Con los recientes cambios al
sistema impositivo y los poderes que les dieron a los inquisidores de la “Superintendencia
de Administración Tributaria”, y ante todo terrorista, solo ganaron los
ladrones. Los ladrones legales y los ladrones ilegales. Tanto los que se
amparan en la legislación para robar nuestros impuestos, como los ladrones
comunes que asaltan en las calles. Ganaron los ladrones que ejercen el poder,
así como los ladrones que atracan en cualquier esquina. Ganaron los gobernantes
y los rateros.
Aunque, como es de esperar,
conforme más poder adquieren los gobernantes y los burócratas estatales, los
que más se benefician son los poderosos (por definición, los que ejercen el
poder). De hecho, es por medio de la aplicación de la ley, que cada año los gobernantes nos expolian más dinero del que
pueden llegar a robar los ladrones comunes en el más ambicioso de sus sueños.
Es por eso que los más avispados de los últimos, terminan postulándose para
ocupar un cargo público, que puede ir desde un simple síndico municipal
llegando hasta el mismo Presidente del país. Los cargos más apetecidos parecen
ser los de diputado y alcalde.
Entre la lista de los ladrones que
asaltan con la ley en la mano,
debemos incluir a los burócratas estatales designados por los electos, como por
ejemplo los ministros, los secretarios, los asesores… Y también debemos agregar
una gran parte de proveedores del
abstracto Estado, que, en la mayoría
de los casos, proveen bienes
innecesarios o inexistentes, con el único objetivo de hacer negocios con los gobernantes para acumular fortunas. Y, los
peores de todos son los burócratas de los organismos supranacionales.
En fin, sólo ganaron los
delincuentes de todo tipo y color de cuello, porque se les va facilitar hurtar
el dinero que tanto nos cuesta ganar al resto. En el caso de los gobernantes,
es obvio que el robo va a ser más sencillo gracias al aumento de la
discrecionalidad y la arbitrariedad de las que gozan y gozarán. ¡Y vaya si no
van a disfrutar aterrorizando a la gente! Como dijo Benjamín Franklin, “en este
mundo nada es seguro excepto la muerte y los impuestos” y, al parecer, estos
están íntimamente relacionados: si no pagas, te mueres en la cárcel.
Los malhechores comunes se van a
beneficiar ya que muchas personas van a dejar de usar el sistema bancario para
no quedar a merced de los extorsionistas de la SAT: va a aumentar el efectivo
circulante porque muchos, en particular los que operan dentro de la llamada economía informal, van a optar por hacer
sus transacciones en efectivo, lo que será celebrado por los pandilleros y
demás criminales que actúan al margen de la Ley.
¿Qué nos pasa? ¿Por qué vivimos en
tales condiciones? ¿Cómo es posible que, a pesar de todo, la mayoría continúe
como si no fuera con ellos el problema, aceptando que los asalten y los
extorsionen? Sin importa que ese asalto o esa extorsión venga de delincuentes
comunes o de los criminales que llegan al ejercicio del poder.
Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo
Veintiuno”, el lunes 20 de febrero de 2017.
Etiquetas: corrupción, Decreto 37-2016, delincuencia, fiscal, fortalecimiento, gobierno, impuestos, robo, SAT, transparencia