Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

3.11.2019

¿Por qué prevalece la ignorancia en la política?




¿Por qué prevalecen en las elecciones políticas los espejitos que suelen ofrecer los políticos cuando se encuentran en campaña? ¿Por qué es diferente la manera en la cual la mayoría de personas actúan cuando se trata de tomar decisiones que afectan directamente, de forma clara y explícita, su esfera personal? Al fin, tarde o temprano, pagaremos las consecuencias de las malas decisiones políticas que tomemos, en las cuales, lamentablemente, se impone la emoción por encima de la razón.

A pocos de días de que empiece formalmente la campaña electoral, aún no tenemos claro qué va a suceder. Al menos ya sabemos cómo interpretó el TSE las modificaciones de 2016 a la LEPP. No obstante, la mayoría de los candidatos a los diferentes cargos de elección, desde ya muestran su incapacidad ¿o su descaro? en el cómo pretenden arreglar lo que consideran nuestros problemas principales. Proliferan los almuerzos gratis (o, más precisamente, los almuerzos robados) que ofrecen a los que voten por ellos, y no las verdaderas propuestas que promueven la prosperidad.

Pero, ¿por qué los almuerzos gratis que ofrecen los candidatos prevalecen electoralmente? ¿Por qué tantos deciden en contra de su bienestar real en el largo plazo y se dejan embaucar, una y otra vez? Brillan por su ausencia los discursos que abordan la realidad, los costos de oportunidad, las ventajas comparativas, la explicación de que los ingresos dentro de un verdadero mercado se obtienen beneficiando a otros, el rol que juega en el progreso el respeto al derecho de propiedad y a las utilidades legítimamente ganadas, la importancia del capital para la transformación de recursos en riqueza y la creación de fuentes de trabajo productivo… En fin, todo aquello necesario para que mejoremos nuestra calidad de vida y, de paso, acabemos con la corrupción, es ajeno a la discusión política.

A menos que los votantes comprendan los mecanismos involucrados en el desarrollo, no podrán evaluar con precisión por cuál político votar. Más aún, prevalecerá la ignorancia económica y la falsa idea de que el gobernante les va a resolver sus problemas y a satisfacer sus necesidades casi que por arte de magia o exprimiendo a los ricos. La ironía es que al final los que salen más perjudicados son precisamente los más pobres que encuentran más obstáculos para superar esa pobreza, y quienes habían logrado superarla pero que al esperar mejorar a partir de la intervención del abstracto Estado, terminan retrocediendo en su calidad de vida en lugar de mejorarla.

Pretender avanzar apoyando la violación de los derechos de otros, no solo es una injusta mentira, sino que termina afectándonos a todos. Aquellos que se benefician de la vasta red de intercambios voluntarios dentro del mercado sin comprenderlos, pueden ser atraídos por los cantos de sirena que, de hecho, socavan los acuerdos que les permitieron superarse. Dentro del sistema Benefactor/Mercantilista, la competencia política promueve falsas esperanzas que solo sirven para que los populistas lleguen al ejercicio del poder.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “El Siglo”, el lunes 11 de marzo de 2019.

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10.08.2018

El popular populismo




El avance de los populistas, tanto a la izquierda como a la derecha, lamentablemente no muestra signos de desaceleración. Irónicamente, son las políticas populistas las principales responsables de la desaceleración económica que agobia a la mayoría de guatemaltecos. Populista son todos aquellos que promueven el estatismo y el intervencionismo. El objetivo del populista no es reducir la pobreza, al menos la ajena, sino beneficiarse de gestionar o promover el asistencialismo propio del Estado Benefactor.

Es probable que el término populismo sea hoy uno de los más usados en la jerga política. Y como todo término, para entenderlo e integrarlo sin contradicciones a nuestro conocimiento, hay que definirlo y explicarlo correctamente, además de ponerlo en contexto. De lo contrario, será una palabra más que se usará antojadizamente para calificar cualquier cosa o a cualquiera, sin importar que aplique o no su uso. No se diga, que sea utilizado para manipular a gente que me atrevo a catalogar -siendo benévola- de ingenua; porque creen ciegamente lo que otros dicen, particularmente si creerles va a significar que será menor el esfuerzo que tendrán que hacer para satisfacer sus necesidades.

Gente que no se cuestiona la veracidad o falsedad de lo que le ofrecen los políticos. Temen que, al cuestionarse y cuestionar si es posible cumplir o no las promesas de sus candidatos, los obligue a reconocer la realidad que no siempre agrada a la mayoría, porque los fuerza a enfrentar el engaño que tristemente ha sostenido sus vidas. La verdad no siempre es popular, porque reclama, una vez reconocida, ser obedecida. De lo contrario, no habrá excusas que expliquen sus fracasos, y tendrán que aceptar que éstos son el resultado de sus decisiones basadas en mentiras.

Populista es todo aquel que le dice al pueblo, a las masas, lo que quieren escuchar, no lo que deben saber. Que se aprovechan de la pereza intelectual de la gente, que quiere oír que alguien más es culpable de su situación y que otra persona se hará cargo de ellos cuando llegue al ejercicio del poder. Y con gusto, el populista asumirá el papel de salvador. Total, al populista no le interesa la verdad, lo que le importa es ser popular. Lo que le interesa es llegar a gobernar, preferiblemente sin límites.

