Hay que ser muy ingenuo para creer que los datos que
reporten en el censo sean los reales!
Al final, la pregunta más importante que debemos hacernos es
¿para qué quieren los gobernantes, y los burócratas de organismos
supranacionales, saber cuántas personas viven en un país? Para responder
honestamente esta pregunta, hay que conocer la naturaleza de los censos e
históricamente para qué han servido. El objetivo primario de un censo es
determinar el número de personas que componen un grupo y sus características
que consideren relevantes quienes lo llevan a cabo. Los censos poblacionales son
promovidos para justificar la intervención de los gobernantes en las vidas de
los censados por medio de políticas
propias del Estado Benefactor.
Por supuesto que no le informan a los que dócilmente aceptan
formar parte del inventario que el
resultado esperado de éste será el aumento de impuestos y del poder de los
gobernantes para implementar las políticas
mencionadas. Sin embargo, tampoco son plenamente
engañados: sí saben que es para promover más de esos maravillosos programas estatales que, hasta la fecha, le han permitido a los pobres que llegan al ejercicio del poder y a sus
familiares, amigos y miembros del partido, mejorar exponencialmente su calidad
de vida.
¡Ah no! Perdón, me confundí: la propaganda dice que es para
ayudar a los que no pueden superar la pobreza en que viven. Lo que les ocultan
es que no lo logran porque no encuentran un trabajo productivo, ya que quienes
están dispuestos a arriesgarse e invertir en Guatemala para crear esas fuentes
de trabajo y transformar los recursos en riqueza son extorsionados, expoliados y acosados para financiar tales programas. En fin, Ave census morituri te salutant!
Artículo publicado en el diario guatemalteco “El Siglo”, el
lunes 30 de julio de 2018.
Etiquetas: Bertolt Brecht, Censo, corrupción, impuestos, Jimmy Morales, pobreza, Renap, Roma
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