El avance de los populistas, tanto a la izquierda como a la derecha,
lamentablemente no muestra signos de desaceleración.
Irónicamente, son las políticas populistas las principales responsables de la
desaceleración económica que agobia a la mayoría de guatemaltecos. Populista
son todos aquellos que promueven el estatismo y el intervencionismo. El
objetivo del populista no es reducir la pobreza, al menos la ajena, sino
beneficiarse de gestionar o promover el asistencialismo propio del Estado
Benefactor.
Es probable que el término populismo sea hoy uno de los más
usados en la jerga política. Y como todo término, para entenderlo e integrarlo
sin contradicciones a nuestro conocimiento, hay que definirlo y explicarlo
correctamente, además de ponerlo en contexto. De lo contrario, será una palabra
más que se usará antojadizamente para calificar cualquier cosa o a cualquiera,
sin importar que aplique o no su uso. No se diga, que sea utilizado para
manipular a gente que me atrevo a catalogar -siendo benévola- de ingenua; porque creen ciegamente lo que
otros dicen, particularmente si creerles
va a significar que será menor el esfuerzo que tendrán que hacer para
satisfacer sus necesidades.
Gente que no se cuestiona la veracidad o falsedad de lo que
le ofrecen los políticos. Temen que, al cuestionarse y cuestionar si es posible
cumplir o no las promesas de sus candidatos, los obligue a reconocer la
realidad que no siempre agrada a la mayoría, porque los fuerza a enfrentar el
engaño que tristemente ha sostenido sus vidas. La verdad no siempre es popular,
porque reclama, una vez reconocida, ser obedecida. De lo contrario, no habrá
excusas que expliquen sus fracasos, y tendrán que aceptar que éstos son el
resultado de sus decisiones basadas en mentiras.
Populista es todo aquel que le dice al pueblo, a las masas, lo
que quieren escuchar, no lo que deben saber. Que se aprovechan de la pereza
intelectual de la gente, que quiere oír que alguien más es culpable de su
situación y que otra persona se hará cargo de ellos cuando llegue al ejercicio
del poder. Y con gusto, el populista asumirá el papel de salvador. Total, al
populista no le interesa la verdad, lo que le importa es ser popular. Lo que le
interesa es llegar a gobernar, preferiblemente sin límites.
Según el politólogo español, Eduardo Fernández Luiña, el
populismo es una estrategia para concentrar poder político, propio de la
naturaleza de la democracia, que responde a los intereses de una minoría
política organizada. Por supuesto, necesita de líderes carismáticos que sepan
endulzar los oídos de los electores y convencerlos para que voten por él y por
su propuesta. Para germinar la semilla del populismo, necesita de un ambiente
de descontento generalizado en la población. Sin duda, Edu describe bien la situación que vivimos hoy en Guatemala a las
puertas de una nueva elección. ¿Qué irá a pasar? Dependerá de nosotros y de que
no nos dejemos engañar.
Artículo publicado en el diario guatemalteco “El Siglo”, el
lunes 8 de octubre de 2018.
Etiquetas: Democracia, Eduardo Fernández Luiña, pobreza, populismo
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