Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

11.27.2017

Desigualdad: pobreza y corrupción



Tanto la pobreza como la corrupción, junto con otros muchos males, son consecuencia de la desigualdad. Pero no de la desigualdad económica como algunos repiten irresponsablemente desde tiempos de Karl Marx. La pobreza y la corrupción son consecuencias de la desigualdad ante la ley, cuando ésta pierde su razón de ser y se convierte en un medio para otorgar privilegios a unos a costa de los otros.

Sé que reconocer lo anterior es ir en contra de la idea predominante en el mainstream intelectual, que apoya esa desigualdad ante la ley para buscar la igualdad en las condiciones de vida de la gente. Sin embargo, yo elijo ser políticamente incorrecta, porque lo que me interesa es estar en lo correcto: que los juicios que emita sean verdaderos, o sea, que coincidan con los hechos de la realidad. Total, si nos vamos a dejar guiar por las opiniones de los demás, ¿qué sentido tiene tener opiniones propias?

Quienes hoy sufren los estragos de la miseria, irónicamente, están sufriendo más “por las buenas personas que quieren preocuparse por los negocios de otros hombres que por las malas personas que están dispuestas a dejar que todos se preocupen por sus propios asuntos individuales”, como declaró Clarence Darrow, en su discurso de 1908 a los miembros de la Liga de la Libertad Personal. Hecho que podemos corroborar con sólo ver los resultados trágicos que el intervencionismo en búsqueda de la igualdad económica ha provocado.

El origen de la pobreza NO es la desigualdad per se. La desigualdad es propia de nuestra naturaleza. No existen dos personas idénticas. Todo ser humano es único e irrepetible: un fin en sí mismo. Respetarnos implica reconocer que cada quién es libre de elegir su proyecto de vida y, además, es responsable de realizarlo. Y es en esa diversidad de individuos y de elecciones en donde encontramos el origen del progreso de nuestra especie. Lamentablemente, quienes pretenden acabar con tal desigualdad, que entre otras cosas se refleja en la consecuente diferencia en ingresos, promueven medidas estatistas que obstaculizan la creación de riqueza que permite la mejora en la calidad de vida de todos. En fin, de buenas intenciones está empedrado el camino al infierno.

Y la ironía de lo anterior es que con esas medidas que invocan la intervención del omnipotente, Estado, terminan favoreciendo a los gobernantes otorgándoles poderes casi ilimitados. Poder que utilizan para favorecer a amigos o extorsionar a la gente productiva y creadora de riqueza. El origen de la corrupción NO es el financiamiento a los políticos como pretenden algunos que creamos. El origen de la corrupción es ese PODER que gozan dentro del Estado Benefactor/Mercantilista aquellos que llegan a su ejercicio.

“El hombre verdaderamente educado es ese individuo raro que puede separar la realidad de la ilusión”. Eduquémonos y ayudemos a otros en ese proceso. Demos la batalla de las ideas, previamente aclarando las propias, para que cambiemos efectivamente lo que debemos cambiar, si es que nuestro objetivo es superar la pobreza, acabar con la corrupción y progresar.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 27 de noviembre de 2017.

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8.21.2017

Hambre de progreso



No es el hambre de los burócratas, nacionales e internacionales, que utilizan el hambre de los demás, en particular el hambre de los más pobres, para saciar su apetito. Que se llenan la boca de las penas de los otros, jurando y perjurando que ellos tienen la solución a la lamentable situación en la que viven muchos. Esa original solución es hacer más de lo mismo que ha sido un fracaso para combatir la pobreza: aprobar más legislación estatista e intervencionista que otorgue a los gobernantes, y a los funcionarios estatales, más poder arbitrario del que ya tienen para quitarles una mayor tajada de sus ingresos a la gente productiva.

Por supuesto, venden su idea repitiendo la mentira que todavía muchos se tragan para alimentar su resentimiento: aseguran que serán los más ricos los sacrificados. ¿Cuál es la realidad? Que todos pagaremos, independientemente del patrimonio con el cual contemos, por la ingenuidad de quienes caen presas del engaño de estos bien pagados personajes que viven la buena vida a costa del hambre de los más pobres. Sí, porque esos pobres no van a lograr superar la pobreza con más despilfarro del dinero que le sea expoliado al legítimo creador de esa riqueza. Ese dinero que pudo ser parte del capital que hubiera servido para crear fuentes de trabajo productivo para aquellos que más lo necesitan: los que a duras penas juntan lo necesario para mal comer cada día.

Estos burócratas, que los hay de varias especies que comparten el gusto por la vida parasitaria, no sólo proponen más programas y legislación con la excusa de ayudar a los más pobres con el peculio de otros, sino que también obstaculizan la creación de riqueza por medio de regulaciones absurdas y contradictorias. Tal es el caso de la ley anticompetencia que tanto les interesa que se apruebe en Guatemala.

Es obvio, como lo han señalado muchos antes que yo, que una política de intervención del gobierno en un sistema comercial de libre mercado es una contradicción de términos. Los intercambios de propiedad privada, pues al fin eso hacemos al adquirir bienes y servicios, son por naturaleza voluntarios. No se puede legislar el libre mercado o crear competencia por medio de legislación. Para tener un mercado, libre por definición, los gobernantes deben respetar la voluntad de las personas que deciden qué, cómo, cuándo, cuánto… y a quién le compran todo aquello que necesitan para cubrir sus necesidades y alcanzar sus objetivos PERSONALES. Que los gobernantes pretendan controlar por medio de regulaciones la competencia y/o el mercado es una contradicción.

En pleno siglo veintiuno de la era compartida, ya debería ser entendido que las propuestas de más intervención estatal no resuelven los problemas, los agravan. No entiendo como todavía hoy tantos se alimentan del cuento de que un abstracto Estado les va a resolver la vida, cuando lo único que los gobernantes, en nombre de ese Estado deben hacer para proteger el bienestar y el progreso de la humanidad, es velar porque haya seguridad y justicia para todos.



Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 21 de agosto de 2017.

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4.17.2017

El diseño pro impunidad



En la reciente reunión de medio año de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), Iván Velázquez, jefe actual de la CICIG,  hizo una declaración en la cual coincido en principio. Dijo Velázquez que Guatemala fue diseñada para la impunidad. No obstante, como bien dice el refrán que el diablo está en los detalles, me pregunto ¿a qué “diseño” se refiere el Comisionado? Si se refiere al sistema político, continúo estando de acuerdo con él.

Ahora, ¿cuál es el sistema político que impera en Guatemala desde hace más de 70 años? Hasta hace unos días que leí por enésima vez nuestra Constitución, el sistema que prevalece es el de Estado Benefactor/Mercantilista, que es estatista e intervencionista y otorga grandes poderes a los gobernantes, no sólo para proteger los derechos individuales, sino para satisfacer las demandas de los grupos de presión y otorgar privilegios.

