La consulta que no fue consulta. La consulta que fue una
imposición solapada. La consulta que escondía la amenaza de que si no se
respondía como los gobernantes querían, la repetirían hasta que ganara el sí. Y
en tal caso, lo mejor hubiera sido que la respuesta a la pregunta de si estamos
“de acuerdo que cualquier reclamo legal de Guatemala en contra de Belice sobre
territorios continentales e insulares y cualesquiera áreas marítimas
correspondientes a dichos territorios sea sometido a la Corte Internacional de
Justicia (CIJ) para su resolución definitiva y que esta determine las fronteras
de los respectivos territorios y áreas de las partes”… solo fuera sí.
Al menos, eso me queda claro de las declaraciones del
excanciller Raúl Morales a Prensa Libre, dadas el 2 de agosto de 2017. Cito: “En
caso de que en un país gane el NO, habría que repetir el referendo hasta
conseguir el SÍ de la ciudadanía, porque ambas naciones firmaron una reforma
del acuerdo original, en la que reconocen que la única solución al diferendo es
llevarlo a la CIJ, la cual, al emitir sentencia, definiría los límites
territoriales”. O sí o sí a la primera. O de lo contrario, el reclamo nos
saldrá muy caro, mucho más caro de lo que ya nos ha costado.
Digo lo anterior porque soy una persona práctica y no voy a
falsear la realidad. En el contexto actual, los tributarios llevamos las de
perder. Lamentablemente los políticos aprendieron nuevas mañas a raíz de la
Consulta Popular que perdieron en 1999. Ahora se aseguran de que a los
ciudadanos ¿consultados? no les quede
otra opción que votar como a ellos les interesa que se vote. De lo contrario,
habrá seudoconsultas, impopulares la
mayoría, hasta que se salgan con la suya, lo que implica un gasto
multimillonario. En este caso, varios cientos de millones de quetzales de
nuestros impuestos, por cada vez que se haga la supuesta consulta. Lo que, mientras, les representa un gran negocio a los
burócratas que están a cargo de las tales procesos.
Yo decidí no
ser parte de la farsa y no fui a votar. Eso no significa que no considere
importante definir la situación limítrofe entre Belice y Guatemala. Y menos
significa que no me interesan las condiciones en que viven nuestros
compatriotas en esas zonas cuyos límites no son claros. Sin embargo, me parece
de una ingenuidad extrema el creer que esas condiciones van a cambiar para bien
con autorizar a los gobernantes de Guatemala para que permitan que la CIJ
decida sobre el diferendo con Belice, y que la CIJ será justa a la hora de
dictar sentencia.
Las condiciones de vida de TODOS en Guatemala, no sólo de
quienes viven “entre Jerez y la frontera”, van a mejorar hasta que los
gobernantes cumplan, en nombre del abstracto Estado, con su mandato primordial de garantizarnos “a los
habitantes de la República la vida, la libertad, la justicia, la seguridad, la
paz y el desarrollo integral”. Y para que a los gobernantes no les quede de
otra más que cumplir con sus deberes, los ciudadanos debemos promover un cambio
de raíz a nuestro sistema político y la forma de gobierno que prevalecen. Para
lo cual, irónicamente, deberemos ser consultados en otra oportunidad.
Artículo publicado en el diario guatemalteco “El Siglo”, el
lunes 16 de abril de 2018.
Etiquetas: Belice, consulta popular, Corte Internacional de Justicia, diferendo, frontera, Guatemala, Raúl Morales, territorio
1 Comments:
Me parece muy acertado su punto de vista Marta Yolanda, la mayoría de guatemaltecos fueron empujados por la ola de mala información por parte de la mayoría de medios.
Feliz tarde.
By julio roberto, at 6:21 p.m.
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