Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

6.27.2011

El reino de la insensatez


O el reino de la creciente inseguridad. O, simplemente, la primacía de la estupidez. Tal y como lo expresó en una entrevista reciente el célebre miembro de la Real Academia Española, el conocido escritor y periodista Arturo Pérez Reverte: “El peor enemigo del mundo no es la maldad sino la estupidez. De un malvado inteligente puedes aprender. E incluso, sufrir los estragos de su maldad, puede hacerte más lúcido. Pero de un estúpido nunca aprendes nadaY si la unes a la política [la estupidez] el resultado puede ser devastador”. Siendo, a mi parecer, la mayor de las estupideces el no usar la razón a la hora de pensar. Y, por supuesto, al tomar decisiones y actuar.

Todos los días me topo con nueva evidencia que respalda lo dicho con anterioridad al leer los diarios, tanto los nacionales como los de otros lares. Leer diarios hoy es como hacer un recuento de las premisas falsas sobre la cuales está cimentado el sistema de reglas que prevalece actualmente en el mundo. Lo más doloroso es darse cuenta de las consecuencias nefastas que éste ha traído a la humanidad.

Y lo más sorprendente es cómo la mayoría de afectados, no sólo no reacciona sino, como en el caso de los indignados españoles, piden más de lo que nos ha llevado a la situación presente: piden más intervención y control de parte de los gobernantes. Todo por la pereza mental, por no hacer el esfuerzo de aclararse las ideas y separar lo falso de lo verdadero. Por preferir falsear la realidad antes que asumir la responsabilidad de sus vidas. Por dejar que los poderosos los manipulen con promesas que nunca van a cumplir.

¿A qué se debe esa inercia de las víctimas que aceptan lentamente convertirse en siervos, no deliberantes, cediendo el valor más preciado después de la vida? Ese valor es nuestra libertad individual: la que nos permite decidir nuestros fines y escoger los medios para alcanzarlos. Construirnos a nuestro antojo.

Otro ejemplo, en nuestro propio terruño, es el resultado de la “Conferencia Internacional de apoyo a la Estrategia de Seguridad de Centroamérica” donde quedó claro que el principal interés era el monetario. De lo declarado por los participantes, me surge la siguiente duda: ¿Por qué en lugar de pedir que los gringos disminuyan el consumo de las drogas prohibidas, le exigen a sus gobernantes la eliminación de la prohibición que es la raíz del problema? La ironía es que al final lo que Hilary Clinton ¿impuso? es que paguemos más impuestos para financiar su guerra perdida.

¡Ah! Y ofreció miles de millones de dólares en préstamos. Los que van a pagarlos ¿dónde están, qué opinan? Tal vez están trabajando mientras otros los transforman, poco a poco, en sus esclavos. Piensan que trabajan para sí mismos ¡Qué ingenuos! Al fin, lo que ha fallado no es el abstracto Estado. Guatemala es un claro ejemplo de que son el sistema Benefactor/mercantilista y quienes lo administran (los gobernantes) los fallidos.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 27 de junio de 2011. La imagen del cuento de Andersen sobre el Emperador y su “traje” que sólo los inteligentes pueden ver, según el estafador que lo vendió, lo bajé del sitio elpregonero.info/fabulas, y la idea de acompañar a mi artículo de hoy la presté al blog de mi amigo luisfi61.com  

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6.20.2011

Rosenberg ¿vive?


Pienso que no. La evidencia es contundente: sus familiares identificaron el cadáver. Por supuesto, podemos agregar muchas más pruebas que confirman la veracidad de mi respuesta. A diferencia del sonado caso del asesinato de Osama Bin Laden, mucho más conocido que el de Rodrigo Rosenberg. Sin embargo, como el cuerpo del terrorista más buscado en la última década no fue expuesto ni circularon fotografías, hay quienes dudan de que esté muerto, entre ellos el buzo profesional y cazador de tesoros Bill Warren, quien organizó una expedición al mar Arábigo para encontrar los restos de Bin Laden y corroborar lo afirmado por el gobierno de EE. UU. En fin…

Soy coherente: lo que pienso concuerda con la realidad. Y sé que es real por la evidencia objetiva, no por presunciones subjetivas ni supuestas “verdades interinas”, expresión, por cierto, ilógica, incoherente y contradictoria, como ya lo he demostrado en artículos anteriores. Ahora bien, ¿adónde voy con la argumentación del presente escrito? A expresar nuevamente mis dudas, sustentadas en la falta de evidencia, sobre la resolución que le dio el hoy ángel caído, antiguo adalid de los políticamente correctos, Carlos Castresana, al asesinato del mencionado abogado. El susodicho que fue, por supuesto, apoyado por los miembros del que fuera su equipo cuando estaba al frente de la CICIG.