Esto me lleva a preguntarme si las acciones legales y los cambios constitucionales que promueve Velázquez, más allá de sus intenciones sean éstas cuales sean, que asumo son buenas, ¿profundizan ese sistema de incentivos perversos o lo cambian radicalmente? Según lo que investigué antes de escribir este artículo, lamentablemente, en lugar de corregir de raíz el problema, lo profundiza proponiendo en la mayoría de los casos más de lo mismo. Repito: estatismo e intervencionismo, además de la concentración del poder judicial en pocas manos. Terrible.

Siguiendo el hilo anterior, pienso que José Ugaz, presidente de Transparencia Internacional, en la misma reunión mencionada, se equivocó al decir que la corrupción provoca la pobreza. La pobreza no tiene causas, solo la riqueza. En otras palabras, la corrupción NO genera pobreza, pero sí impide que la gente la supere porque la corrupción es parte de ese sistema de incentivos perversos que le roba fondos a la gente productiva para repartirlo entre aquellos que viven parasitariamente dentro de la burocracia estatal (nacional, internacional y supraestatal), los gobernantes, sus familiares, sus amigos y los miembros de los grupos de presión influyentes, en particular en los medios de comunicación. Nos debe de preocupar (y ocupar) quitar los obstáculos que impiden la creación de riqueza y facilitan la corrupción.

Lo anterior explica la preocupación de Fernando del Rincón, en lo que respecta a por qué no existe una lucha real de los Estados contra la corrupción, sino lo que existe es complicidad. Es lógica esa complicidad, al final, los Estados son sólo abstracciones. Quienes actúan con el poder del Estado son los gobernantes y todos los que ya mencioné que se benefician del diseño político que no sólo asegura la impunidad: también facilita la corrupción, o sea, la acumulación de fortunas y, en el largo plazo, la destrucción de la riqueza que podría ayudar a la mayoría a superar la pobreza.

Por tanto, termino preguntando a Juan Francisco Solórzano Foppa, jefe de la SAT, ¿para qué debemos pagar impuestos? ¿Para sostener ese nefasto diseño?


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 17 de abril de 2017.

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4.10.2017

Destructores de riqueza



NINGÚN ministerio de NINGÚN Gobierno de NINGÚN país, puede liderar la reducción de la pobreza, porque NINGÚN gobierno de NINGÚN lado crea riqueza. Los gobiernos, en el mejor de los casos, son consumidores de la riqueza creada por otros para proveer los servicios de seguridad y justicia a esos otros. Sin embargo, lamentablemente, la mayoría de las veces se convierten en destructores de esa riqueza que despilfarran en actividades ajenas a la naturaleza del gobierno.
           
En otras palabras, más que promotores de la creación de riqueza, son un obstáculo a su multiplicación. Si, repito, nuestros mandatarios cumplieran con las funciones propias de la naturaleza de un gobierno, se dedicarían sólo a proteger los derechos individuales de todos (vida, libertad y propiedad) de la agresión arbitraria de terceros y a velar porque los delincuentes y criminales compensaran a sus víctimas. Si así fuera, dejarían de ser el principal estorbo para superar la pobreza y lograr la mejora constante en la calidad de vida de todos.

Pero, la enorme cantidad de intereses creados por los sistemas estatistas que prevalecen, la aún mayor cantidad de burócratas estatales (nacionales, internacionales y supranacionales) que viven parasitariamente del trabajo de la gente productiva y aquellas personas que se han visto privilegiadas por el poder que esos sistemas intervencionistas otorgan a los gobernantes, han complicado el progreso de la mayoría de la gente al detener las reformas urgentes a los sistemas de normas vigentes que impiden el desarrollo. Sigue predominando la injusta idea del Estado repartidor que termina siendo Estado empobrecedor.

Ludwig von Mises dedica la quinta parte de su obra titulada “El socialismo: análisis económico y sociológico” al destruccionismo provocado por los sistemas socialistas y pseudosocialista: aquellos que promueven la intervención de los gobernantes, en nombre del abstracto Estado, en asuntos que no les corresponden. Cito algunas partes del capítulo XXXIII (“Los factores del destruccionismo): “Es un error pensar que el dominio de la ideología socialista se limita a los miembros de los partidos que se llaman socialistas o sociales. Los demás partidos políticos se hallan actualmente impregnados de las ideas directrices del socialismo, y aun los pocos adversarios que lo combaten con resolución son víctimas de dicha doctrina… El socialismo… destruiría toda colaboración social… según hechos demostrados [el socialismo está basado] en el resentimiento y en una falsa interpretación de los fenómenos económicos… es el destructor de todo lo que penosamente han creado siglos de civilización… consume el capital para enriquecer el presente a costa del porvenir”.

El problema de los malos servicios de salud, de educación, de vivienda, de carreteras… y las mediocres condiciones de vida de la mayoría, NO es la falta de Estado: por el contrario, el problema es el exceso de estatismo. Una vez esto no sea entendido, la mayoría seguirá viviendo pobremente.



Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 10 de abril de 2017.

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11.21.2016

Hastiados de los políticos



Al menos de la mayoría de aquellos que han elegido como profesión la política. Los ciudadanos en casi todo el mundo están llegando a los límites de la tolerancia en lo que respecta a los oportunistas que llegan al ejercicio del poder, y a toda la ralea de los burócratas nacionales y los acomodados supranacionales de las organizaciones internacionales que los acompañan. Varias de las pruebas que puedo aportar sobre la veracidad de mi afirmación, son los resultados que han obtenido los políticos tradicionales en las recientes elecciones y consultas populares de diversos lugares.

Tanto la elección en Guatemala para ocupar el cargo de Presidente de la Nación de un cómico sin una idea clara sobre cuál es la naturaleza del gobierno, así como el sorpresivo éxito de Donald Trump en EE.UU., pasando por el Brexit y la consulta colombiana sobre los acuerdos de apaciguamiento, mostraron que la mayoría ya está harta de las mentiras, los abusos y la corrupción de las pandillas que han gobernado en los últimos tiempos en casi todos lados. Desde la Patagonia hasta el mismo Londres (capital del país donde nace la concepción moderna de la libertad como un derecho individual hoy aceptado en la mayor parte del mundo occidentalizado como un derecho reconocido para todos, aunque aún no entendido por muchos), una enorme cantidad de personas han mostrado el creciente cansancio al establishment político predominante.

