Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

2.02.2010

Dudas razonables: segundo capítulo


En el capítulo anterior, presenté los principales motivos que me llevan, una vez más, a ir contracorriente. En este caso contra el establishment de los columnistas de opinión y, cosa extraña, contra lo expresado por algunos amigos con quienes coincido en valores. En fin, motivos que podría resumir en una frase del maravilloso poeta romántico alemán, Johann Wolfgang von Goethe: “We are never deceived: we deceive ourselves.” Y como no engaño a otros, menos lo haría conmigo.

"There's something terribly wrong with this country.” Y no me refiero a la gloriosa Inglaterra ni a la natal España del titular de la CICIG, sino a mi querido terruño. Al citar al protagonista de V for Vendetta, en cierta manera coincido con Carlos Castresana cuando advierte lo que muchos han expresado: Guatemala se muere. Aunque, dejando a un lado la hipérbole utilizada por el Comisionado, quiero aclarar que NO es el país el que se muere: mueren todos los días muchos de sus habitantes por la irresponsabilidad de sus gobernantes.

Y como no quiero dar más vueltas al asunto porque "toda dificultad eludida se convertirá más tarde en un fantasma que perturbará nuestro reposo", como dijo uno de los más celebres cumpleañeros del año, Frédéric Chopin, empiezo a enumerar algunas de mis dudas razonables en lo que respecta a la hipótesis por la cual se decantó Castresana. Y mi primera duda tiene que ver precisamente con el hecho de que sólo haya presentado uno de los posibles escenarios que, con la evidencia recabada, se podrían haber imaginado los investigadores a cargo del asesinato de Rodrigo Rosenberg. Varios de esos escenarios probablemente sean más creíbles que el elegido.

¿Cuántas hipótesis se podrían plantear con los datos encontrados a la fecha? A mí se me ocurren un par, las cuales no voy a elaborar por el momento, entre otras cosas, por la falta de espacio. Creo que debería empezar a trabajar en un escrito de largo aliento. ¡Quién sabe! Quizá un día de estos me voy a sorprender escribiendo algo más que un artículo o un breve suelto. Eso sí, siempre por placer, ¡jamás por deber!

Y antes de continuar con mis comentarios sobre lo expuesto por Castresana el martes 12 de enero de 2010, regreso a la pregunta que me he hecho desde hace meses, ¿por qué Castresana decidió dar prioridad al asesinato de Rosenberg y no al de Khalil y Marjorie Musa? Recuerden: el asesinato de los Musa es la raíz de la tragedia.

La genial Agatha Christie nos advierte a los aprendices de escribidores que la mejor receta para la novela policíaca es que el detective no debe saber nunca más que el lector. Y como yo sólo soy lo segundo en la obra analizada, espero que mis preguntas inquieten al primero de los mencionados. Y a ustedes, mis dilectos lectores que deseen acompañarme en este intento de desentrañar el misterio, o tal vez complicarlo, les ofrezco una entrega más la próxima semana. Por el mismo diario y en la misma sección.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 25 de enero de 2010.

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