Según el politólogo español, Eduardo Fernández Luiña, el populismo es una estrategia para concentrar poder político, propio de la naturaleza de la democracia, que responde a los intereses de una minoría política organizada. Por supuesto, necesita de líderes carismáticos que sepan endulzar los oídos de los electores y convencerlos para que voten por él y por su propuesta. Para germinar la semilla del populismo, necesita de un ambiente de descontento generalizado en la población. Sin duda, Edu describe bien la situación que vivimos hoy en Guatemala a las puertas de una nueva elección. ¿Qué irá a pasar? Dependerá de nosotros y de que no nos dejemos engañar.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “El Siglo”, el lunes 8 de octubre de 2018.

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2.06.2017

Desconfía del gobierno



O, como dice la frase que le atribuyen a Benjamín Franklin: “Nunca confíes en el gobierno”. Que, a pesar de no ser comprobada la cita, no me extrañaría que el genial Franklin haya dicho algo parecido en algún momento. Y ¡ojalá! esa hubiera sido la visión de la mayoría de quienes redactaron nuestra primera Constitución. Sin duda, la historia de nuestro país, de nuestros antepasados y la de nosotros sería distinta. No obstante, ni los padres fundadores de nuestra nación ni los posteriores constituyentes pensaban de esa manera. Aunque los peores de todos han sido los redactores de las constituciones que han regido a partir de 1945.

Si por algo lucharon Franklin, Jefferson, Adams… y muchos más, es porque los gobernantes no tuvieran el poder de violentar los derechos individuales de los ciudadanos. En particular, Franklin se preocupó por la minoría que, como posteriormente escribiría Ayn Rand, esta constituida por un solo individuo. Ese individuo puede ser usted o alguno de sus seres queridos. Ese individuo puedo ser yo o alguno de mis seres queridos. Ese individuo puede ser cualquiera que no se encuentre en el ejercicio del poder. Un principio fundamental que lamentablemente les falta a muchos entender. Más aún en una época en la cual se encuentran en auge los populismos de todo tipo.

El principal objetivo de los gobernantes, generalmente, es cobrar impuestos. Y poco importa en la realidad, y más allá de los discursos, cómo y en qué gastan la riqueza que fue expoliada a sus legítimos dueños: aquellos que hicieron el esfuerzo mental y físico por crearla. Objetivo que se les facilita dentro del sistema político que prevalece en la mayor parte del mundo, el cual les otorga, en particular, el poder de violentar los derechos de propiedad de la gente.

En Guatemala, no se quedan atrás los inquisidores al frente de la SAT, a quienes no les importa a cuántas personas dejan sin trabajo, cerrando empresas a destajo bajo la excusa de que evaden impuestos. Lo que muchas veces es una falacia fuera de contexto. Uno de los más serios problemas del castrante sistema impositivo guatemalteco, es que impide descontar de los ingresos la mayor parte de los gastos en los que se incurrió para adquirirlos, lo que hace muy difícil operar legalmente. Casi todos los que procuran ganarse la vida honradamente, viven con el miedo de que en cualquier momento aparezcan los terroristas fiscales a extorsionarlos, llevarlos presos o a cerrar las empresas que a base de esfuerzos, inversión y riesgos han logrado mantener operando.

Al final, el problema no es cuánto recauda el gobierno, sino cómo lo gasta. Pero el reto importante es la pobreza en la que viven tantos guatemaltecos, la cual sólo se va resolver cuando haya suficiente creación de riqueza. Para que haya suficiente creación de riqueza, debemos cambiar RADICALMENTE el sistema tributario. Y no es lo mismo proteger de la avaricia de los gobernantes la riqueza que uno ha ganado, que arreglárselas para robar nuestros impuestos.



Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 6 de febrero de 2017.

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11.23.2015

¿Para qué #$% pagamos impuestos?



¿Para qué diablos pagamos impuestos? ¿Para la compra de viviendas de lujo, ostentosos vehículos europeos últimos modelos, aviones, helicópteros, yates… para los ladrones que llegan al ejercicio del poder y sus cuates? ¿Para financiar los caprichos de los familiares de los politiqueros? ¿Para sufragar las transas con los oportunistas contratistas del Estado? ¿Para satisfacer las demandas de los sindicalistas estatales: una partida de viles extorsionistas, vagos y vividores? ¿Para sostener una burocracia estatal ineficiente, innecesaria y engorrosa?

¿Acaso pagamos impuestos para mantener los exorbitantes salarios de la parasitaria burocracia supraestatal de los organismos internacionales? ¿Para premiar con bonos extras improductivos a quienes no cumplen con sus obligaciones en tiempo? ¿Para que construyan o adecúen cárceles V. I. P. para los pocos funcionarios corruptos que están presos? ¿Para que los peores representantes de nuestra sociedad, a quienes atrae el sistema político de incentivos perversos que prevalece, sigan viviendo cómodamente a costa nuestra?

¿Para qué diablos pagamos impuestos? Es una pregunta que me he hecho mil veces desde que supe que NO pagamos impuestos para que haya seguridad y justicia, a pesar de que la Constitución Política de la ¿República? de Guatemala dice claramente en los artículos 1 y 2 que “El Estado de Guatemala se organiza para proteger a la persona y a la familia; su fin supremo es la realización del bien común” y que “Es deber del Estado garantizarle a los habitantes de la República la vida, la libertad, la justicia, la seguridad, la paz y el desarrollo integral de la persona”. Ahora resulta que, para exigir que los mandatarios cumplan con su mandato, los tributarios debemos pagar más impuestos de los que ya pagamos para lo mismo. Similar al bono de Gloria Porras para que los empleados de la CC se pusieran al día en su trabajo atrasado.

