Que reste-t-il
Desde principios de los años 80 del siglo pasado, durante la dictadura de Augusto Pinochet, el sistema de incentivos cambió en el mencionado país sudamericano. Los chilenos empezaron a alejarse del nefasto Estado Benefactor/Mercantilista de inspiración socialista, y comenzaron a acercarse al ideal de un Estado de Derecho liberal. La gran diferencia entre ambos es que el citado primero es un sistema de incentivos perversos y el segundo es un sistema de incentivos correctos. La mayoría de habitantes de Chile han aprendido que uno paga las consecuencias de sus acciones y que deben trabajar, arriesgar y producir para alcanzar sus metas. Ninguna Sandra Torres o un Álvaro Colom les van a poder regalar lo que le pertenece a otros. Lo que pertenece a los tributarios que no pagamos impuestos para que los politiqueros estén presumiendo con sombrero ajeno.
Sin duda, son mas responsables los chilenos que los haitianos, porque los primeros tienen tres décadas de vivir dentro de un sistema de normas que en general van de acuerdo con la naturaleza de la acción humana, y los presidentes socialistas que gobernaron su nación fueron lo suficientemente inteligentes para respetar las reglas que heredaron del gobierno de Pinochet. Les guste o no a algunos. O tal vez los mandatarios mencionados no tuvieron la posibilidad de modificar la esencia de las normas, ya que el principal secreto del Estado de Derecho es que limita el ejercicio discrecional del poder.
Hoy todavía no podemos controlar un fenómeno propio de la naturaleza de la Tierra. No sé si dentro de 100, 200, 1000 años… los hombres de ese tiempo van a tener la capacidad, el conocimiento y la tecnología para evitar eventos como un sismo o un tsunami. Pero, más allá de lo angustiante que puede ser sufrir un terremoto u otra clara muestra de que el Planeta sigue vivito y coleando, recordemos que la verdadera tragedia es la muerte de un ser humano. Imaginen la magnitud trágica de la muerte de 100 personas. O de 100,000 o más individuos. Si un barco está estacionado en el centro de la ciudad, si se abrió una gran grieta en una carretera, si 3 edificios se partieron en dos… todo eso se puede reconstruir. Pero una vida perdida nunca.
Si en Haití existiera un sistema de incentivos correctos las construcciones hubieran estado adaptadas a las condiciones propias de este país. Lo que les permitió a los chilenos superar con mucho menos muertes, y no se diga mucho menos destrucción, un fenómeno natural de una mayor dimensión que el de Haití, es toda esa enorme creación de riqueza que les ha permitido, entre otras cosas, construir refugios más adecuados para el ser humano. Construcciones que obviamente no había en Haití. Y toda esa riqueza, toda esa infraestructura, todo ese capital invertido, repito, es producto de un sistema de incentivos correctos. Como el que propone ProReforma para Guatemala.
Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 8 de marzo de 2010. Las fotografías las bajé de la Internet. El collage es obra mía.
Etiquetas: Augusto Pinochet, Chile, Estado benefactor, Estado de Derecho, Haiti, mercantilismo, pobreza, Proreforma, riqueza, terremoto
1 Comments:
Con todo respeto a su sapiencia Sra. Diaz-Duran, poner el nombre de Chile con el de Haiti juntos es un chiste. La historia de ambos paises es tan lejana como la distancia entre Mercurio y Pluton. Chile ha tenido una historia politica, economica y social, mas o menos equilibrada...Haiti lleva viviendo mas de doscientos años en el fango (por no decir otra cosa). Para mas la Republica Dominicana, con sus limitaciones ha logrado levantarse. Pero tambien depende mucho del tipo de gente que cada pais tenga (aunque suene racista).
By Roberto Dardon, at 11:05 p.m.
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