Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

2.25.2013

En defensa propia




Sobre la muerte de Edward Giovanni Cifuentes Pérez el pasado miércoles 20 de febrero circulan varias versiones. En lo que coincidieron muchos de quienes comentaron ese día el hecho, es que el fallecido había asaltado a alguien que se encontraba detenido por el tránsito de esa zona, conocida por los constantes robos a quienes recorren el área. Por cierto, si es comentado todo a pulmón, más que a sotto voce, y desde hace tiempo que por ese lugar atracan ¿por qué no hay policías atentos a detener a los asaltantes? ¿Son los maleantes socios de los agentes a cargo de ese sector?

La mayoría de testigos que en su momento se pronunciaron (testigos que hoy aparentemente desaparecieron, cosa entendible) contaron que una persona que se encontraba dentro de un vehículo detenido por un semáforo fue amenazada por un ladrón que, se presume, era Cifuentes. El criminal se transportaba en moto. La víctima del robo al defenderse e intentar recuperar sus bienes disparó a Cifuentes provocando que estallara el tanque de la moto, lo que le costó la vida. ¿Qué pasó? A ciencia cierta, no lo sé. ¿Llegaremos a conocer algún día la verdad? Tampoco lo sé. Esa es responsabilidad del Ministro de Gobernación, de la Fiscal General y del equipo que con ellos trabaja.

Lo que considero importante, suponiendo que los testimonios iniciales son ciertos (lo cual creo probable), es que un ciudadano cansado, como lo estamos tantos, de la situación de indefensión en la que nos encontramos, decidió ejercer su legítimo derecho a la defensa personal, y al ejercer ese derecho perdió la vida el malhechor que había puesto en peligro su vida. ¿Acaso la amenaza no es el celular o la vida? ¿Habrá quién cree que un criminal usa un arma para hacer reír a sus víctimas? El hombre agredido disparó. Una de las balas hizo estallar la moto. Si era el ladrón, murió a consecuencia de sus decisiones. De lo contrario, murió por la inseguridad en que vivimos. No me alegro de su muerte. Quisiera que las cosas fueran diferentes en mi país. Pero la realidad es otra.

Lamento que el Procurador de los Derecho Humanos, Jorge De León Duque, haya confundido un acto de legítima defensa con algo tan delicado como es la justicia por cuenta propia, la que se presta a muchas injusticias, tal es el caso de los linchamientos. Toda persona tiene  el derecho de defenderse, defender a sus seres queridos y a sus bienes. Esa es la verdadera defensa de los derechos individuales, y la misión olvidada por los funcionarios públicos.

Como bien lo explicó Frédéric Bastiat, el Estado no debería ser un instrumento de opresión y de expoliación recíproca entre los ciudadanos, sino la fuerza común instituida para garantizar a cada uno lo suyo y hacer reinar la justicia y la seguridad. Cuando el gobernante falla en cumplir con su tarea, los ciudadanos tienen el derecho legítimo de defenderse. Y lo anterior, lamentablemente es lo que está sucediendo en Guatemala.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 25 de febrero de 2013. La imagen la bajé de Facebook. No se identifica el creador.

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6.06.2011

Pasados lo quince minutos


Mientras veía caminar a Pérez Gabriel hacia su auto, sin tener claro el porqué, recordó al controversial escritor francés, antisemita y simpatizante de Hitler, Louis Ferdinand Céline. Recordó que de su obra más conocida lo que le gustó fue el título: “Viaje al fin de la noche”. Sintió que en esa frontera se podría encontrar en unos momentos. Entre las sombras veía pasar sus miedos que le hacían creer que podría perderse por siempre en esa oscuridad sin luna.

¿Acaso no había escuchado repetir hasta el cansancio que la realidad suele rebasar en muchas ocasiones a la ficción? ¿Puede existir la ficción sin referentes en la realidad aunque estos sean distorsionados al antojo del autor? ¿Era el creador accidental, o solo protagonista, de una historia que sería leída por otros? ¿Gente que nunca conocería y reiría con su tragedia? Sacudió la cabeza. Reconoció que tal vez estaba sobredimensionando la situación. Entendió que necesitaba recobrar la calma en segundos y asumir una actitud fría, calmada y segura frente al agente que se acercaba.

