Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

6.26.2007

Wow


Miren este video. Pero más importante aún: lean lo que dice esta sicóloga, Qué mujer más valiente, clara y centrada.


Mis respetos.

Etiquetas: , , ,

6.25.2007

Sangre, sudor y vísceras


Orgía de antisociales, acompañada por hongos alucinógenos, donde el plato principal es una niña de 9 años de edad. Aunque podría ser cualquiera, hombre o mujer, de cualquier grupo etario, de cualquier condición, que tuviera la mala suerte de toparse en su camino con uno de los invitados al aquelarre. Camino a la tienda, camino a la escuela o camino a la casa del vecino. Da igual, el resultado final sería el mismo: un viaje inesperado, no deseado, al otro mundo. Un recorrido angustiante, tortuoso, desgarrante.

Y esa es la triste historia de Alba Michelle España Díaz, residente viva, hasta hace unos días, de Camotán, Chiquimula. Pobre Michelle: el pasado viernes 15 de junio encontraron los restos que de ella dejaron las aves de rapiña. La niña de Camotán no murió de amor: fue vilmente secuestrada, violada y asesinada a pedradas, vaya Dios a saber por qué demonio. Algún demente misántropo, seguro de que en Guatemala lo único cierto es la inseguridad en la que vivimos aquellos que respetamos a los otros. Seguro de las pocas probabilidades que existen de que sea castigado por el crimen que cometió.

Además de la indignación que provoca enterarnos de uno más de tantos asesinatos aberrantes que últimamente abundan en nuestro país, me preocupó la forma amarillista que en un principio tomó la noticia. Un intento fallido de presentar los hechos como producto de un posible mito, por lo visto, no sólo urbano, sino también rural. Demasiadas licas de categoría B. Demasiado Nip Tuck. ¿Será que James finalmente dejó de amenazar las vidas de Sean y Christian, y decidió trasladar su negocio de extracción de órganos a Guatemala?

Siglo Veintiuno, en su edición del jueves 21 de junio, acertadamente reporta que el fiscal Rudy Rocael Pineda declaró que el informe forense del cadáver de España, “revela que la menor tiene señales de violencia sexual, que le hacía falta el corazón y pulmones, y tenía rasgamientos (sic) causados por animales carroñeros”. Pineda señaló que la causa de la muerte fue un golpe en la cabeza. Sin embargo, esta información llegó tarde: por lo menos una mujer había sido linchada por una turba anónima, irracional y violenta. Lamentablemente, las acciones tienen consecuencias que en algunas ocasiones pagan inocentes, mientras los culpables se lavan las manos.

En una reciente entrevista, el periodista Luis Laugé, respondió de la siguiente manera a una de las preguntas que le hacían: “Un medio no puede adueñarse de cualquier versión, por más espectacular que parezca, ante la tentación de tener una primicia que puede ser un fiasco”. Un fiasco que puede acarrear resultados irreparables.

Tomar la justicia por nuestra propia cuenta, despreciando el necesario respeto al derecho individual al debido proceso, puede significar que la próxima vez, el dedo acusador de esa mano justiciera apunte hacia nosotros mismos. Y no le cuento yo el desenlace de esa historia futura. Imagínelo usted.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 25 de junio de 2007.

Etiquetas: , , , ,

6.18.2007

Post absolución


El martes 12 de junio de 2007, después de una agónica jornada y uno de los más intensos debates en vistas públicas que se han dado en el país, José Natividad Trejo fue absuelto, por unanimidad, de la acusación de homicidio que le hacía el Estado de Guatemala. Pero, debido a uno de tantos procesos burocráticos de nuestro sistema político (interventor y supuestamente benefactor), el trámite inicial de cambio de acusación había sido abandonado en alguno de la infinidad de escritorios por los cuales circulan los asuntos públicos. Por tanto Trejo, en presidios, seguía acusado de asesinato, y como fue absuelto del cargo de homicidio, los diligentes empleados del preventivo no le permitieron abandonar tan prestigioso albergue hasta el miércoles siguiente. En fin, el pasado 13 de junio Natividad se vio libre al viento como una bandera azul/blanco/azul, luego de más de nueve meses en la cárcel. Renacido y haciendo honor a su nombre.