¿Con quién quieren quedar bien los que irracionalmente promueven la injusta idea de que paguemos más impuestos dentro del contexto actual? Me parece absurdo que gente que ha presentado denuncias en contra de la corrupción y han dado a conocer los abusos del poder, el despilfarro y el robo descarado de los tributos que pagamos, ahora pretendan exigirnos que aportemos más, en lugar de fortalecer la lucha por el uso correcto de todo lo que recauda la SAT.

¿Por qué tal contradicción? ¿Por qué pretenden hacer creer que los que se oponen son los desprestigiados mercantilistas del CACIF? No sólo ellos están en contra de pagar más. Todo ciudadano sensato que a duras penas llega a fin de mes y que sabe que los impuestos no los van a pagar solo los más ricos (¡Qué populismo! ¡Qué demagogia!), que está harto de que los obligados a defender sus derechos individuales sean los primeros en violarlos, que se indigna de ver cómo una parte importante del resultado de sus esfuerzos va a parar a los bolsillos de los delincuentes y criminales que gobiernan, se opone a pagar un centavo más.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 23 de noviembre de 2015.

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3.09.2015

Las peticiones de Joe Biden



En su reciente viaje a Centro América, el vicepresidente de Estados Unidos se reunió con los presidentes de El Salvador, Honduras y Guatemala. Es su segunda visita oficial a nuestro país. En ambas ocasiones, las verdaderas intenciones del vicegobernante estadounidense fueron desconocidas por aquellos que nos vamos a ver perjudicados por su injerencia en asuntos que no le corresponden. La ironía es que es más probable que conmuevan a los gobernantes de nuestras naciones las demandas de Biden, que las justas exigencias que tenemos los ciudadanos de esta región permanentemente vestida de luto por los muertos producto de la guerra perdida contra las drogas.

Por cierto, aunque el mismo vicepresidente de EE. UU. pida que se frene la violencia y el crimen, es poco probable, por no decir imposible, que esto suceda. Total, esta es la parte políticamente correcta del discurso de todo funcionario que se precie de ser un burócrata estatista de cuello blanco. Es una de esas frases de cajón, ideales para ser reproducida por los medios de comunicación que, en lugar de preguntar sobre las medidas que piensan tomar para que tal reclamo (que es el nuestro de todos los días) se convierta en realidad, simplemente la utilizan para sus portadas, convirtiéndose en cajas de resonancia de los poderosos. ¡Cuán lejos están de la misión del periodismo: la búsqueda de la verdad!

Los mandatarios asistieron ilusionados a la reunión con el segundo de a bordo del gobierno del otrora ejemplar país de las oportunidades. Llegaron con la esperanza de cachar una tajada del millardo de dólares que Biden promete conseguir. Un caso interesante de estudio: un político haciendo promesas a otros políticos, como si se encontrara en campaña. Me parece que los votantes de estos lares ya sabemos cómo terminan tales ofrecimientos: incumplidos. Y ojalá así sea, porque si acaso algo de lo prometido fuera cumplido, sin duda sería a base de préstamos que nosotros los tributarios tendremos que pagar, mientras los gobernantes de nuestros países los van a malgastar, embolsándose gran parte de ese dinero.

En “Todo a Pulmón”, programa radial que conduzco en Libertópolis, me atreví a proyectar cuáles eran los principales motivos del periplo de Biden: asegurar que Otto Pérez solicita una nueva prórroga de la corrupta e ineficiente CICIG, recordarles a los presidentes que no pueden descriminalizar la producción, distribución y consumo de las sustancias prohibidas por el gobierno gringo y, finalmente, que vean cómo se las arreglan para que no llegue más gente de nuestros países a la nación que, irónicamente, fue construida por inmigrantes. Después de leer las declaraciones del enviado de Obama, confirmé lo cierto de mi pronóstico. No necesité hacer un gran esfuerzo mental para llegar a estas conclusiones. Todos podemos visualizarlo. Basta con que usemos nuestra razón y no falseemos la realidad. Basta con reconocer y aceptar la fascinación por el poder de ciertos miembros impresentables de nuestra especie.



Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 9 de marzo de 2015. La imagen la bajé de Internet.

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2.16.2015

La obsesión por la recaudación



Cuánto dinero nos logran exprimir por medio de impuestos y préstamos es una obsesión que comparten los politiqueros corruptos que llegan al ejercicio del poder con los burócratas estatales, nacionales e internacionales, que también viven del trabajo de otros: casi todos ellos viven como multimillonarios sin haber creado nada más que obstáculos para los que sí somos productivos. Hasta las llamadas compañías calificadoras de países, como es el caso de Moody’s, se prestan al juego del engaño colectivo según el cual la recaudación es lo más importante para el funcionamiento del abstracto Estado. La recaudación fiscal que debe ser un medio y no un fin. Y es este último el punto más importante a discutir, ¿para qué pagamos impuestos?