Total, todos estamos embarcados en un viaje al final de nuestras vidas. Por eso lo importante en el trayecto son las escalas previas que escogemos hacer antes de llegar a nuestro destino último, donde todos nos encontraremos algún día. ¡Oh no! Tantas paradas que aún le hacían falta hacer. No puede ser que por esta parada inesperada que le hizo un policía con planta de corrupto, fuera a llegar antes de tiempo. Al menos el tiempo que tenía previsto. Relax, se dijo. Relax.

A tiempo llegó el consejo. Pérez Gabriel ya se encontraba a su lado. Notó que se encontraba irritado, nervioso, incómodo. Eso le dio tranquilidad. Confirmó que su amigo se encontraba del otro lado de la línea telefónica y le preguntó de nuevo al sujeto que lo retaba desde la ventana de su carro: “Explíqueme ¿por qué me detiene? A mi entender no he infringido ninguna ley. No he cometido ningún delito - ¡Cállese! ¿Ya viene su abogado? Queremos que se cerciore de que no le hemos hecho nada. Ustedes, los periodistas, son los culpables de todo. Yo solo cumplo con mi deber”.

¿Deber de qué? En fin, armándose de paciencia y valor, con el rostro hierático, le responde: “No lo cuestiona un periodista, le reclamo en el pleno ejercicio de mis derechos ciudadanos, ¿por qué me detiene? Respóndame, cumpla con su obligación”. Al ver la cara morena encendida de la cólera pensó que hasta ahí había llegado su periplo existencial.

De repente, sin darle ninguna explicación, Pérez Gabriel le arroja sus documentos al tiempo que le dice, casi gritando: “lárguese antes de que lleguen mis compañeros”. Sin perder el tiempo acató la orden. No se lo tuvo que repetir. Cuando se alejaba observó por el retrovisor la llegada de otra patrulla. Vio cómo al bajar quienes en ésta se conducían rodeaban a Pérez Gabriel. Fue testigo del inició de otra discusión al fin de la noche de la cual espera nunca conocer el final.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 6 de junio de 2011. La fotografía la tomé en junio de 2007 para un curso de fotografía. La elegí para acompañar hoy a mi artículo porque, ¿será que sólo nos queda ponerle una veladora al dios de nuestro antojo pidiéndole que nos proteja de quienes deberían protegernos?

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7.27.2008

X


Hoy escribo para mí. Hoy que cumplí diez años, sin interrupciones, interrumpiendo en la vida de miles de personas a quienes me refiero como mis amigos invisibles. Aquellos hombres y mujeres que me han dado la oportunidad de reflexionar con ellos en el interminable proceso de aclararnos las ideas. Cosas del sorprendente azar, hoy que usted me lee, también cumplo diez años de ser parte de los medios escritos. Mi primer artículo lo titulé “El pragmático”, y empezaba con la siguiente frase de Sócrates: “El reconocimiento de la ignorancia, es el comienzo de la sabiduría”.

Ya mis queridos hermanos del alma, Jorge Jacobs y Estuardo Zapeta, escribieron sobre temas probablemente más interesantes para el público. Jorge escribió sobre nuestros inicios radiales en los cuales formamos un trío con Armando de La Torre, en “¿Qué nos espera en el próximo Milenio?”, que luego, por razones obvias, se llamó simplemente “Milenio 3”, hasta llegar a nuestra casa actual “Todo a Pulmón”. Estuardo abordó el tema de los principios y los objetivos comunes, sumados a nuestra aventura empresarial. Así que a mi me queda la tarea de preguntarme, ¿y ahora qué?

¿Qué encanto tiene el número diez, una década, un decenio? Diez años en las ondas radiales. ¿Pasaron diez años? ¿Tan rápido? El diez es el número natural que sigue al nueve y precede al once. El diez es un número compuesto, cuyos factores propios son el uno, el dos y el cinco. El diez es la base del sistema decimal. El diez es el cuarto número triangular, después del seis y antes del quince. Contar por decenas es uno de los métodos más antiguos registrados en la historia. Muchos pueblos ancestrales utilizaban los dedos de las manos para contar. Los primeros que utilizaron un sistema de cálculo complejo, en base diez, fueron los egipcios.

Para los pitagóricos, el diez era la muestra de la perfección y lo relacionaban con el Ser Supremo: juraban por tetractis (diez): lo más sagrado. El diez contiene todos los números por lo tanto se considera un número completo. Los cristianos obedecen diez mandamientos y pagan el diezmo. Son diez los famosos talentos de la parábola. El rezo católico del rosario consta de diez avemarías y diez padrenuestros.

