El protagonista de esta historia,
tan real como usted que la lee, es Hilario Ramírez Villanueva. Los hechos que
relato ocurrieron el domingo 8 de junio de 2014, cosa poco importante porque
podría suceder algo similar cualquier día, a cualquier hora, en cualquier
poblado de Latinoamérica, no solo en México.
Ramírez Villanueva, más conocido
como Layín, alcalde de San Blas
(Nayarit) del año 2008 al año 2011, quiere ocupar de nuevo tan lucrativo cargo,
y para ¿alcanzar ese objetivo? confesó en un mitin proselitista que robó: “Han
dicho que robé mucho dinero. Sí robé, pero poquito, porque no había dinero…
Ustedes lo saben, compañeros, las presidencias [municipales] están bien pobres,
no hay dinero. Ojalá hubieran estado los 150 millones, a ver si no me los llevo
los cabrones…”, declaró entre sonoras carcajadas. ¿Se burlaba descaradamente de
los asistentes? ¿Gente tan ingenua
que permite que se rían en su cara y, lo que es peor, ríen con quien se mofa de
ellos? “Le di una rasuradita. Nomás
una rasuradita… ¿A quién no le gusta
el dinero? ¡A todo el mundo!”.
Layín dice que desea gobernar
otra vez para resolver la crisis financiera del municipio: “Si llego,
compañeros, y no les cumplo, mándenme a chingar a mi madre… quiero ser
presidente [municipal], para pagar todas las drogas que han dejado…mis colegas, las drogas que dejó Layín y
las drogas que deje esta
administración”. Aunque a la pobre madre ya la jorobó él mismo: “Todos los
presidentes municipales cuando salían se iban a vivir a Tepic. Pues yo chingué
a mi madre, me regresé a Huaristemba”. Tal vez no puede vivir solo, pero sí le
alcanza para contratar a una de las bandas más conocidas de México para
celebrar su cumpleaños: “…con puesto o sin puesto, con votos o sin votos… están
invitados todos mis amigos y también mis enemigos de todo el estado, de toda la
República. Viene la banda de ‘El Recodo’, pa’ que bailen, compañeros, a
disfrutar de una bonita fiesta”.
Unas horas después afirmó que
todo era una broma: “Soy un tipo que me gusta mucho la broma y al pueblo le
gusta la broma, y la broma va con la política”. Una broma con la cual ríen
los ladrones que gobiernan, sus familiares y ¿amigos? u oportunistas que buscan aprovecharse del poder temporal
que goza el parásito deslenguado que logró, democráticamente,
que lo eligieran presidente, alcalde, diputado… Aquel que ocupa un cargo dentro
de la burocracia estatal que le permite vivir a costillas de los demás robando
y extorsionando.
Este cuento, cuyo nombre del
protagonista es irrelevante -podría llamarse Arnoldo, Alfonso, Hugo, Cristina,
Otto, Nicolás, Roxana, Daniel, Mauricio, Álvaro, Óscar…- no tiene todavía final,
pues quienes permiten sus fechorías son aquellos que se tragan las fantasías
que les venden para que voten por ellos. Son responsables aquellos que esperan
que el gobernante de turno, en nombre del abstracto Estado, les resuelva la vida, cuando la única existencia que a
estos les importa es la propia. Así fue, así es y así será por siempre.
Artículo publicado en el diario
guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 16 de junio de 2014. La imagen la bajé de la Internet.
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