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"El lenguaje político está diseñado para hacer pasar las verdades por mentiras y el asesinato como algo respetable", George Orwell. |
Ambos son términos relativos y simplemente como tales deben
ser usados. En el debate de las ideas solo sirven para confundir al despistado
que no está dispuesto a hacer el esfuerzo mental necesario para encontrar las
premisas a partir de las cuales ha formado ¿o nomás repetido? juicios, y
confrontarlas con la realidad para verificar si estas son falsas o verdaderas.
Política, económica y filosóficamente son vocablos de poco
contenido intelectual, casi vacíos. Pueden representar cualquier cosa, según
los intereses de quien los usa. Más aún, durante el sanguinario gobierno de Maximiliano
Robespierre, sumo sacerdote de la Revolución Francesa de 1789 que terminó sus
días como tantos miles a quienes mandó a cortar la cabeza, sólo representaban
el lugar en el cual se sentaban los miembros de los principales grupos de
presión que se disputaban el ejercicio del poder.
Hoy, en pleno siglo veintiuno, su anacrónico uso solo ha contribuido
para perpetuar sistemas económicos y políticos cuyos hilos conductores en ambos
casos, izquierda y derecha, son el estatismo
y el intervencionismo, distrayendo a la mayoría de la discusión prioritaria que
va más allá, ¡mucho más allá! de un supuesto enfrentamiento de extremos. Por cierto una falacia que les
encanta repetir a quienes más pereza les da pensar y ni siquiera tienen la
valentía de tomar partido por una escala de valores definida: aquellos que se
ubican en el centro de la pueril
discusión de izquierda y derecha.
Debemos discutir sobre los sistemas políticos que han sido
elaborados y puestos en práctica durante nuestra historia. Sobre las premisas
de los que han fracasado y los que han mostrado que funcionan para asegurar el
progreso de todos en el largo plazo, aún de los menos productivos. Debatir
entre personas intelectualmente honestas cuyo objetivo es encontrar la verdad,
que aceptan que el árbitro final es la realidad y no las opiniones de la gente.
Aquellos a quienes nos preocupa el presente en el cual vivimos y deseamos un
futuro mejor para todos.
Debemos aceptar que necesitamos un fundamento filosófico
objetivo, adoptado conscientemente, que nos lleve a tomar las decisiones
moralmente correctas que se adecuan a nuestra naturaleza tal cual es, no como
algunos quisieran que fuera. Tener juicio propio porque, como dicen que dijo
Voltaire, “aquellos que pueden hacerte creer absurdos pueden hacerte cometer
atrocidades”.
Es vital entender el significado real (no el manipulado y
menos el distorsionado) de socialismo, de liberalismo, de mercantilismo, de
capitalismo… de las ideas que pueden cambiar, para bien o para mal, nuestro
destino. Es relevante para todo ser humano que quiere vivir en libertad, dentro
de una sociedad pacífica basada en el respeto mutuo a los derechos individuales
de todos, reconocer que podemos actuar de manera contradictoria e irracional,
pero, si decidimos actuar de ese modo, entendamos de una vez por todas que no
podremos evitar las trágicas consecuencias de falsear la realidad.
Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo
Veintiuno”, el lunes 24 de febrero de 2014.Etiquetas: capitalismo, derecha, George Orwell, ideas, izquierda, liberalismo, mercantilismo, Robespierre, Socialismo