Según la Qábbalah es símbolo de la Totalidad: el Sefirot. El diez se considera como un símbolo de la señal de IO-Isis. En el alfabeto sagrado de los hebreos, la YOD vale diez. La YOD es la primera letra que conforma el nombre de Dios: YHVH, YESHUA. En el templo de Salomón había diez jofainas, diez mesas y diez candelabros.

La letra “X” además de representar al diez en números romanos, simboliza una variable desconocida, como desconocido es hoy para mí lo que me depara el próximo ciclo de diez años. Mientras, me pregunto sobre el encanto que ejerce el diez y me dedico a buscar mi tiempo perdido, parafraseando a Marcel Proust, con la esperanza de recuperarlo, de seguir aprendiendo de mis errores y aciertos… de diez en diez.

Articulo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 16 de junio de 2008. La fotografía fue tomada por mi querido amigo, el fotógrafo Ennio Pagurut, el sábado 15 de marzo de 2008, y sirve de imagen para presentar "Ecléctico", programa que tengo el gusto de conducir los martes, de 7 a 8 de la noche, por la 100.9FM, y en www.radiopolis.info

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6.11.2007

Defensa obligada


“Bang, bang. ¡Corre Cafecito, corre!”, gritaron. Sin embargo, no lo hizo: permaneció junto al cadáver del criminal que atentó contra su vida y sus bienes, los de su familia y los de aquellos que viajaban en la camioneta que piloteaba el 4 de septiembre de 2006, en la ruta entre Villa Hermosa y Boca del Monte. Según Cafecito, “quien nada debe, nada teme”. ¿Qué problemas podría acarrearle hacer uso de su derecho legítimo a la defensa personal? Qué ingenuo: en sólo unas horas se encontraba en un juzgado diciendo: “Mi nombre es José Natividad Trejo. Estatus actual: preso”. Acusado de asesinar a quien puso en peligro su vida y la de muchos más.

"El secreto de la existencia humana no sólo está en vivir, sino también en saber para qué se vive." Escribió el célebre escritor ruso Fedor Dostoyevski. ¿Para qué vivimos, si no podemos proteger nuestra vida? Hoy me veo obligada a hablar en favor de nuestro derecho básico a defendernos, más aún cuando aquellos responsables de esa tarea, los gobernantes, la han olvidado, la han relegado a la última de sus prioridades. A la distribución del Presupuesto General de la abstracta Nación me remito como prueba definitiva.

El gobierno es una organización que agrupa a quienes hemos trasladado nuestro personal y legítimo derecho de defensa, confiriéndoles para ello autoridad y poder para ejercer el monopolio de la coerción. El Estado es el aparato de coacción que obliga a la gente a respetar las reglas de la vida en sociedad, y es justificado por la existencia de antisociales. En Guatemala tenemos Estado y gobierno de papel: en el discurso interesado de unos cuantos ignorantes de la realidad del resto. Individuos cuya primordial ambición es ejercer el poder.

Nunca he cruzado palabra con Trejo. No voy a idealizar a alguien que ni siquiera conozco. A quien sí conocí es a su compañera de hogar, madre de sus hijos y principal vocera de su causa. Una mujer joven, valerosa e inteligente, de estudios formales inconclusos pero poseedora de un sentido común despierto. Una ciudadana que reclama sus derechos y los de su pareja, enfrentándose casi sola a las mafias imperantes en nuestro mal llamado sistema de justicia.

“¡Ley pervertida! ¡Ley… desviada de su objetivo legítimo y dirigida a otro totalmente contrario!… ¡Ley hacedora de iniquidad, cuando su misión era castigar la iniquidad!… Ley es justicia. Y bajo la ley de justicia, bajo el régimen del derecho, bajo la influencia de la libertad, de la seguridad, de la estabilidad y de la responsabilidad cada persona logrará todo su valor, toda la dignidad de su ser, y la humanidad alcanzará, con orden y calma, lentamente, sin duda, pero con certeza, el progreso que es su destino”. Amén, Frédéric Bastiat.

Liberémonos de la criminalidad, las injusticias y el régimen de incentivos perversos. La reforma radical no puede esperar más. Depende de nosotros, los gobernados, y no de los políticos, que sólo pueden ser presionados.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 11 de junio de 2007.

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