El jueves posterior a su liberalización, al mediodía, entrevisté a Trejo en “Todo a pulmón” (100.9FM), programa radial que conduzco en compañía de Jorge Jacobs. Por cierto, lo pueden escuchar por medio del servicio de podcasting (http://www.radiopolis.info/). Los invito a hacerlo porque es interesante conocer la historia contada por su protagonista.

No obstante, hoy quiero enfatizar la calidad de ciudadano de Trejo, y no la actividad a la que se dedicaba (piloto de bus), ni el sonado juicio en su contra. Aunque, para ser exacta, debería de decir simplemente persona. Todos tenemos el derecho de defendernos, defender a nuestros seres queridos y a nuestras propiedades, del ataque criminal de cualquier antisocial que no respeta lo ajeno, pone en peligro la existencia de otros e incumple las normas de convivencia de una sociedad cuyos miembros ansían vivir y cooperar en paz.

No obstante, es importante diferenciar entre la legítima defensa y las ejecuciones extrajudiciales: un intento de hacer justicia por mano propia. A pesar de que entiendo la desesperación compartida por la mayoría de los habitantes de mi paradójico terruño, debemos reflexionar, fría y racionalmente, sobre las consecuencias en el largo plazo que esas acciones pueden acarrearnos: seamos inocentes o culpables. Defendernos de un ataque no es lo mismo que convertirnos en atacantes. Es vital comprender por qué, a pesar de las buenas intenciones expresadas por los gobernantes, y en muchos casos contenidas en la legislación, la situación empeora.

Hace un par de años escribí: “Entiendo los motivos que llevan a la población a organizar sus vecindarios en una especie de comunidades autónomas extralegales, pero me inquieta pensar que la decisión de los ciudadanos de acabar con los atropellos nos lleve a un punto sin retorno que nos conduzca a un abismo insondable”. El abuso de poder, sea de los gobernantes o de los gobernados, nos convierte a todos en delincuentes. ¿En qué sociedad queremos vivir?


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 18 de junio de 2007.

Etiquetas: , , ,

6.16.2007

¿Por qué preguntar si puedo soñar cuando sé que lo hago?

Esperanza, al menos en mí, siempre va a existir.

Disfruten el milagro de la tecnología, mientras yo sueño con el milagro de una sociedad pacífica, conformada por personas libres de buscar su felicidad, respetando a los demás.

6.11.2007

Defensa obligada


“Bang, bang. ¡Corre Cafecito, corre!”, gritaron. Sin embargo, no lo hizo: permaneció junto al cadáver del criminal que atentó contra su vida y sus bienes, los de su familia y los de aquellos que viajaban en la camioneta que piloteaba el 4 de septiembre de 2006, en la ruta entre Villa Hermosa y Boca del Monte. Según Cafecito, “quien nada debe, nada teme”. ¿Qué problemas podría acarrearle hacer uso de su derecho legítimo a la defensa personal? Qué ingenuo: en sólo unas horas se encontraba en un juzgado diciendo: “Mi nombre es José Natividad Trejo. Estatus actual: preso”. Acusado de asesinar a quien puso en peligro su vida y la de muchos más.

"El secreto de la existencia humana no sólo está en vivir, sino también en saber para qué se vive." Escribió el célebre escritor ruso Fedor Dostoyevski. ¿Para qué vivimos, si no podemos proteger nuestra vida? Hoy me veo obligada a hablar en favor de nuestro derecho básico a defendernos, más aún cuando aquellos responsables de esa tarea, los gobernantes, la han olvidado, la han relegado a la última de sus prioridades. A la distribución del Presupuesto General de la abstracta Nación me remito como prueba definitiva.

El gobierno es una organización que agrupa a quienes hemos trasladado nuestro personal y legítimo derecho de defensa, confiriéndoles para ello autoridad y poder para ejercer el monopolio de la coerción. El Estado es el aparato de coacción que obliga a la gente a respetar las reglas de la vida en sociedad, y es justificado por la existencia de antisociales. En Guatemala tenemos Estado y gobierno de papel: en el discurso interesado de unos cuantos ignorantes de la realidad del resto. Individuos cuya primordial ambición es ejercer el poder.

Nunca he cruzado palabra con Trejo. No voy a idealizar a alguien que ni siquiera conozco. A quien sí conocí es a su compañera de hogar, madre de sus hijos y principal vocera de su causa. Una mujer joven, valerosa e inteligente, de estudios formales inconclusos pero poseedora de un sentido común despierto. Una ciudadana que reclama sus derechos y los de su pareja, enfrentándose casi sola a las mafias imperantes en nuestro mal llamado sistema de justicia.

