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Imagen tomada de la cuenta en Facebook de Ramón Parellada, quien la compartió de la cuenta de Ligia Pérez Katz. La edición y los comentarios son míos, y asumo la responsabilidad de éstos. |
El oportunismo de
algunos políticos, particularmente de aquellos en el ejercicio del poder, llega
al extremo indeseable cuando utilizan de excusa para eliminar los pocos límites
que tienen las tragedias que enfrentan los ciudadanos. De nuevo lo vemos en
Guatemala con la declaración del Presidente de un estado de excepción ante el
drama que viven muchos de nuestros compatriotas a raíz de la erupción de ayer, domingo
3 de junio de 2018, del Volcán de Fuego. Un estado de excepción que intentan confirmar
varios diputados hoy por la tarde.
Tal y como lo señalo
en mi artículo publicado hoy, “Jimmy, el globito”, debemos enfocarnos en
identificar claramente el origen común de nuestras tragedias políticas. Esta
identificación debemos hacerla de forma objetiva y basada en los hechos comprobables,
no en falsas expectativas, sesgos o excusas para justificar emociones
destructivas como lo son la amargura, la frustración o la envidia. Es vital reconocer
que el común denominador de la inseguridad, de la corrupción y de la injusticia
es el poder. Y una vez este no sea limitado, nos toparemos en todos lados con
una interminable propaganda sobre lo indispensable que es y cuán perdidos
estaríamos sin el Divino Estado.
En mi artículo
titulado del 23 de septiembre de 2016 “La calamidad es no prever”, recuerdo que
la visión de Conred es la de “Constituir
el centro de convergencia de la aptitud nacional para la prevención, vigilancia
y respuesta a los fenómenos naturales y sociales que pongan en riesgo a las
comunidades en sus bienes más valiosos: la vida, integridad física y
propiedades, que constituyen fundamento de la paz íntima y cotidiana de las
agrupaciones humanas”.
Precisamente, la que eligieron como la primera fase de sus
funciones es la de prevención y
mitigación. Entonces, ¿cómo es posible que, si es que se supone que ellos van
a enseñar a otros a prever, en su caso sean INCAPACES de hacerlo sin un estado
de excepción? Esa es la verdadera calamidad. ¿O es una contradicción? ¿O es una
mentira descarada, que no puedan prever con tiempo suficiente, cumpliendo con
los requisitos de la Ley de Compras y Contrataciones?
Repito lo expresado en
infinidad de ocasiones, los estados de excepción, tanto ayer como hoy y
mañana… y en casi todos los eventos que pretenden justificarlos, sólo han
servido para facilitar la corrupción pues, como correctamente lo señaló Lord
Acton, el poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente. El
más reciente estado de calamidad decretado por Morales, si es confirmado por el
Congreso, solo servirá para que unos acumulen fortuna a costa nuestra, como ha
sucedido siempre. Mientras, los damnificados seguirán esperando sentados el
apoyo del Estado.
Menos mal que muchos guatemaltecos practicamos
la virtud de la benevolencia y nos las arreglamos para ayudar a los más
afectados. Cada uno de nosotros puede ayudar, no importa
cuánto podemos dar, si no que todos demos lo que podemos. Así, cooperando,
lograremos que nuestros compatriotas más afectados por la erupción del Volcán
de Fuego puedan levantarse. ¡Ánimo!Etiquetas: Congreso, corrupción, Estado de calamidad, Fuego, Guatemala, Jimmy Morales, tragedia, Volcán
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