Agrego a lo dicho en el pasado (que incluye las contradicciones de los sicarios, los colaboradores eficaces, que llevan meses alegando que ellos cumplieron su parte del trato testificando lo que les pidieron y reclamando a los señores de la CICIG para que cumplan con lo que a ellos les corresponde como debe ser en un proceso de negociación), las recientes declaraciones de la juez décima del ramo penal, Verónica Galicia, sobre la forma en la cual trabajan los fiscales del ente creado por la ONU. Esto y todas las contradicciones que tiene el escenario planteado por Castresana, las cuales yo y otros más hemos señalado en varias ocasiones.

La juez Galicia declaró el martes 14 de junio pasado en lo que respecta al llamado caso Maskana que: “Se comprometieron a darme un informe el cual fue entregado fuera de tiempo. La CICIG intentó hablar con el oficial para que pusiera sello y fecha atrasada, y que cambiara la constancia de su notificación… Yo no sé cuál es el juego de la CICIG… no quiero considerar que están actuando de mala fe”. Entre otras cosas, ¿no es considerada esta acción de la CICIG como alteración de evidencia? ¿Tráfico de influencias? ¿Manipulación? ¿Cuántas veces ya han sido acusados de hechos similares? ¿De actuar con prepotencia e intimidar a involucrados en los casos que investigan? Si lo hacen hoy, ¿podemos confiar en que no lo hicieron ayer?

Sin duda, hay mucha tela que cortar. Y de lo otro que no tengo duda es que la presencia de la CICIG en Guatemala, en lugar de fortalecer el sistema de justicia, lo ha debilitado aún más.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 20 de junio de 2011. La imagen la baje de la Internet, del sitio de “The New Yorker” (4 de abril de 2011).

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6.13.2011

Pensaos


Más que miles de indignados, urgen millones de individuos pensantes. Pero no cualquier pensador: no es la imaginación la que necesitamos usar para llevar a cabo la tarea. Necesitamos apremiantemente poner a trabajar a la razón. La indignación debe ser de índole racional, si lo que queremos es mejorar nuestra calidad de vida de manera constante y sostenible en el futuro. Además de vivir en paz y en un contexto cuyo nivel de incertidumbre sea menor al actual: donde cada uno persiga sus propios fines sin violentar los derechos de los otros.

Según el DRAE, indignar, del latín indignāri, significa: irritar, enfadar vehementemente a alguien. Sin duda, muchos en el planeta estamos indignados por la situación actual, no sólo el francés nonagenario Stéphane Hessel y los españoles que protestan por los “recortes sociales” que tiene que hacer su gobierno, quiera o no quiera José Luis Rodríguez Zapatero. Era el resultado esperado al pretender actuar dentro de un marco de reglas ajenas a la naturaleza humana, a pesar de su obvio atractivo. Me refiero a lo que era inevitable: el fracaso del Estado Benefactor en ese mañana de ayer que ya llegó hoy. Ahora, hay que pagar las consecuencias de tal equivocación.

En fin, como bien cuestiona un viejo aforismo, ¿de dónde telas, si no hay arañas? Aunque, si lo desean, podemos exportar a Sandra Torres a la madre patria para que les regale bolsas solidarias a los que se han enojado porque ya no podrán seguir viviendo a costillas del abstracto Estado. Que siendo correctos, sin eufemismos, hay que reconocer que lo que ya no pueden hacer es seguir siendo mantenidos por los tax payers. Para sobrevivir hay que trabajar. Hay que arriesgar. Hay que producir lo que otros demandan para vivir.

A los indignados de todas las naciones, unidos o cada uno por su lado, si su verdadero deseo es habitar un mundo civilizado, les recomiendo leer la obra magna del genial Ludwig von Mises, “La acción humana”, de la cual copio el final, el más sabio consejo que podemos recibir:

“El estudio de estas leyes praxeológicas [de la acción humana] constituye el objeto propio de nuestra ciencia y de su rama hasta el momento mejor desarrollada, la economía. El saber acumulado por la ciencia económica forma parte fundamental de la civilización: es el basamento sobre el que se han edificado el moderno industrialismo y todos los triunfos morales, intelectuales, técnicos y terapéuticos alcanzados por el hombre a lo largo de las últimas centurias. El género humano decidirá si quiere hacer uso adecuado del inapreciable tesoro de conocimiento que este acervo supone o si, por el contrario, prefiere no utilizarlo. Si los hombres deciden prescindir de tan espléndidos hallazgos y menospreciar sus enseñanzas, no por ello ciertamente desvirtuarán la ciencia económica; se limitarán a destruir la sociedad y el género humano”.

Mises rocks, un intelectual siempre digno de admiración.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 13 de junio de 2011. La foto de “El Gigante de la Libertad”, obra de Walter Peter, la tomé en los Estudios de Libertópolis (donde se encuentra la imagen de la obra mencionada, dedicada por el maestro Peter) el 22 de agosto de 2009.