Sin embargo, ese rechazo creciente al mainstream y lo políticamente correcto, no significa que la mayoría tenga claro la raíz del problema y mucho menos cuál es la solución ni los cambios a los sistema políticos prevalecientes que debemos promover para enfrentar a ese fantasma que recorre, no solo Europa, si no todo el mundo. Uno de los motivos principales por los cuales predomina la ignorancia es por la confusión, en algunos casos intencional y en otros producto de la pereza mental, en el significado y las definiciones de los términos básicos necesarios para entender la vida en sociedad y el papel trascendental que en ésta juega el respeto irrestricto a los derechos individuales: vida, libertad y propiedad. Esto último producto del poco conocimiento sobre el origen de los mismos o el intento místico de explicarlos.

Por eso debemos tener presente que es en momentos de mayor incertidumbre cuando más prudentes y objetivos debemos ser. Debemos informarnos correctamente y no dejarnos manipular. Es probable que la búsqueda de la verdad de los hechos nos lleve a emitir juicios que no sean de nuestro agrado o del gusto de otros. Pero es importante que recordemos que la verdad no depende de las opiniones de nadie ni de lo que la mayoría desea que sea verdadero. No es un concurso de popularidad. La verdad, cualidad de los juicios, depende única y exclusivamente de los hechos de la realidad. Por eso coincido con Pascal en que el esfuerzo mental por aclararse las ideas es el fundamento de toda vida moral. Y sin ese esfuerzo no podemos alcanzar nuestro propósito más alto: ser felices.



Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 21 de noviembre de 2016.

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10.10.2016

El lento progreso



En Guatemala, el poco progreso que hay es lento. Y para muchos, ni siquiera ese poco y lento progreso es posible. ¿Por qué? ¿Cuáles son las verdaderas causas de ese estancamiento, como lo llaman algunos? ¿Quiénes son los responsables de ese bloqueo a la libre movilidad estamental propia de las sociedades en las cuales la gente sí disfruta del progreso, o sea, de una mejora constante en su calidad de vida?
                  
De la información del recién presentado “Informe Nacional de Desarrollo Humano” del PNUD, es importante tomar en cuenta que, a partir de 2006, no ha habido una mejora sustancial en los ingresos de la mayoría. Por supuesto, sus explicaciones de por qué se dio ese resultado son falaces. Al fin, su objetivo es promover más de lo mismo que produjo ese estancamiento: más intervención estatal y más violación de los derechos individuales de unos con la excusa de ayudar a los más pobres, además de promover los acuerdos de apaciguamiento que fueron rechazados por la mayoría de guatemaltecos.

Aunque, en mi opinión, el propósito principal de los burócratas que llegan a tales conclusiones es asegurar sus propios ingresos, los cuales dependen de los impuestos que pagan el resto. Las verdaderas amenazas, no sólo para los pobres sino para todos y en todos lados, son el intervencionismo y el estatismo que impulsan, en la mayoría de los casos, los burócratas estatales (nacionales, internacionales y supranacionales), que viven de lo que otros producen.

Pero, ¿por qué el 82 por ciento de la población no logra mejorar sus ingresos REALES? En Guatemala el desarrollo humano es precario porque lo obstaculizan por medio de legislación que otorga más poder a los gobernantes para dificultar la inversión, beneficiar a los grupos de presión y castigar a los más productivos, violentado los derechos de la mayoría en el proceso. Injusticias que son reconocidas por algunos funcionarios cuando proponen eliminar impuestos o exoneraciones, como lo hicieron la semana pasada los directores del INGUAT, para atraer inversiones. Inversiones que, irónicamente, la burocracia estatal ha ahuyentado. Inversiones que transforman recursos en riqueza y crean fuentes de trabajo productivas. Contradicciones que destruyen vidas, generalmente las de otros y en particular las vidas de los más pobres.

Guatemala, en beneficio de quienes la habitamos, tiene potencial. Hay quienes quisieran invertir más en nuestro país, pero los cambios constantes de reglas que profundizan el sistema de incentivos perversos, la amenaza permanente de aumentar los impuestos y el servilismo de los gobernantes con los líderes de los grupos de presión y la burocracia internacional, terminan ahuyentándolos. La incertidumbre que provocan hace casi imposible la planificación en todos los plazos: corto, mediano y largo. Además de un cambio de ideas, necesitamos un cambio de actitud: aprender a confiar en los hechos y no en las mentiras de aquellos cuyo empleo depende de cuán pobres son otros y cuántos son los pobres.



Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 10 de octubre de 2016.

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7.25.2016

El origen de la tragedia venezolana



El origen de la tragedia venezolana es el mismo de la mayoría de tragedias. Un origen que viene del olvido de algunos, de la negación de muchos o del desconocimiento de otros de que las ideas tienen consecuencias. ¿Cuáles eran las ideas que predominaban en la mente de los venezolanos a finales del siglo pasado cuando decidieron apoyar el socialismo promovido por Hugo Chávez y su gente? ¿Cuáles creían que eran las obligaciones de los gobernantes? ¿Sabían que el Estado es sólo una ficción, un ente de razón, un término por medio del cual se identifica a un conjunto de personas, que viven dentro de un mismo territorio y conviven bajo un mismo sistema de normas? ¿Que ese ente de razón, cuya existencia sólo es mental, no puede hacerse cargo de las necesidades de nadie?

¿Sabían los venezolanos a finales del siglo pasado que quienes actúan en nombre del abstracto Estado son aquellos que llegan al ejercicio del poder? Políticos que, en la mayoría de los casos, la gente desprecia por mentirosos, corruptos y ladrones. Políticos que son el producto del sistema de incentivos perversos que fue impuesto en casi todo el mundo en la primera mitad del siglo veinte. En el caso de Guatemala, ese sistema fue adoptado en 1945. Un sistema que proclamó a los cuatro vientos sus buenas intenciones pero que, al final, terminó empedrando el camino al infierno para millones que no lograron superar los obstáculos que pone en el camino para la creación de riqueza y superación de la pobreza.

Más allá de las etiquetas que algunos usan de muletillas, ante la falta de argumentos y evidencias para sostener sus juicios obviamente falsos, lo que aquellos que buscamos la verdad (y entendemos que ésta es una cualidad de los juicios mentales que emitimos, los cuales serán verdaderos si concuerdan con los hechos de la realidad) debemos hacer es enfocarnos en cuáles son las características del sistema dentro del cual convivimos.

El sistema será injusto y de incentivos perversos, independientemente de cómo lo llamen, si el sistema es intervencionista (otorga poder a los gobernantes para inmiscuirse en muchas o todas las actividades humanas y las distintas facetas de la vida de todo individuo), es estatista (los gobernantes, en nombre del Estado, se supone que se hacen cargo de la mayoría o todas las necesidades de la población) y colectivista (se privilegian las demandas de los grupos de presión por encima de los derechos de los individuos).