¿Se sacrifica usted durante todo el mes para mantener a la partida de saqueadores que llegan al ejercicio del poder? ¿Se levanta de madrugada y viaja todos los días de la semana durante más de una hora (si tiene suerte) para llegar puntual a su trabajo con el objetivo de satisfacer las necesidades de otros, gente anónima, desconocida para usted? ¿Repite la misma historia en la noche en el viaje de regreso a su hogar por los parásitos que no quieren esforzarse y correr riesgos? ¿Cree, ilusoriamente, que algún día quienes le ofrecieron que iban a ayudarlo a vivir mejor cumplan sus promesas? ¿Creyó al votar por ellos que otros iban a pagar la factura por todo lo que le ofrecieron durante la campaña política? ¿Ya se dio cuenta que no solo no cumplieron lo que le ofrecieron, sino que ahora está todavía más fregado que antes porque USTED resultó pagando los caprichos de los gobernantes y su círculo cercano?

Reality bites: por eso no debemos falsear la realidad. Tragarse el cuento de los populistas de que le van a dar educación, salud, recreación, vivienda, ¿viajes a Europa ya que son más baratos que al Petén?, es hoy la mayor tontería que puede cometer en su vida. No solo lo poco que le den va a ser de pésima calidad (basta con nombrar el desastre nacional que son los sistema de salud y educación estatales en Guatemala), sino que usted va a terminar pagando por otros que en su vida van a mover un dedo por el bienestar suyo. Y aquí no solo me refiero a quienes gobiernan, sino a todos los oportunistas que los rodean que incluyen, por supuesto, a los líderes de los grupos de presión como lo son, por ejemplo, los sindicalistas y los empresaurios.

Llegó la hora de que acepte la realidad para que cambiemos lo que debemos de cambiar para que de verdad usted y sus seres queridos tengan una oportunidad de prosperar. Para lograr esta meta debe aceptar que ser partícipe de un engaño colectivo basado en una injusticia y una inmoralidad (como lo es el Estado Benefactor/Mercantilista) es el peor error que puede cometer. Aceptar que para mejorar nuestros ingresos reales y nuestra calidad de vida necesitamos trabajar y eliminar los obstáculos que nos han puesto en el camino para crear riqueza. Debemos acabar con el intervencionismo/estatismo.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 16 de febrero de 2015.

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1.19.2015

Orbis Pérez


En el gran mundo del pequeño Otto, Guatemala es el país de la eterna prosperidad y él es un magnánimo rey que rige las vidas de los siervos que la habitan. Para el mentado regente, el érase una vez un pueblo en el cual muchos buscan sobrevivir en condiciones precarias es parte del pasado. Hoy, quien no quiere ver las cosas desde el universo fantástico del Presidente es un obstinado. Si por él fuera, al cadalso mandaría a aquellos que viéndole a la cara le dicen: “es usted un mentiroso y no vamos a dejar que siga violando nuestros derechos, nos vamos a defender”.

La mayoría de los supuestos resultados incluidos en el informe de su gestión del año 2014 son presentados fuera de contexto, como es el caso de que aparentemente bajó la inflación, lo cual si fuera cierto se debería principalmente a hechos internacionales que no tienen relación alguna con las decisiones de Pérez Molina y su gente. En otras partes de su presentación simplemente, cual mago mediocre que es, sacó los datos de su manga: mintió descaradamente, viéndonos directamente a los ojos… por medio de las cámaras de televisión, engañándose a sí mismo al creer que nos engañaba a quienes lo observábamos del otro lado de la pantalla. Basta dar una vuelta por las redes sociales para confirmar mi afirmación.

Los pocos mal llamados avances que les permiten a algunos mejorar su calidad de vida y al resto sobrevivir, los hemos logrado nosotros, los ciudadanos productivos, A PESAR del gobierno, no como resultado de las absurdas y entorpecedoras decisiones que ellos han tomado durante el mandato de Pérez Molina. Por supuesto, no sólo él es responsable de los obstáculos que nos han puesto en el verdadero camino del progreso: tan responsable es del desmadre el Presidente como lo es Roxana Baldetti y todos los achichincles de ambos.

Lo que fue el colmo del descaro, es la manera en la cual se refirió a la corrupción, pretendiendo hacernos creer que ésta ha disminuido en su administración. Todo lo contrario: considero que tanto el parasitismo como el robo de nuestros impuestos está llegando a límites inimaginables hace apenas unos años. El ostento, la desvergüenza y la desfachatez con la cual exhiben el dinero que nos han saqueado está a la vista de todos los que quieren ver la realidad actual de Guatemala.

señor Presidente, lo repito: usted miente. Lo sabe su merced, lo sé yo, lo sabe la mayoría de mis compatriotas. Lo saben aún aquellos que lambisconamente le doran la píldora con el único objetivo de ver qué le sacan: algún contratito de varios millones con el abstracto Estado pagado a costa nuestra; una plaza de ¿trabajo? que ocuparan al mejor estilo Gasparín: como si fueran fantasmas será raro que alguien los vea presentarse a las oficinas donde se supone son empleados, por tanto, menos los verán laborando. Y así, puedo seguir elaborando sobre los motivos que llevarían a algún hipócrita sobalevas a seguirle el juego con tal de endulzarse el oído. ¿Ha pensado qué va a pasar al finalizar su período?


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 19 de enero de 2015.

