O, como dice otro refrán, quien quiere celeste, que le
cueste. Aquel que quiere superar la pobreza y vivir la mejor vida posible a su
alcance, debe trabajar: debe esforzarse, tanto mental como físicamente, para
alcanzar sus objetivos, sin pretender vivir de los demás. Más aún, si quiere
disfrutar verdaderamente de esa mejora, debe saber que lo que tiene se lo ha
ganado justamente, por el sudor de su frente, y no arrebatándolo a otros o
siendo cómplice de ese robo.
Es por esto último que vemos a muchos que han acumulado
fortunas a base de trampas, fraudes, robos, privilegios… que, al final, poco
importa cuánto hayan logrado juntar, sus vidas suelen ser vacías, superficiales
y falsas, ya que pueden engañar a todo el mundo, menos a ellos mismos. Gente
que termina rodeada de hipócritas, que no los valoran y sólo están interesados
es sacarles parte del dinero mal habido. En pocas palabras, parásitos como lo
son ellos.
Y esa manera deshonesta de vivir no depende del monto del
dinero obtenido sin haberlo ganado: fracasa a toda escala, como lo podemos ver
en aquellos programas sociales que
pretenden usar el dinero expoliado a los tributarios para comprar votos. El
bono seguro, el bono para las comadronas y cualquier otra prebenda similar, son
políticas populistas que facilitan la corrupción. Además de ser una injusticia
más contra quien honradamente trabajó para crear la riqueza que ese dinero
representa. Bien lo señala el neoplatonista Henry More en el “Enchiridion Ethicum, IV” (1667): “Es
bueno y justo que a cada uno se le otorgue lo suyo, y el uso y posesión del
mismo se le debe otorgar sin molestia".
Fracasan los programas anteriores, así como fracasa el
absurdo de asegurar una renta mínima a todos. Con apenas dos años de prueba, el
experimento finlandés de otorgar ingresos mensuales de 560 euros a 2 mil
personas desempleadas de entre 25 y 58 años fracasó. Tal y como informó el New
York Times el pasado 24 de abril: “Durante más de un año, Finlandia ha probado…
repartir dinero sin reglas o restricciones sobre cómo las personas lo usan….experimento
que está por terminar. El gobierno finlandés optó por no continuar
financiándolo... la decisión del gobierno finlandés de detener el experimento a
fines de 2018 pone de relieve un desafío a la misma concepción del ingreso
básico. Mucha gente en Finlandia -y en otras tierras- se molesta ante la idea
de entregar efectivo sin requerir que la gente trabaje... El gobierno esperaba
que el tener un ingreso básico permitiría que más personas se integraran al
mercado laboral”.
Un fracaso anunciado, porque se basa en premisas
equivocadas. La más evidente de éstas es la de creer que la gente iba a trabajar
sin necesitarlo. ¿Por qué pasar por la molestia de trabajar cuando se pueden quedar
tranquilamente acostados todo el día viendo tele?
Por supuesto, no a todos nos parece éste el escenario ideal para disfrutar de
nuestras vidas pero, lamentablemente, esa es la actitud de la mayoría. Con esta
propuesta y las anteriores mencionadas, violadoras de los derechos individuales
de unos para complacer a otros, mientras unos viven sin trabajar, otros tienen
que esforzarse el doble para mantenerse ellos mismos y mantener a los gorrones
que viven de su trabajo. ¿Hasta cuándo lo vamos a tolerar?
Artículo publicado en el diario guatemalteco “El Siglo”, el
lunes 30 de abril de 2018.
Etiquetas: básico, empleo, Estado, Finlandia, Henry More, impuestos, ingreso, justicia, moral, New York Times, parasitismo, parásitos, productivo, renta, trabajo, tributarios, universal
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