Los venezolanos de finales del siglo pasado, no se aclararon las ideas ante el fracaso del Estado Benefactor/Mercantilista en su país. Y en lugar de hacer un cambio radical, optaron por radicalizar el intervencionismo, el estatismo paternalista y el colectivismo, apoyando el socialismo impulsado por Chávez. He ahí el origen de la tragedia que hoy los ha llevado a una situación en la cual no tienen ni qué comer. ¿Cuántos hoy en Venezuela entienden el origen de su problema? ¿Cuántos en Guatemala entendemos que caminamos una senda tan peligrosa como la de los venezolanos?


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 25 de julio de 2016.

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8.10.2015

Plataforma de intereses particulares



Un grupo de individuos que llevan décadas de estar pululando alrededor del poder político en Guatemala, se autonombraron representantes de los mandantes y dispusieron, dictatorialmente, hacerse cargo de las reformas a la Legislación electorera y de pandillas politiqueras. Pero, ¿cuándo fueron electos para llevar acabo tal tarea? A mí NO me representan y NO me van a utilizar de excusa para avanzar sus intereses y afianzar sus ideas que, al fin, son las que hoy prevalecen en nuestro sistema.

Varios de los miembros de la pomposa “Plataforma Nacional para la Reforma del Estado” son responsables del caos, no sólo porque llevan años impulsando el Estado Benefactor/Mercantilista, sino porque han formado parte de gobiernos anteriores. Hablan de cambios, cuando lo que proponen es más de lo mismo: más estatismo, más intervencionismo y más violación a los derechos individuales. Más apoyo al injusto e inmoral sistema actual.

Venden la idea de que equidad es otorgar cuotas de poder a colectivos que ellos arbitrariamente consideran que no han sido tomados en cuenta, lo que es falso. La Constitución es clara al reconocer en el artículo 4 (Libertad e igualdad) que “en Guatemala todos los seres humanos son libres e iguales en dignidad y derechos... Ninguna persona puede ser sometida a servidumbre ni a otra condición que menoscabe su dignidad”. Otorgar prerrogativas a cualquiera es inconstitucional. En lugar de promover más privilegios, hay que eliminar los que ilegal e ilegítimamente se han dado.

Pretenden obligarnos a trabajar a los tributarios para que financiemos a los politiqueros organizados en partidos y les paguemos sus campañas publicitarias contra nuestra voluntad, lo que en cualquier época de la historia sería considerada una forma de esclavitud o servidumbre que ahora disfrazan de progresismo políticamente correcto. Y así, podría continuar explicando los principios detrás de los cambios exigidos por los integrantes de la Plataforma, gente que no representa a nadie más que a ellos mismos.

Al ver expuestas sus intenciones y su falta de representatividad, decidieron victimizarse y denunciar una supuesta campaña de desprestigio así como un hostigamiento que, si fuera cierto y pusiera en riesgo su vida, su libertad y su propiedad, es vital que presenten la evidencia en los tribunales correspondientes. Lo único que yo he hecho y seguiré haciendo es desenmascararlos y dejar claro que solo se representan a sí mismos.

Olvidan los miembros de la tal Plataforma, al igual que los politiqueros, que en el mundo actual los ciudadanos tenemos una poderosa herramienta para comunicarnos entre nosotros y expresarnos sin necesidad de intermediarios. Las redes sociales virtuales son el medio por el cual hoy muchos se enteran de lo que está pasando, se cuestionan sus creencias y se aclaran las ideas. Aún más importante, nos sirven para velar porque se respeten nuestros derechos individuales. Ya no estamos dispuestos a seguir manteniendo parásitos ni a ser engañados y violentados.



Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 10 de agosto de 2015.

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6.22.2015

Calenturas de la guerra fría



Es lamentable que ciertos grupos de presión continúen enfrascados en una guerra del siglo pasado, sin darse cuenta del daño que se hacen, y nos hacen al resto, en este punto de inflexión en nuestra historia nacional. Están más obsesionados en qué están haciendo los otros que en buscar soluciones racionales y objetivas que nos permitan cambiar lo que debemos de cambiar si es que queremos tener la oportunidad de progresar y convivir en paz en Guatemala.
                                                                                                                 
Pierden su tiempo en difundir teorías de la conspiración que lo único que logran es confundir y desmotivar a muchos de los ciudadanos que despertaron y salieron a defender sus derechos, después de que hasta hace pocas semanas habían permanecido ajenos al deterioro constante de las condiciones de vida de la mayoría y al fracaso de nuestro sistema político vigente. Con su contradictoria actitud debilitan la moral de varios de los que han salido a manifestar su descontento, manifestaciones con las que hemos logrado, entre otras cosas, la renuncia de la corrupta de Roxana Baldetti a la vicepresidencia de nuestro país.

Con lo anterior no quiero decir que no haya oportunistas y saqueadores que crean que en este momento tienen la posibilidad de convertirse en Presidentes o Jefes de Estado sin ni siquiera pasar por el proceso de elecciones. Pero del querer al poder hay un gran trecho, el que es improbable que logren superar: sus ambiciones, además de ilegales, son irreales. Es tal el temor que los domina y los ciega que prefieren apoyar al inmoral de Otto Pérez Molina para que termine su mandato y se refugie en el Parlacen, antes de trabajar por lo justo: presionar a Todd Robinson (y por tanto a Iván Velásquez) para que el gobierno de EE. UU. deje de proteger a Pérez Molina. Es lo correcto y lo necesario para que de alguna manera se calme la tensa situación en la cual vivimos hoy y al menos se normalicen los servicios básicos que presta la ineficiente burocracia estatal.

Como he enfatizado en muchas ocasiones, el caos reinante en el cual vivimos, los corruptos que llegan al ejercicio del poder y la creciente emigración son el resultado del sistema político de incentivos perversos que prevalece desde hace décadas. Mientras no cambiemos de raíz ese sistema estatista, colectivista e intervencionista, injusto e inmoral, la situación va a continuar empeorando. Por tanto, impulsar las reformas que nos permitan solucionar el problema desde su origen, debe de ser la principal preocupación de todos aquellos que elegimos a Guatemala para construir nuestro hogar.

Por eso es trascendental concentrarnos en el proceso de aclararnos las ideas para tomar las decisiones correctas que nos permitan cambiar radicalmente el sistema político actual. No debemos permitir, bajo ningún punto de vista, que los mismos de siempre, con las recetas de siempre, se hagan cargo de las reformas, ni que los corruptos se sigan saliendo con la suya. Esa debe ser nuestra principal preocupación y ocupación, y no las calenturas de unos pocos.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 22 de junio de 2015.

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6.15.2015

¿R.I.P. Otto Pérez Presidente?



El fin muy cerca está. ¿Lo afrontará serenamente? No lo creo. Se le ve en el semblante que está cansado, apesadumbrado y angustiado. Parece un anciano maltratado. Otto Pérez Molina no va a descansar en paz después de fracasar como Presidente de Guatemala. Al contrario, va a empezar el verdadero calvario: el justo castigo de sus acciones punibles como mandatario fallido de nuestro país.

