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Era 15 de septiembre. Día en el cual conmemoramos el 189 aniversario del cambio de reyes. Sé que muchos, incluidos amigos preciados, celebran la independencia de una ficción de otra ficción. La independencia de Guatemala de España. Lamentablemente a la presente fecha, los habitantes de la primera aún no logramos que nuestros actuales gobernantes, llamados presidentes, entiendan que ellos no son reyes ni nosotros sus súbditos.
Una cosa es vegetar en una nación independiente, como le sucede a los cubanos, y otra cosa es SER ciudadanos libres. Reconocer lo anterior no implica que no quiera a mi terruño. Aunque reconozco que el mío, que comparte territorio y leyes con el suyo, difiere en contenido, ya que éste se lo damos cada uno de nosotros con nuestras vivencias únicas e irrepetibles. Las memorias de lo pasado y los sueños a realizar en el futuro… que espero no sean truncados en una balacera como la mencionada. Sin embargo, ¿quién, a menos que sea funcionario público, está fuera de peligro en ese espacio que compartimos sin conocernos?
Lo sucedido la semana pasada es un claro ejemplo de que hasta la seguridad que muchos sentíamos en los centros comerciales se ha perdido de alguna manera. No faltará quien crea necesario, a la hora de visitarlos, tener más cuidado del que se tenía antes, tal y como le pide una madre a su retoño en el chiste que circula en las redes sociales virtuales: “-Mamá, mamá, me voy al mol. -Ok, hijo. ¿Llevas tu chaleco antibalas?”
Lo que a mí me indigna de la creciente criminalidad en nuestro país (además de ver a gente inocente tirada en el piso, como si fueran antisociales de la peor calaña, mientras son amenazados por la policía con armas de alto calibre) es que la mayor parte del aumento en el riesgo de vivir en Guatemala es consecuencia de la irracional e ilegítima guerra del gobierno gringo contra las drogas. Y hago énfasis en el hecho de que es una decisión estatal, ya que admiro a muchos estadounidenses, comenzando con los padres fundadores que supieron elegir las normas que les permitieron convertirse en la sociedad más rica de todos los tiempos.
La única manera de terminar con este inútil desangramiento es eliminando de raíz el problema: acabando con la prohibición de producir, comercializar y consumir droga. Por supuesto, aquellos que además se han dedicado a extorsionar, secuestrar, asesinar… deben ser perseguidos, encarcelados, enjuiciados y castigados como merecen. Al fin, la razón de ser de esa construcción llamada Estado, es velar por que haya justicia y seguridad. Y así poder vivir en paz.
Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 20 de septiembre de 2010. La fotografía es del diario guatemalteco elPeriódico, publicada el 16 de septiembre de 2010.
Etiquetas: criminalidad, Estado, Independencia, narcotráfico, seguridad, Tikal Futura
1 Comments:
Excelente articulo. Estoy de acuerdo con esa ley, ya que en Guatemala vivimos rodeados de narcos. Le cuento que tengo un pequeño restaurante y a veces nos visitan estos personajes, y le cuento que ya no trabajamos tranquilos, porque de repente les sale mal un negocio entre ellos, y ya esta que empieza la balazera. Le digo que como clientes, son excelentes, consumen bien, siempre pagan con efectivo y no son conflictivos con nosotros, pero eso no quiero decir que apruebo lo que hacen, porque se, que hay mucha víctimas de este problema.
By Anónimo, at 9:22 a.m.
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