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11.10.2014

La Ley de Herodes



El jueves 2 de marzo del año 2000 publiqué en Siglo Veintiuno un artículo titulado “La Ley de Herodes”. Hoy, a pocas semanas del regreso a Guatemala del otrora Presidente Alfonso Portillo a quien mencioné en esa columna, y después de ver por enésima vez junto con mis estudiantes, como lo hago cada semestre, la célebre película que me inspiró, se me antojó revisar lo que escribí hace más de 14 años.

En esa oportunidad, como muestra de mi ingenuidad de aquella época, expresaba mi esperanza porque la idea inmoral (explotadora y violadora de los derechos individuales) detrás del conocido refrán mexicano no se convirtiera en norma de conducta de los gobernantes y los burócratas estatales. A la fecha ya acepté la realidad: no solo es una regla felizmente aplicada por aquellos que llegan al ejercicio del poder, sino que los chingados y jodidos hemos sido los productivos. Nosotros, los responsables y respetuosos, sobre quienes pesa el mantener a los corruptos que llegan al ejercicio del poder, a sus familiares y a sus amigos influyentes que, por medio de privilegios, contratos con el Estado y mentiras, han saqueado nuestro bolsillos.

“La Ley de Herodes” narra cómo a finales de la década de los años 40 del siglo pasado llega un miembro menospreciado del PRI a Presidente Municipal de San Pedro de Los Saguaros, un pueblo donde abundan los pobres. Juan Vargas, protagonista de la historia, pasa de encargado de un basurero a ser la máxima autoridad de este miserable poblado olvidado por el progreso y la justicia social, habitado en su mayoría por indígenas que no entienden el español.

En un principio, Vargas piensa que debe cumplir con las promesas que han hecho los dirigentes de su partido de llevar una supuesta modernidad al país. Sin embargo, no tarda mucho en rendirse a las ventajas que le da el poder y comienza una vertiginosa carrera criminal a la sombra de la ley: se convierte en un dictador autoritario, extorsionista, corrupto y asesino. La película termina con Varguitas convertido en héroe y en diputado de la nación. Antes pensaba que era una ironía. Ahora sé que es la triste realidad del Estado Benefactor/Mercantilista dentro del cual vivimos, basado en un sistema de incentivos perversos, inmoral e injusto, que solo beneficia a la minoría gobernante que llega al ejercicio del poder gracias al autoengaño de la mayoría de ciudadanos que aún creen los cuentos politiqueros de que alguien más va a asumir su responsabilidad individual de ganarse la vida.

Así es la democracia: populista. Creen que votan para violentar sólo los derechos de unos cuantos, sin darse cuenta que quienes peor terminan son ellos. No solo los políticos no van a cumplir sus promesas por motivos obvios, sino que con el poder que les dieron van a robarles a quienes pudieron haber invertido para crear riqueza (más y mejores bienes y servicios, más baratos gracias a la competencia) y creado empleos productivos que les pudieron ayudar a mejorar sus ingresos reales. Un suicidio  anunciado.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 10 de noviembre de 2014. La imagen la bajé de la Internet, no es obra mía.

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5.19.2014

Maternalismo



El maternalismo es una tendencia tan mala como el paternalismo: son, al final, la misma cosa, la única diferencia es el sexo de quien lo encarna. Esta afirmación la hago dentro del contexto político, sin embargo, sus orígenes los encontramos en los primeros años de vida del niño, en su desarrollo como adolescente, en una enferma dependencia de sus padres y en el castrante sistema educativo actual. Luego, cuando esa criatura se convierte en adulto busca en los políticos a la madre o al padre que vele por él o ella y por sus necesidades. O sus deseos. O sus caprichos.

Ante el fracaso de papá Estado en complacer a los adultos incapaces de asumir sus responsabilidades personales, estos niños/adultos han volteado su rostro a la solícita mamá Estado, a quien consideran más susceptible de ser afectada por sus berrinches. No solo en Latinoamérica: en muchos lados más.

El inicio de esta tendencia, contemporáneamente, lo encontramos en la mítica figura retocada de Eva Perón en Argentina quien, sin haber ejercido directamente el poder, logró posicionarse en el imaginario de la mayoría como una mujer preocupada por la suerte de los más pobres, a pesar de que murió en 1952 con tan solo 33 años. Por cierto, su edad al fallecer, la misma que se supone tenía Jesús al morir, ha favorecido a sus biógrafos y a su elevación al altar de los santos, beneficiando a quienes han lucrado de esta ficción por décadas.

Entre los ejemplos más próximos puedo mencionar a Violeta Chamorro en Nicaragua, a Mireya Moscoso en Panamá, a Michelle Bachelet en Chile y a Dilma Rousseff en Brasil, las cuales han logrado ser electas Presidentes de sus respectivos países. También las hay que, sin llegar a ser gobernantes, han logrado controlar los destinos de sus naciones. Entre ellas se encuentran Sandra Torres en Guatemala y  Rosario Murillo en Nicaragua, ambas esposas de Presidentes y ambas interesadas en ocupar ese puesto. Un caso especial es la actual Vicepresidente de Guatemala, Roxana Baldetti, quien recientemente se proclamó madre postiza de los guatemaltecos.