Los magistrados de la Corte Suprema de Justicia unánimemente abrieron el ataúd donde se van a depositar los restos mortales de lo que fue el gobierno de Pérez Molina. Los responsables de depositar el cadáver son los diputados integrantes de la comisión pesquisidora a cargo del proceso de antejuicio en contra del otrora gozoso gobernante. Si es que acaso antes no decide renunciar como lo hizo Roxana Baldetti.

Va, cual Dante tras su Beatriz, al mismísimo infierno. Pero, a diferencia del escritor florentino precursor del Renacimiento, Otto se quedará con Roxana en el círculo del averno que les corresponde. Como politiqueros corruptos que son, les toca quedarse a pagar sus crímenes en el quinto recinto (o bolgia) del octavo círculo. Los llevará en este caso el Gerión (monstruo alado con tres cabezas) que encarna a los tres burócratas que no honraron su palabra de protegerlo: Todd Robinson, Iván Velásquez y Thelma Aldana. Será más poderosa la presión de los valientes y consistentes mandantes que hemos protestado pacíficamente y exigimos que se haga justicia, que el espurio trato que hicieron con Pérez Molina.

En particular en el caso de Robinson, Embajador de EE. UU., que como buen pragmático que debe ser, va a preferir dejar de proteger a un personaje que es denostado por la mayoría de habitantes del pueblo en que ejerce su papel de Procónsul, que manchar su carrera diplomática. Total, Guatemala es solo un paréntesis en su camino en pos de más altas cumbres políticas. No se puede dar más color del que ya se dio apoyando a semejante impresentable y a quienes con él han dilapidado los impuestos que hemos pagado durante los años de su malhadado reinado.

Pérez Molina, como su esposa Rosa Leal, se debe de preguntar, ¿por qué yo, si en todos lados hay corrupción? Pues bueno, porque su gobierno no sólo ha sido el más voraz, sino aquel en el cual se rebosó el vaso. Él y su nefasta compañera en las orgías de la corrupción estatal en las que se robaron el dinero que nos han expoliado a los tributarios, acabaron con nuestra paciencia. Ahora deberán pagar las consecuencias.

Pero, al fin, Pérez Molina y Baldetti son solo el resultado esperado del sistema político de incentivos perversos que prevalece desde hace décadas en Guatemala, y que atrae a los peores representantes de nuestra sociedad. Mientras no cambiemos de raíz ese sistema estatista, colectivista e intervencionista, injusto e inmoral, la situación de la mayoría va continuar deteriorándose. Si queremos prosperar en nuestro país, debemos sustituir al Estado Benefactor/Mercantilista por un auténtico Estado de Derecho Republicano.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 15 de junio de 2015. La imagen es composición mía con texto propio. La foto de base la bajé de Internet y es de autor desconocido.

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4.20.2015

CICIG y SAT: corrupción y extorsión



Antes de cualquier otro comentario, quiero expresar mi alegría al saber que ¡finalmente! parece que se van a perseguir a los miembros más importantes de la mafia estatal que actualmente extorsiona a quienes intentan comercializar con personas o empresas cuyas operaciones se encuentran más allá de nuestras fronteras. Una red de corruptos que se han aprovechado del poder casi ilimitado que, lamentablemente, les han entregado a los gobernantes aquellos que han caído en la trampa del Estado Benefactor/Mercantilista.

Sin embargo, coincido con quienes han hecho ver que los capturados apenas representan la punta del iceberg: una pequeña mancha al tigre. Espero que la valiente acción dirigida por la Fiscal General, Thelma Aldana, sea sólo el principio de una estrategia que también lleve a la cárcel, y obligue a devolver lo que han robado, a los meros mandamases de la pandilla: al presidente Otto Pérez Molina y la vicepresidente Roxana Baldetti. De ser posible, que se juzgue a funcionarios de gobiernos anteriores, incluidos presidentes y demás miembros de sus respectivos gabinetes.

Ahora, me surgen varias dudas en lo que respecta a la operación planificada por el MP, apoyado por la CICIG. Primero, es vox populi desde hace años que al frente de esta organización de criminales está la mismísima vicepresidente, Roxana Baldetti. ¿Por qué no aparece entre los señalados? ¿Cuándo inicia el proceso de antejuicio para presentarla ante la justicia? Conociendo la cercanía de la mencionada con el Presidente, Otto Pérez Molina, ¿está también él bajo investigación? ¿Cuándo vamos a tener más información en lo que respecta a los responsables del Organismo Ejecutivo? Porque, espero que no pretendan los funcionarios del gobierno, del MP y la CICIG vernos la cara de tontos y crean que nos vamos a tragar el cuento de que Pérez Molina y Baldetti no sabían nada de lo que hacían los tipos que ellos mismos pusieron al frente de la SAT y las aduanas. No se diga el caso de Juan Carlos Monzón que ocupa el cargo de Secretario PRIVADO de Baldetti.

Por cierto, llama mi atención el que hayan aprovechado a llevar a cabo este operativo precisamente cuando Monzón se encuentra fuera de Guatemala. Él y Baldetti. Total, ya han esperado tantos años para apresarlos que unos días más no eran trascendentales. ¿Por qué hacen las capturas cuando el supuesto cabecilla está de viaje en el exterior? No tiene sentido, a menos que el rumor, cada vez más fuerte, de que los señores de la CICIG negociaron la impunidad de los mencionados a cambio de que se renueve, nuevamente, su inconstitucional mandato.

Si acaso en los próximos días no empiezan las acciones en contra de los jefes de los capturados, sin lugar a duda y lamentablemente, confirmaré mi sospecha externada en el párrafo anterior, apoyada por la explicación que circula a sotto voce, a nivel nacional e internacional, de que este espectáculo tuvo como objetivo asegurarle el trabajo a los burócratas de la CICIG por unos años más.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 20 de abril de 2015.

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2.23.2015

La Guatemala feudal



La Guatemala en la cual las condiciones de vida de la mayoría dependen de caudillos, autoproclamados defensores de los pobladores, más temidos por estos últimos que respetados, gente que aplica a su antojo una supuesta justicia totalmente ajena al debido proceso que suele prestarse para cometer injusticias. Un estilo de vida preindustrial que no es cosa del pasado: está presente y es vigente entre nosotros, aunque gran parte de los capitalinos y aquellos que viven en los municipios aledaños a la ciudad ignoren esta realidad.

Una Guatemala donde cualquiera puede ser condenado a muerte en cualquier momento: una pena que se ejecuta inmediatamente impuesta, se haya o no probado que el acusado es culpable de lo que se le imputa, independientemente de si el delito o crimen del que se le hace responsable amerite semejante castigo fatal.