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6.09.2011

En búsqueda de la felicidad

... detrás o enfrente de ella.


A veces, como resultado de una experiencia personal que me invita a pensar y cuestionarme, suelo tomar un libro de las estanterías de mi estudio y lo abro al azar con la esperanza de encontrar alguna pista que me ayude a dilucidar el entuerto que da vueltas en mi cabeza. Por supuesto, no todo el procedimiento es irracional. Busco una obra que vaya de acorde al tema que me absorbe. De vez en cuando me satisface lo encontrado y en la mayoría de los casos tengo que hacer varias búsquedas. No siempre encuentro lo que busco, sin embargo, no por eso dejo de buscar.

Hoy, tomé el libro de reflexiones de Epicuro titulado “Sobre la felicidad”. Al abrirlo, de inmediato me topé en el Prólogo escrito por Emilio Lledó con una oración que me recordó una idea que he leído en varias ocasiones en el trabajo de la filosofa Ayn Rand, razonamiento explicado en detalle en el capítulo uno de “La virtud del egoísmo”. La oración de Lledó es la siguiente: “El placer y el dolor son los dos hilos que atraviesan nuestra carne y nos avisan continuamente de lo que nos conviene”.


¡Qué cierta es la anterior afirmación! Expresada por muchos. Comprobada por nosotros mismos.


La fotografía la tomé el 1 de noviembre de 2007 en Santiago Sacatepéquez.

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6.06.2011

Pasados lo quince minutos


Mientras veía caminar a Pérez Gabriel hacia su auto, sin tener claro el porqué, recordó al controversial escritor francés, antisemita y simpatizante de Hitler, Louis Ferdinand Céline. Recordó que de su obra más conocida lo que le gustó fue el título: “Viaje al fin de la noche”. Sintió que en esa frontera se podría encontrar en unos momentos. Entre las sombras veía pasar sus miedos que le hacían creer que podría perderse por siempre en esa oscuridad sin luna.

¿Acaso no había escuchado repetir hasta el cansancio que la realidad suele rebasar en muchas ocasiones a la ficción? ¿Puede existir la ficción sin referentes en la realidad aunque estos sean distorsionados al antojo del autor? ¿Era el creador accidental, o solo protagonista, de una historia que sería leída por otros? ¿Gente que nunca conocería y reiría con su tragedia? Sacudió la cabeza. Reconoció que tal vez estaba sobredimensionando la situación. Entendió que necesitaba recobrar la calma en segundos y asumir una actitud fría, calmada y segura frente al agente que se acercaba.

Total, todos estamos embarcados en un viaje al final de nuestras vidas. Por eso lo importante en el trayecto son las escalas previas que escogemos hacer antes de llegar a nuestro destino último, donde todos nos encontraremos algún día. ¡Oh no! Tantas paradas que aún le hacían falta hacer. No puede ser que por esta parada inesperada que le hizo un policía con planta de corrupto, fuera a llegar antes de tiempo. Al menos el tiempo que tenía previsto. Relax, se dijo. Relax.

A tiempo llegó el consejo. Pérez Gabriel ya se encontraba a su lado. Notó que se encontraba irritado, nervioso, incómodo. Eso le dio tranquilidad. Confirmó que su amigo se encontraba del otro lado de la línea telefónica y le preguntó de nuevo al sujeto que lo retaba desde la ventana de su carro: “Explíqueme ¿por qué me detiene? A mi entender no he infringido ninguna ley. No he cometido ningún delito - ¡Cállese! ¿Ya viene su abogado? Queremos que se cerciore de que no le hemos hecho nada. Ustedes, los periodistas, son los culpables de todo. Yo solo cumplo con mi deber”.

¿Deber de qué? En fin, armándose de paciencia y valor, con el rostro hierático, le responde: “No lo cuestiona un periodista, le reclamo en el pleno ejercicio de mis derechos ciudadanos, ¿por qué me detiene? Respóndame, cumpla con su obligación”. Al ver la cara morena encendida de la cólera pensó que hasta ahí había llegado su periplo existencial.

De repente, sin darle ninguna explicación, Pérez Gabriel le arroja sus documentos al tiempo que le dice, casi gritando: “lárguese antes de que lleguen mis compañeros”. Sin perder el tiempo acató la orden. No se lo tuvo que repetir. Cuando se alejaba observó por el retrovisor la llegada de otra patrulla. Vio cómo al bajar quienes en ésta se conducían rodeaban a Pérez Gabriel. Fue testigo del inició de otra discusión al fin de la noche de la cual espera nunca conocer el final.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 6 de junio de 2011. La fotografía la tomé en junio de 2007 para un curso de fotografía. La elegí para acompañar hoy a mi artículo porque, ¿será que sólo nos queda ponerle una veladora al dios de nuestro antojo pidiéndole que nos proteja de quienes deberían protegernos?

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