Más allá de las burlas que provocó en las redes sociales el comentario de Baldetti, lo que nos debe preocupar es que todavía hay muchos que anhelan que alguien se haga cargo de ellos cuando cumplen la mayoría de edad, hecho que explotan hasta el cansancio los politiqueros corruptos y mentirosos que quieren llegar al ejercicio del poder. El principal problema para quienes aceptamos nuestras obligaciones y nos esforzamos por mejorar nuestra calidad de vida en base a nuestro esfuerzo propio, es el infantilismo de tantos ingenuos capaces de apoyar una injusticia: que le quiten a unos lo que es de ellos para dárselo a otros, con la ilusoria y eterna espera de que esos otros sean ellos mismos. Todo con tal de creer, infructuosamente, que alguien más va a velar por su bienestar. Aquellos que optan por ser parásitos en lugar de hombres y mujeres creadores de riqueza y progreso.



Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 19 de mayo de 2014. La imagen la bajé de la Internet.

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3.11.2013

Hugo "Honey Boo Boo" Chávez




Tanto la adoración por el fallecido dictador venezolano como por la niña Alana Thompson, son un reflejo de lo expuesto en “Pensar rápido, pensar despacio”, del ganador del Premio Nobel en Economía 2002, Daniel Kahneman: “…el cambio frecuente de tareas y el trabajo mental apresurado no son intrínsecamente placenteros, y las personas los evitan en lo posible. Esto es lo que hace que la ley del mínimo esfuerzo sea una verdadera ley…mantener una línea coherente de pensamiento requiere disciplina”.

Por eso, es fácil manipular a la mayoría. Como bien escribió Juvenal en la “Sátira X” (77–81): “…Hace ya mucho tiempo, de cuando no vendíamos nuestro voto a ningún hombre, hemos abandonado nuestros deberes; la gente que alguna vez llevó a cabo comando militar, alta oficina civil, legiones - todo, ahora se limita a sí misma y ansiosamente espera por sólo dos cosas: pan y circo”. La diferencia es que a "Honey Boo Boo” la pueden dejar de ver los televidentes cuando quieran y no causa ningún daño aparente a quienes optan por no verla. Mientras que en el caso de Hugo Chávez, salieron afectados casi por igual la mayoría que lo mantuvo en el poder, como aquellos que lo combatieron.

El hombre masa, lamentablemente, es intelectualmente perezoso: le molesta cuestionarse, buscar las premisas sobre las cuales emite juicios y verificar en la realidad la veracidad de las mismas. Odia reconocer que se equivoca. Prefiere que otros le digan qué pensar, más aún si ese pensamiento incluye culpar a los demás de sus desgracias. Son irresponsables, no aceptan las consecuencias de sus acciones como lo que son: el resultado de sus decisiones.

Lo anterior es aplicable a cualquiera, sin importar su origen o grupo social con el que se identifique. En “La rebelión de las masas”, José Ortega y Gasset explicó en el pie de página número 42: “Abandonada a su propia inclinación, la masa, sea la que sea, plebeya o aristocrática, tiende siempre, por afán de vivir, a destruir las causas de su vida”. Con pequeñas diferencias, la retórica populista es utilizada por oportunistas tanto de izquierda como de derecha: ambos conceptos intelectualmente vacíos. Ambos proponen el estatismo y el intervencionismo. Ambos pensamientos se apoyan en el mercantilismo para mantenerse en el ejercicio del poder y enriquecer a sus dirigentes, familiares y amigos. Ambos terminan destruyendo al creador de riqueza: matan a la gallina de los huevos de oro.

“…porque el que parte nunca reparte parte del pastel / si la cosa va mal a callar / porque el que parte nunca reparte parte del pastel / que los padres de la patria nos darán / más circo y más pan”, recita el estribillo de la canción del dúo español “Amistades Peligrosas”, titulada: “Más circo y más pan”. Y, mientras muchos en la prensa están a las órdenes de los poderosos y lo políticamente correcto, aquellos que no nos dejamos engañar, tampoco nos vamos a callar. Vamos a denunciar el engaño del circo y del pan.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 11 de marzo de 2013.

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1.14.2013

Voto nulo redimido




Hoy cumplió Otto Pérez Molina un año como primer mandatario de la República de Guatemala. Un año en el cual la mayoría de quienes votaron por él se sienten decepcionados, desencantados, traicionados. Un año en el cual, en lugar de hacer propuestas para eliminar los obstáculos que hay para la creación de riqueza y de trabajos productivos, optó por apoyar propuestas populistas para satisfacer a los dirigentes de los grupos de presión que pululan en nuestra nación.

Aún peor, impulsó y pasó de urgencia nacional (comprando el voto de muchos diputados arrastrados) un nuevo paquetazo fiscal que castiga todavía más a quien intenta trabajar y crear. Un aumento de impuestos basado en premisas falsas. Un sistema impositivo injusto, que le quita a quien produce, para entregarlo principalmente a los gorrones, a los saqueadores, a los resentidos que se regodean de la aparente indefensión de los ciudadanos que obedecen sin chistar ante la amenaza de irse presos si no se prestan dócilmente a la expoliación de la cual son víctimas.

Y todo lo anterior es apenas una pequeña parte de los errores del gobierno del Partido Patriota que asumió el ejercicio del poder hace un año. Si me pongo a comentar todos los escándalos de corrupción que hemos conocido (¡cuántos más serán!) ni siquiera para listarlos me alcanzaría el diario entero. Corrupción consentida por el Presidente y su Vicepresidente, Roxana Baldetti. Y no se necesita ser muy ágil mentalmente para entender por qué se hacen de la vista gorda ante el descaro con el cual se roban el dinero de los tributarios.