Una Guatemala donde los pobladores de dos municipios vecinos se enfrentaron por una escuela, cuyo resultado final fue la destrucción del bien que los involucrados en la trifulca anhelaban. ¿Dónde quedó la justicia salomónica? Todos perdieron. Una Guatemala donde prevalece la voluntad del más fuerte, donde millones viven en las antípodas de un Estado de Derecho, donde la violencia es el primer recurso que muchos emplean para alcanzar sus objetivos.

Una Guatemala donde el poder local es ejercido por reconocidos delincuentes que apaciguan ¿narcotizan? a los habitantes del área que controlan con medidas populistas, imitando a los políticos corruptos que gobiernan desde las más altas esferas. Políticas a las cuales también recurren aquellos que se encuentran en campaña con el objetivo de ocupar algún cargo importante dentro de la ineficiente burocracia estatal, ya sea por medio del  voto o asociándose con alguien que haya logrado el objetivo mencionado o que tenga posibilidades de alcanzarlo.

Un feudalismo contemporáneo que surge por los mismo motivos que nació en la Edad Media en Europa: por la inseguridad e inestabilidad en la cual nos ha sumido el estatismo, colectivista e intervencionista, que ha predominado desde tiempo atrás como sistema político en nuestro país, sin importar quiénes lo impongan o que se declaren de izquierda o de derecha. Un feudalismo más que pareciera aún más castrante que aquel que imperó entre los siglos IX y XV en el viejo continente. Al menos en ese tiempo los vasallos firmaban un contrato sinalagmático con el señor, un compromiso que en muchas ocasiones era cumplido.

Sé que la mayoría de la población urbana, en especial aquellos que pertenecen a grupos donde la situación no es crítica, eligen ignorar o falsear la realidad. Creen, tontamente, que al desentenderse de los problemas que enfrentamos como miembros de una misma sociedad estos desaparecerán ¿por arte de magia? ¡Qué ilusos! Por no utilizar otros adjetivos que describirían mejor su actitud. El resultado de esa irresponsabilidad ha sido, es y será trágico para todos, incluidos los ignorantes por elección.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 23 de febrero de 2015.

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2.02.2015

Impuestos: perpetuadores de miseria



Los impuestos, en particular los que castigan directamente a la inversión de capital y a quien es exitoso en la creación de riqueza, son los primeros responsables de la miseria que no puede superar la mayoría con menos recursos para satisfacer sus necesidades básicas y mejorar su calidad de vida. Los impuestos solo benefician a los oportunistas que llegan al ejercicio del poder, a aquellos que parasitan dentro del aparato burocrático estatal y a los familiares y amigos de estos que se acomodan en una plaza innecesaria e improductiva o se las agencian para negociar jugosos contratos con el abstracto Estado.

Debido a la incapacidad de muchos de aceptar la realidad, ya que desde muy pequeños han sido programados a aceptar cosas que los mayores les dicen que son posibles a pesar de su imposibilidad, cuando llegan a adultos y un politiquero cualquiera les ofrece solucionarles la existencia y hacerse cargo no solo de los requerimientos esenciales para asegurar su supervivencia, sino además cumplir sus deseos, sobre todo el de no trabajar, fácilmente lo aceptan casi sin chistar. Se tragan el cuento de que van a tener comida, educación, salud, vivienda… y todo lo que se les ocurra pedir. Y, lo que es peor, se convencen a sí mismos que fuera de votar por el ungido, prácticamente no tendrán que hacer nada. Creen que se merecen todo lo anterior y más sin haberlo ganado.

Una de las ironías de este engaño es que cuando se dan cuenta de que una bolsita de víveres al mes, una promesa incumplida de darles casa, educar a sus hijos y velar por su salud les sirve de poco, salen a exigir su supuesto derecho al trabajo, como si alguien tuviera la obligación de dárselos. Pero lo que es peor, aquel que pudo en su momento crear empleos productivos que les permitieran dignamente satisfacer sus necesidades y aumentar sus ingresos reales, ya quebró su empresa ante la dificultad de salir adelante dentro de un sistema enemistado con el progreso y violatorio de los derechos individuales.

Cito a Ludwig von Mises en el capítulo XXVIII de “La acción humana” en el cual aborda el tema del intervencionismo fiscal: “Cuando proliferan desmesuradamente los impuestos, se desnaturalizan y se convierten en arma que puede fácilmente destruir la economía de mercado. Esta metamorfosis del mecanismo impositivo en instrumento de destrucción es la nota característica de las finanzas públicas actuales. No se trata de juicios arbitrarios de valor respecto a si la elevada imposición fiscal implica daños o beneficios, como tampoco si los gastos financiados de este modo son o no acertados y, en definitiva, remuneradores. Lo fundamental es que cuanto mayor es la presión tributaria más fácilmente se puede desbaratar la economía de mercado… el Talón de Aquiles del mecanismo fiscal radica en la paradoja de que cuanto más se incrementan los impuestos, tanto más se debilita la economía de mercado y, consecuentemente, el propio sistema impositivo”.

No más impuestos: son el alimento de los corruptos.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 2 de febrero de 2015.

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11.24.2014

El estatismo es cosa de locos



El pasado martes 18 de noviembre, conversé en ContravíaPM, programa radial producido por “Libertópolis”, con el abogado Luis Pedro Álvarez, diputado de Encuentro por Guatemala y Presidente de la “Comisión Extraordinaria de Asuntos Sobre Discapacidad” del Congreso, sobre las trágicas condiciones en que se encuentran los pacientes institucionalizados en el Hospital Nacional de Salud Mental Federico Mora, lugar en el cual pareciera que el último acto de cordura es optar por la locura. Un infierno del cual es casi imposible escapar, más allá de las buenas intenciones de unos cuantos por hacer el bien. Un resultado esperado del estatismo: la idea que promueve esclavizar a la mayoría en beneficio de unos cuantos, impulsado por gente que prefiere hacerse la loca antes de aceptar que es un fracaso si acaso su objetivo es mejorar justamente la calidad de vida de todos de manera sostenida en el largo plazo.

Son estatistas los sistemas que otorgan un poder casi ilimitado al gobernante quien, en nombre del Estado, decide cuáles son los derechos de las personas y es quien los concede. Los que hacen creer que los derechos pertenecen a la sociedad y es esa sociedad la que dispone de la vida, la libertad y la propiedad de todos… los que no ejercen el poder. Da igual que sean sistemas de derecha o de izquierda, una vez pretendan que los gobernantes en nombre de abstracciones tales como la sociedad, el Estado, el pueblo, la nación, la familia… decidan sobre usted y sus bienes. Todos los dictadores son estatistas, como lo son aquellos seudointelectuales que mantienen estas convicciones.

