Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

4.02.2018

Parásitos de las remesas




¿Es la economía de los guatemaltecos parasitaria de la creación de riqueza de nuestros compatriotas que viven en EE.UU.? Sí. Parasitismo que llega al extremo del descaro en los cálculos de los tecnócratas de la burocracia estatal, incluido el banco central (Banguat), que consideran como parte del Producto Interno Bruto (PIB) de nuestro país a las remesas, que no son otra cosa más que el remanente del resultado del dinero que han ganado los guatemaltecos que viven y trabajan en otros lados. 

Por supuesto que el impacto de las remesas en los hogares guatemaltecos es enorme. Más aún, si no fuera por éstas, nuestro “rezago económico histórico”, como declaró recientemente algún burócrata del Fondo Monetario Internacional, sería aún mayor. Pero eso no justifica el engaño de los técnicos, que al final nos provoca más daño, porque el cálculo de la recaudación fiscal lo hacen en base a ese falso PIB. Y como rara vez llegan a sus metas, les sirve de excusa para oprimir más al tributario e impulsar el terrorismo fiscal.

Experimentamos la agonía de la prosperidad. Crece el temor, entre otros, de invertir en Guatemala, en particular por el incierto panorama de nuestra economía, cuyo nivel de confianza ha caído a niveles peligrosos. Por eso casi todo lo que tiene que ver con el progreso en nuestro país “tiene un lento despegue”, no sólo el PIB, como anunciaron los burócratas intervencionistas del Banguat, defensores del dólar más que del quetzal. Y ni el magro 3 y pico por ciento de ¿crecimiento? de 2017 se hubiera dado si no fuera por las remesas que envían nuestros compatriotas que trabajan principalmente en EE.UU., las cuales, a pesar de los agoreros, continúan aumentando.

El motivo por el cual NO hay inversión creadora de riqueza en nuestro país es porque NO hay certeza jurídica, ni respeto a la propiedad privada, ni seguridad. Y las propuestas de más intervención estatal no resuelven los problemas: los agravan. El aumento de impuestos, la legislación contra la obesidad, contra el alcoholismo, contra la competencia, contra la desnutrición… sólo sirven para facilitar la corrupción. Por cierto, en el largo plazo, a todos nos beneficia la eliminación de impuestos. Hasta a los vividores de los organismos internacionales supraestatales y a la burocracia nacional les conviene. No se diga a los habitantes productivos, responsables y respetuosos de nuestro país.

Lo que necesitamos y exigimos de nuestros gobiernos es que velen por el respeto a nuestra vida, libertad y propiedad.  Además, esperamos que no obstaculicen el camino del progreso individual: que nos dejen arriesgar, trabajar, crear, invertir, producir… para alcanzar nuestras metas propias. Ser productivos, no parásitos de nadie. Menos de nuestros compatriotas que han pagado un costo altísimo al emigrar en búsqueda de mejorar su calidad de vida y la de sus seres queridos.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 2 de abril de 2018.

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