Hoy es, a mi parecer, un día ideal para recordar y reivindicar mi decisión de votar nulo para Presidente y Vicepresidente, la cual compartí con mis lectores el lunes 5 de septiembre de 2011: “Mi voto para presidente… será nulo…. La mía es una decisión propia: un juicio independiente, producto de mi mente. El resultado de un proceso lógico cuyo objetivo es ser coherente conmigo y mis valores. Ser íntegra. Nunca votaría en contra de mis principios. Esa acción es, a mi parecer, la peor traición”.

“Yo actúo en pos de aquello que valoro. [En este caso, voto] Por aquellos con quienes comparto una escala similar de valores. Por quienes considero que coincidimos de alguna manera en un código moral… Votar es un verbo que nos muestra el sentido de la vida de quien lo ejerce… comparto muy poco, en algunos casos nada (ni valores ni código moral), con los candidatos actuales a presidente del Organismo Ejecutivo… Votaré por lo que me importa… Votaré por mí y por mis seres queridos. Votaré por un gobierno de leyes y no de reyes”.

Si queremos que mejoren las condiciones de vida en Guatemala, debemos cambiar el régimen de corte presidencialista, el sistema de Estado Benefactor/Mercantilista que impera, por un Estado de Derecho, donde el ejercicio del poder sea limitado a las funciones esenciales del gobierno dentro de la idea republicana a la que aspiramos los ciudadanos responsables, productivos y conscientes del país.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 14 de enero de 2013. La imagen se explica por sí sola, y ya la compartí con anterioridad.

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9.19.2011

En segunda



Como es de todos los interesados conocido, Otto Pérez, con 36 por ciento de votos válidos, y Manuel Baldizón, con 23 por ciento de votos válidos, se verán cara a cara en la llamada segunda vuelta de las elecciones generales de este año, programada para el domingo 6 de noviembre de 2011.

Para aquellos que culparon de que haya una segunda vuelta electoral a quienes optamos por votar nulo o en blanco (lo que representa el 12 por ciento de los votos emitidos), les aclaro: aunque todos, como en una indescriptible sintonía universal, en un estado de relajación propio del nirvana, en una comunicación mística incomprensible, en un éxtasis inimaginable, hubiéramos decidido votar por Pérez, cruzando nuestras ideas,  contradiciéndonos… de todas maneras, para elegir al próximo Presidente hubiera sido necesario hacerlo en segunda y cuesta arriba.

Por cierto, en lo que respecta al legítimo reclamo que hacen los ciudadanos conscientes sobre el plan de trabajo de los políticos que quieren ejercer el poder (gobernar), tanto el de los mencionados y los de aquellos que lo intentaron, llegué a la conclusión lógica de que dentro del sistema actual (un Estado benefactor/mercantilista, intervencionista, colectivista, o sea, socialista) es casi IMPOSIBLE que existan propuestas congruentes con la realidad.

Lo que podemos esperar es más promesas ilusorias y ofertas populistas. Un torpe malabarismo dentro del circo político de tercera categoría tan de moda hoy en todo el mundo. Actitud que muestra el poco respeto que los politiqueros le tienen a la inteligencia de los ciudadanos.

Al fin, lo único que les interesa es llegar a sentarse en la silla presidencial. Dirán lo que consideren necesario para alcanzar su meta. Por eso, todas las propuestas, sin excepción, tienen un fuerte sesgo estatista que le asigna funciones de "mandante" al "mandatario" y al resto de funcionarios. En lugar de reconocer la realidad, la falsean, intentando hacer funcionar el sistema actual en lugar de proponer cambiarlo para bien. En lugar de adecuarlo a la realidad.

Como escribió Frank Knight en 1943, en su informe al Director General y al Comité de Publicaciones de University of Chicago Press, al referirse al libro “Camino de Servidumbre” de F. A. Hayek: “…primero, que cualquier política que se diga socialista, o de economía planificada, conduce inevitablemente al totalitarismo y a la dictadura; y, segundo, que un orden social así acaba cayendo inevitablemente bajo el control de los peores individuos [de la sociedad]”.

Lo anterior, ¿les recuerda a nuestra nación? ¿A la independiente Guatemala, habitada por una mayoría de gente dependiente del Presidente? Por eso, en nuestro país no andamos ni siquiera en segunda: vamos en retroceso. A menos que cambiemos no sólo de conductores del vehículo, sino del vehículo mismo, la situación poco va a variar. Y este objetivo SOLO se puede alcanzar desde el Legislativo.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 19 de septiembre de 2011. La imagen la bajé de Internet.

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5.16.2011

Tzik de política quemada


A solo dos semanas de oficializada la carrera electoral iniciada hace cualquier cantidad de meses o años, el hastío que me invade ha crecido de forma exponencial. Las canciones sosas (generalmente covers de melodías populares), las arengas populistas y acomodaticias al igual que los rostros hipócritas de los contendientes en la presente campaña han contribuido particularmente al desprecio que me inspiran los políticos, en especial los guatemaltecos, y la política en general.