Ayn Rand y Ludwig von Mises explican con detalle por qué se incluyen entre estos sistemas el socialismo, el comunismo, el fascismo, el nazismo y el Estado Benefactor. Todos variantes del mismo pensamiento. Todos sistemas injustos e inmorales por medio de los cuales la embaucada mayoría sostiene la fantasía de que quienes ejercen el poder, que ELLOS les otorgaron para saquear a unos en beneficio de otros, se van a recordar de aquellos que les permitieron llegar a gobernar. ¡Qué ingenuos! ¿Cuándo van a entender el refrán que dice quien parte y reparte se queda con la mejor parte?

Entiendo los motivos por los cuales los politiqueros y los letrados que intentan sostenerlos filosóficamente rara vez reconozcan que mienten o que se equivocan: viven a costa de ese fraude, viven de la gente productiva que trabaja y que los mantienen en muchos casos como reyes. Pero, quienes se han tragado el cuento de que tienen derechos sin obligaciones, que pueden disponer de otros y de sus pertenencias, que los demás tienen la responsabilidad de satisfacer sus necesidades, que pueden existir sin ganarse la vida… ¿Cuándo van a despertar de la pesadilla y darse cuenta de la mediocridad de sus existencias? ¿Cuándo van a reconocer que es autoengañarse creer que los corruptos gobernantes en nombre del Estado van a velar por ellos? ¿Cuándo van a aceptar que el estatismo es cosa de locos?


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 24 de noviembre de 2014. La imagen la bajé de Internet.

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9.08.2014

El destruccionismo en Guatemala

"El SOCIALISMO: haciendo a todo el mundo igualmente POBRE desde 1917".


El destruccionismo es una enfermedad que carcome las entrañas de gran cantidad de naciones. Por supuesto, somos también muchos quienes desde distintos ámbitos de la acción humana peleamos contra esa tendencia aparentemente generalizada en casi la totalidad del mundo. Científicos, empresarios, intelectuales… seguimos trabajando cada uno desde nuestro campo para evitar el avance de aquellos que quisieran reinar sobre la humanidad y aquellos que quisieran verla destruida.

La raíz del problema está en el tipo de ética antinatural y las ideas políticas que lamentablemente han imperado desde finales del siglo diecinueve. Ideas irónicamente popularizadas no por sus ponentes ni por los supuestos beneficiarios de estas, sino por gente pudiente, en la mayoría de los casos herederos que nunca entendieron el origen de la riqueza de la cual ellos disfrutaron. Creyeron que todos, sin haber hecho el trabajo que hicieron sus antepasados, deberían disfrutar de los placeres que ellos se prodigaron con el dinero que les dejaron sus padres o abuelos, quienes fallaron a la hora de educar a sus descendientes.

Como bien explicó Ludwig von Mises en su libro “Socialismo: Análisis Económico y Sociológico”, publicado por primera vez en 1922: “Pueden dividirse en dos grupos los medios de que se vale la política socialista: por una lado, aquellos que tienden directamente a instaurar el socialismo en la sociedad, y, por otro, aquellos que conducen a tal fin indirectamente, mediante la destrucción de la economía basada en la propiedad privada de los medios de producción… Figuran en la primera categoría, por ejemplo, las nacionalizaciones y municipalizaciones de empresas privadas; y en la segunda, el sabotaje y la revolución… la destrucción es el resultado final de la política socialista que domina al mundo desde hace algunas décadas”.

Ambos casos se han dado en nuestro país. ¿Cuán estatizada e intervenida está la aparentemente vida libre en Guatemala? ¿En cuántas actividades económicas están metidos directa o indirectamente los gobernantes? ¿Cuánta gente se ha acomodado a vivir mediocremente de las limosnas que pomposamente les entregan los gobernantes? ¿Quiénes son, además de los politiqueros, los poderosos en Guatemala: los empresarios o los mercantilistas? ¿Cuántos hay que integran grupos de presión que subsisten por medio de prebendas que les otorgan los gobernantes? ¿Cuántos se dedican impunemente a destruir capital y obstaculizar la creación de riqueza, en algunos casos extorsionando a los gobernantes para que les concedan sus caprichos y en otras oportunidades apoyando a quienes ejercen el poder para facilitar la corrupción?

“La intervención del Estado en la economía, la pretendida política económica, sólo ha venido en realidad a destruir la economía. Las prohibiciones y regulaciones dictadas en su nombre son obstáculos que ha desarrollado el espíritu antieconómico”, Ludwig von Mises. ¿Hasta cuándo vamos a aguantar?


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 8 de septiembre de 2014.

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7.21.2014

Guerra perdida contra los coyotes



¿Será que los gobernantes no aprenden de los errores del pasado porque no son ellos quienes enfrentan sus consecuencias? ¿Estamos condenados a que los repitan? ¿Estamos sentenciados nosotros, los ciudadanos, a pagar por siempre los errores de quienes ejercen irresponsablemente el poder? ¿Hasta cuándo los mandantes vamos a permitir que los gobernantes continúen jugando con nuestras vidas y con nuestro futuro?

Cuando señalo a los gobernantes, me refiero a todos. A quienes gobiernan en Latinoamérica, especialmente en Centroamérica y México, y por supuesto a los que están al frente del gobierno de EE. UU., que desde finales del siglo diecinueve empezaron a abrigar la idea de que podían iniciar, o intervenir, en guerras ajenas. O, lo que es peor, intervenir políticamente en otros países para imponer sus propias agendas, las cuales en la mayoría de los casos ni siquiera benefician a los estadounidenses, además de ser contrarias a los principios republicanos sobre los cuales fue fundada esta, todavía, gran nación que, lamentablemente, se encuentra en proceso de destrucción.

Tengo la esperanza de que los estadounidenses que conocen el legado de los padres fundadores de su nación, y han estudiado cómo la mayoría de elecciones que estos hicieron entre 1776 y 1787 les facilitaron prosperar a partir del siguiente siglo, ganen la batalla de las ideas en su país. Pero mientras, en nuestra región, los ciudadanos dignos, conscientes del fatal camino por el cual transitan nuestros países, debemos oponernos firmemente a las imposiciones de los gobernantes estadounidenses que tienen consecuencias desastrosas para la mayoría de miembros de nuestras sociedades.

¡Cuántas muertes de inocentes se hubieran evitado si no hubiéramos permitido que pelearan en nuestros territorios la guerra perdida contra las drogas! Cuántas muertes de inocentes podremos evitar si no dejamos que nuestros gobernantes nos involucren en la guerra contra los coyotes, la cual nace tan muerta como muerta está la guerra anteriormente mencionada que sigue matando gente ajena.