“¡Ley pervertida! ¡Ley… desviada de su objetivo legítimo y dirigida a otro totalmente contrario!… ¡Ley hacedora de iniquidad, cuando su misión era castigar la iniquidad!… Ley es justicia. Y bajo la ley de justicia, bajo el régimen del derecho, bajo la influencia de la libertad, de la seguridad, de la estabilidad y de la responsabilidad cada persona logrará todo su valor, toda la dignidad de su ser, y la humanidad alcanzará, con orden y calma, lentamente, sin duda, pero con certeza, el progreso que es su destino”. Amén, Frédéric Bastiat.

Liberémonos de la criminalidad, las injusticias y el régimen de incentivos perversos. La reforma radical no puede esperar más. Depende de nosotros, los gobernados, y no de los políticos, que sólo pueden ser presionados.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 11 de junio de 2007.

Etiquetas: , , , , , , ,

6.10.2007

MI LIBRE CANCION 2

Daria la quinta estacion acustico

6.04.2007

Tocar fondo


¿Quién no ha caído a un abismo particular? ¿Ese que sólo uno puede tocar porque es el fondo de nuestras miserias individuales? ¿Ese que, por ser el nuestro, nosotros determinamos cuál va a ser su profundidad? Tocar fondo. ¿Podemos plantear un símil entre esta experiencia personal y la situación que experimentamos en la otra esfera de nuestras vidas, la esfera pública? Creería que sí, mencionando algunas de las diferencias obvias. Al tocar fondo en la esfera íntima, quien cae paga las consecuencias de la caída. Por el contrario, en la pública, unos resbalan desde el ejercicio del poder, y otros sufren las consecuencias del resbalón.

Caer bajo, arrastrarnos en nuestra escoria, puede ser un hecho condenable, pero no imperdonable. De nosotros en lo individual depende decir “hasta aquí llegue”. Entonces, ¿por qué no podemos tomar la misma decisión en lo que respecta a nuestra vida en sociedad y las leyes que la rigen? ¿Por qué no podemos decir “ya no más”? ¿Acaso la autoridad no descansa precisamente en nosotros, los gobernados? ¿No es hora de que ejerzamos esa autoridad promoviendo un cambio radical en nuestro sistema?

Ahora, toda decisión, y su consecuente acción, implican un costo de oportunidad. Doloroso sin duda. Pero más doloroso sería continuar en la situación presente: un proceso, aparentemente eterno, de frustración y desencanto. Viviendo de ilusiones, de fantasías, de utopías. Construyendo castillos en el aire. Desgarra matar la esperanza. Renunciar al sueño irrealizable implica, sin duda, sangre, sudor y lágrimas. Muchas lágrimas. Pero en el largo plazo, el resultado puede llegar a ser mejor que lo soñado. La vida se hace del día a día.

En la introducción de Dero A. Saunders a la obra de Edward Gibbon, “Historia de la decadencia y caída del Imperio Romano”, el mencionado editor presenta un interesante poema, aparentemente anónimo, que dice: “El rey Jorge, ante la idea de que Gibbon escribir pueda, la historia de la decadencia de Inglaterra, pensó que el mejor modo, de contar con su apoyo, era darle un buen empleo. Pero la cautela es en vano, la maldición de su reinado es que jamás triunfen sus planes; aunque no escribió una línea, la decadencia se inicia con el ejemplo del autor. Su libro bien describe cómo el soborno y la corrupción, con el gran Imperio de Roma terminaron...”

Y lo peor es que nosotros ni siquiera llegamos a ser jamás un Imperio. Apenas empezamos a remontar el vuelo, nos cargamos a los hombros un pesado concepto de Estado benefactor (unido en un matrimonio de conveniencia con el sistema económico mercantilista) que nos hizo colapsar y caer sin haber siquiera subido a alturas, sino envidiables, al menos deseables. ¿Ya tocamos fondo o estamos cerca de éste? Espero que sí, para al fin, resurgir de las cenizas, cual Ave Fénix, y empezar a caminar la senda del progreso y la mejora constante en la calidad de vida de todos los habitantes de Guatemala.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 4 de junio de 2007.

Etiquetas: , , , ,