Sin embargo, soy consciente de la trascendencia que pueden tener en nuestras vidas las elecciones públicas que vamos a hacer el próximo 11 de septiembre de 2011. Por cierto, me alegra saber que al menos en este tema no cedieron los magistrados del Tribunal Supremo Electoral ante las supersticiones irracionales de quienes relacionaban la fecha con el atentado a las torres gemelas de Nueva York. Más hoy que el responsable intelectual de semejante crimen es consolado en el paraíso musulmán por las once mil vírgenes que le corresponden, según sus creencias. Situación que debe agradecer a alguien cuyo apellido evoca a su propio nombre. Me refiero a Obama (responsable de la ejecución) y a Osama (el ejecutado). Una sola letra los diferencia en lo que a sus nombres respecta. Tal vez la principal diferencia entre ambos.

Regresando a la política chapina, la cual se asemeja a una desagradable fusión de ingredientes autóctonos con tecnología importada, sobre todo la fotoshopeada, quiero dejar claro que no espero que cambie en los próximos meses. Al menos, que cambie para bien de todos. Por el contrario, pienso que vamos a ser testigos de las mayores bajezas que jamás hayamos visto en varias décadas y, sin duda, durante la etapa democrática de nuestro país. Al fin, para aquellos que hemos estudiado el sistema político mencionado no es extraño que este sea su resultado a pesar de las buenas intenciones que unos pocos hayan tenido a la hora de elegirlo para Guatemala por encima del sistema republicano.

Y no se engañe, el hecho que a nuestra nación se le llame República, no quiere decir que lo sea. Todo lo contrario; ajeno a nosotros es el Estado de Derecho que fue definido por los ilustrados escoceses de fines del siglo diecisiete y principios del dieciocho, como elemento esencial de una República. Esa que eligieron para su pueblo los padres fundadores de Estados Unidos y que hoy los políticos del que otrora fuera ejemplo del buen gobierno han logrado transformar en una democracia en la cual prevalece la decisión arbitraria de los poderosos por encima de los derechos individuales, incluido el derecho al debido proceso.

No obstante, tengo esperanza en el futuro, porque así como pululan políticos marrulleros por todos lados, también surgen movimientos ciudadanos que quieren recuperar el poder perdido. Como escribió Thomas Paine "Es responsabilidad del patriota proteger a su país de sus gobernantes". Y de los usurpadores.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 16 de mayo de 2011. La fotografía la bajé de utilísma.com y corresponde a una receta llamada “Tzik de jabalí ahumando” de Benito Molina y Solange Muris.

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1.04.2009

Adoptillismo


Nota: este articulo fue publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 19 de mayo de 2008. La fotografía la tomé en el Hogar Rafael Ayau en septiembre de 2008.


El ataque rastrero contra una de las más nobles Instituciones, la milenaria Adopción, está desbordado. ¿Por qué supuestos defensores de los derechos humanos, políticos y periodistas se han ensañado contra un proceso que permite pasar a formar parte de una familia a un infante que ha sido maltratado, abusado o abandonado? ¿Niños, niñas, que no son apreciados por quienes los procrearon? ¿Qué atractivo tienen los premios de UNICEF que hacen a los periodistas olvidar su misión? ¿Por qué no investigan qué pasó en los países que adoptaron la legislación impuesta por los burócratas que los recompensan?

En fin, sigo sin escribir sobre los temas que ofrecí hace dos semanas. Qué cosa nuestra Guatemala, en la cual el eterno Estado de emergencia del interminable hoy, nos aleja de lo importante del inalcanzable mañana.

Pertenezco, a mucha honra, al reducido grupo de personas a quienes los premios nos importan poco, y menos nos interesa congraciarnos con los burócratas que han encontrado en este tipo de concursos una forma exitosa de promover las agendas de los grupos de presión que representan. Por eso afirmo sin temor que la mayoría de los ataques en contra de los huérfanos están basados en manipulaciones, presunciones y exageraciones. Les recuerdo que cada expediente que se detiene representa a una criatura que anhela a un padre, a una madre o, en el mejor de los casos, a ambos.

Según la Procuraduría General de la Nación, alrededor del 95 por ciento de los niños adoptados son entregados a estadounidenses. De estos últimos, el 95 por ciento presentan dos pruebas de ADN previo a la autorización de la adopción, y el restante 5 por ciento son niños abandonados, de padres desconocidos, los cuales, después de cumplir con el proceso, son otorgados a quienes cumplieron con los requisitos solicitados. Estos datos, verificables, hacen poco creíble el gran negocio del robo de niños que tanto cacarean.


Por supuesto, como he dicho en infinidad de ocasiones, hay que corregir los abusos que algunos hayan cometido en el digno proceso de la Adopción. Pero cumplir esta tarea clave del ámbito de la justicia, no implica enterrar la esperanza de los desamparados. En lugar de estatizar, monopolizar, burocratizar y pasarle el costo del trámite a los tributarios, se debió fortalecer la persecución y condena de aquellos que hubieran incurrido en actos criminales.

Si tanto les preocupa lo que ganan los notarios, en lugar de aumentar los trámites y las regulaciones, debieron eliminarlas y reducir el proceso a un contrato privado entre los padres biológicos que dan a sus hijos en adopción y quienes desean adoptarlos. En el caso de los niños abandonados lo ideal es que se encarguen de su proceso los hogares privados que son mantenidos voluntariamente por gente solidaria. Urgen adopciones y no legislación que las entorpezcan ni amarillismo periodístico que las enloden. Por el bien de los niños.

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