The big picture
Bueno, al menos quisiera cavilar sobre la parte del big picture que yo puedo conocer. En algunos casos mi saber es más profundo que en otros así que, sin duda, harán falta piezas para completar el rompecabezas. Además del breve espacio con el que cuento para reflexionar sobre un tema inconmensurable. Tal vez mañana le de prioridad a la escritura por encima de la lectura, lo cual me permitiría abordar tan crucial asunto como pienso que debe ser abordado. Por ahora, me conformo con invitarlo a que no sólo nos preocupemos por el árbol que tenemos enfrente, sino que nos percatemos del bosque al cual pertenece.
Al fin, para entender la actualidad, tenemos que conocer el contexto en el cual transcurre. Identificar la realidad ES la condición sine qua non para encontrar los medios idóneos, correctos, para cambiar aquello que podemos cambiar y aceptar lo que va más allá de nuestra capacidad, tanto en lo individual como en lo que nos concierne como especie. No podemos cambiar nuestra naturaleza. Sólo podemos reconocerla y promover normas que vayan de acuerdo con ésta. Reglas que faciliten la cooperación e intercambio entre nosotros, seres teleológicos.
El tiempo que compartimos es un tiempo plagado de contradicciones. Probablemente así fue en gran medida en los tiempos de nuestros abuelos, bisabuelos, tatarabuelos… Y la principal diferencia sea que hoy contamos con infinitamente más bienes y conocimientos para satisfacer nuestras necesidades y deseos. Lo anterior gracias a la Revolución Industrial, la cual se pudo haber llevado a cabo desde la época de los griegos.
¿Dónde estaríamos en nuestro siglo veintiuno si no hubiera sido por la ignorancia, superstición y temor infundado de algunos personajes poderosos a la razón y los consiguientes descubrimientos e inventos producto de su uso? Por supuesto, no me refiero a quienes confundieron tan vital facultad humana con la imaginación desbordada que los llevó a alejarse del objetivo del uso de la razón: distinguir la realidad de la ficción. Aunque algunos de ellos sean considerados filósofos por los temas que abordaron y los sistemas que crearon.
Es importante apuntar que, a pesar de todos esos avances, continuamos insatisfechos. Hecho que considero una bendición, ya que el día que no tengamos un aliciente para actuar, ese día, nuestra vida terminó. Y no sólo la propia. La de todo homo sapiens que no tenga incentivos que lo motiven a actuar, ya que es el ánimo de pasar de un estado de insatisfacción, a uno de menor insatisfacción después de breves instantes de realización, parafraseando a Ludwig von Mises, lo que movió, nos mueve y moverá a progresar.
Veo el reloj. Me acerco al mediodía de otro enriquecedor viernes. En poco más de media hora estaré pensando en voz alta y “Todo a Pulmón” con mis oyentes. Espero que al llegar el atardecer, las Hespérides guarden las manzanas, que espero sean de oro, que hoy haya producido. Me retiro.
Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 4 de octubre de 2010. La imagen la bajé de la Internet.
Etiquetas: Hespérides, Ludwig von Mises, naturaleza humana, realidad, Revolución Industrial, Todo a pulmón
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