La crisis actual NO es de la EMIGRACIÓN, en el caso nuestro, o de la inmigración en el caso de los estadounidenses. La tal crisis es un resultado más del sistema político fracasado que nos han heredado nuestros constitucionalistas. Es la prueba definitiva de que el Estado Benefactor/Mercantilista NO mejora la calidad de vida de las personas en el largo plazo. Por el contrario, condena a la mayoría a vivir pobremente cuando se adopta en países donde no hemos tenido la oportunidad de transformar más recursos en riquezas que, además de mejorar la calidad de vida de todos de manera sostenida, nos permita acumular el capital necesario para continuar progresando y beneficiar a quienes son responsables, productivos y respetuosos de los derechos de los otros. Nuestra tragedia se origina en el estatismo, en la corrupción que este facilita, en la criminalidad que tolera y en la miseria que eterniza.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 21 de julio de 2014. La imagen es obra del caricaturista guatemalteco FO. Fue publicada en el diario Prensa Libre.

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5.12.2014

Latinoamérica y La Bestia



No es la misma historia romántica de La Bella y La Bestia. No es un cuento de hadas europeo: es ante todo una realidad americana. Mucho menos es una novela rosa con final feliz para todos, al estilo de la famosísima Corín Tellado, la escritora española menos apreciada en los ambientes intelectuales pero, para la envidia de tantos, fue la amanuense que más libros del popular género mencionado vendió en gran parte del siglo veinte.

Lejos está la hermosa región nuestra de ser considerada bella, no porque sus paisajes no merezcan tal adjetivo, sino por la desdichadas condiciones en las cuales viven una enorme cantidad de sus habitantes. No existe por estos lares armonía entre las partes con las partes y las partes con el todo. No produce placer ver cómo a duras penas sobreviven algunos, mientras otros acumulan cuantiosas fortunas a base de engaños, corrupción y privilegios. No, tristemente Latinoamérica no es La Bella.

Del cuento citado han circulado varias versiones. En mi opinión la mejor de estas es la original, escrita en 1740 por Gabrielle-Suzanne Barbot de Villeneuve, aunque sé que la más conocida es la adaptación de Jeanne Marie Leprince de Beaumont publicada en 1756. Ambas, al igual que las obras clásicas (incluido El asno de oro de Apuleyo) en las cuales se supone se inspiraron, las encuentran en Internet. Es una ironía que algo similar puedo decir de la historia de amor/odio entre La Bestia y los emigrantes: existen muchísimas versiones, una por cada hombre, una por cada mujer… que decidieron dejar su terruño a seguir viviendo en este en condiciones miserables y sin esperanzas reales de mejorar. Antes de convertirse en criminales prefirieron arriesgar su valor más preciado: su propia vida. Y muchas de estas historias también las encontramos en los medios virtuales, en las redes sociales, en las noticias diarias...

¡Cuántos coterráneos nuestros no esperan montar a La Bestia para hacer menos difícil su travesía en búsqueda del sueño de una vida mejor! En pos de una situación diferente a la de la pesadilla latinoamericana en la que viven. Tal vez el sueño no sea tan esplendido como se los han pintado o lo han imaginado. Pero es seguro que, para la mayoría, será mejor que la realidad que enfrentan día a día en la América latina ajena a la América inglesa de Estados Unidos.

Sin embargo, desde el 31 de marzo pasado esa opción fue prohibida para aquellos que decidieron iniciar tan azaroso viaje. Que corrían muchos riesgos y eran abusados en su marcha pocos lo cuestionan. No obstante, cuán malas serán sus otras alternativas para que La Bestia sea la menos terrible de todas. En fin, lo que no dudo es que miles seguirán optando por correr esos y otros peligros antes de continuar viviendo dentro de los sistemas mixtos locales (estatistas, intervencionistas) más cercanos al socialismo que al capitalismo, con contadas excepciones (Chile y tal vez Perú). En resumen, los Estados Benefactores, mercantilistas que predominan en La Bella Latinoamérica.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 12 de mayo de 2014. La imagen de "La Bestia" la bajé de Internet sin identificación de quién la tomó.

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2.10.2014

¿Secreto o proceso?



Un fantasma recorre Europa… y América… y Asia… y África… y Oceanía… y... Es el fantasma del estatismo. Un fantasma de carne y hueso que no solo espanta: actúa para extender sus tentáculos a las profundidades más íntimas de las cuentas bancarias de la gente productiva, creadora de riqueza, para apropiarse de lo que no es suyo: de aquello que NO le pertenece porque no se lo ha ganado. Pertenece a otros, al igual que todo lo que ha gastado hasta hoy: todo se lo ha apropiado. Cada día que pasa son menos los lugares donde se puede invertir con tranquilidad y seguridad. Lugares en los cuales se respeten los derechos individuales.

Parte clave de la estrategia de los burócratas que representan a ese fantasmal estatismo son los tratados que suscriben los gobernantes para intercambiar información sobre los nacidos en sus países que hayan decidido emigrar. El objetivo vil de estas acciones emprendidas por las sanguijuelas que están al frente de los Estados es perseguir a sus nativos - una simple cuestión del azar - hasta los confines de la Tierra, para chuparles todo lo que puedan. Por eso, muchos han optado por renunciar a su ciudadanía original y adquirir una nueva. Prefieren abandonar, con toda razón, su país de nacimiento antes de continuar siendo esclavizados por sus gobernantes y todos aquellos miembros de los grupos de presión que surgen dentro del parasitario Estado Benefactor/Mercantilista.

Los mencionados testaferros del Estado, acostumbrados a mentir descaradamente, pretenden hacernos creer que existen barreras a la expoliación, la cual, por cierto, solo favorece a los parasitarios saqueadores y no a quienes utilizan de excusa para el saqueo: a los pobres. Una de las mentiras más usadas es la del supuesto secreto bancario. Al menos en el caso de Guatemala, lo que existe en un debido proceso que deben de seguir los terroristas fiscales de la SAT para conocer sobre el manejo de las cuentas personales y/o empresariales de cualquiera. El objetivo de esta protección es precisamente limitar el ejercicio discrecional y arbitrario de los gobernantes y los burócratas que trabajan a su servicio.

Como bien explicó Ayn Rand: “El derecho a la vida es el origen de todos los derechos, y el derecho a la propiedad es la única manera de implementarlo. Sin el derecho a la propiedad ningún otro derecho es posible. Dado que un hombre debe sustentar su vida por su PROPIO esfuerzo, el hombre que no tiene derecho al producto de su esfuerzo no posee los medios para sustentar su vida. El hombre que produce mientras otros disponen del producto de su esfuerzo es un esclavo… el derecho a la propiedad es un derecho a la acción, como todos los demás: no es el derecho a un objeto sino a la acción y a las consecuencias de producir o ganar ese objeto…Es el derecho a ganar, conservar, usar y disponer de los valores materiales”.

Defiendo mis derechos participando en la más importante de las batallas de nuestra especie: la batalla de las ideas. ¿Usted?


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 10 de febrero de 2014.

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